Capítulo 42 Cruzando límites
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- “Llámale”
- “Si, claro”
Carmen sonrió con escepticismo, no se había tomado en serio mi petición. Mantuve su mirada sin inmutarme y, al ver mi expresión la sonrisa cayó de su boca.
- “¿Estás de broma, verdad?”
Pausadamente negué con la cabeza, mis ojos la retaban y su rostro comenzó a mostrar la incredulidad y la sorpresa que mi petición le causaba.
- “¡Venga ya!" – dijo intentando rechazar lo que yo le planteaba.
Yo continuaba acariciando su estómago por debajo del pijama, el pulgar extendido rozaba insistentemente la base de sus pechos, tan duros, tan firmes; la tentación era demasiado poderosa y no hice nada por detener a mi mano cuando ésta comenzó a deslizarse en diagonal hacia arriba separándose de su cuerpo y elevando la tela del pijama. La palma estirada apenas rozaba sus pezones marcando círculos y líneas, un irresistible cosquilleo recorría mi mano hasta el punto de casi obligarme a retirarla de la puntiaguda cima que coronaba su pecho. Durante un breve tiempo Carmen intentó encontrar una respuesta adecuada, sus ojos continuamente viajaban desde mi rostro hacia algún punto en la pared posterior o en el techo, se esforzaba pero no conseguía hilar una frase. De pronto la tensión se transformó en risa y rompí a reír, una risa nerviosa producto de la excitación que me provocaba la posibilidad de que llegase a llamarle; Me miró extrañada.
- “¿Y ahora de qué te ríes, si puede saberse?” – Me agaché hacia su rostro con la actitud del que se sabe ganador de una partida.
- “La idea te atrae tanto como a mí, posiblemente mas, y no encuentras la forma de negarte, ¿acerté?”
Cambié bruscamente el rumbo que mi mano marcaba sobre su pezón y observé cómo sus ojos se entornaban, atacada por el placer que la invadía; yo utilizaba toda mi artillería para debilitar sus defensas y para ello nada mejor que atacar sus sensibles pechos; no he conocido a ninguna otra mujer que pueda llegar al orgasmo tan solo acariciando sus pezones.
Carmen hizo un esfuerzo para dominarse y volvió a abrir los ojos.
- “Claro, y yo voy y te hago caso, le llamó y le digo ‘hola cariño, estoy aquí con mi marido y se me ocurrió llamarte’… ¿qué sencillo, verdad?”
- “Dile que tu marido está de viaje, pero no le digas que está en Coruña porque se acordará que yo me voy mañana”