Capitulo 150 Otra vuelta de tuerca (parte 2)
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El descenso fue incómodo, mis vecinos se revistieron con la máscara del escándalo propio de la microsociedad en la que vivíamos, matrimonios situados entre los treinta y los cincuenta años, universitarios de renta alta, en general de ideas liberales, con una proporción equilibrada de conservadores y progresistas que nos posicionábamos sobre todo a la hora de tomar decisiones en las juntas de la comunidad. Ellos optaban por una postura ambigua y evitaban significarse. La relación que manteníamos era escasa, vivían en el ático a espaldas del nuestro separados por el patio, los ascensores y el área cubierta por la pérgola que nosotros convertimos en salón poco después de casarnos, ellos en cambio apenas lo usaban lo cual nos daba gran libertad de acción. Alguna vez habíamos sorprendido a José Luis mirando furtivamente cuando tomábamos el sol y se nos pasó por la cabeza instalar una mampara medianera, pero desechamos la idea porque eso nos quitaría parte de la estupenda vista de las montañas.
Estábamos a punto de llegar al garaje cuando Marife no pudo contenerse:
—¿Ese no era Quique, el instructor del gimnasio?
—Marife, por favor —Trató en vano de pararla su marido.
—El mismo, ¿lo conoces?
—Estuve apuntada un semestre el invierno pasado. —dijo y se quedó mirándome con sus ojos de avestruz.
—Es un fisioterapeuta magnífico, tiene una manos increíbles según dice Carmen, deberías probarlo.
—¿Yo? Oh, no, de ninguna manera. —saltó escandalizada.
—¿Sales de viaje? —atajó José Luís.
—Vuelvo a Sevilla, tengo un proyecto con la Junta de Andalucía.
—No sé si te lo debería decir, pero no es la primera vez que este tal Quique, viene a tu casa, incluso de noche.