Capítulo 46 La rendición
JUEVES
La lucha continuó durante toda la jornada del jueves, Carmen intentaba centrarse en su trabajo pero la angustia atenazaba su estómago y le impedía olvidar que se estaban consumiendo las últimas horas de un tiempo en el que tenía una oportunidad irrepetible a corto plazo.
Hablé con ella un par de veces durante el día y la encontré apagada, no llegaba a estar triste pero la fuerza que desprende incluso por teléfono estaba ausente aunque hacía claros esfuerzos para ocultar su desazón, seguía la conversación con cierto desinterés, como si su pensamiento estuviera en otra parte. ¿Debía intervenir o era mejor que la dejase resolver su dilema sin más interferencias? Decidí que lo que tuviera que suceder ya era decisión de ella, le pertenecía la última reflexión, todo lo que yo tenía que decir ya estaba dicho y entraría en el terreno de la manipulación si insistía más.
Carmen esperaba tener una nueva oportunidad cuando Carlos la llamase, una oportunidad para la que no tenía decidido nada, no se resignaba a que su decisión de cada instante fuera la última decisión, quería dejar siempre una puerta entreabierta por si a última hora cambiaba de opinión, por si lograba vencer las cadenas que le impedían decirle claramente lo que deseaba.
Algo oculto para ella misma le decía que no debía ceder, normalmente no se deja llevar de presentimientos, su racionalidad se lo impide. Esta vez rompía esa norma y ese “algo” más emocional que racional que no había entrado aún en el terreno de las palabras le impedía dar el paso.
Cuando le sucedía esto, cuando perdía el ritmo de su trabajo y se sumía en la contradicción se intentaba refugiar en nuestro proyectado viaje de Semana Santa. Pero ya no brillaba tanto como lo hizo cuando lo planeamos, ahora apenas era un frágil salvavidas que se deshinchaba con rapidez.
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