Capítulo 105 Sanación
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—Papá, hola… si bien… aquí en la sierra… si, al final decidimos quedarnos… No, no nos apetecía este año salir… porque no… no, no pasa nada ¿qué iba a pasar?
Escucho a Carmen hablar con su padre y percibo la desconfianza que llega del otro lado de la línea. ¿Por qué hemos cambiado repentinamente los planes cuando lo habitual es que salgamos fuera en estas fechas? Si ya resultó complicado aparentar normalidad en el cumpleaños de mi suegra ahora este cambio se suma para romper con las costumbres tan arraigadas.
—Sí, está aquí ahora te lo paso ¿Y mamá, está bien?
Le he pedido que les llame, no sé desde cuando no habla con ellos y eso en esta familia no es normal.
Normalidad, algo que le debemos a la familia. No se han entrometido pero me consta que están preocupados y en algunos casos han sufrido.
Hablo con mi suegro sobre todo para darle seguridad. Estamos juntos, estamos bien. Le prometemos una visita pero no ahora, no en esta semana. Noto recelo y trato de sofocarlo. En quince días comida en nuestra casa, prometido.
Hace un sol de justicia, cualquiera diría que estamos en verano. Ya es miércoles y para mañana esto se va a llenar. Estamos comiendo en la terraza de uno de los restaurantes de la plaza del pueblo. Son las tres de la tarde; después de hacer el amor, ducharnos y perder otra media hora bajo el agua salimos con prisas hacia el pueblo. Menos mal que a última hora se me ocurrió reservar.
Carmen luce espléndida. Un vestido veraniego, estampado en tonos rojos y verdes claros con motivos florales sobre fondo blanco anudado al cuello con escote en pico por medio muslo, sandalias planas para caminar cómoda por el empedrado del pueblo y uno de los bolsos grandes de este verano pasado que como el resto de la ropa de temporada también guarda en los armarios de aquí. Brutal.