Capítulo 74 Ausencia
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Durante un solo segundo, al abrir los ojos, tuve una sensación de normalidad.
Luego… la lengua, acre, desagradable; inmediatamente un pinchazo en la sien, una tremenda presión en la cabeza que me devolvió a mi miserable realidad.
Me llevé las manos a la frente, no puede ser, ¡Oh no, no puede ser verdad!
Con los brazos rodeando mi cabeza, apretando las cuencas de los ojos para no ver, para no estar en el mundo, recuerdo las ultimas imágenes de mi niña saliendo de mi vida, haciendo la maleta, dejando nuestro hogar.
¡Qué equivocación! Me he jugado mi vida y la he perdido, porque Carmen lo es todo, lo es todo para mí; sin ella… sin ella mi vida carece de sentido.
Me incorporé de un salto. Sentado en la cama lo supe, por primera vez entendí claramente lo que supone no tener nada por delante y temerle, tener un miedo absoluto al futuro que me podía esperar sin ella.
Y de pronto.
El vacío. El vacío existencial. Durante unos minutos mis ojos parecieron mirar más allá de la habitación, más allá de mi casa. Mi mente no producía palabras, tampoco capté sensaciones. Era el vacío más absoluto. Ni siquiera dolor, ni siquiera angustia por lo que habría de venir.