Capítulo 178 Septiembre negro
Tiempo aproximado de lectura: dos horas veintidós minutos.
Te recuerdo Amanda
La calle mojada
Corriendo a la fábrica
Donde trabajaba Manuel
La sonrisa ancha
La lluvia en el pelo
No importaba nada
Ibas a encontrarte con él
Con él, con él, con él, con él, con él
Que partió a la sierra
Que nunca hizo daño
Que partió a la sierra
Y en cinco minutos quedó destrozado
Suena la sirena
De vuelta al trabajo
Muchos no volvieron
Tampoco Manuel
Víctor Jara, 1969
Prólogo
Creo en pocas cosas.
No creo en Dios ni en el destino y mucho menos en el karma; por eso, cuando Emilio irrumpió en la sala de reuniones con el rostro demudado pidiendo que encendiéramos el televisor y aparecieron las imágenes de las Torres atravesadas por los aviones y las vi derrumbarse consumidas por el incendio, no pude eludir las del Palacio de la Moneda en llamas otro once de Septiembre. Escuché en mis oídos a Víctor Jara recordarle a Amanda la calle mojada y los que, como su Manuel, en cinco minutos quedaron destrozados. De mi memoria surgió el rostro del atribulado padre norteamericano en busca del hijo desaparecido en el Chile golpeado por la recién nacida dictadura. (1) Esas y otras ideas pasaron a toda velocidad por mi cabeza mientras contemplaba la tragedia en directo y vaticinaba el cataclismo que se avecinaba.
No creo en el karma ni creo que el horror causado justifique causar otro horror, como pretendía vendernos un compañero al que hicimos callar.
Salí al exterior, no podía seguir viendo tanta atrocidad. Traté de localizar a Carmen por todos los medios. Llamé a mi hermano; estaba en shock, como Emilio, como yo. Fernando, mi suegro, no conseguía hablar con su hija; procuré tranquilizarlo, él también temía las consecuencias que esos actos iban a provocar. Aquello lo cambiaba todo.