29 mayo 2021

Capítulo 147  Horríbilis

 (Tiempo aproximado de lectura: 54 minutos)


Tenía dos llamadas perdidas y seguía callada. No sabía cómo encauzar lo que fuéramos a hablar hasta llegar al motivo que me acercaba a Sara, un motivo que podía parecer interesado y que desdibujaría cualquier cosa que estuviera por llegar. Dios, ¿en eso estaba pensando?

Porque esa era la realidad, Sara me atraía desde el mismo día en que me sacó a bailar con Sade, con Tino Casal y llovieron hombres, aleluya. ¿Y qué, si me atraía? yo por entonces estaba ciega, aunque tal vez no fue entonces sino mucho antes y no me di cuenta hasta mi despertar. Y si ahora descubría el trasfondo de mi interés por ella, qué podía pensar. Todo pendía de un hilo, el hilo transmisor que debía construir para explicarme. Y aún no había dado con él.

28 mayo 2021

Los monos infinitos y la máscara veneciana


Emile Borel postuló a comienzos del siglo veinte que si un millón de monos mecanografiaran diez horas al día era improbable que pudiesen producir algo coherente. ¿Cómo es posible que a partir de ahí se haya llegado a popularizar la idea de que un mono, pulsando teclas al azar en un teclado durante un periodo de tiempo infinito, podría llegar a escribir El Quijote? Esto, que parece absurdo, no está tan alejado de lo que sucede a diario en internet: cualquiera con un teclado y disponiendo del suficiente tiempo acaba escribiendo una estupidez sobre algo o alguien; la diferencia radica en que el mono no posee maldad y carece de intención de hacer daño.


Stanley Milgram puso a prueba una teoría sobre la obediencia en la universidad de Yale allá por la década de los sesenta. Un grupo de estudiantes participaron en un estudio en el que deben aplicar descargas eléctricas a unos sujetos que, por supuesto, no los ven. Las descargas van aumentando progresivamente en intensidad y los  sujetos muestran signos de dolor creciente hasta ser insufrible, el instructor les dice que continúen por el bien del experimento y prácticamente todos obedecen, sometidos a la autoridad y amparados en el anonimato. Los sujetos son sometidos a pequeñas pruebas, si las superan toda va bien, si se equivocan se les aplican las descargas que van aumentando a medida que acumulan errores. Por supuesto, las descargas son ficticias, los sujetos son actores y lo que el experimento Stanford trata de estudiar es el efecto que ejerce la autoridad sobre el criterio de las personas para tomar decisiones justas y libres. El anonimato ejerce una influencia terrible porque cuando el instructor que ejerce de autoridad no está presente los estudiantes, que ejercen de “carceleros”, continúan el experimento y se comportan de un modo sádico y cruel amparados en el anonimato. Como dijo Zimbardo en una entrevista concedida a Punset « El anonimato significa: “yo no soy yo, no soy responsable de mi comportamiento”. Me pongo una máscara, una capucha, como los terroristas. Si se roba un banco, se esconde la identidad, pero si lo haces durante suficiente tiempo, pierdes la identidad y te conviertes en la máscara. En nuestro estudio, cada turno era peor que el anterior, pero lo peor era el turno de noche, porque sabían que yo tenía que irme a dormir en algún momento (dormía en mi oficina, en el piso de arriba, en el Departamento de Psicología). Al día siguiente, mirábamos el vídeo y veíamos que habían hecho cosas terribles, y yo les decía que no se pasaran tanto, y me decían: «sí, señor», pero al día siguiente empeoraba todavía más.»

Si contemplamos ambos modelos y los extrapolamos a Internet podemos comprender mejor lo que está sucediendo a diario en las redes sociales, cerca de nosotros. Personas que se esconden tras el anonimato y son capaces de decir cosas terribles, cosas que en su vida real son incapaces de decir, probablemente porque no se lo toleraría su jefe, su pareja, sus amigos. Pero escondidos en el anonimato, convertidos en otra persona tras la máscara de una identidad ficticia se permiten hacer y decir lo que no pueden en su vida real, se resarcen tal vez de años de fracasos y humillaciones que no tiene otra válvula de escape que vociferar en las gradas de los estadios o aquí, en este mundo virtual que lo permite todo, salvo que la propia dignidad se lo impida.


Que la sociedad haya degradado a sus miembros hasta este punto comenzó en Roma, tal vez antes. Pan y circo. Charlton Heston se mesaba el cabello a lomos de su caballo mirando los restos de la estatua de la libertad en la playa. 



16 mayo 2021

Capitulo 146  Nunca digas nunca jamás 

(Tiempo aproximado de lectura: 21 minutos)


Con la inestimable colaboración de Torco para la adaptación de los diálogos argentinos



Después del oasis del fin de semana me vi abocada a volver a mi particular desierto. A diario procuraba buscar cualquier motivo para extender la jornada o enganchaba a Julia y nos tomábamos algo a la salida hasta que se excusaba y me quedaba sola. Tomás estaba inmerso en la reconciliación con su hija mayor que yo misma había propiciado y no quería estorbarle. Había pasado una tarde por casa de Luca, pero el ambiente familiar con el niño no era lo que necesitaba. Con mi hermana tampoco podía contar porque notaba mi estado de ánimo y trataba de ayudarme hasta la asfixia. 

¿Y mis amigas de la facultad? Desde el otoño había abandonado todo trato con ellas, ¿cómo iba a recuperarlo ahora, en plena crisis personal?

03 mayo 2021

Capitulo 145  La soledad

(Tiempo aproximado de lectura: 46 minutos)


A medida que la estancia de Mario en Sevilla se alargaba comencé a encontrar cada vez más insoportable la soledad. Mi nuevo estatus en el gabinete había creado un muro infranqueable, me recordaba a lo sucedido tras mi reincorporación cuando los rumores sobre Roberto me alejaron de mis compañeros. El lanzamiento de la nueva dirección que iba a liderar estaba pendiente de unas últimas decisiones que debían adoptarse en un próximo consejo, mientras tanto ya había traspasado mi actividad clínica a Itziar y me encontraba con una desagradable sensación de inestabilidad, sin una función específica y ocupando un despacho que ya no sentía como propio. Con Mario las cosas no iban mejor, la comunicación se había estancado, los buenos propósitos de retomar el dialogo pronto hicieron aguas. Elvira volvió a Madrid y en lugar de ser un motivo para acercarnos el efecto fue el contrario; las conversaciones se volvieron vacías, era yo la que solía llamarle, era yo quien buscaba motivos de charla y era él quien caía en monosílabos y frases huecas; terminé por distanciar las llamadas para ver si conseguía motivarlo. Los últimos desencuentros parecían haberse enquistado y decidí dejarlo pasar hasta que pudiéramos hablar con calma cuando estuviera de regreso.