Página

12 noviembre 2020

La libertad de las moscas 




Imaginad que nos vamos al campo y hacemos una barbacoa; recogemos leña, prendemos un fuego y cuando queda la brasa comenzamos a poner la carne y a charlar. Apasionado habla sobre cuál será la canción de Maná que he escogido para el próximo capítulo, Torco aventura algún titulo, la pelirroja se atreve con otros, Apasionado se mete con ella y su gusto por Bisbal y yo propongo a Bertin Orborne como candidato para algún capítulo. Me abuchean. Torco habla del duelo entre Clapton y Harrison por el amor de una mujer, Betito y Juanma se baten en duelo chuleta en mano pero no llegan a las manos. Signe nos recuerda que a veces el bosque no nos deja ver los detalles. Hay debate, hay debate. Entre medias, voy y publico, se deshace el misterio y se arma la trifulca: hay conflicto por una escena difícil. Y se discute, se debate, pero….

De pronto, al olor de la fogata y de la carne, aparece una nube de moscas y algunas avispas; se deshace el encanto y nos dedicamos a intentar espantarlas, pero ya sabéis como son las moscas, una y otra vez vuelven a posarse sobre la carne. Ya no se puede charlar ni debatir porque no hacemos más que dar manotazos y perder el buen humor. 

Si las moscas y avispas hablaran dirían que tratamos de privarlas de su libertad a estar donde les place y a soltar su caquita donde su derecho a expresarse le dicta; aunque sea encima de nuestra carne o nuestra tortilla. Santa libertad. Se acabó la barbacoa, la libertad de las moscas acabó con la charla serena. 

Y como la cosa no es nueva, ya no me apetece salir al campo y hacer barbacoas. Y me pongo a cocinar en casa, donde no hay moscas. Pero no saben igual, porque no puedo compartir con los amigos. 

Entonces decido volver a hacer las barbacoas allí donde puedo extender un mosquitero que deja a los insectos fuera y a los amigos y amigas dentro. Si las moscas y las avispas pudieran hablar dirían que eso limita su derecho a moverse por donde quieran y a extender su caquita por el mundo mundial. 

Ya me voy, que veo venir el enjambre. 


3 comentarios:

  1. En el final disiento querido amigo. Puedes estar en tu casa, en Beijin, Singapur, el tus hermosas sierras madrileñas - que muero por conocer- que el espíritu del Café La Humedad no se perderá. Porque el lugar, ese ámbito lo hacemos aquellos que peleamos contra las moscas. Gracias por el regalo.

    ResponderEliminar
  2. Respeto tu derecho de colocar la mosquitera y de seguir publicando el DIARIO donde creas conveniente muy pocas veces he comentado en algún capítulo y e leido muchos comentarios de ciertos personajes con muy "m/l", esperando tu proximo relato y mi apoyo incondicional.

    ResponderEliminar
  3. Bienvenido MGUSMAD; el próximo día quince cumplimos trece años. Como dicen en la tele, permanezcan atentos a la pantalla.

    ResponderEliminar