20 junio 2024

Capítulo 188 La tempestad


Tiempo estimado de lectura: ochenta y siete minutos.


¡Silencio! Si dices otra palabra, 

te reñiré, y aun te odiaré.

¡Cómo! ¿Abogada de impostor? ¡Calla!

Porque solo has visto a él y a Calibán 

te crees que no hay otros como él. ¡Necia! 

Al lado de otros hombres, él es un Calibán, 

y a su lado, ellos son ángeles.


La tempestad. William Shakespeare 



Caza mayor 


(La mañana posterior a los atentados…)

«—La doctora Rojas me informó en detalle y acordamos que, hasta que hablase con el doctor Álvarez Atienza, se abstuviera de aparecer por aquí. 

Hubo algunos murmullos y gestos de confusión. Estaba sorprendida por el revés dado a la historia, Andrés me había sacado del foco de las críticas, todo el interés se centró en poner los medios para localizar a Ángel. Lo que ocurrió después fue algo previsible, una retirada en toda regla de los inquisidores sin mediar disculpa, tampoco la quería. Una vez solventado el primer acto, le acompañé al despacho.

—No sé cómo darte las gracias.

—Procura no dar motivos para que tenga que volver a acudir en tu auxilio.

Le sonreí, hubiera querido abrazarle, pero ni era el lugar ni el momento oportuno.

—¿Llegaste bien anoche a tu casa?

—Ah, sí. Por cierto, espero que no tengas en cuenta…

—Olvídalo.

Hubo un silencio incómodo, podríamos habernos dicho tantas cosas, sin embargo, Andrés salió por la vía más fácil, o más cobarde.

—Será mejor que salgamos y nos enteremos si hay noticias.» (1)