Cap 63 Enroque corto
(Tiempo aproximado de lectura: 63 minutos)
- “Todo empezó como una broma”
Carmen no ahorró detalle en su relato aunque evitó entrar en descripciones escabrosas. Comenzó a describir la trastada, - así la definió -, que me inventé camino de Sevilla y cómo le fuimos dando forma kilómetro a kilómetro hasta construir unos personajes que nos iban a servir para llenar de morbo y aventura el tiempo libre que nos quedaría durante aquel congreso. Se trataba de un juego inocente en el que nos comportaríamos como si fuéramos amantes ante otra persona, nada más. Pero ella descubrió algo nuevo; la insoportable excitación, nunca imaginada hasta entonces, que le supuso presentarse ante un desconocido como si no fuese ella, usando una personalidad diferente, protegida tras un anonimato que le permitía ser, decir y hacer cosas que jamás se hubiera atrevido bajo la piel de Carmen. Descubrió que esa libertad para transgredir le gustaba más, mucho más de lo que había llegado a apreciar en un primer momento.
Representar nuestros papeles ante Carlos nos excitaba, jugábamos a ver quién era el más atrevido de los dos, el que llevaba su personaje más lejos. Carmen me describió como un jugador siempre dispuesto a echar un pulso más osado, arriesgando, siempre subiendo las apuestas, y a ella misma como la perfecta compañera de juego, lanzada, dispuesta a asumir el riesgo, lista para responder “lo veo” a todas las propuestas por fuertes que fueran, disfrutando con el morbo hasta el punto de ser ella la que, dejándose llevar del impulso por lanzarme un órdago ganador, se inventó la historia de la orgía sin calcular que en aquella partida se estaba jugando con los sentimientos de una tercera persona.
Doménico escuchaba atentamente sin interrumpirla. A veces Carmen se demoraba en una pausa eligiendo las palabras adecuadas o poniendo orden en sus recuerdos, como cuando tuvo que explicar las contradicciones que experimentó cuando tras haberse declarado libertina se quedó sin argumentos para frenar los avances de Carlos.
Acompañó otro largo silencio mientras mi mujer se perdió rememorando la huida de Sevilla antes de poder expresarla en palabras, una huida que la hizo sentirse cobarde, ruin.
A pesar de todo, a medida que el relato avanzaba Doménico veía perfilarse una pareja enamorada. Meses después me contaría que lejos de encontrar una historia sórdida o vulgar en la que el argumento principal era el sexo y la lujuria, lo que Carmen le describió aquella tarde fue una historia de amor, compleja y poco ortodoxa, pero muy profunda.