26 abril 2013

Capítulo 55 Violación

(Tiempo aproximado de lectura: 16 minutos)


Carmen se había sumergido en un estado casi febril donde la realidad y los recuerdos se mezclaban como en las pesadillas, sin ser capaz de discernir entre lo que percibía y lo que su cerebro le enviaba desde las zonas mas profundas. Realidad e irrealidad crearon un clima en el que apenas podía distinguir una de otra y en el que pasaba con suma facilidad del “aquí-y-ahora” a otro tiempo y lugar que parecía ya vivido y al mismo tiempo le era desconocido.

Sus emociones seguían la misma pauta errática. Excitación hasta lo obsceno, miedo, rechazo, humillación y placer se turnaban para hacerla sentir una furcia encelada o una mujer ultrajada. Por momentos me reconocía en el hombre que la intentaba desnudar y otras me transformaba en alguien sin rostro, alguien a quien no conseguía identificar y que la estaba forzando de una manera que creía haber vivido ya.

Me desnudé precipitadamente frente a ella lanzando la ropa al suelo. Me sentía poderoso, absolutamente libre de hacer  lo que me apeteciese. La veía tan indefensa, tan frágil, incapaz de poder detenerme si yo no quería hacerlo… 

Hinqué una rodilla en la cama, entre sus piernas, mi mano derecha presionó con firmeza en su hombro hasta que quedó tendida. Se dejaba hacer sin casi oponer resistencia.

Alcé sus piernas y las sujeté apoyando las manos en la cama haciendo que  descansaran en mis brazos los cuales actuaban como barreras que le impedían proteger su sexo. Al inclinarme hacia ella sus riñones se arquearon dándome mas acceso a su coño. Comencé a mover mi cintura para tantear su pubis con mi polla buscando el camino y, de un solo golpe, me enterré en ella. Su cuerpo se tensó y un rictus de dolor cruzó su rostro; a pesar de la copiosa humedad que me envolvía, la penetración había sido demasiado ruda.

07 abril 2013

Capítulo 54 Disociación

(Tiempo aproximado de lectura: 19 minutos)


Dualidad


Amanecía y la pálida luz que comenzaba a diluir la oscuridad de la alcoba nos encontraba despiertos, cara a cara,  con la mirada clavada en el otro. Mi mano derecha descansando en el hueco de su cintura, su mano derecha rodeando mi agotado pene, el dedo pulgar extendido hasta rozar mi vientre acariciando a veces el vello como si de un impulso nervioso espontáneo se tratase; los demás dedos cobijaban al otrora orgulloso guerrero y lo apretaban con suavidad, sin ritmo determinado, con silencios y pausas anárquicas.

Y los ojos abiertos.

Nuestra mirada era un puente tendido sobre la almohada. ¿Se transmite el pensamiento? El científico dice NO. El hombre desnudo,  enfrentado a la mujer mas bella, mas puta, mas adorable a la que acaba de follar, joder, hacer el amor y con la que ha compartido las confidencias mas descarnadas, las confesiones mas libres y con la que ha roto todo los pactos y firmado cumplir las mayores profanaciones  dice  SI.

-        “No vas a conseguir de mi mucho más que eso” – dije cuando mi polla alcanzó un estado de grosor interesante pero no como para endurecerse lo suficiente, la noche había sido intensa y lo que en otro momento habría bastado para lograr una potente erección apenas podía mantener el volumen alcanzado.

-        “¿Quién te dice que quiero algo más que esto?”

Estaba relajada, inmóvil, de espaldas a la ventana. Su cabello revuelto esparcido por la almohada dejaba algún mechón pegado en su frente por el sudor. Dejé que mi mano acariciara la curva de su cadera y apreté levemente su nalga, mi polla dio un salto.

-        “¿No decías que estaba muerta?” – sonrió al sentirlo en su mano

-        “Sabes que tu culo me puede”

Arrastró su cara unos centímetros por la almohada, los suficientes para unir sus labios a mi boca. Abandoné su nalga y busqué su pecho. Mi dedo pulgar jugó con su pezón. Se estremeció.

-        “Me duele”

-        “Te mordí, lo siento, déjame ver”

04 abril 2013

Capítulo 53 La sauna (II)

(Tiempo aproximado de lectura: 14 minutos)


Prólogo


Comencé este capítulo a finales de 2009 y desde el principio se me atascó, no conseguía darle forma de modo que lo abandoné e intenté seguir el diario cronológicamente pero con ese “hueco” en medio.

No fue buena idea. Cada vez que intentaba escribir acababa volviendo al relato de mi iniciación al que dedicaba unas horas estériles y me impedía avanzar en los demás capítulos, así sucedió que hasta 2011 publiqué tres capítulos y luego… el silencio hasta hoy.

El trabajo diario también ha tenido que ver en esta ausencia aunque me ha servido más como justificación ante mi mismo por el abandono del diario.

Hoy por fin puedo decir que he logrado superar ese reto, con más o menos fortuna. No estoy seguro de haber logrado plasmar lo que aquella experiencia iniciática supuso en mi vida y en la de Carmen pero, aunque el resultado no es exactamente el que buscaba, me libera de esa deuda que tenia con el diario y que me impedía continuarlo. 

Mis disculpas a los lectores que abandonaron la espera y mi agradecimiento a los que aún hoy, tras año y medio de silencio, siguen pidiéndome que continúe.