Capítulo 196. Los juegos del deseo
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Juego a dos
—¿Me estás escuchando?
—Fíjate, ¿has visto qué tía, qué culito? Estoy convencido de que las tías buenas se ponen cazadoras cortas para lucir el culo, lo hacen a propósito.
Miré donde señalaba: preciosa, un tipazo. Cierto, la cazadora corta realzaba un culo perfecto embutido en un tejano bien ajustado rematado con unas botas marrones de medio tacón; la melena negra, ligeramente ondulada, no llegaba a los hombros y le daba un toque juvenil. Destacaba en la barra, apoyada en un taburete, con la espalda recta, el pecho breve y el vientre plano ceñidos en un jersey de cuello cisne. No pasaba desapercibida,
—Es el complemento adecuado con unos vaqueros
—Te digo que lo hace para provocar, si lo sabré yo. Tiene un culo divino y lo sabe.
—Exageras.
— Un poco pequeño, pero bien puesto.
—Para mi, es perfecto.
—Caderas estrechas y culo respingón, no está mal, aunque prefiero tener dónde agarrarme, un primer plano de un culo potente mientras se la clavas es la mejor viagra.