Capítulo 55 Violación
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Carmen se había sumergido en un estado casi febril donde la realidad y los recuerdos se mezclaban como en las pesadillas, sin ser capaz de discernir entre lo que percibía y lo que su cerebro le enviaba desde las zonas mas profundas. Realidad e irrealidad crearon un clima en el que apenas podía distinguir una de otra y en el que pasaba con suma facilidad del “aquí-y-ahora” a otro tiempo y lugar que parecía ya vivido y al mismo tiempo le era desconocido.
Sus emociones seguían la misma pauta errática. Excitación hasta lo obsceno, miedo, rechazo, humillación y placer se turnaban para hacerla sentir una furcia encelada o una mujer ultrajada. Por momentos me reconocía en el hombre que la intentaba desnudar y otras me transformaba en alguien sin rostro, alguien a quien no conseguía identificar y que la estaba forzando de una manera que creía haber vivido ya.
Me desnudé precipitadamente frente a ella lanzando la ropa al suelo. Me sentía poderoso, absolutamente libre de hacer lo que me apeteciese. La veía tan indefensa, tan frágil, incapaz de poder detenerme si yo no quería hacerlo…
Hinqué una rodilla en la cama, entre sus piernas, mi mano derecha presionó con firmeza en su hombro hasta que quedó tendida. Se dejaba hacer sin casi oponer resistencia.
Alcé sus piernas y las sujeté apoyando las manos en la cama haciendo que descansaran en mis brazos los cuales actuaban como barreras que le impedían proteger su sexo. Al inclinarme hacia ella sus riñones se arquearon dándome mas acceso a su coño. Comencé a mover mi cintura para tantear su pubis con mi polla buscando el camino y, de un solo golpe, me enterré en ella. Su cuerpo se tensó y un rictus de dolor cruzó su rostro; a pesar de la copiosa humedad que me envolvía, la penetración había sido demasiado ruda.