Capítulo 90 La profecía cumplida
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(Domingo)
–La he negado tantas veces que ni yo mismo me lo acabo de creer, no sé cómo he sido capaz de hacer algo así, no lo entiendo.
Sentado frente a Graciela intentaba hacer un ejercicio de reflexión como el que tantas otras veces había emprendido con mis pacientes, solo que en esta ocasión el paciente era yo y necesitaba un interlocutor que me ayudase a no caer en las mismas trampas que como terapeuta no siempre resulta fácil detectar. Quizás ella podría ser capaz de interpretar ese papel. Ser la voz de alarma cuando cayese en los mismos trucos que otros antes que yo usaron para no afrontar la realidad, para no asumir los errores en los que, a pesar del dolor, el ego se refugia y se siente seguro.
–La he llegado a negar tres veces en esta semana. —Insistí.
–Como Pedro.
–¿Qué?
–Como Pedro negó a Jesús. Él también lo hizo tres veces y no fue hasta que escuchó el canto del gallo que cayó en la cuenta. Le amaba y a pesar de ello lo negó una y otra vez. A partir de ahí reaccionó e hizo todo lo que estuvo en sus manos por recuperarle. A lo mejor tú has necesitado negarla más de una vez, rechazarla reiteradamente antes de reaccionar y ponerte en su busca.
–No sabía que fueras religiosa – Graciela sonrió.
–¿Y qué es lo que sabes de mí?
Si me hubiera dado una bofetada no me habría dolido tanto. Por su expresión supe que se había dado cuenta y evité hacerla pasar por una disculpa.
–Tienes razón. ¿Crees que ya ha cantado el gallo para mí?