Prólogo y consejo al lector
El deseo es el motor que nace de la expectativa de conseguir una meta, el deseo es la energía que nos mueve hacia nuestro fin, crece poco a poco con cada aproximación y produce un placer indescriptible, un placer que alimenta y motiva nuestro camino hacia la meta. El placer está en el camino, es el camino, la meta solo significa el final del placer, la meta nos deja viudos, huérfanos, con una sensación de vacío y nostalgia por las emociones sentidas y vividas a lo largo del camino que nos llevó a la consumación, pero que ya son pasado.
Esta es una historia de deseos, emociones, placeres, dudas, decisiones y pensamientos, es la historia del camino que nos llevó a Carmen, mi mujer, y a mí a lanzarnos a vivir las fantasías inconfesables que, sin saberlo, compartíamos en silencio cada vez que hacíamos el amor. Esta no es una historia de penetraciones y orgasmos, aunque también lo es. Así que si tú, lector que has llegado hasta aquí, buscas un desahogo rápido de tus pulsiones, te recomiendo que abandones este texto y busques algo más inmediato.
Para los demás, para los que como yo valoráis el placer de los pequeños detalles que van haciendo huella, que sois conscientes de los pequeños cambios casi imperceptibles que se van acumulando hasta que un día descubres la transformación que se fue fraguando en tu pareja, o en ti; para los que sabéis que el erotismo y la pasión, como la buena cocina, se cocina a fuego lento… a vosotros está dirigida la historia de mi vida a lo largo de estos últimos años.