22 julio 2018

Capítulo 111 Las lagunas

(Tiempo aproximado de lectura: 55 minutos)


—Esto es precioso —exclama Jorge con las manos apoyadas en las rodillas. La subida hasta las lagunas ha sido más fuerte de lo que esperaba y le ha costado mantener el ritmo que impuso Carmen desde el inicio.

Se ha estropeado el día, a medida que ascendían las nubes fueron cubriendo el cielo, lo que en un principio era una suave brisa se transformó en un desapacible viento que anuncia lluvia y por si fuera poco la temperatura ha descendido.  Carmen no duda, no hace tiempo para admirar el paisaje.

—Vamos, al agua —grita sacándose la camiseta.

Jorge mira al cielo.

—¿Qué pasa, no te atreves?

Él, ante la imagen de Carmen semidesnuda no se lo piensa, sin dejar de mirarla comienza a despojarse de la ropa. 

—¡Vamos! —Le jalea al verle paralizado por la visión de las joyas que atraviesan sus erizados pezones. Poco después corren hacia el agua.

06 julio 2018

Capítulo 110 Viernes de pasiones (y 3)

(Tiempo aproximado de lectura: 43 minutos)



Eran casi las ocho cuando consideré llegado el momento de regresar; habría tenido tiempo suficiente para ordenar sus ideas y plasmarlas en ese cuaderno al que se le agotaban las hojas.

La encontré tal y como la dejé, sentada a la mesa del salón repasando lo que debían ser las anotaciones que había tomado durante mi ausencia. Levantó la mirada al sentirme entrar y me lanzó una de esas dulces sonrisas que me saben a abrazo.

—Creo que ya lo tengo.

Y entró a fondo en lo que hasta ese momento había sido solo un esbozo de su paso por la montaña; entendí como inició un proceso de sanación físico y mental en sus ascensos al monte cada mañana solo para respirar aire puro y escuchar a la naturaleza; sin meta, sin un objetivo concreto. A partir de entonces comenzó a trazar una estrategia de terapeuta; la idea de escribir sin interpretar lo escrito y guardarlo hasta que más tarde, en otro momento, con otros ojos la lectura le permitiera escuchar a la que escribió esas páginas le pareció un método alternativo, arriesgado pero el único que le ofrecía posibilidades de salir adelante.

Y comenzaron a surgir esos escollos a los que está acostumbrada a enfrentarse en clínica, solo que esta vez la dificultad añadida era que la tramposa no era alguien ajena, otro u otra que, sentado frente a ella podía analizar con las herramientas que sus estudios y años de profesión le brindaban. No, el adversario estaba dentro de sí, era una versión de ella misma que se empeñaba en ocultar la verdad, falsear la realidad de lo que sucedió, engañarla, mentir, suplicar, llorar, incluso tender un manto de falsa desmemoria sobre acontecimientos que pretendía no recordar. 

No era fácil no; comenzó la irritación, las jaquecas, las noches en blanco, la dificultad para concentrarse, el exceso de tabaco. Casi por casualidad aparecieron los últimos porros olvidados, resecos que le dieron un respiro, un medio para volver a descansar y le devolvieron la lucidez suficiente para seguir con su trabajo.

Fue entonces cuando tomó la decisión. Si quería seguir avanzando necesitaba la marihuana.