Capítulo 168 La protegida de las bragas color rosa palo
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—Carmen, buenos días, Gerardo al aparato.
—Hola, Gerardo, qué tal.
—Muy bien. Oye, qué te parece si nos vemos esta tarde, ¿te viene bien?
—¿Hay algún problema?
—En absoluto, al contrario, una oportunidad y quiero comentarlo contigo. ¿Quedamos en el mismo sitio?
—Por mí, perfecto.
Esta conversación carece de sentido si no nos remontamos en el tiempo, cuando la imprevisión y las circunstancias nos llevaron a tomar decisiones que jamás hubiéramos imaginado.
…..
—Bueno, ya va siendo hora de que nos vayamos. (1)
Tomás se levantó, parecía incómodo, le había contado la tensión que viví con la punta de la tijera amenazándome el clítoris. Sáez era su cliente, lo conocía de antiguo y le costó creerlo. Se había sentado en la cama y escuchó sin interrumpirme. Cuando acabé, se tomó un tiempo.
—Una broma de mal gusto, no pensarás que iba en serio.
—Tomás, soy psicóloga; la expresión de su rostro mientras me tenía a su merced no me gustó nada, sé lo que puede significar.
—¿Tan grave es?
—Duró demasiado para ser una broma, tuve que doblar la apuesta para conseguir que quitase las tijeras.
—No te entiendo.
—Da igual. Hazme caso, no lo dejes a solas con las chicas, es un riesgo demasiado alto que no deben correr.
Entonces le entraron las prisas, se levantó y quiso marcharse. Recogí las bragas y me dispuse a entrar al baño.
—¿Cuándo te vas?
—Pasado mañana, el avión sale a las ocho. Supongo que no nos veremos hasta Septiembre, ¿no? Ven aquí.
Bordeó la cama y me estrechó, busqué su boca y lo besé con cariño, poco a poco el cariño se transformó en deseo, las manos corrieron por mi cuerpo, luego…
…..
—Cuando vuelvas llámame, no vamos a salir a ninguna parte.
—¿Y eso por qué?
Me incorporé para alcanzar el paquete de tabaco de la mesita de noche.
—Con todo lo que hemos tenido este año lo último en lo que pensamos fue en reservar el hotel de Lanzarote; luego, con el ascenso, no sabía qué disponibilidad tendría en verano y lo fui dejando, ya ves. —Encendí un pitillo, le di una calada, se lo pasé y me acosté a su lado. —Ahora es tarde para encontrar algo a nuestro gusto; pasaremos unos días en nuestra casa de la sierra, total, solo dispongo de dos semanas, el resto ya veremos cuando lo puedo disfrutar, si es que puedo.
—Tampoco es mal plan, quince días de absoluto relax en la sierra. Ya lo quisiera yo.
Nos habíamos hecho a la idea, tampoco era mal plan, como había dicho Tomás. Después de un año tan complicado puede que nos viniese bien un tiempo de tranquilidad.
Pero las cosas no siempre suceden como pensamos. No esperaba oír su voz cuando una noche saqué el móvil del bolso; al reconocerlo me temí cualquier cosa, no era la primera vez que le surgía algún asunto que me obligaba a abandonar una reunión de amigos o a interrumpir una cena con Mario como era el caso. Nos entendimos con la mirada, me levanté y salí del bar donde habíamos quedado con mis cuñados.
—Hay que ver, que ni estando en Londres me libro de ti. —Bromeé.
—Escucha, he conseguido algo para que podáis salir de vacaciones, está en la mejor zona de Conil, solo tienes que decirme en qué fechas te interesa.
—Dame más datos, cuánto cuesta, cómo es.
—No os va a costar nada, el propietario me debe algunos favores.
—Pero Tomás, no me parece bien.
Discutimos un poco más; fue inútil, se ponía imposible cuando tenía algo decidido. Quedó en darme los detalles al día siguiente. Regresé con una expresión que lo mantuvo preocupado porque no pudimos hablar, ya habían llegado su hermano y su mujer. Negué levemente antes de que mi cuñada se acercara a saludarme: no, esta vez no tenía que irme. Nadie notó el gesto de alivio, aunque no dejaba de interrogarme con la mirada; algo notaba, algo presentía que no pude explicarle hasta que nos despedimos de madrugada.
Porque estaba acostumbrado a que las llamadas intempestivas de Tomás siempre, siempre trajeran consecuencias. Recordé una de esas ocasiones un viernes por la noche en un restaurante de Pozuelo; después de encargar los platos sonó el móvil. Ya había pasado por esa experiencia, sabía que no podía rechazarla.
«—Es Tomás.
—¿A estas horas?
—Tengo que cogerlo. Tomás, buenas noches.
—Carmen, disculpa que te llame tan tarde, tengo un asunto de vital importancia, no acudiría a ti si no fuera imprescindible.
Tardé un par de segundos en tomar una decisión: faltar a mi deber supondría una ruptura nefasta para mi objetivo; aceptar, normalizaba algo que hasta entonces había sido puntual y me situaba de lleno en la onda del resto de las chicas.
—Dime.
—Te necesito.
Me detalló la situación; había llegado un cliente especial, un cliente vip, dijo, y quería darle la mejor atención posible. «Alguien como tú, con tu presencia y tu saber estar, no me vale otra; serán dos o tres horas». Era la prueba de fuego, la que me ponía en órbita o me devolvía a la incertidumbre. No había dejado de mirarle imaginando lo que estaría pensando: «Otra vez se la lleva».
—Tendría que pasar por casa a cambiarme, he salido con mi marido, estamos a punto de empezar a cenar.
—No sabes cómo lo siento, te compensaré. ¿Cuánto tiempo necesitas?
Ni se le pasó por la cabeza prescindir de mí; era su amiga, pero cuando estaba en juego un negocio me trataba como a las demás y mi vida privada pasaba a un segundo plano.
—Una hora entre ir, arreglarme y volver.
—De acuerdo, avísame cuando estés lista.
Colgué, Mario esperaba una explicación.
—Tenemos que irnos, me necesita. —Le dije empezando a guardar el tabaco y el mechero en el bolso. No logré descifrar del todo la expresión de su cara, tal vez desamparo—. Cariño, contábamos con esto.
—Lo sé. —Llamó a un camarero que pasaba cerca, cancelamos la cena y salimos en silencio hacia el parking.
—No he podido evitarlo. —dije cuando ya íbamos de camino a casa.
—No importa, yo tampoco consigo evitarlo. No puedo evitar excitarme viendo cómo reordena nuestra vida. Me arrebata quedar al margen, relegado al papel de espectador, aunque en algún sentido sigo siendo actor —añadió en voz baja como si hablase para sí mismo—, o simple comparsa; eso es, comparsa. No debería ser así pero no lo puedo evitar; paso a ser prescindible.
—¡No digas eso!
—Déjame seguir y escucha. Paso a ser prescindible, es la verdad, no pasa nada, no importo; Tomás coge el mando, él decide, tú obedeces y yo no importo, me aparto, no pasa nada, no sabes cómo me gusta. Soy… el marido de la puta; el marido de la puta, Dios. Estoy, pero podría salir por la puerta y no importaría una mierda, ¿te crees que no lo sé? Cuando irrumpe eres otra, te cambia la cara, hasta tu voz suena diferente, y ni me miras; ni me miras, Carmen, ni me miras, para ti no existo, solo tienes ojos y oídos para él. ¿Te crees que me jode? No, que va; no tienes ni idea de cómo me pone ser el marido de la puta, parecer invisible y atender a los planes que pasan por encima de los que teníamos hechos. Es… tremendo.
No intenté rebatirle, le escuché hasta el final porque a mí también me excitaba ocupar mi lugar y dejar que aprendiera a ocupar el suyo. El marido de la puta, el eunuco mental, el castrado al que podía devolver la virilidad a mi antojo. Sobre todo me aseguraba de que no se sentía humillado; estaba reconociendo lo mucho que disfrutaba con la vida que habíamos elegido, no podía estropearlo tratando de parar una declaración de intenciones necesaria y valiente que, sin embargo, traicionaría en más de una ocasión. Terminó y nos quedamos callados, en silencio, reconociéndonos.
—¿A dónde vas?
—Le acompaño con un cliente vip, serán dos o tres horas nada más.
—¿Follareis?
—No, no creo. No lo sé. ¿Tú quieres?
En ese instante de total sinceridad, como si estuviera escrito en un guión, volvió a sonar el móvil; la voz profunda de Tomás inundó el auto.
—Carmen, no sabes cómo te agradezco que hayas cancelado tus planes por mí.
—No tiene importancia. Ya estoy de camino.
—No, en serio, lo valoro enormemente y lo verás reflejado la semana próxima cuando nos veamos.
—No es necesario.
—Quería aprovechar para comentarte cómo es nuestro hombre: Cándido Paz, un tipo orgulloso; se ha hecho a sí mismo y le gusta pavonearse, es de mucho fanfarronear pero ya sabes, perro ladrador, poco mordedor. Estamos cerrando un contrato de gran envergadura, tres meses de tira y afloja y hoy podría firmarse.Te he escogido a ti, entre otras cosas, porque no te dejas intimidar y lo valora mucho; además, tratándose de mujeres le pierde que sean más altas que él y que tengan poco pecho y pezones protuberantes. Es tu perfil. Encajas como anillo al dedo.
—Si usar una copa B es tener poco pecho… —lamenté. Mario sonrió. Pensé que le estábamos dando lo que quería: nuestros planes, a la mierda, Tomás valorando a la puta, yo sometida y el eunuco en la sombra sin voz ni voto. Si no fuera una locura pararía en el arcén y haría que me comiera el coño mientras recibía instrucciones.
—Me has entendido de sobra. A mí tampoco me gustan los pechos grandes, ya lo sabes. Eres perfecta, no te enfades.
—No me enfado, era un comentario.
—Tomaremos unas copas, hablaremos de negocios —quédate bien pegada a su lado pero sin distraerlo—, me firmará unos cuantos papeles, después querrá ir a bailar (otro punto a tu favor) y poco más. Aguanta el tipo, no se pasa demasiado pero se le van las manos, no me vayas a montar una escena.
—Descuida. No soy de montar escenas, ya me irás conociendo.
—Se me olvidaba: es un fetichista de los pies, procura ponerte algún tipo de calzado descubierto y si tienes las uñas pintadas, genial, pero no pierdas tiempo en eso.
—Las tengo recién pintadas, ha tenido suerte.
—En cuanto haya bebido su límite lo mandamos de vuelta al hotel y me encargo de llevarte a casa, no habrá sorpresas, no creo.
—¿Qué clase de sorpresas?
—Tú encárgate de hacerle beber después de la firma; sé discreta, que no note que lo quieres emborrachar.
—¿Tengo que hablar de algo en especial?
—No, síguele el rollo. No vayas de intelectual; zorrita pero sin pasarte, lo primero es que firme, luego ya…
—Ya sé lo que quieres; tipo Lauri.
—No tan tanto, córtate un poco.
Estaba dando palos de ciego, no tenía ni idea de lo “zorrita” que se ponía Lauri con los clientes.
—De acuerdo. Estoy llegando, te aviso cuando esté preparada.
—Ponte guapa, que se le vayan los ojos. Deslúmbranos.
Colgué, el silencio se podía palpar.
—¿Qué ha querido decir con eso de que no habría sorpresas?
—No lo sé. Supongo que…
—¿Sabes dónde te estás metiendo?
—No te preocupes, Tomás me protege.»
Esta fue una de tantas veces en las que nuestros planes se iban al garete por exigencia de Tomás que me obligaba a salir de casa, a improvisar una excusa ante la familia o a dejar colgados a nuestros amigos. Nos hicimos expertos en inventar sofisticadas historias; porque Mario era mi cómplice ante los demás, mi querido cómplice. Con tanta experiencia a cuestas, aquella llamada imprevista no le auguraba nada bueno; hubiera querido explicarle que no iban los tiros por donde solían ir, ¿acaso había tenido que ausentarme? Tuve que esperar hasta que nos despedimos de mis cuñados, pasada la una, para poder resolver la incógnita.
—¿Qué pasa?
—Es Tomás.
—Ya sé que es Tomás, ¿Qué quiere?
—Solucionarnos el verano.
Lo primero que pensó fue que no nos iba a salir gratis.
—De una u otra forma acabaremos pagando, ya lo verás.
—Es de un cliente que le debe varios favores, esta gente funciona así.
Me costó convencerlo, al final aceptamos, la oportunidad era demasiado tentadora como para dejarla pasar. Al día siguiente le llamé: si era posible nos interesaba la segunda quincena de Agosto.
—Voy a hablar con Gerardo y le digo que te vas a poner en contacto.
—¿Gerardo? No será Gerardo… Contreras, con el que hablé una vez por unos datos para hacerle una reserva, ¿te acuerdas?
—Eh… sí, es cierto, no me acordaba.
—Si no recuerdo mal, estuvo con Lorena un fin de semana en Oporto, lo sé porque llamó para darme las gracias por haber resuelto un error con la reserva del auto, dijo que todo estuvo «de puta madre». ¿Ese es el que va a solucionarme las vacaciones? No, gracias.
—Espera, Carmen; para él eres mi mano derecha, una especie de ejecutiva de alto nivel, no tienes nada que ver con las chicas.
Discutimos, me cerré en banda; pero acabó convenciéndome. A todos los efectos yo era su mano derecha, la persona que le llevaba los asuntos personales. Cuando le llamé estaba convencida de que no íbamos a tener ningún problema de entendimiento. La conversación fue cordial, no hizo ninguna mención a nuestro anterior contacto y eso me tranquilizó. Quedamos en vernos al día siguiente, le anuncié que iríamos mi marido y yo.
Gerardo Contreras, cuarenta y tantos, bien cuidado, bien trajeado, me cayó bien nada más vernos; habló de Tomás como de un viejo amigo con el que mantenía negocios, lo cual no empañaba la amistad, cosa rara, según él. De trato fácil y agradable, se ganó a Mario en cuanto coincidieron en dos o tres aficiones poco comunes y en su nulo interés por otras dos: el futbol y los toros. Trajo un pequeño álbum con fotos del chalet, situado en las inmediaciones de Fuente del Gallo, e hizo una breve presentación en la que se notó el cariño que le tenía a la zona.
—Llevo pasando temporadas allí desde que mi padre compró unos terrenos y construyó esta casa para la familia.
Esa era su forma de hablar de un magnifico chalet con piscina y cancha de tenis; Gerardo no alardeaba y eso le sumó puntos a la impresión que me estaba haciendo de él. Cerramos la reunión con un apretón de manos ellos y dos besos nosotros. Nos fuimos felices por el verano que nos esperaba.
Envido
Solo habían pasado tres días cuando volví a tener noticias suyas.
—Carmen, buenos días, Gerardo al aparato.
—Hola, Gerardo, qué tal.
—Muy bien. Oye, qué te parece si nos vemos esta tarde, ¿te viene bien?
—¿Hay algún problema?
—En absoluto, al contrario, una oportunidad y quiero comentarlo contigo. ¿Quedamos en el mismo sitio?
—Por mí, perfecto.
Ahora que ya hemos ubicado la dichosa conversación, podemos proseguir en el momento en el que acudí a la cita que, como ya dije, nos llevó a tomar decisiones que jamás hubiéramos imaginado.
Lo noté nada más llegar. Gerardo no era el mismo. Conozco esa mirada que te desnuda, la manera de sonreír mientras me acercaba a la mesa decía que algo había cambiado y ese algo hizo que estuviera en guardia desde el principio. La charla no entraba en materia, él sí, seguía mostrando un comportamiento distinto al que me hizo aceptar sin reservas la oferta y ahora dudaba de haber acertado.
—Por cierto, me han dado recuerdos para ti.
—¿Ah, sí?
—Marcos Peña.
Marcos, otro cliente de Tomás, ingeniero de caminos, forrado de millones. Cerraron un contrato en una suite del Villamagna, lo vi desde la cama; luego Tomás se fue y nosotros continuamos hasta mediodía. Cuarenta y pocos, cabeza rapada, siempre risueño y potente, muy potente. Ahora entendía el cambio de actitud de Gerardo. Se imponía un giro de ciento ochenta grados.
—Me gusta esa mirada, se me ha levantado solo con ver tus ojos.
—No seas vulgar. ¿Qué quieres?
—Ofrecerte las mejores vacaciones de tu vida. Olvídate del chalet, os cedo la villa de Conil, es otra historia, mira.
Desplegó sobre la mesa una serie de fotos que mostraban algo totalmente distinto, entendí por qué la había llamado la villa: una espectacular mansión de tres plantas con inmensas cristaleras; una ancha escalera de mármol daba acceso a las plantas superiores, conté al menos cinco dormitorios, el principal con terraza y un vestidor tan grande como mi alcoba; en la tercera planta, sala de música, solárium y sala de juegos con una máquina de pin ball clásica y mesa de billar; los cuartos de baño, del tamaño de nuestra habitación de invitados y en la parte de atrás, gimnasio y sauna con salida directa a la piscina. Gerardo fue presentando una a una cada foto ilustrándolas con una descripción hecha para convencerme.
—Podéis estar todo el mes, si os apetece.
—No dispongo de todo el mes.
—Es igual, volved más adelante, cuando tengáis tiempo, me avisas y….
—¿Y a cambio qué quieres?
—A ti; dos noches a la semana, desde las… ocho, ¿te parece bien las ocho?, hasta que amanezcamos, desayunemos y nos despidamos como Dios manda.
Las cartas estaban sobre la mesa.
—¿Tú sabes lo que cobro por una noche?
—¿Tú sabes lo que vale en esta zona una villa como la que te acabo de enseñar?
No dije nada, él supuso que le daba vueltas a la propuesta, yo pensaba en la reacción de Mario, en Tomás, en la mujer de Gerardo si es que existía.
—Vamos, Carmen, ambos somos empresarios, sabes que es una muy buena oferta.
—¿Empresaria, yo?
—Vendes un producto y un servicio y, por lo que me dicen, de altísima calidad.
La vanidad pudo conmigo, aún así no me convencía, había más riesgos que beneficios. Debía de estar mostrando de alguna forma mi reticencia porque subió la puja.
—De acuerdo, os cedo el deportivo que has visto en las fotos durante toda la estancia.
¿Tan enganchado lo tenía? Un Aston Martin gris oscuro precioso. Consulté el reloj, era hora de terminar.
—Escucha…
—Y tenéis el barco a vuestra disposición cuando te apetezca, solo has de hablar con el patrón. —El patrón, un testigo molesto que le pondría al tanto de cada detalle—. No te preocupes, es un hombre fiel, y por supuesto ciego, sordo y mudo.
Se me erizó la piel, ¿cuándo había escuchado ese argumento?, estaba segura, lo había oído antes.
—No digas nada ahora, háblalo con tu marido, tengo la impresión de que es un hombre de mentalidad abierta, liberal, de ideas avanzadas; consúltalo con él y me dices. En cualquier caso sabes que el acuerdo inicial sigue abierto.
La dialéctica de la seducción
Llegué a casa, poco después lo hizo Mario; estaba al tanto de la cita y, mientras nos cambiamos de ropa, le conté a grandes rasgos la propuesta.
—¿No dijiste que ese Marcos venía de fuera?
—De Zaragoza; pero se conocerán, esta gente tiene negocios cruzados. El caso es que así están las cosas. Tenías que haber visto las fotos, no tiene nada que ver con el chalet que nos ofreció.
—Entonces, te lo estás pensando.
—No depende de mí, quiero saber qué te parece.
—Todo un lujo, una villa acojonante, supongo que con piscina olímpica y helipuerto.
—No te burles; la piscina es un sueño, la casa tiene todas las comodidades que te puedas imaginar, incluso un pequeño gimnasio, una sala de billar, sauna, y además con salida directa al mar.
—Me lo estás vendiendo de una manera que resulta difícil decir que no; estás entusiasmada.
—No tanto, la verdad es que la villa te entra por los ojos, es espectacular, pero quiero saber qué opinas. Hasta ahora no has dicho nada.
—La segunda parte es la que me preocupa. Vamos a estar quince días de los cuales vas a tener que trabajar cuatro, ¿te compensa?
—No lo sé, ¿nos compensa?
—Depende. Si el resto del tiempo no molesta… En todo caso eres tú la que tiene que tomar la decisión.
—De eso nada, esto no es un trabajo para Tomás, es muy diferente, tenemos que estar los dos de acuerdo, de otra forma le daré las gracias y nos quedaremos en el chalet que viste.
—Dime la verdad, ¿quieres hacerlo?
—A ver; Gerardo, ya lo conoces, no está nada mal, es educado y no creo que me ocasione ningún problema.
—«No está nada mal», quiere decir que te gusta.
—No está mal quiere decir que no está mal. Es un hombre interesante.
—Y te gusta. Vi cómo le mirabas.
—No te lo voy a negar, es atractivo, tiene buena planta ¿Has visto qué espaldas?
—A mí también me gustan las buenas espaldas. —respondió mirándome los hombros.
—Tonto. —Le eché los brazos al cuello—. Y no es grosero, podía haberlo planteado de una forma zafia y sin embargo lo hizo como si estuviésemos valorando una propuesta comercial.
—En el fondo, es lo que es.
—Por supuesto, no deja de ser un intercambio de bienes y servicios: Dos semanas de lujo a cambio de cuatro noches conmigo. ¿Qué hacemos?
—Creo que ya lo tienes decidido.
—Ni mucho menos. Si no te gusta la idea, si le ves la más mínima pega le digo que no. O lo decidimos juntos y lo disfrutamos o aquí se acaba el tema.
—Me parece que la que va a disfrutar por partida doble es mi mujercita.
Es encantador, siempre sabe sacarme una sonrisa. Estreché el lazo que le había echado al cuello, me froté con el bulto ahí abajo y le dije al oído:
—Probablemente.
Le mordí la oreja, recorrí con la punta de la lengua cada rincón, cada pliegue, sintiendo como sus manos cobraban vida y se afanaban en buscar el camino bajo mi camiseta. Me separé lo suficiente para poder mirarle a la cara sin despegarme del todo.
—Bueno, tú dirás.
—Y de esas noches, ¿qué sabes? Dónde las pasareis, qué vais a hacer. ¿Saldréis?
—No lo sé, puede que salgamos a cenar o a bailar, puede ser.
—¿Ves? Eso es lo que me preocupa, que te pueda ver alguien con un desconocido en actitud cariñosa, por decirlo de alguna manera.
—Puedo poner condiciones: que nos quedemos donde vayamos a pasar la noche sin exponerme públicamente. Lo aceptará, está deseando que le diga que sí.
—¿Tan bien le han hablado de ti? —Me eché a reír.
—Eso mismo es lo que dijo cuando mencionó a Marcos Peña.
—Es decir, que lo tienes loco.
Hacía un buen rato que las manos habían abandonado la cintura y vagaban por mi culo. Sería porque no me apartaba del misil que apuntaba hacia arriba.
—Nos ha ofrecido un deportivo que vi en las fotos, podemos usarlo durante toda la estancia y, cómo no me veía convencida, añadió el barco, cada vez que lo queramos.
—Un barco y todo.
—Con patrón. No sé cómo será pero, después de ver la villa y el deportivo, no creo que sea una barquita de remos.
—Está bien, aunque sólo sea por esa carita que me pones, adelante.
—¿Seguro?¿no te arrepentirás a la primera que me vaya con él?
—No, cielo; se acabaron las indecisiones.
—Voy a contárselo a Tomás y, si le parece bien, hablo con Gerardo. — Dejé de ocultar la ilusión que me hacía, cogí el móvil y salí haciendo aspavientos. Iban a ser unas vacaciones de ensueño.
Pertenencia
Tomás no puso objeción; si quedaba alguna duda sobre el comportamiento que podía esperar de su cliente la despejó, Gerardo era un hombre educado en los valores del esfuerzo y el trabajo, no debía temer nada, me recomendó prudencia si coincidíamos con su mujer, habían pasado por una crisis al enterarse de las correrías de su marido y lo habían arreglado tratando de mantener las formas delante de la gente.
—Por la manera de contarlo, creo que cada uno hace su vida sin interferir en la del otro, ya me entiendes.
—Lo tendré en cuenta, gracias por advertirme.
—Doy por supuesto que sabes que esto se limita al verano; cuando regreses, la relación con mi socio vuelve a ser la misma de antes.
—No había pensado otra cosa.
—Debes dejarle muy claro que eres mía, ¿lo entiendes? Esto es un detalle excepcional que tengo con él, un obsequio.
Suya. Nunca había sido tan explicito a la hora de reclamar sus derechos sobre mí. Suya.
—Lo haré, queda tranquilo.
—¿Lo has entendido?
Esa insistencia no podía significar otra cosa.
—Tomás, soy tuya, se lo dejaré claro, se trata de un obsequio.
—¿Estás segura de haberlo entendido? A ver, dime: en qué consiste el obsequio.
—Pues… es algo parecido a lo que hacemos con los demás clientes, ¿no?
—No. Tú eres el obsequio, tú, sin que medie negociación alguna, ¿lo entiendes ahora? Gerardo desea algo que me pertenece y yo se lo cedo por un tiempo limitado y en las condiciones que tú misma has pactado, así es como se lo debes hacer entender; es un privilegio que sabrá valorar, no lo dudes.
—Yo soy el obsequio, ahora lo comprendo. Se lo explicaré.
—Así me gusta. Una advertencia: Gerardo es un jugador nato, le gusta apostar fuerte, arriesgar y ganar. No voy a participar en ninguna partida en la que entres tú en juego, no lo olvides cuando estés con él; eres mía, me perteneces.
Me empezaba a preocupar el cariz que estaba tomando la conversación, no quería ser el foco de la rivalidad entre ambos, tal vez debería plantearme desistir del proyecto.
—¿Algo más? —tanteé para ver por qué se había quedado callado.
—¿Y tu marido?
—¿Qué pasa con él?
—¿Se lo has dicho?
Perdí un latido. No podía referirse a otra cosa, no.
—Lo intuye; alguna vez lo hemos hablado, no con esas palabras pero en el fondo es lo mismo.
—No es lo mismo, quiero que lo sepa, sin medias tintas. Se honesta con él, díselo, no dejes que lo suponga. ¿O te ocasiona algún conflicto decirle que eres mía? —Ya era aguantar demasiado, incluso tratándose de él.
—¿Qué es lo que pasa? —le reconvine.
—No me has contestado. Ya sé, no te atreves a decirle que eres mía.
—¿Por qué no seguimos cuando estés más tranquilo? No te está yendo bien con tu hija, ¿verdad?
—Atiende: ahora estamos hablando de trabajo, no te confundas, eres una de mis… putas, como te empeñas en llamar a las chicas; no mezcles las cosas o tendré que cortar por lo sano, ¿te ha quedado claro?
—Perdona, no pretendía…
—Sé muy bien lo que pretendías. Si no eres capaz de mantenerte en tu lugar me lo dices y actúo en consecuencia.
—Tomás, por favor.
—Cuando estamos tratando asuntos de trabajo limítate a escuchar y a obedecer, es sencillo, ¿serás capaz?
—Claro, no pensé…
Colgó, me dejó con la palabra en la boca y un nudo en la garganta. No encontraba una explicación para su conducta, nunca había mostrado una actitud tan déspota. Tal vez la soledad le estaba afectando más de lo que podía entrever, puede que la relación con su hija se hubiera deteriorado y le indujera a volcarse en mí de una forma obsesiva, tanto como para no dejarse ayudar. No obstante, no me había pedido nada imposible, me consideraba suya y tanto Mario como yo lo teníamos asumido, ambos sabíamos que la relación era cualquier cosa menos natural; amantes y amigos a partes iguales, rozábamos los límites del incesto por no mencionar su papel de tutor en mi camino por la prostitución. ¿Necesitaba decirle a Mario de una manera explícita que me consideraba suya? ¿Es que no era evidente? Pero si era su deseo encontraría la ocasión para hacerlo. Maldije el momento en que escuché la propuesta de la Villa sin poner punto final de inmediato a la oferta, ahora me encontraba en un callejón sin salida; si renunciaba a las vacaciones en Conil, Tomás lo entendería como un agravio ante su cliente y lo más probable es que nuestra relación se deteriorase irremediablemente, no tenía otra opción que agachar la cabeza y obedecer. Sequé las lágrimas, volví al dormitorio y hablé con Lorena, ella conocía a Gerardo y me explicó su comportamiento y sus gustos. El terreno estaba despejado.
Al día siguiente…
—Buenos días.
—Carmen, qué gusto oírte, espero que tengas buenas noticias.
—Estuve hablando con Tomás sobre tu proposición y tengo que comentarte algunos detalles, ¿te parece que nos veamos donde siempre?
Llegué con tiempo más que suficiente para prepararme, necesitaba encontrar el enfoque adecuado ya que apenas lo conocía; en todo caso, si echaba por tierra las vacaciones sería preferible a enturbiar mi relación con Tomás. No podía fallarle, la historia había dado un giro radical a raíz de la entrada en escena de Marcos Peña y, como era de esperar, no pensaba desaprovecharla; pasó de pedir un favor para mí a estar en posición de ser él quien concedía algo más que un favor al que sacar rendimiento en un futuro, para lo cual yo pasaba de ser su mano derecha a convertirme en un selecto obsequio. Ahora me correspondía a mí cumplir la misión encomendada.
Lo cité a las diez, bastante más tarde que en ocasiones anteriores; por qué lo hice es algo que la intuición me imponía. Quince minutos antes de la hora abrí el bolso, busqué el estuche y me puse el anillo de esmeraldas, símbolo de mi condición. Poco después, puntual acorde al grado de su deseo, apareció Gerardo.
—Disculpa si te he hecho esperar.
—En absoluto, he sido yo la que me he adelantado, mi obsesión por la puntualidad me hace llegar siempre antes de tiempo.
—Es una cualidad que aprecio, no soporto que me hagan esperar.
El camarero interrumpió una conversación que no tenía mayor recorrido. Pidió lo primero que se le ocurrió con tal de apartar al intruso.
—Estás arrebatadora.
—Gracias.
Sacó el paquete de tabaco.
—¿Fumas?
—Gracias, prefiero el mío.
Ejecutamos el ritual en silencio: me encendió el cigarrillo, excusé la mirada a mi escote y esperé, saboreando una calada, a que encendiera el suyo; en los pequeños gestos es donde se descubre la auténtica elegancia de las personas, esa que no es ensayada.
—Reconozco que me tienes intrigado. Cuando llamaste supuse que era para hablar de las condiciones que impone tu marido, no de Tomás.
—Mario no tiene por qué imponer ninguna condición, no es mi dueño.
—Por supuesto, no pretendía decir eso.
—Mi dueño es Tomás.
Misión cumplida. Tan desnuda como si me hubiera arrancado la ropa. Tengo dueño, lo he dicho.
—Vaya, esto sí que no me lo esperaba.
Apareció el camarero con el Rioja para el señor y me libró de dar una explicación que no traía preparada.
—Y volviendo a tu marido, ¿cómo lo lleva?
—¿El qué?
—Que su mujer tenga dueño. Hay que joderse.
—No sigas por ahí o terminarás por estropearlo.
—Perdona, es que yo no podría.
—Adoro a mi marido, estamos profundamente enamorados, pero no intentes entendernos desde tu forma de pensar o acabarás por juzgarnos.
—Tienes razón, no lo entiendo pero no soy quién para criticaros.
No lo hacía, la mirada era limpia, de deseo y cortejo pero limpia.
—¿Reconoces este anillo? —le pregunté, retomando mi argumento.
—¿Debería? Espera, sí; es el mismo que llevaba Lorena.
—El mismo, no; todas llevamos un anillo parecido, es el signo de pertenencia, nos identifica como propiedad de Tomás. —Hizo un gesto de extrañeza bastante estudiado.
—De Lorena no me sorprende, pero una mujer tan independiente, con cultura, con estudios y una carrera profesional como la que tienes, no lo entiendo.
—No lo intentes. Me enorgullezco de ser propiedad de Tomás; has oído bien, tal vez tenga ocasión de explicártelo, por ahora acéptalo. Soy suya, dependo de él y este anillo es el signo de mi dependencia, tan indeleble como si lo llevara marcado a fuego en la piel.
Una vez roto el primer eslabón de la cadena de silencio me hacía bien soltarme y declarar mi condición de, ¿de qué? Todavía hoy no encuentro la palabra precisa para definir lo que era con respecto a él. ¿Qué soy?, me preguntaba. Soy propiedad de Tomás, tengo dueño y eso, ¿cómo se define, cómo se nombra?, soy… ¿qué soy? ¿qué era?
—Permíteme una pregunta: ¿no te reduce a la condición de esclava? Una hembra marcada a fuego; mira que la idea me pone pero no dejo de pensar lo degradante que es.
—Sigues sin entenderlo. Mírame, ¿piensas que me considero una mujer degradada? Tomás no me trata como esclava, en absoluto; puedo llegar a sentirme su…, déjalo, ya hablaremos de eso. Volvamos al anillo; tenemos la obligación de llevarlo puesto cuando trabajamos, pero éste es diferente, fíjate bien, son esmeraldas auténticas. —Le ofrecí la mano, un hombre como él sabría apreciar la calidad de la joya.
—Esto significa algo, un rango.
—Él mismo te lo dijo, soy su mano derecha, mis compañeras dicen que soy la favorita, lo dicen sin acritud, no hay envidias, somos compañeras y además les soluciono problemas que antes, cuando no estaba, nadie resolvía. Como psicóloga les proporciono un apoyo que nadie les da porque Tomás bastante tiene con… en fin, con esto quiero decir que mi posición en el pequeño grupo que formamos está bien definido.
—La favorita, la madame.
—No te equivoques.
—Lo retiro; la favorita.
—Eso está mejor.
—Tiene un matiz…
—Dilo, no te lo calles.
—Antes dijiste que le perteneces, debo suponer que en todos los sentidos.
—Gerardo; soy suya, no creo que admita matices.
—Insisto; y tu marido, ¿dónde queda?
—Donde debe estar, no le des más vueltas
Un sexto sentido me hizo retirar la mano que seguía en la suya; una mirada a la barra y puse a trabajar mi cerebro a toda máquina.
—¿Qué pasa?
—Un imprevisto. Ha entrado mi cuñada.
—¿Qué quieres que haga?
—Limítate a seguirme.
Marta no tardó en localizarme, me encontró mirándola con una sonrisa en los labios, le envié un saludo y una seña para que se acercara.
—Pero bueno, ¿qué haces aquí? —preguntó tras darme dos besos y mirar insistentemente a mi acompañante.
—¿Y tú? —la invité a sentarse—. Gerardo, es un amigo de un amigo.
—Encantado, conque eres hermana de Mario.
—No, soy su cuñada.
—Pues no os encontráis de milagro, ¿verdad? —buscó apoyo en mí. No le había pedido que improvisara, pensé mientras asentía y echaba humo maquinando cómo seguir.
—Gerardo nos va a alquilar un chalet en Conil para pasar las vacaciones.
—¿Pero no vais a Lanzarote? —Me enganché a ese súbito interés por nuestro destino y desvíe la atención de mi acompañante y de por qué estaba yo y no su cuñado cerrando no sé qué flecos del alquiler.
—Tendría que estar aquí pero se le ha complicado la tarde.
—Debe de ser cosa de familia —dijo Marta elevando los ojos al cielo—, no sé cómo se las arreglan para liarse siempre a última hora.
Despotricamos de los hermanos y hablamos poco más; de Chiclana, de Vejer, de Tarifa.
—Bueno, chicos, os dejo que ya han llegado mis amigas; encantada.
Se alejó hacia la barra donde ya la esperaban, ocuparon una mesa y me desentendí.
—¿Preocupada?
—En absoluto —mentí—, no tengo motivo.
—Es muy maja, ¿cuántos tiene?
—¿Cuántos crees?
—Unos cincuenta; se cuida, aparenta menos.
—Tienes buen ojo, cumplió los cincuenta en Abril. Y a mí, ¿cuántos me echas?
—Eso es más complicado; no me estoy escaqueando, es que haber conocido a tu marido hace que pierda precisión. Venga, veinti…ocho; si no contase con que estás casada con un tío de cuarenta tacos habría apostado a que no llegas a veinticinco. Pero, por otra parte, tu carácter, la seguridad que muestras y lo que llevas vivido me llevan a arriesgar: treinta, o treinta y dos, aunque no los aparentes.
—Elige, tres son muchas opciones.
—Veintiocho. Y tú, ¿cuántos me calculas
—Yo no juego a eso.
—¿Me lo vas a decir?
—Anduviste cerca, tengo treinta.
—Quise ser prudente, no te habría echado más de veinticinco, una niña muy madura pero no más; estás imponente.
—Imponente, ¿eh?
Me gusta, no lo puedo evitar, me gusta que me halaguen; antes no, me intimidaba, pero ahora… ufff, cómo me pone. Miré con cautela hacia la mesa de mi cuñada, se había sentado de espaldas a mí, señal de que no le importaba lo más mínimo mi presencia.
—¿Todo en orden?
—Todo en orden.
—Estupendo; si hay movimiento te aviso. Ahora, por favor, dame el mensaje de Tomás.
—Como te he dicho, este anillo me señala como suya y estoy orgullosa de pertenecerle. En ese sentido él es quien toma las decisiones sobre mí.
—Él, no tu marido.
—Deja en paz a mi marido de una vez, no pinta nada en esto. ¿Puedo continuar?
—Perdona.
—Sin más preámbulos. Tomás me traslada lo siguiente: ha tomado en consideración la relación que os une y desea tener un detalle contigo, un detalle único y excepcional, por ello me autoriza a aceptar tu propuesta, tómalo como un obsequio. Con una condición: cuando acabe el verano todo vuelve a ser como antes; no habrá ningún contacto directo conmigo, ninguno. Tomás no dirige una agencia de scorts, creo que eso lo tenemos claro, y que yo no trabajo por mi cuenta también, solo trabajo para él y solo obedezco sus órdenes. Después del verano no nos volveremos a poner en contacto, nunca. Esa es la condición.
—Conque tú eres el obsequio excepcional.
—Eso es, yo soy el obsequio.
—¿Siempre haces lo que te dice Tomás?
—Siempre.
Se estaba excitando, la imagen que tenía de mí había cambiado desde la que se formó cuando nos conocimos a la posterior idea que le habría transmitido Marcos Peña, pero esto lo superaba con creces y se notaba: Gerardo echaba humo.
—¿Sea lo que sea?
—Sea lo que sea.
—Y si te pide que te conviertas en obsequio, tú…
—Yo me convierto en lo que Tomás quiera. Nos estamos desviando —le interrumpí mirando el reloj—, ya conoces las condiciones.
—¿Me lo puedo pensar?
—No, lo siento, necesito una respuesta aquí y ahora.
—¿Y si no te la doy?
—Nos despedimos como amigos.
—En ese caso supongo que aceptarás la propuesta inicial.
—No podría, la oferta ya no es válida, está contaminada.
Dio una profunda calada mirándome a los ojos.
—De acuerdo, dile que acepto.
—Hay algo más, y esto es cosa mía: las relaciones sexuales que mantengamos las haremos con protección.
—De eso nada. Espero de una mujer de tu nivel garantías de salud e higiene que hagan innecesario el uso de preservativos. No pago lo que pago para no obtener el cien por cien.
—Esto no estaba previsto.
—Como tantas otras cosas. Es innegociable.
Lo pensé; yo no soy especialmente amiga de usar condones, Gerardo cada vez me gustaba más y había alternativas, por supuesto que las había.
—Muy bien, te facilitaré un análisis reciente, con una semana máximo de antigüedad, a cambio quiero uno tuyo, por supuesto.
—Ya me encargo de que me hagan un papelito que ponga lo que quieras. —remató con un guiño.
—No juegues con eso, me puedes hundir la vida pero te aseguro que Tomás te corta los huevos.
—Es una broma, mujer, estas cosas me las tomo muy en serio; además, le creo muy capaz. ¿Algo más?
—Creo que Mario y tú hicisteis buenas migas y, aunque durante nuestra estancia no vayamos a coincidir demasiado, no quiero que lo que hemos hablado afecte a tu relación con él.
—No tiene por qué.
—Déjame continuar. Me ha quedado claro que no compartes nuestra forma de entender la pareja y no voy a tratar de convencerte, lo que quiero decir es que si veo el más mínimo gesto hacia él que, a mí, me parezca ofensivo o humillante saldremos de la villa inmediatamente.
—Ya me irás conociendo, trato de que las opiniones personales no enturbien mis relaciones.
—Entonces, no tengo nada que añadir.
Aplastó el pitillo.
—¿Damos por cerrado el acuerdo con un beso?
Dicen que la cara es el espejo del alma; yo, que no creo en el alma, pienso que, si nos lo permitimos, la cara es el espejo del deseo. Gerardo lo tuvo que ver, me apetecía, mucho. Miré a ambos lados, nadie nos prestaba atención; Marta me daba la espalda y estaba muy entretenida. Intentarlo era una locura.
—Aquí no.
—Tengo el coche en el parking, ¿y tú?
—Yo también.
Caminamos hacia la salida, me llevaba de la cintura y el riesgo de ser cazada disparaba la adrenalina. Pensé que era la primera vez que me había declarado propiedad de alguien, porque «Sono la tua puttana» era otra cosa, era el producto de un arrebato emocional; no renegaba de ello sin embargo el reconocimiento de Tomás como mi dueño tenía un trasfondo de racionalidad del que carecía la relación con Doménico.
Entramos en el ascensor y al cerrarse las puertas me besó; lo esperaba, no hice nada por evitarlo, ambos estábamos preparados, las manos buscaron lo que el cerebro más primitivo pedia a gritos: carne, piel, pechos, culo, polla. El brusco frenazo al llegar no nos detuvo, solo al abrirse las puertas traté de sujetar al macho desbocado. Imposible.
—¡Venga, tío, a follar a un hotel!
Risas, abucheos. Gerardo les hizo frente sin soltarme.
—Fuera, coged otro ascensor.
—¡Ahueca!
—¿No habéis oído? ¡Que os larguéis! —dijo una sombra salida de no sé dónde, agarró al más bravucón y lo sacó de mi vista. Gritos, bronca. Se cerraron las puertas y terminó de abrirme la blusa.
—¿Qué ha sido eso?
—Si después de haberme cargado la vida de mucha gente por sacar adelante la mía no tuviera ojos a mis espaldas no estaría aquí, te lo aseguro. —dijo pegado a mis labios.
—Pero…
—Calla.
Con la blusa abierta y el sujetador por encima de las tetas, el riesgo sumaba puntos; la violencia que acababa de presenciar me excitaba más que lo que estaba haciendo con mi cuerpo.
—Para, pueden subirnos
—Te aseguro que nadie va a mover este ascensor. Estate quieta, quiero ver lo que compro.
Era pura mercancía, joder, un cuerpo puesto a subasta. Aflojé la tensión y aprovechó para soltar la falda con habilidad; la sentí resbalar, mi falda nueva al suelo asqueroso del ascensor de un puto parking. No era capaz de pararlo, las costuras de las bragas crujieron y aterrizaron en los tobillos, el muy bestia había roto mis bragas de encaje color rosa palo recién estrenadas y me sentí vulnerable, tiró de la blusa hacia atrás y no hice nada; me iba a quedar desnuda, joder, joder, podía pasar cualquier cosa y estaba más salida que una perra; bajé los brazos, la blusa cayó y temblé en voz alta, el sujetador voló a la otra punta del cubículo y gemí, estrujó las tetas y supliqué: «No me hagas daño», ni caso, pellizcó los pezones con saña y agité la cabeza desesperada, pero no dije «basta»; resopló y me aplastó contra la pared de espejo, el frío en la espalda me hizo reaccionar: estaba desnuda en un ascensor, en pelotas esperando que se abriera el pantalón de una puta vez. Qué coño estaba pasando. Un rayo de cordura logró filtrarse en medio de la tormenta.
—Yo también quiero ver lo que me llevo.
—Te advierto que si te la enseño, la pruebas.
La sacó, un magnífico ejemplar en todo su esplendor.
—Empieza.
Me empujó y clavé las rodillas en suelo, la cogí, caliente, gruesa, dura, de buena gana me la tragaba enterita después de darme un festín; pero esa no era mi intención, quería hacer lo que había aprendido de mis compañeras: comprobar que todo estaba en orden. De cerca, una polla preciosa, en apariencia todo bien; un glande rosado y brillante sin señales de lesiones, ni un mal olor; la babilla, transparente; palpé los alrededores: ni un grano. Todo en orden, le di un beso en la punta y me levanté.
—¿Qué haces?
—Vámonos, es tarde.
—No me jodas.
—Querías ver lo que compras. Ya lo has visto.
No creí que saldría sin pagar un peaje, sin embargo cedió. No sabía hasta entonces lo que me protegía ser la favorita de un hombre poderoso
…..
—¿De dónde vienes?
—De ver a Gerardo.
—¿Otra vez?
Dejé el bolso sobre la mesa, estaba cansada, no me apetecía hablar.
—Tenía que contarle lo que hablé anoche con Tomás.
—Ah, no me dijiste nada.
—Es verdad, cómo nos liamos nada más colgar… imagino que lo preferiste.
—No, si no me quejo. ¿Dijo algo en especial? Supongo, para que hayas tenido que volver a verlo. Si no quieres no me lo cuentes. —añadió ante mi gesto de fastidio.
—Es que vengo cansada, ha sido un día muy largo, y mira qué horas son.
—Vale, cámbiate y voy preparando la cena. Vaya mancha de grasa que traes en la espalda, ¿dónde te has apoyado?
Me la quité allí mismo. A un lado, a la altura del omóplato, una mancha oscura cruzaba el delicado tejido. Irrecuperable.
—No sé; qué pena, con lo que me gusta. Bah, para tirar.
En la alcoba revisé minuciosamente la falda y lo que sería más difícil de justificar: la lencería color rosa palo. El sujetador se había salvado; las bragas, dadas de sí por la cintura, casi no se mantenían en su sitio, estaban echadas a perder. Había que hacer algo con ellas; las dejé caer como en el ascensor, se me erizó la piel, las doblé y las guardé al fondo del cajón de la mesita de noche junto con el sujetador ¿Qué estaba haciendo?, actuaba como la típica esposa infiel.
Cenamos una de esas recetas tan buenas que es capaz de improvisar en diez minutos y le escuché contarme las peripecias de su día, yo me escudé en mi supuesto cansancio para hablar poco cuando en realidad estaba pensando cómo contarle la verdad sobre la mancha.
Me lavé los dientes mientras él recogía; al llegar a la alcoba yo ya estaba en la cama, desnuda, esperándole.
—Voy a…
—Ya irás.
—Déjame orinar, al menos.
—Nada más.
—¿No estabas cansada?
—Estaba
Le esperé, nunca ha tardado tan poco.
…..
—La mancha de la blusa…
—Qué.
—Se ensució al caer al suelo del ascensor del parking donde estuvimos. —Se incorporó
—¿Te has quitado la blusa en un ascensor?
—Algo así. Negociamos los términos que ha impuesto Tomás y me pidió que cerrásemos el acuerdo con un beso, me apetecía pero nos acabábamos de encontrar con Marta, tu cuñada.
—¡Joder!
—No te preocupes, salió bien. Salió bien, olvídate. Le dije que allí no; como los dos teníamos el auto en el garaje, bajamos juntos y ahí ocurrió.
—¿Qué ocurrió, exactamente?
—Te estás enfadando. —Miró hacia abajo, seguí su mirada y me encontré una erección agresiva; acabábamos de follar, debí de poner tal expresión de sorpresa que se echó a reír y me contagió—. No, creo que no. —concluí. Nos besamos, se la cogí con cariño, luego vino el deseo, ¿acababa de follarme y ya estaba así?, le quiero, se lo iba a contar todo, todo.
—Iba encendido, Tomás me dijo que le dejara claro que soy suya y…
—¿Eres suya?
—¿A estas alturas me vas a venir con esas? Claro que soy suya, Mario, ¿o no lo sabes? En fin, se lo expliqué y se puso muy burro.
—A saber lo que le dijiste.
—La verdad, que Tomás es mi dueño.
—Eso es muy fuerte.
—Es lo que es, y es lo que tenía que decir para poner las cosas en su sitio, pero se inflamó como la gasolina; lo pude controlar y conseguí centrarlo, aceptó las condiciones de Tomás y me pidió que selláramos el acuerdo con un beso, no podía ser allí, estaba tu cuñada con un grupo y bajamos al garaje; me besó, bueno, nos besamos, me estaba abriendo la blusa cuando llegamos abajo y no conseguía pararlo, iba ciego, se abrieron las puertas y unos chavales empezaron a meterse con nosotros, les dijo que se fueran a otro ascensor, el más gallito seguía provocando. De pronto, apareció alguien, enorme, los ahuyentó de mala manera y le dio al botón de cerrar puertas. Gerardo lleva guardaespaldas, ¿te lo puedes creer?
—Carmen, con quién nos vamos a mezclar. —Lo besé, en ningún momento se la había soltado ni pensaba hacerlo.
—No es un mafioso, dice que se ha hecho tantos enemigos por los negocios que necesita sentirse seguro.
—No sé…
—Me desnudó allí mismo, intenté pararlo, dijo que quería ver lo que iba a comprar y me sentí, no sé cómo explicarte; me sentí mercancía, ganado, qué sé yo.
—Ganado… —masculló.
—Es lo primero que pensé; quería examinarme, ¿te das cuenta? Examinarme, como si hablara de una…
—¿Una potranca?, o una buena cerda de cría, ¿qué prefieres? Elige.
—No te rías de mí, es lo que me vino a la cabeza, fue brutal.
—No me río, son los nervios, ya me conoces, sigue.
—Estaba paralizada, como si todo ocurriese demasiado deprisa para poder reaccionar, ¿sabes lo que quiero decir? No conseguía detenerlo, ¡me rompió las bragas!, quedé totalmente desnuda allí, en un ascensor.
—¿Dónde están?
—Qué.
—Las bragas, quiero verlas.
—En la mesita de noche.
—Dámelas.
—¿Ahora?
—Dámelas.
Lo solté, me estiré para alcanzar el cajón de la mesita y rebusqué, tuve que sentarme para encontrarlas; antes de dárselas las miré, tuve un conato de pudor, eran unas bragas preciosas, caladas, en color rosa palo y ahora, con las costuras reventadas, aparentaban una o dos tallas más, habían perdido el glamour; me pareció volver a oír el crujido al desgarrarse. Se las di, qué iba a pensar de mí. Las miró con atención, yo rememoraba la sensación cuando caían por mis piernas sin ninguna presión que las contuviera. Estaba absorto en las bragas, era la ocasión para contarle el resto.
—Tomás me instruyó para que le dijera que autorizaba el acuerdo, podemos pasar las vacaciones en la villa a cambio de cuatro noches conmigo, es un obsequio exclusivo de su parte, ¿te das cuenta? Me ha convertido en un obsequio para Gerardo.
—Y te gusta, cada vez te gusta más. —dijo sin apartar los ojos de las bragas.
—Me gusta, por qué lo voy a negar, es tan… potente… que…
—¿Te vas a correr?
No era para tanto; podría, pero aún tenía mucho que contar.
—¿De verdad eres suya, es tu dueño? O es un juego.
Por primera vez se olvidó de las bragas y me miró a los ojos.
—No es un juego, Mario, ya lo hemos hablado otras veces, soy suya, me siento suya; Tomás es mi mejor amigo, ha sido mi confidente desde que lo conozco.
—Tu mejor amigo, qué sorpresa.
—Entiéndeme, aparte de ti.
—Ya.
—Es especial, es mi amante, es casi un padre y además sé que le hago un bien follando con él como si fuera su hija, y he de decirte que últimamente a mí también me reconforta hacerlo.
—¿Qué quieres decir?
—No es nada nuevo, ¿recuerdas lo que hablamos sobre esto la última noche que pasamos en la Sierra en Semana Santa?
—Cómo olvidarlo.
«—Cuando llegamos al sexo me encontré con un hombre tierno que colmó mi necesidad de paz, serenidad, apoyo y seguridad. Había sido refugio y sostén, se había comportado como un amigo, como un hermano mayor, demasiado mayor para ser hermano; era, eso sí, como una figura paternal y cuando me hizo el amor de esa forma tan tierna sentí algo absolutamente nuevo que jamás le confesaré a nadie salvo a ti. Era como superar barreras, llegar al súmmum; no sé como explicártelo para que no me interpretes mal.
—Hazlo, no te voy a juzgar.
—No sé, Mario; se ha derrumbado ante ti la figura que tenías de tu mujer, si sigo hablando puede que la hunda del todo.
Sentí un escalofrío, Carmen me miró a los ojos y entendió que ya no podía permanecer callada.
—Sabes lo que quiero a mi padre, es lo más importante para mí, lo adoro.
—Lo sé.
—Jamás se me ha pasado por la cabeza…
Estaba asustada, como si las palabras que no dejaba salir de su boca fueran a retirar un velo que descubriera una parte de ella que hubiera estado oculta hasta ahora, incluso para sí misma.
—Nunca, jamás he mirado a mi padre de esa forma.
—¿En qué forma?
—Ya sabes…
—Debes decirlo.
Parecía mayor, esa juventud que adorna su rostro había desaparecido.
—Acostarme con Tomás es como si me acostase con mi padre.
Respiró hondo, expulsó todo el aire de los pulmones y me miró con la angustia de quien espera el peor diagnóstico.
—¿Tan mal te hace sentir?
Agachó la cabeza y comenzó a negar enérgicamente.
—No, no, Mario, no.
—¿Qué quieres decir?
Tenía los ojos arrasados en lágrimas.
—Cada vez que hacemos el amor me siento tan plena, tan feliz, tan relajada, tan protegida, tan…
Se quedó buscando palabras que pudieran expresar lo que había vivido en brazos de aquel hombre mayor que hacía las funciones de padre y amante.
—Tan niña… —pronunció con la voz tomada por la emoción.
—¿Tan culpable, quizás?
Me miró como si no hubiese entendido la pregunta. Me miró como si yo no hubiese entendido nada de nada.
—¡No, en ningún momento! Él no es mi padre, jamás haría algo así.
—Lo sé, cariño, lo sé.
La recogí en mis brazos; nos quedamos en silencio.
—Dime una cosa, si no te sientes culpable ¿por qué lloras?
—No lo sé. A veces veo… no lo sé…
—¿Qué ves?
—Cosas que me vienen a la cabeza ideas, imágenes. Son tan fugaces que no consigo atraparlas.
No dije nada más, sabía que estaba tratando de ponerle palabras a lo que experimenta cuando se entrega a ese hombre mayor que le incita a pensar en su padre.
—Con Tomás siento que vuelvo al origen; te sonará absurdo.» (2)
—La interacción incestuosa es una parte fundamental de vuestra relación, ¿me equivoco?
—No te equivocas. Follar con Tomás asumiendo el rol de hija me produce un bienestar difícil de definir, va más allá del placer sexual, es algo que me cuesta reconocer pero que está ahí y no puedo seguir negándolo.
—Pensaba que lo hacías por él.
—Y así era, hasta que algo ha cambiado, no sé cuándo, ahora soy yo la que vivo intensamente la relación.
—¿Te refieres a simular el incesto?
—Es que cada vez tiene menos de simulación. No me interpretes mal. Sé lo que hago y con quién lo hago, pero me resulta tan sencillo entrar en el rol de hija y verlo como padre que apenas tengo que simular.
—Me estás diciendo que es como si te acostases con tu padre.
—No, de ninguna manera, no se me ha pasado por la cabeza nunca, nunca. Es otra cosa, es… entre Tomás y yo, no sé si me explico, le percibo como padre y me veo como su hija, no hay fingimiento, no actúo, lo deseo como hombre, sé que me desea como hija y como mujer y lo acepto sin tabúes y sin culpa; consiento y…Oh, Dios, es tan bonito y tan fuerte. Aunque no consigo romper una barrera: sé que le gustaría que le llamase papá cuando lo estamos haciendo, pero no puedo, lo he intentado y no puedo, algo me lo impide, es una especie de miedo indefinido, no sé a qué y lo lamento porque no puedo dárselo.
—¿Te gustaría?
—Le haría feliz.
—No te he preguntado eso.
—No puedo, me pone tensa.
—Tal vez porque te hace pensar en tu padre.
—No, no es por eso. Vamos a dejarlo.
—No piensas en tu padre porque lo sustituyes por Tomás, ¿te das cuenta de lo que puede haber ahí?
—No hay nada, nada, no sigas, ya me he encargado de analizarlo.
—¿Estás segura?
—Completamente, déjalo ya.
—¿Y por qué te enfadas?
—No me enfado. ¿Me dejas terminar de contarte lo que ha pasado esta noche?
Volvió a fijarse en las bragas y las desplegó.
—Sí, claro.
Me costó calmarme, si no fuera porque lo consideraba necesario habría acabado ahí mismo y me habría subido al ático; me había sacado de quicio. Ojalá no hubiera hablado de eso.
—Las bragas rotas, mi ropa esparcida por el suelo, yo estaba sobrepasada por Gerardo que actuaba como un huracán. ¿Te imaginas lo que habría ocurrido si nos hubiesen subido? Pero lo tenia clarísimo, nadie nos iba a subir, creo que había alguien arriba controlando el ascensor.
—¿Tú crees?
—Estoy segura. Entonces reaccioné, quise asegurarme de algo, porque hemos acordado follar sin condón durante las vacaciones, ha sido innegociable.
—¡Carmen!
—Lo sé, nos haremos análisis una semana antes, es lo máximo que he conseguido, y en el ascensor traté de asegurarme que está todo en orden.
—¿Qué quieres decir con que está todo en orden?
—Que está sano.
—¿Y cómo puedes saberlo?
—Las chicas me han enseñado a examinar a un tío, no es infalible pero eliminas un gran porcentaje de riesgo.
—Y…
—Y nada más, no pasó nada.
—¿Nada? ¡Cómo es posible! Te desnuda, te destroza las bragas —dijo blandiendo la prenda en mi cara— ¿y no pasó nada?
—¿Cuántas veces te he dicho que no te preocupes por mí, que Tomás me protege? Hoy lo he experimentado como nunca. Gerardo pensaba que estaba a punto de hacerle una mamada, ¿te lo imaginas?, desnuda, arrodillada, con la polla en la mano y de pronto le doy un besito en la punta, me levanto y le digo que se ha hecho tarde; pensé que me iba a coger del cuello y me iba a forzar a tragármela, pero no, se limitó a exclamar «no me jodas» varias veces y a pasarse las manos por la cabeza mientras me vestía. Hasta hoy no he sabido lo que vale ser la protegida de un hombre tan poderoso como Tomás.
FIN DEL CAPÍTULO
(1) La escena corresponde al capítulo 159 “Vade retro”.
(2) La escena está tomada del capítulo 120 “Una nueva alianza”
…
…
…
…
…
Contrición
(O, lo que no debería estar aquí pero no tiene cabida en el próximo capítulo)
—Carmen, ¿te interrumpo?
—No, buenas noches.
—Te llamo para disculparme por lo que pasó el otro día. Verás, estaba… mal, había tenido un encontronazo y lo pagué contigo, no sabes cuánto lo lamento.
—No importa, supuse algo así.
—No tengo excusa, no soy quien para exigirte nada y menos en relación con tu vida privada.
—Olvídalo, ¿Estas bien?
—No, no estoy bien, estoy abochornado, cómo se me pudo ocurrir decirte tal sarta de barbaridades.
—Escúchame, no lo tuve en cuenta, tenía claro que te pasaba algo, te conozco.
—No volverá a suceder, te lo garantizo.
—No quiero eso, Tomás, no quiero que dejes de ser tú mismo cuando estés conmigo, quiero que explotes si lo necesitas, que rías, llores o te enfades, que descargues en mí. Para eso soy tuya.
—No digas eso, no eres de nadie.
—Precisamente porque no soy de nadie elijo ser tuya, ¿es que no lo entiendes? Cuando me recogiste en tu casa, acuérdate cómo estaba, desecha, rota. Fuiste para mí más que un amigo, fuiste casi un padre, un amante, la persona que me ayudó a recomponerme, a salir adelante, no sé que habría sido de mí si no te hubiera tenido a mi lado,
—Vamos, no fue para tanto.
—Lo fue, ¿sabes lo que le dije a Gerardo? Esperaba que le plantease condiciones que hubiera impuesto Mario; le dije que él no tenía por qué imponer condiciones, que no era mi dueño, que mi único dueño eres tú; se quedó muy sorprendido, le costó aceptarlo y tuve que explicárselo, incluso le tuve que dejar clara la figura de mi marido y el lugar que ocupáis cada uno. Tomás, soy tuya, pídeme lo que quieras, lo que quieras. Lo haré.
—No digas eso.
—Se lo que digo, estoy serena y calmada. ¿Haces todo lo que te pide Tomás?, me preguntó, le respondí que sí, lo que sea. Y en cuanto a Mario, siempre ha intuido que nuestra relación es algo más que la de unos amantes que además son jefe y prostituta, tú y yo tenemos una relación que incide de lleno en el incesto, y lo acepto con gusto; sé que cumplo el papel que quisieras que tuviera tu hija, está bien si de esta forma te calma la angustia, a mí también me calma, y no se por qué.
—Carmen…
—No te culpes más por lo que pasó, imagino lo que estás pasando allí tan solo, supuse que las cosas no iban bien con tu hija, hubiera dado cualquier cosa por poder estar a tu lado.
—Ojalá estuvieras conmigo. Lo lamento, no te mereces el trato que te di, fue una especie de ataque de celos, había tenido una escena durísima, sentí que perdía a mi hija definitivamente y cuando hablamos tuve la sensación de que te perdería a ti también si te dejaba ir con Gerardo, ya sé que es absurdo.
—Jamás me vas a perder, eres mi mejor amigo, mi confidente, mi amante, un padre que me hace el amor con dulzura y por si fuera poco eres la persona que me prostituye; dime, con quién tengo una relación tan completa, dímelo, ni siquiera con mi marido, ¿te das cuenta?
—Calla.
—Nos queremos, me prostituyes, me lanzas al incesto, algo que jamás se me había pasado por la cabeza y que ahora lo vivo no solo para ti, como al principio, sino también para mí, aunque me cueste reconocerlo; sigo teniéndote como mi mejor confidente. Tomás, eres la persona en la que más confío. No me vas a perder, no podría estar sin ti.
—¡Cariño!
—Estoy deseando que vuelvas de Londres, echo de menos tus caricias, tu voz, tu olor, añoro refugiarme en tu cuerpo después de hacer el amor. Soy tuya, Tomás, soy tu mujer, tu hija y tu puta, acéptalo.
…..
Me bastó una mirada al volver al jardín para saberlo.
—Me has estado escuchando.
—Lo siento. Tardabas, no sabía que hablabas por teléfono y la puerta solo estaba entornada.
—No te disculpes, no he dicho nada que no sepas o no debas saber. ¿Qué has oído?
—Le tranquilizabas, le decías que jamas te va a perder, que es tu mejor amigo, luego le has dicho lo que ya sé, que le consideras un padre que te hace el amor con dulzura y que te prostituye, que no tienes con nadie una relación tan completa, ni siquiera conmigo.
—Escúchame.
—No, si lo entiendo, yo te inicié y tú has volado libre, la alumna supera al maestro. Eres demasiada mujer para atarte a nadie, ni a mí ni a Tomás, por mucho que ahora experimentes el incesto y te declares su mujer, su hija y su puta; eres una persona libre, no te lo reprocho.
—No quiero hacerte daño, eres mi pareja y estás por encima de todos.
—Te creo.
—Entonces, ¿por qué estás triste?
—No estoy triste, cariño, supongo que es algo parecido a lo que sienten los padres cuando ven que los hijos están a punto de irse de casa.
—No me voy a ir a ningún lado, eres el amor de mi vida, ¿me oyes?
Existen un conjunto de normas al uso para que una relación abierta funcione, y se diría que Carmen y Mario han decidido subvertirlas todas.
ResponderEliminarEntre esas normas está dejar claro que el sexo fuera de la pareja sólo será sexo; establecer unos límites a las prácticas sexuales con los amantes; otorgar prioridad absoluta a las citas con tu pareja; y hacerla sentir en todo momento querida.
En un marco ideal, una relación abierta supone la libertad de ambas partes para explorar. En la práctica, las mujeres tenemos muchas más posibilidades de obtener sexo, por lo que es fácil que la relación se vuelva asimétrica y derive en los roles de puta y cornudo (por emplear la terminología de Mario).
Por tal motivo, sobre la mujer recae más responsabilidad para que la relación abierta funcione. La dinámica matrimonial de la pareja de protagonistas consiste en hacer exactamente lo opuesto.
Lo único que sostiene ahora mismo el matrimonio de Mario y Carmen es que su situación actual supone el marco ideal para dar rienda suelta a su morbo. (Por cierto, se ha vertido ríos de tinta sobre la motivación psicológica de Carmen para ejercer la prostitución, no así la querencia de Mario a ser cornudo vocacional.)
Carmen ha eclipsado al protagonista hasta el extremo de cabría considerar modificar el título de la serie "Diario de un consentidor".
El problema que se percibe es la falta de conflicto, que es la esencia de la narrativa. Mario está tan encantado con la situación que consentirá cualquier cosa. Las únicas fricciones posibles son entre los dueños de Carmen.
Existe una clara disonancia entre lo que los personajes dicen y lo que la realidad de los hechos demuestra, y es que Carmen se entrega a cualquier figura que reconozca como dominante. Una vez ha percibido a alguien como macho o hembra alfa, no existen lealtades inquebrantables, ya sean Doménico, Tomás o quien sea.
Y si una mujer pertenece a todos, en realidad no pertenece a nadie.
Bienvenida, Eva, espero que te sientas cómoda en el blog y entre los contertulios.
ResponderEliminarCuando se rompe una presa, las aguas avanzan sin control, lo inundan todo y alcanzan un nivel desproporcionado y luego, con el tiempo, amaina la fuerza, retrocede y se puede ver el resultado tanto en lo bueno, el nuevo paisaje, como en lo malo, los daños causados. El diario todavía está en la fase del desbordamiento, del desajuste. Insisto muchas veces en que quince años de escritura apenas uno de vivencias (aparte de los inicios) y eso puede confundir.
Éste no es un relato para impacientes (no lo tomes como una advertencia personal, no creo que sea tu caso), la prueba está en los múltiples juicios sumarios que surgen periódicamente en base a una parte del cuerpo. Nada que objetar, cada cual viene a satisfacer una necesidad personal y no deja de ser interesante observar las reacciones que provoca el diario más allá del debate sereno que procuramos mantener aquí en el blog.
De nuevo, bienvenida, Eva.
Mario.
No puedo estar de acuerdo con el ejemplo que pones (o yo no lo he entendido bien): "Cuando se rompe una presa, las aguas avanzan sin control, lo inundan todo y alcanzan un nivel desproporcionado y luego, con el tiempo, amaina la fuerza, retrocede y se puede ver el resultado tanto en lo bueno, el nuevo paisaje, como en lo malo, los daños causados".
EliminarPrimero que una presa (una relación) no se suele romper a sabiendas para después adaptarse al rio que resulte tanto en lo bueno como en lo malo, como dices. Primero porque eso presupone que esa presa , tal como está, no te gusta. Y yo no creo que no le gustase a Mario su relación, quería algo distinto, pero para eso lo tenía que haber planteado claramente desde el principio. No realizar un ejercicio de zapa y destrucción de la presa. Porque una vez soltada el agua, como indicas, inunda todo, y cuando termina de bajar toda el líquido embalsado el río ya no es el mismo...; aquel meandro tan bonito ya no está, el bosquecillo de la ribera ha desaparecido, el cauce se ha modificado, etc.
El rio ya no es el mismo, y si quieres volver a contruir la presa tendrás que tener en cuenta que el río ya no es el mismo. Y francamente, indicar que cuando amaine la situación disfrutarás del nuevo paisaje creado me parece un ejercicio de voluntarismo positivo. Muchos paisajes se disfrutan porque no hay opción de elección, no porque en nuestro fuero interno nos entusiasmen. Máxime cuando estabas habituado al anterior cauce del río.
Un saludo al autor y a los lectores
La escena postcreditos me a traído recuerdos, yo tambien tenía una amiga que me decía que yo era su favorito, el problema era que sus actos y sus palabras no tenían nada que ver.
ResponderEliminarYo estaba enamorado y con una venda muy gruesa en mis ojos, pero al final tuve que mirar a la verdad a la cara, creo que eso es lo que Mario está haciendo en ese final, la está dejando volar, sabe que el no es lo mas importante ni por asomo y lo está aceptando.
En mi caso nuestra amistad se rompió, yo le pedí que fuera sincera, ya no conmigo sino con ella, no lo fue y la relación terminó por mi parte.
Otra cosa que no entiendo es, si tienes pareja follar con condon, que el tío no quiere, que utilice la mano derecha, si a Carmen le dan igual las ETS me parece estupendo, pero en su vida hay más personas que no tienen porque coger una enfermedad incurable.
Me a hecho gracia eso de que podía ver si la otra persona tenía enfermedades o no, si yo fuera Mario de aquí en adelante condon en la relación.
Lo que a pasado en este capítulo tenía que llegar tarde o temprano, no puedes tener 10 amos y pretender que no acabe como la guerra de troya.
Como bien a dicho Mario este es un relato para tener mucha paciencia, las cosas fluirá a debida velocidad, aunque nos murdamos hasta los dedos.
Carmen, Mario lamento que vuestras vacaciones hayan acabado, espero que lo hayáis pasado muy bien.
Bienvenida, Eva, una nueva voz de mujer siempre se agradece.
ResponderEliminarA mí nunca me ha gustado el título del diario, lo de "consentidor" tiene un sentido de permiso, de tolerar por parte de uno de los miembros de la pareja que da a entender una relación asimétrica, si uno de los dos tolera es que tiene el poder de prohibir y eso, desde mi posición, no es aceptable. ya sé que la otra visión de la palabra consentidor es peyorativa, "pobrecito, es un consentidor", pero para esos que lo interpretan así no tengo tiempo que perder.
Hay un párrafo que va a hacer correr ríos de tinta, estoy convencida, es este: "A mí también me excitaba ocupar mi lugar y dejar que aprendiera a ocupar el suyo. El marido de la puta, el eunuco mental, el castrado al que podía devolver la virilidad a mi antojo.". Ya veréis como, si no se lee y se relee y se piensa mucho desde el contexto de la pareja que ha llegado a traspasar fronteras que pocas se atreven, va a suscitar algo más que criticas, ¿A que sí, Mario?
Sobre el resto y la declaración de Carmen de ser propiedad de Tomás, repito lo que le dice a Germán, ¿La veis degradada?
Besitos,
Diva
De todas maneras Carmen es un poco bruta a la hora de decir las cosas, como bien a comentado Eva, bienvenida antes he sido muy descortés, me he centrado en mi comentario y no te he dado la bienvenida, me disculpo por ello.
ResponderEliminarMario es el único que se siente cómodo en ese tsunami que es la vida de Carmen, muchos no entienden que se aman, como yo he dicho en mi comentario, corte la relación, pero por suerte todas las personas son distintas y eso hace el mundo tan interesante.
Gerardo otra joyita, mira que Carmen se fija en cada uno, Divagante esa frase va a traer cola seguro, pero para mi es mucho más grabe las veces que Carmen no utiliza preservativo.
Carmen es la hotwife y Mario el cornudo, y que, cada persona fantasea y se excita con lo que quiere, yo no comparto esta forma de vida, pero no es mi vida y si ellos son felices así,a mi me vale.
A mí también me excitaba ocupar mi lugar y dejar que aprendiera a ocupar el suyo. El marido de la puta, el eunuco mental, el castrado al que podía devolver la virilidad a mi antojo.". Comosi Mario fuera un santo, ambos son consentidores, a Carmen también le pone saber que Maruo folla con otras mujeres, en esta relación Mario a legado el mando a Carmen, pero a sido por propia voluntad, Carmen no leca obligado, pero también te digo que la forma de querer de Carmen hacia Tomás y la forma de hablar sobre el, daño le tiene que hacer a Mario aunque esté no lo exteriorice.
ResponderEliminarSeis capítulos, voy a tener que comprarme uñas nuevas puñeteros jajajaja.
He vuelto a leer el capítulo y la escena postcreditos es lo que mas me mueve por dentro, tal como acaba es como si Mario aceptará que algún día Carmen no estará a su lado, como el padre que educa al hijo y éste se independiza para emprender una vida nueva.
ResponderEliminarJoder se me han saltado las lágrimas, son situaciones que me ponen muy triste.
De todas maneras veo que Gerardo se va a pasar lo dicho por Tomás. Por donde yo te diga, se avecinan truenos y centellas.
ResponderEliminarDOSOCTO DE PRESTADO.
ResponderEliminarEstoy en el equipo de un amigo y no me atrevo a cambiar su cuenta de Google por la mía por eso entro como anónimo, dicho esto contesto.
Apasionado: echar una ojeada al género antes de ponerle el chubasquero es una precaución bastante frecuente porque si lo que se encuentran tiene mala pinta, ni con chubasquero. Que Carmen haya decidido follar sin condón y dar por bueno hacerlo con unos análisis Clinicos por delante no quita que haga este examen previo. muy bien hecho.
Para mí que ninguno de los dos sufren, o no del modo que te piensas, me parece que todavía están en transición. Tú o yo lo llevaríamos mal o simplemente pasaríamos por ello, pero ellos lo hacen porque lo desean, luego lo único que puedo decir es olé vuestros cojones.
En eso te doy la razón dosocto de prestado, pero tu te fiarías de los resultados de un tío que no conoces de nada, teniendo dinero e influencias como estas personas podría estar manipulado, yo lo siento pero si yo fuera Carmen con goma he innegociable.
ResponderEliminarLuego vienen los sustos , cuán no hay remedio, el otro dia leí un comentario donde decía que no entendían porqué Carmen seguía con Mario cuando este no le podía aportar nada.
Pues bien en el capítulo de hoy se a visto a Tomás diciendo tu eres mía, díselo a tu marido, Mario no necesita decirlo, pues Mario y Carmen se han dado libertad uno al otro, de todos los amantes de Carmen Mario es el que está arriba del todo, porque para el Carmen no es un objeto de su propiedad, sino el amor de su vida, Carmen se va con los demás porque ese juego de amo sumisa le pone mucho, pero por mucho que le diga a Tomás que es suya, Carmen jamás renunciará a Mario, porque ella con el es libre y ninguno de sus amantes puede ofrecerle eso.
Carmen elige a Mario porque a demostrado estar por encima de los demás además que es el único hombre que ama de verdad.
Yo no comparto esta forma de vida, además que no podría vivir con la incertidumbre de saber que en cualquier momento podría dejarme por otro.
Eso es lo que hace especial a Mario a los ojos de Carmen el siente ese miedo, pero sin embargo no le pone trabas y le apoya.
Son un matrimonio muy valiente, eso no me cansaré de decirlo.
"Precisamente porque no soy de nadie elijo ser tuya, ¿es que no lo entiendes?" le dice Carmen a Tomás. Y yo lo repito, ¿es que no lo entendéis? La decisión de entregarse a Tomás, o a Doménico o a quién ella decida, repito: a quién ella decida, es elección suya porque como ella misma dice no es de nadie y decide , por el tiempo que quiera, ser propiedad de esa persona se él o ella (estoy pensando en Claudia). Sé que es difícil de entender pero ¿es tan complicado de aceptar sin apedrearla, sin pensar que ha perdido el juicio o está dominada?
ResponderEliminarDejad vivir.
Evidentemente, en el anterior comentario me dirijo solo a unos pocos, no debería ser necesario hacer esta aclaración, pero por si acaso.
ResponderEliminarPor alusiones:
ResponderEliminarTienes razón, Diva, la frase sobre el eunuco mental va a traer cola, probablemente más en TR. Me lo pensé mucho antes de incorporaría al texto definitivo, fue motivo de un intenso debate porque suponía lo que podía pasar pero acepté incluirla porque es cierto, no hay que ceder a la censura previa, esa que nos hacemos nosotros mismos por la expectativa de lo que nos pueden hacer o decir. es perder la batalla antes de haberla mantenido.
En cuanto a lo que acabas de publicar, no puedo estar mas de acuerdo contigo, El control de la entrega es de ella, se podrá o no entender, lo que no es aceptable es condenarlo o atribuirle patologías. Si tan desagradable resulta la lectura del diario lo saludable es dejar de leerlo, lo contrario si que es enfermizo.
Obviamente, “consentidor” no es el adjetivo más adecuado para describir a Mario, ni tan siquiera en los primeros compases de la serie, ya que fue él quien alentó e incluso manipuló a su esposa para que obrase de esta forma.
ResponderEliminarDa la impresión de que Carmen utiliza a Tomás como “poli malo” a la hora de negociar los límites con sus clientes, en plan “yo accedería, pero mi dueño no me lo permite”.
El problema de las relaciones abiertas es que, mientras que en una relación monógama convencional los límites y normas entre ambas partes son bien conocidas, ya que responden a convenciones sociales, en este caso no hay nada asumido y se hallan en constante negociación y redefinición. Se trata de una realidad fluida, en la que siempre existen terceros que, de forma más o menos explícita, influyen.
Las normas de convivencia sexual y romántica entre Carmen y Mario están, en gran medida, definidas por Tomás, y en este caso Marcos ya ha impuesto la condición de no emplear preservativo. La única contrapartida que Carmen ha establecido en beneficio de su esposo es que sea tratado con respeto, lo cual resulta una realidad bastante subjetiva y poco verosímil de que se produzca. No cabe duda de que, una vez que se hallen en su chalet de lujo, Marcos jugará en su propio terreno.
Soy muy escéptica en lo tocante a que este tipo de dinámicas funcionen, porque el sexo es una reacción química que depende de dos reactivos y una misma persona no se comporta igual en la cama con sus distintos amantes. Además, no hay modo de auditar el cumplimiento de las normas de pareja. Mantuve una relación abierta con un hombre diez años mayor, en la que que, por motivos laborales, pasábamos bastante tiempo separados. Las reglas que acordamos consistían en sólo tener aventuras durante nuestros viajes de trabajo, con desconocidos, en entornos alejados de nuestro ámbito familiar y personal, emplear siempre preservativo, y contarnos, si no el número de citas, al menos las personas con las que nos acostábamos.
Una vez que se transgrede la norma suprema de la fidelidad conyugal, es muy sencillo que el resto parezcan nimiedades y una misma se autoconvenza de hacer una excepción tras otra. Con Fulano no pasa nada por no emplear protección. ¿Qué más da tener una aventura en un fin de semana en Londres o entre semana en tu ciudad? De acuerdo, Mengano conoce a tu novio, pero es difícil que coincidan. Los indicios de que acuestas con otros cada vez resultan más difíciles de ocultar a tus amigas. Al final, tus escarceos trascienden y es fácil encontrarte con dos relaciones simultáneas, sin saber quién es tu pareja de referencia y quién es tu amante. Ése es un punto realmente difícil de alcanzar. Si no percibes que tu novio te aporte el seguridad o apoyo emocional que otro no pueda darte, se convierte en uno más en la lista.
Por ese motivo, soy muy escéptica respecto a las relaciones abiertas, es difícil hallar un punto de equilibrio. Cuestión añadida es la dimensión BDSM: no veo posible conciliar la idea de tener un “dueño” en una relación de llamémosle dominación y sumisión, que no sea, al tiempo, tu pareja estable.
Diva, tu comentario es muy acertado, Carmen es la toma sus propias decisiones, Tomás es muy importante para Carmen, el capítulo de su muerte será muy triste y más sabiendo que no le permitieron a Carmen asistir al entierro.
ResponderEliminarYo reconozco que soy muy cabezón, me adapto a las cosas pero a mi ritmo, para mi el relato es una fuente de placer, dolor y una fuente de aprendizaje muy bueno sobre el ser humano, como he dicho no comparto esta forma de vida, pero reconozco que el relato me ha hecho sentir curiosidad en cosas que no sé me habían pasado por la cabeza, eso es lo que me tiene enganchado, antes rechazaba, ahora me hago preguntas.
ResponderEliminarMario la frase que a puesto Diva, me alegro que lo hayas publicado, sino no deria el diario, te caerán palos seguro, pero sería peor escribir lo que no sientes por el que dirán.
Estoy deseando de leer el siguiente capítulo, Rodrigo me parece muy turbio, seguro que se salta el acuerdo e intenta sacar tajada, veremos.
Gerardo en vez de Rodrigo.
ResponderEliminarYo no creo que Carmen y tu estéis locos, el problema es que el sunami se acaba de crear y tiene que asentarse, lo que nosotros llevamos leiendo desde el 2007 es aproximadamente un año de vuestra vida, ahora las cosas están descompensadas, con el tiempo encontraréis un equilibrio, llegará un momento en que Carmen desee otras cosas y lo mismo de ti.
ResponderEliminarNecesito una máquina del tiempo, cuanta curiosidad jejejeje.
Que difícil escribir un comentario con el nivel que se está gastando en este relato.
ResponderEliminarComparto con Diva que Carmen es la que decide y como estamos al principio del cambio de vida como pareja de Carmen y Mario, el ejemplo de la presa me ha gustado ya que en estos momentos creo que están en el punto donde la crecida ya llegó al punto más alto, y comenzamos a asimilar que después del periodo de limpieza, nos va a quedar otro paisaje diferente.
Este relato puede marcar un punto de inflexión para la pareja. Carmen se da cuenta que para algunos no deja de ser un negocio o un obsequio, aunque Tomas lo dijera en un mal momento, lo dice, y ese comentario no se lo permitiría a cualquiera.
Y Mario, es más consciente que cada vez tiene más competidores dentro del corazón de Carmen. Sabia que tenía un rival importante en Tomas, pero no sabía que ese rival tenía una figura paterna.
Aún quedan cinco capítulos de las vacaciones, no se si aguantaré tanto tiempo.
Creo que Gerardo puede ser una bomba de relojería, y no nos olvidarnos de Mario que tiene cuatro noches de Rodríguez .
MARIO:
ResponderEliminarApasionado, no encuentro la forma de ponerme en contacto contigo, no en tu perfil deTR ni aquí. Utiliza, por favor, el correo diariodeunconsentidor @ gmail.com para que pueda darte noticias sobre el último comentario que has enviado.
Ayer estuvimos con un matrimonio amigo, a él le gusta ver a su mujer follando con otros, al principio solo lo sabíamos mi novia y yo, les recomendé el diario, se lo han leído del tirón.
ResponderEliminarReconocen que muchos pasajes les han exitado sobre manera, pero que de momento no se atreven a realizarlos.
Este matrimonio lo pasó fatal, sus mejores amigos les dieron la espalda cuando se enteraron de que a él le exitaba ver a su mujer con otros.
Lo pasaron fatal, sus amigos le decían a su mujer que se ofrecían a humillar a su marido. Les dije que algún día me gustaría escribir un relato sobre ellos.
Me dijeron que no estaban preparados para ser los protagonistas de un relato, pero no lo descartaba.
Fueron tiempos duros para ellos, por suerte hoy en día son felices, a mi novia y a mi nos hecharon en cara que siendo los menos liberales, como era posible que siguiéramos quedando con ellos.
Para nosotros siguen siendo nuestros amigos, cada uno es libre de hacer lo que quiera en su intimidad, los demás amigos no lo entendieron así.
Respondo a Cobayin que, a su vez, da réplica a mi respuesta a la primera intervención de Eva en la que exponía sus criterios sobre las normas que deben imperar en una relación abierta para que esta funcione. Yo le quería decir, utilizando la quiebra de una presa, que la incursión en este tipo de relaciones por parte de, digamos, los protagonistas no fue algo pensado y consensuado sino más bien algo explosivo. Es cierto que llevaba gestándose tiempo atrás, pero en el sentido de lo que puede ser, siguiendo con la metáfora, la presión continua del agua contenida en exceso en la presa que, llevado a un extremo, la hace estallar.
ResponderEliminarEs en ese sentido donde propongo situar la metáfora y no como sustitutiva de un dialogo sosegado y reflexivo de pareja que lleve a tomar una decisión.
El paisaje que surge en uno y otro caso es bien diferente al anterior aunque en ambos el resultado depende de la solidez previa de la pareja.
Espero haberte aclarado mi posición cuando utilicé la metáfora de la presa. Un saludo,
Mario.
Muchas gracias por tu aclaración, Mario.
EliminarSaludos a todos.
A sido un año largo las vacaciones se acaban y Parece que se nos ha acabado el verano
ResponderEliminarEl año se ha echo largo, se han acabado las vacaciones, Parece que se nos ha acabado el verano.
ResponderEliminarTe lo vuelvo a enviar, últimamente mi móvil vale más de pisapapeles.
No he querido entrar a proposito en un asunto que sacoóa la pizarra Diva y es el del eunuco mental, el castrado al que ella puede devolverle la virilidad cuando le salga del papo. He estado dandole vueltas y mas vueltas y por mas voluntad que le pongo no lo veo Diva, no lo veo. O me lo cuentas o por ahi no paso.
ResponderEliminarApasionado. El rechazo social hacia las relaciones abiertas puede venir incluso de entornos que puedes considerar liberales. Para el hombre, porque la hombría se basa en asegurarse la fidelidad de su pareja; el estigma de cornudo es muy difícil de sobrellevar. Para la mujer, porque muchos varones te atribuyen la etiqueta de promiscua y asumen que tienen muchas más posibilidades de meterse en tu cama, y algunas mujeres incluso se ven amenazadas porque piensan que te acostarás con su pareja.
ResponderEliminarCobayin. Cuando se rompe el pacto marital y la norma social de transgredir la fidelidad conyugal, la metáfora perfecta, en efecto, es la de romper una presa. La presa no es el matrimonio, sino la fidelidad conyugal. Esa ruptura implica que muchos deseos e impulsos contenidos por la mujer comienzan a fluir sin posibilidad de contenerlos. E, inevitablemente, acarrean reacciones en la otra parte masculina, que, a su vez, traen otras en la femenina, a modo de reacción en cadena.
Yo creo que es una forma de hablar de Carmen, bruta como ella sola, Mario a demostrado que no le cuesta absolutamente nada ligar.
ResponderEliminarCreo que es un simple juego de rol, luego Carmen es la primera en derretirse y disfrutar de Mario
Pero me gustaría leer la versión de Diva, tal vez yo esté equivocado.
De todas maneras parece ser un rol que Mario acepta plenamente.
ResponderEliminarTienes razón Eva, fue una época muy difícil para ellos, una de las veces verlos llorar de rabia, se me partía el alma, por suerte hoy en día ya lo han superado, saben que siempre encontrarán gente así en esta vida y no piensan dejar que los hagan desgraciados.
ResponderEliminarAunque a muchos no les parezca, para ella su prioridad es el y la de el ella.
Yo los quiero mucho, siempre te prestan su ayuda sin pedir nada a cambio.
Felicitaciones Mario, te leo y te sigo siempre.
ResponderEliminarEn tales circunstancias, Apasionado, es cuando descubres quiénes son los verdaderos amigos.
ResponderEliminarNo he tenido que pasar por ninguna situación similar, más allá de tener que explicar a mi hermana por qué tenía instalado Tinder en el móvil si tenía novio, y que la cosa trascienda entre media docena de amigos. Mario ha reflejado muy bien las situaciones que pueden darse: desde el amigo salido que, a partir de entonces, te sexualiza, al amigo redentor que trata de reencauzar tu vida; a la superamiga que, de súbito, se siente amenazada de algún modo, etc.
Mi vida sexual, sin embargo, no ha sido tan ajetreada como la de Carmen.
Eva, como no quiero interactuar más con Betito voy a responderte aqui a algo que has escrito en TR. primero sobre la prostitución. Yo si creo que la protitución tiene mucho que ver con la dominación desde el momento en el que hay una relación con una persona que ejerce un dominio sobre otra, generalmente una mujer, para que utilice su cuerpo para obtener un beneficio economico que recae en gran parte en esa otra persona y, a muchas veces, se utiliza la coaccion y la fuerza para obligarla a ejercer la protitución. No parece ser el caso de carmen por el momento.
ResponderEliminarEl otro teme del que hablas es el daño causado a Irene. me parece que Carmen,cuando toma la decision, todavia cree que esta infectada de VIH y tiene que elegir entre dos daños, el que que le causaría diciendoselo y haciendole compartir la relacion o que sea irene la que la abandone, o la que toma de ocultarselo y ser ella "la mala", la que la abandona.
Dosocto, conociéndote no me extraña que ese párrafo (lo del eunuco mental, el castrado) te haya caído como una patada en cierto sitio, sobre todo porque eres de lanzarte a hablar antes de pensar. Yo soy una de las que piensa que Mario se precipitó al incluirlo, que no era el momento todavía, pero como es un tozudo que tampoco se deja aconsejar ahí lo ha lanzado y ahora toca esperar, porque por lo que sé va para largo que nos enteremos de qué va la cosa. (es que algunas estamos un pelín enchufadas y nos enteramos de cosas antes de tiempo, ¿verdad, Luci?)
ResponderEliminarDe todas formas, doscto, no te lo tomes a pecho, es mas asumible de lo que parece en una primera lectura. ya veras como lo disfrutas.
Un besito,
Diva.
Ya barruntaba yo que tienes una relacion muy estrecha con el maestro amiga Diva, por lo que veo Lucia tambien pero no creo que llegue a tanto como tu, ¿a que no me equivoco?
ResponderEliminarPues nada, a esperar, me fio de ti que para eso tienes información de primera mano, enchufada, que eres una enchufada.
Por cierto, ¿donde has ido de veraneo, nos lo cuentas?
El reproche que Irene dirige a Carmen es habitual entre las lesbianas hacia las mujeres bisexuales. Las que alternan relaciones entre hombres y mujeres, o sólo tienen experiencias románticas con hombres y su faceta lésbica es sólo sexual, no suelen ser consideradas una especie de intrusas. Entran y salen continuamente de la norma, sus relaciones con mujeres se perciben como caprichos ocasionales, simple experimentación, o la materialización de fantasías ocultas. Dentro del colectivo LGTBI, la letra B no está muy bien integrada.
ResponderEliminarAlgo de verdad hay detrás de tales acusaciones, al menos según mi experiencia. La cuestión no es tanto qué origina la decisión de Carmen, sino cómo lo percibe Irene.
Por otra parte, las relaciones BDSM exigen grandes dosis de comunicación y confianza mutua. Comunicación para compartir fantasías, límites y fetiches, de modo que la experiencia resulte satisfactoria para ambas partes. Confianza porque, si vas a dejarte atar y azotar por alguien, obviamente debes confiar en él. Jamás me he prostituido y no puedo opinar al respecto, pero resulta evidente que el sexo de pago con un extraño poco tiene que ver con todo esto, por mucha jerarquía que haya implícita.
Para muchos dominantes, el mero acto de ceder a su sumisa a otro hombre de algún modo refuerza el sentido de posesión sobre ella. Sólo puedes entregar algo que te pertenece. En ese sentido, la disculpa de Tomás a Carmen resulta muy poco convincente. A veces, en los diálogos surgidos de la pluma de Mario, percibo una disonancia entre lo que dicen los actos de los personajes y lo que ellos mismos verbalizan con palabras.
Entiendo que la experiencia de Mario pueda resultar psicológicamente castrante. Es una acusación que me han hecho un par de amigos a los que trasladé a la friend zone: al excluirles como potenciales parejas sexuales, sentían su masculinidad infravalorada. Dadas las circunstancias, que Mario se autoperciba como un “eunuco mental” me parece lógico.
Yo creo que Irene y Carmen volverán, Carmen lo único que tiene que hacer es contarle la verdad, ella estaba deseando estar con Irene, pero temía estar infectada e infectar a ella.
ResponderEliminarCarmen actuó de buena fe, espero de verdad que Irene regrese, es un personaje que me gustaba, trataba con respeto a Mario y con dulzura a Carmen.
Mario llama tu a Irene y cuéntaselo, porque me da que Carmen no creo que se atreva por lo menos de momento.
Hablo del Mario personaje del relato, que si Mario autor también quiere hacerlo bien venido sea.
Jajajaja.
No tenia intención de volver a hablar del tema "eunuco mental" porque, como dije, pienso que Mario lo ha sacado antes de tiempo y por eso se están dando explicaciones como la de Eva a las que les falta el contexto. El problema es que, si no me equivoco, falta mucho tiempo, bastantes meses, para que la historia llegue al punto en el que esa frase cobre sentido. No soy la única que se lo advirtió, que conste.
ResponderEliminardosocto, dónde veraneo o dónde paso las navidades es cosa mía. Ya conté una vez que me iba a pasar unos días a Euskadi y recuerda la que se armó. Una y no más.
ResponderEliminarPor lo que parece te van a estar lloviendo palos durante meses, por una frase fuera de contexto.
ResponderEliminarMira el lado positivo, cuando llegue el momento más de uno tendrá que retractarse.
Uuuuuu! la gata enseña las uñas. lo siento Diva no quería meterme en tu vida privada solo era una pregunta y en cuanto a lo de euskadi te recuerdo que fuiste tu la que empezaste el juego.
ResponderEliminarIrene y Carmen se reconciliarán, no necesito tener información provilegiada para verlo venir, se ha resuelto el problema que hizo que Carmen rompiera y supongo que despues del verano hará lo que haga falta para recuperarla y armas de seducción masiva no le faltan. lo mismo se la encuentra por Conil, no decia irene que se la quería llevar a hacer surf por ahí?
ResponderEliminarDosochi, Me acuerdo de lo de la escapada de Euskadi y me acuerdo que fuiste tú el que dio la turra tanto que no me extraña que no quiera contar donde ha estado de vacaciones. Yo desde luego no lo haria.
ResponderEliminarMia, yo que tu dejaba la discusión con ese tal Betito, si fuera por el quemaba a Carmen en la hogera, veo un rasero muy dispar en sus comentarios, las tías que follan mucho son unas ninfo manas enfermas, de los tíos no dice nada y mira que en este relato los hay que se inchan a follar.
ResponderEliminarYo he desistido, me di cuenta que este tío es más cerrado que una puerta sin abrir y lo peor es que ni sibquiera intenta entender tu postura.
Yo solo espero que Diva haya disfrutado sus vacaciones, eso es lo único que importa.
Tienes razon, Apasionado, si te fijas ya no discuto, me divierto. voy a imitar un pocoel estilo de "las gaviotas" y voy a decir que le estoy dando de comer a los peces de mi acuario y se arremolinan todos en la esquina donde echo las escamas, pero ya esta bien, un rato vale pero no voy a perder mas el tiempo mirando el acuario, porque los peces son unos bichitos sin cerebro y tengo cosas mas importantes que hacer.
ResponderEliminarAhora a esperar al siguiente capítulo, que me parece van a ser quince días muy moviditos.
ResponderEliminar¿Ha pasado algo? He visto esta mañana el capitulo 168 en TR y cuando he vuelto a entrar ya no estaba.
ResponderEliminarMARIO:
ResponderEliminarLo que ha pasado esta mañana en TR ha sido un error mío. Publiqué un documento que no estaba actualizado con los últimos cambios que hice después de publicar aquí; me di cuenta anoche, después de enviarlo y esta mañana he estado atento para eliminarlo antes de que lo leyera nadie. Pero Lucia, la que lee, es además la más rápida a este lado de Texas.
Todo solucionado, si tengo tiempo lo envío hoy.
Lo único que va a pasar en TR con el capítulo 168 es, que mas de uno se va a tirar de los pelos hasta quedarse calvo.
ResponderEliminarYo se que voy a tener que contenerme para no contestar, Mia más de lo mismo, Mario ya te puedes ir preparando que te van a excomulgar como a John Wick.
MARIO:
ResponderEliminarEnviado, mañana aparecerá en TR. Calma y serenidad.
“Ay, qué dolor; ay, qué dolor; ay, qué dolor”
ResponderEliminarLos Chunguitos.
¡Ay, qué dolor! Todavía me escuecen los ojos.
Esta mañana, cuando he comprobado, cómo es mi costumbre, que la publicación en TR del capítulo 168 —por segunda vez— había ido sin problemas, me ha saltado a los ojos como una alimaña el gazapo que el malvado Titivillus me tenía guardado desde que publiqué en el blog: Ahí hay un ay que quiere decir hay, y llevaba escondido a mi vista desde que lo escribí, revisé cien veces, no lo vi y lo publiqué.
Le dice la protagonista a Tomás:
«—Ay que ver, qué ni estando en Londres me libro de ti.»
Y no lo he visto hasta esta mañana a primera hora cuando aparece publicado en TR y lo reviso de pasada.
Ahí hay un niño que dice ay. Cuántas veces nos lo han hecho repetir en el colegio; sin embargo no me ha servido de nada; empeñado en revisar y corregir otras cosas a veces se vuelve uno ciego a lo más evidente. Blame it to the Boogie?, es decir a Titivillus? No, la culpa es de uno mismo.
Lo he retirado otra vez y lo he corregido también en el blog; no podía dejar expuesta semejante salvajada. Mañana, si no sucede nada nuevo y si Titivillus, el diablillo que desde la Edad Media, se dedica a sembrar de gazapos los escritos de todos los que nos dedicamos a esto lo permite, será la definitiva.
Veremos.
Estaba esperando que hubieras encontrado otro gazapo, yo creo que no a sobrevivido ninguno.
ResponderEliminarMARIO:
ResponderEliminarCómo te gusta meter los dedos en la herida, Apasionado. Esta vez ha sido la definitiva.
Estoy con el 169 al que ya he seccionado una parte porque iba camino de los setenta minutos. No ando sobrado de tiempo, creo que os lo advertí, por lo que toca esperar.
Abrazos,
Mario.
No pasa nada Mario, cuando puedas, ya sabes que las cosas buenas se hacen espererar, lo de los gazapos a sido muy bueno, parece mentira lo que puedes descubrir cada vez que lees el mismo texto.
ResponderEliminarBruto
ResponderEliminarReconozco que me ha emocionado algún pasaje de este capítulo.
Pero como soy famoso por mí paciencia espero que no me dé un joenco, cosa bastante probable.
MARIO:
ResponderEliminarSe me ocurre, Bruto, que si te apetece contarnos qué pasajes son los que te han motivado especialmente puede que otros lectores se animen a compartir su propia experiencia y se abra un debate interesante.
Bruto.
ResponderEliminarMi querido Mario, como bien sabes ante cualquier petición aquí me tienes, eso sí, con un puñal en la mano.
No me siento capaz de comentar sobre los personajes. Espero que con el tiempo me vea capacitado.
Pero te voy a hacer caso, el ejercicio que nos pusiste con el texto me hizo reflexionar y te aseguro que no es fácil, sobre la complicidad.
Es un tema complejo en una pareja, con lo que en este caso, y con las circunstancias añadidas es una muestra de amor bestial.
No puedo ni imaginar el esfuerzo que tiene que ser ir creando una tras otra escusa ante familiares y amigos, y más para tapar algo tan denostado por la sociedad.
Bruto.
ResponderEliminarBuenas tardes, el motivo por el que me ha motivado un pasaje es por el ejercicio de escritura que nos puso Mario, eso me llevo a reflexionar sobre el tema de la complicidad. Ahí es donde creo que nos quiere llevar Mario.
Si en una pareja el tema de la complicidad ya es difícil, todos hemos pasado por situaciones de este tipo, no puedo imaginar cómo debe ser el estar cubriendo el que tú pareja se está prostituyendo ante los demás, las escusas deben de ser continuas y inventarlas debe de ser un ejercicio de creatividad y memoria.
Es un tema que no se ha tocado, pero es un tema latente en los últimos capítulos, hay un montón de cosas como esta que Mario no cuenta pero que tendrán una importancia capital en la relación para que pueda funcionar. Y en momentos puntuales tienen que saltar y marcar la relación.
Gracias por la oportunidad, y esto es solo para Mario.
Durante varios días he tenido el sistema bloqueado, no podía acceder a mi cuenta de gmail, por lo que no me era posible entrar en el blog; las facilidades que da google para recupercion son bastante escasas por lo que, como le había comentado aTorco hace unas horas, daba por perdido el blog. Afortunadamente acabo de comprobar que vuelve estar operativa mi cuenta. No es la primera vez y sospecho que no es un accidente aunque no pasa de ser una sospecha.
ResponderEliminarUna vez recuperado el control volveré a estar activo aquí.
Saludos, besos, abrazos y lo que corresponda,
Mario
Estoy viendo comentarios de Bruto publicados de fechas en las que publiqué yo y no veo el mio, ¿ha habido algún problema? dime algo y en todo caso vuelvo a publicar, gracias.
ResponderEliminarSegún parece tuvo problemas con el acceso al blog, intenta publicar otra vez Lucía.
ResponderEliminarBorré por error un comentario, debió de ser el tuyo, cosas de andar con prisas. Envíalo de nuevo y te lo publico.
ResponderEliminarGracias Mario por esta oportunidad, lo que decía en ese comentario era poco más que mis desesos de que pasen una felices vacaciones, tanto Carmen como tu se lo merecen.
ResponderEliminarY feliz de que tu lesión haya remitido favorablemente. Saluditos y besos para los dos desde Argentina!
LAURA
Gracias, Mario, lo repito. Viendo lo que pasa en TR no puedo sino alegrarme de haber salido de ahí. Borrar la cuenta que tenía en TR fue el mejor consejo que me pudo dar una amiga que lo comparó a los adictos que vacían los armarios de botellas de alcohol porque si no lo tienes a mano no consumes. Salir de TR me ha servido para no caer en provocaciones y con el tiempo ha dejado de afectarme como lo hacía antes, en resumen vivo más tranquila, lo relativizo y le doy la importancia que tiene: nula. Por eso cuando leí el comentario de "Las gaviotas" me pareció genial y sin darme cuenta lo enlacé con una experiencia cotidiana, ahí os lo dejo por si os gusta, no pretendo molestar ni provocar, solo es un pensamiento de verano. Como algunos sabéis vivo en una ciudad costera del norte en la que las gaviotas forman parte del paisaje urbano como las palomas o los gorriones en otros sitios. Por eso me resultó familiar lo que escribió Mario en el capítulo anterior. (Quien no lo haya leído le recomiendo que lo haga, es un comentario titulado Las gaviotas) Hace ya algunos años, los bares de la playa e incluso de las calles cercanas han tenido que proteger a los aperitivos que sirven en las terrazas con una especie de tapas de plástico o de semiesferas de rejilla para evitar que las gaviotas en vuelo rasante se abalancen sobre las mesas y roben la croqueta o el canapé rompiendo de paso las botellas o los vasos, porque han perdido el miedo, vigilan desde lo alto de las cornisas o los toldos y al menor descuido se lanzan como los pilotos suicidas japoneses de la película de pearl harbour. Me imagino que al ver los aperitivos protegidos, las gaviotas estarán indignadas. ¿Por qué nos hacen esto? Nosotras también tenemos derecho a comer de esos platos, ¿dónde está nuestra libertad de volar y pasearnos por las mesas vacías picoteando las sobras? ¿por qué nos ahuyentan cuando vaciamos nuestro intestino donde nos apetece? Eso es censura, coartan nuestra libertad, ¡no hay derecho! No tengo el arte de Mario para escribir, de todas formas supongo que me habéis entendido, ahí lo dejo por si él quiere pulirlo y expresarlo como sabe hacer. Besos, Lucia, la que lee.
ResponderEliminarSe a entendido perfectamente Lucía.
ResponderEliminarLo que plantea Bruto es algo que se lleva viendo en el diario desde el principio y es que Mario y Carmen tienen una complicidad enorme, que solo se ah roto en pocas ocasiones y cuando lo ha hecho ha provocado crisis enormes: la salida de carmen de casa, por ejemplo qe trajo cambios enromes en la pareja y que todavia se estan reparando. Siempre han dicho que por encima de un matrimonio son amigos y cuando loolvidan se tamabalean.
ResponderEliminarMuy bien Luci, has bordado y lo de las Gaviotas, he sufrido ese acoso en la costa del cantabrico y en la costa de TR.
A mi lo que me sorprende es que nadie haya dicho nada sobre uno de los spoilers mas inquietantes que ha hecho Mario desde que el diario existe. Me he callado como una zorra para ver si alguien, dosocto por ejemplo que suele estar a la que salta, levaantaba la liebre. Nada. ¿os doy una pista o directamente dejo de aburriros y lo digo? Venga. La niebla, toma tres. A ver si alguien lo pilla y hablamos de algo interesante.
ResponderEliminarTomándome unos días de descanso de todo: de trabajo, de pareja, de familia, de amigos. Tomando el sol en una playa lejos, muy lejos.
ResponderEliminarPara que luego vengan algunos a decir que no os cuento dónde paso mis escapadas.
Besitos,
Diva.
Me pilla escuchando a Los Rodriguez —qué casualidad— en el iphone con los airpad (para que, si entra algún solitario en el despacho, no me coja en fuera de juego) mientras publico los últimos comentarios y, como dice Calamaro:
ResponderEliminarMe gustan los problemas
No existe otra explicación
Esta sí es una dulce condena
Una dulce rendición.
Cadena perpetua, diria yo.
Feliz fin de semana, queridas y queridos. Sed malos.
Mario
Joder no se si es porque me he tenido que levantar a las 5 de la mañana para ir a currar, pero no veo nada sospechoso en la niebla toma 3, me tendré que tomar un par de cafés haber si espabilo.
ResponderEliminarHe calculado la duración del próximo capítulo y ya va por los sesenta y cinco minutos y aún no he terminado de redactarlo. Me temo que voy a tener que dividirlo.
ResponderEliminarMe voy a casa.
Eva Maria se fue, buscando el sol en la playa. Eso lo cantaban los diablos en los setenta. Y tú de Rodriguez con los Rodriguez.
ResponderEliminarEs que me lo ponéis a huevo.
Mario este mes tendremos capítulo, que las tiritas son mejor quitarlas del tirón, ya mecentiendes.
ResponderEliminarBruto.
ResponderEliminarBuenas tardes.
Por qué me da que sí nos vas poniendo lo que tengas nadie va a quejarse.
Querido Dosoctavas, es cierto, pero me refería a las mentiras e invenciones, no son fáciles y crean tensiones en la pareja, en circunstancias normales, en estas circunstancias creo que deben de afectar más, crear más tensiones y ser mucho más complicadas de mantener.
Y Mario, tú publica, sin miedo, que nosotros disfrutamos cualquier cosa que nos pongan.
Respondo a Bruto - Las invenciones, - yo no las llamaria mentiras - , que se tiene que inventar esta pareja para para disimular antes los demas las escapadas de Carmen son compartidas por eso no me parece que les pueda crear tensiones entre ellos creo yo, es otra complicidad de las muchas que tienen.
ResponderEliminarAhora por alusiones. Yo tambien vi cositas en ese capítulo, pero como a veces me acusais de destripar la historia y de levantar sospechas sobre alguno de los protagonistas me quedo calladito en la barrera. Supongo Luci que te refieres a lo que dice la hija de Tomas sobre la visita de la policia y una supuesta investigacion sobre protitucion y la aparicion de fotos de Carmen y las otras putas. Supongo que Mario nos ha dejado un spoiler de lo que está por venir algo asi como un "en próximas temporadas" que hacen en las serie de TV. No sé si esto ocurrira des pues de morir Tomás o antes pero promete accion de la buena.
Y por ultimo. No fuerpon Los diablos sino Formula V los que cantaban Eva maria se fue con su bikini a la playa, me ha corregido un amigo que tambien lee el diario y compaarte mi hipotesis. yo por mi cuenta he cambiado la letra. Diva se fue con su bikini a la playa. Y mantengo mi ordago, ahí va: Mario, tienes plaza en el grupo Los Rodriguez como Rodriguez emérito, aunque no sepas ni cantar ni tocar nigun instrumento.
El metodo cientifico, querido dosocto, te enseña a ser muy cauto y, antes de publicar una hipótesis tratamos de hacer pruebas y mas pruebas, buscando no la verificación sino la falsación, es decir, tratamos de probar que estamos equivocados en nuestra teoría, buscamos los errores, los fallos ocultos, los puntos débiles. todo ello antes de decirles a los colegas, "mira lo teoría que pienso que puede ser", para que ellos continuen probado, falsando, y mejorando.
ResponderEliminarTodo este rollo va para que no te precipites, intuyo que tu profesión va de eso, de especular, de obtener pruebas y sacar conclusiones. Aplica un poco del metodo cientifico que es, sobre todo, humilde.
Joder esos grupos eran los que escuchaban mis padres.
ResponderEliminarEsto me hace recordar cuando mi madre quiso comprarse un vinilo de ABBA, no lo encontró en ningún lado, mi padre y yo nos propusimos regalárselo para su cumpleaños, me recorrí todas las tiendas de discos de Donostia y nada.
ResponderEliminarAl final en una de ellas que trabajaba un amigo me lo consiguió en una tienda de Barcelona, lo pague más caro, pero mereció la pena al ver la expresión de felicidad de mi madre al quitar el papel de regalo y encontrarse el disco que con tanto ahínco había buscado
Bruto, yo, esas mentiras o invenciones que dices que le pueden traer problemas a Mario y Carmen, coincido con dosoctavas y lo veo más como un punto de complicidad entre ellos. Tal como es la sociedad es mejor que Carmen se ausente seis fines de semana por el fallecimiento de un hermano de su madre que es hija única, la madre ee Carmen, a que los amigos sepan que es porque va a trabajar para mantener la economía B familiar.
ResponderEliminarQuien aguantaría a los amigos puritanos que aconsejan a Mario formas de dejar de ser un cornudo, mientras ellos no les importaría hacer cornuda a su pareja con la propia Carmen.
Por eso lo veo como un juego complicidad y de salud entre ellos.
Anónimo te doy toda la razón, yo también me imagino a los amigos de Carmen y Mario dándole consejos, mientras ellos piensan en la suerte que han tenido de que Mario sea un consentidor.
ResponderEliminarEso sí me gustaría verlos pidiendo a Carmen follar con ella, me da a mi que más de uno saldría escaldado.
Bruto.
ResponderEliminarEstaba comentando las tensiones que crean las mentiras, el crearlas y mantenerlas, y la complicidad que eso genera.
Que yo recuerde a vuela pluma, ya se la han tirado por lo menos dos amigos uno de la pareja, y el otro de Mario y no sé si considerar el tercero, eso se lo dejo a Mario.
Ya he es un hecho, el capítulo que tengo entre manos iba camino de los setenta minutos y ayer por la noche sufrió los efectos de la guillotina. Ahora dispongo de dos capítulos más manejables para todos, incluido yo mismo: uno treinta y cuatro y otro de treinta y tres minutos, aunque estos tiempos no son definitivos, me conozco.
ResponderEliminarMe centro ahora en el que será el próximo, lo doy por acabado; entro en la fase de corrección y me encuentro lo siguiente:
Gerardo ofreció algo de beber
las posibilidades que ofrece la zona
le estaba ofreciendo la grupa
me ofrece pañuelos de papel
Le ofrecí una copa de vino
me ofreció el cigarrillo humeante
Me ofreció el pitillo y lo acepté sin dudar, hubiera aceptado cualquier cosa que me hubiera ofrecido
él se acercó y me ofreció el vaso
Eso es, nueve «ofrecimientos» en un texto de treinta minutos. Algo va mal.
Una de las cosas que he aprendido en estos años es que la labor de corrección es tan apasionante como la de escribir. Pretendo reducir esa plaga a un máximo de dos o tres. Me pongo a ello.
Pues a mi la parte de correccion es la que mas me frustra y es porque soy muy despistado e impaciente, lo de impaciente ya lo voy corrigiendo, pero lo de despistado esta grabado a fuego
ResponderEliminarBruto.
ResponderEliminarAunque doctores tiene la iglesia, propongo aquí que hagamos sugerencias,es por puro interés.
Propongo:
Las posibilidades que ofrece la zona que lo reduzcas a las posibilidades de la zona o que tiene la zona.
Le estaba ofreciendo la grupa, mira si te vale, le estaba poniendo la grupa.
Venga señores a currar que queremos ver el capítulo lo antes posible.
Yo dejaría trabajar en paz a Mario, pero ya que lo ha propuesto Bruto propongo lo siguiente:
ResponderEliminarGerardo nos puso algo de beber.
me tendió el pitillo y lo acepté sin dudar, habría aceptado cualquier cosa que me hubiera ofrecido.
Tampoco es que lo tender me guste demasiado, pero ya digo que es cosa de Mario, me parece a mi
Todas las aportaciones son bienvenidas.
ResponderEliminarLas posibilidades de la zona, que propone Bruto está muy bien, si breve y bueno dos veces bueno que dijo el clásico. Sin embargo, poner la grupa, no me convence, querido Bruto, ofrece tiene en este contexto un fondo que se pierde con el verbo poner, ya lo verás en el relato.
Tender el pitillo me hace imaginarlo con una pinza en la cuerda del tendedero (perdona la broma), ya sé que tender tiene el sentido, recogido por la RAE, de ofrecer, pero para un cigarrillo me parece excesivo. Como a ti tampoco parece que te gusta me he permitido la broma.
Se aceptan más propuestas. He encontrado otro filón que depurar con diez repeticiones, esto es como El Dorado pero en vez de oro encontramos otro tipo de pepitas.
Mira lo del el Dorado me a gustado, lo voy a utilizar mentalmente cuando este revisando mis textos, para darme animos
ResponderEliminarGerardo me ofreció algo de beber mientras limpiaba mi grupa con un pañuelo, tomo su humeante cigarrillo con dos dedos y me lo puso en mis labios, hubiera aceptado cualquier cosa que Gerardo me hubiera obsequiado.
ResponderEliminarBueno a ver que te parece este.
Bruto.
ResponderEliminarY si trabajamos sobre el resultado, por ejemplo me aceptó un copa de vino o me rechazó un cigarrillo.
Y gracias Lucía por secundarme, pero es que uno ya está en un sin vivir con el capítulo.
Gracias a todos y todas las que habéis aportado vuestra idea para ayudarme a mejorar el texto. Ya está corregida esa tanda. Ahora, como os dije, me enfrento a a una tanda de "disfrutes", ocho en total que no os voy detallar para no aburriros pero que son una multitud en un texto de este tamaño. Parezco aquel cazador gruñón que perseguía, escopeta en ristre, al conejo de los dibujos animados.
ResponderEliminarEstaba pensando en ofreceros la lista de las correcciones pero creo que será mejor que la veáis en el propio texto cuando se publique.
ResponderEliminarBruto ármate de paciencia que Mario está en modo Yauta (grandisimo monstruo de ciencia ficcion) cazando gazapos.
ResponderEliminarMario, por mi no te prives, me lo paso muy bien pensando en alternativas a las redundancias que quieres corregir y estoy segura que a más de uno le pasa lo mismo. Por favor, publica tus ocho disfrutes. Parece un titulo de la saga de Grey o peor: Los ocho disfrutes de Mario, jajajaja.
ResponderEliminaryo quiero saber que estas haciendo con el cpitulo que viene, lo que nos has dejado ver de lo que haces corrigiendo me ha gustado mucho, ¿por que nos vas a privar de disfrutar la poda del disfrute? (a que me ha quedado bien)
ResponderEliminarAnda, se bueno, no nos hagas rogarte.
Estoy con Lucia, por mi puedes publicar esa lista de disfrutes, así nos entretenemos hasta que publiques el siguiente capítulo.
ResponderEliminarBruto.
ResponderEliminarSoy conocido por mí paciencia, para que te hagas una idea todas las noches le pido al Señor que me dé paciencia, pero ya.
Me parece que Mario quiere concentración, no "ayuda".
Ahora que, los ocho disfrutes de Mario merecen un libro aparte.
Me viene a la cabeza el titulo de una cancion de una cantante que aborrezco. Desesperada. asi me tienes, Mario. ¿cuando piensas publicar? Estamos ya en Octubre, necesito mi dosis, sabes que te vamos a perdonar si hay mas o menos repeticiones de tal o cual palabra, no le des mas vueltas, ¡sueltalo ya, por dios, trata de arrancarlo!
ResponderEliminarTranquilidad, Lucia, todavía no está listo, sigo a la caza de las repeticiones innecesarias que me obligan a romperme la cabeza para encontrar formas diferentes de expresarme y, a veces, renunciar a frases que me gustan pero reconozco superfluas.
ResponderEliminarMientras tanto podéis leer a Holandés errante que hoy mismo a vuelto a publicar después de año y medio de silencio; es uno de los grandes autores de TR y sin duda le da un soplo de aire fresco a la página. No olvidéis darle la bienvenida.
Lucia, estamos todos igual, Mario deja las repeticiones hombre, las imperfecciones es lo que dan salsa a la vida.
ResponderEliminarJeje yo también aborrezco a esa cantante, Mario suéltalo ya deja ir al capítulo, Maruo lo de Holandés errante no cuela.
Siento contradecirte, Apasionado. Holandés errante es uno de los grandes de TR y se merece todo nuestro respeto. Vuelvo al café y la copa. Buen domingo a todos.
ResponderEliminarSe lo bueno que es, lo que quiero decir es que leer a Holandés errante no saciara las ganas que tengo de él siguiente capítulo.
ResponderEliminarHola a todos.
ResponderEliminarMas ganas que tengo yo de leer el próximo capítulo no tiene nadie.
Aún así, creo que no se debiera presionar (cariñosa y educadamente claro está) a Mario para que publique.
Él debe tomarse su tiempo para que el capítulo quede redondo y sin fallos.
Jamás, y he leido mucho relato y novela erótica, he encontrado párrafos de tal nivel de morbo y erotismo como los puestos en boca de Carmen o Mario en el Diario.
Cuando llego a alguno (o algunos) dentro de un mismo capítulo me digo: ¡joder!, no puede haber nada escrito que me cause mayor impacto a nivel erótico, morboso o sexual tan directamente.
Determinadas escenas o párrafos los leo, los releo y suelo guardarlos sueltos en un archivo creado a tal efecto, pensando en cómo es posible que Carmen haga o diga cosas así para ser transcribidas por su marido de esa forma tan brutal a la vez que tan, tan, tan excitante.
Para ello Mario debe trabajar duro en la construcción perfecta de las frases y los hechos aun viniendo, como creo que lo hacen, de experiencias reales de su vida en común.
Dejémosle pues publicar a su ritmo en pos de la calidad del relato.
¿Alguien imagina el dia que termine el Diario y publique el capítulo final?. ¿Que haremos luego sin él?
Mejor pequeñas dosis durante muchos años.
Saludos y oooootra vez mi enhorabuena a mi pareja favorita.
Wiru.
Es cuestión de días, creedme, he pasado la fase de reducir repeticiones y estoy mejorando frases no muy acertadas y puliendo alguna otra redundante. Cosas de última hora. Lo sé, soy un pelín maniático, me lo dicen con cariño más una y más de dos veces. ¿Os queda paciencia?
ResponderEliminarConociéndote Mario, todos tenemos una reserva de paciencia, así que esperar unos días mas no sera tanto sacrificio, Wiru aquí tenemos relato para rato, todavía vamos en el primer año de la nueva vida, pues no a llovido desde entonces.
ResponderEliminarUn saludo Mario y Carmen.
Es buena la espera. Así me pongo al día. Aún voy por el capítulo 120. Saludos y feliz semana.
ResponderEliminarUna frase controvertida del texto suscita un diálogo y el diálogo se vuelve debate. El debate ha provocado que lo que fue una frase se haya convertido en varios párrafos. Ahora hay que corregirlos, depurarlos, adaptarlos e integrarlos en su lugar. Calculo un par de días de trabajo y seis o siete minutos adicionales para el capítulo.
ResponderEliminarAsí es como trabajo. Os va a tocar esperar. Disculpadme.
No te disculpes, la espera se hace larga, pero el nuevo capitulo que llega y tanto hemos esperado siempre merece la pena.
ResponderEliminarSomos nosotros los que tendríamos que disculparnos por impacientes y más yo que también escribo en mis horas libres y se que no todos los días puedo escribir, por el trabajo o por el cansancio acumulado.
Mario, Carmen un abrazo muy fuerte.
Me encantaría ver sin ser vista uno de esos debates, seguro que son muy interesantes. Ya nos contaras cuál fue la frase que motivó todo esto.
ResponderEliminarSi, por favor, ¿no será alguna de las que pusiste para corregir? Yo tengo una favorita, la de la grupa ofrecida. ¿es esa?
ResponderEliminarMe lo habéis pedido, no solo en el blog sino también por mail.
ResponderEliminarLo que provocó el debate y el posterior desarrollo es un breve diálogo al que no tenía intención de conceder mayor recorrido. Sin el contexto que lo rodea poco os va a decir, no obstante ahí va:
—No debe nadar sola, sin nadie que la vigile.
—Y para eso está usted, ¿no?, para vigilarme, ya lo he notado. —Encajó la pulla con una mueca—. No se preocupe tanto, me defiendo bien en el agua, llevo nadando desde que era una niña.
……………
La escena se desarrolla en un barco fondeado cerca de la costa. Si os parece, una vez publicado, comentaré el antes y el después de este fragmento que, cómo he dicho, iba a tener escaso desarrollo.
Si coméntalo Mario, todos te lo agradeceremos.
ResponderEliminarEl yate de Gerardo, lo que no me cuadra es que se traten de usted. hay terceras personas? Me muerdo las uñas hasta los nudillos.
ResponderEliminarEs el capitán del yate..., otro más para la colección.
ResponderEliminarY cuando ya está todo listo, llega el último repaso y entonces se cruza por medio esta escena:
ResponderEliminar"Buceamos a pulmón, pudimos admirar el bullicio de vida a nuestro alrededor y, pasado un tiempo prudencial, subimos a bordo por la plataforma de popa.
Santos apareció cuando nos estábamos secando.
—¿Qué tal?
—¡Genial! —respondí con la emoción a flor de piel—, ha sido una experiencia increíble.
—¿Les apetece tomar algo? —al vernos dudar, añadió—. Vino, cerveza, refrescos; si prefieren un combinado tenemos ron, ginebra, vodka…
No tardó en regresar con una bandeja. Copas, una botella de un excelente vino blanco y algo de picar. Mario me estaba enfocando con el acantilado de fondo, y no vio la mirada de Santos, fue solo un segundo antes de recuperar la compostura, "
¿Y se va a quedar así?, ¿seguro?, ¿nada más? Pues no lo veo.
Y a trabajar.
Mario, esto significa mas retraso verdad?, Sabes, te voy hacer caso y me voy a volver a leer todos los relatos de Holandés Errante, seguro que me da tiempo, eres demasiado perfeccionsta querido amigo.
ResponderEliminarQue le vamos hacer al mal tiempo buena cara, pero como compensación, este mes deberías regalarnos dos capítulos.
Un abrazo muy fuerte Mario y Carmen
Bruto.
ResponderEliminarRemata pero rápido, que nos tienes en un sin vivir.
Me actualicé. Hasta me leí los comentarios de Lucia Lee y Dos Octavas. Mario, confieso que tuve que comprar una libreta para llevar la historia cronológicamente. Siento que son familia. Un saludo lleno de ron, salsa, y guaguancó desde el Caribe
ResponderEliminarAtentos.
ResponderEliminarBruto.
ResponderEliminarMás!!!
Nunca digas nunca jamas. Tras anunciar con un lacónico "Atentos" la inminente publicación....
ResponderEliminar—¡Sorpresa! nos vamos de finde. Qué, ¿contento?
Moraleja: No hagas planes cuando tengas una pareja dispuesta a embarcarse en todo.
Lugasan
ResponderEliminarPues espero que contento...y mucho. La verdad es que esa escusa ha disipado mi ansiedad y mal humor por el retraso en publicar.
Disfruta!!!
No pasa nada Mario, yo sigo leiendo los relatos de Holandés Hernández, la verdad que no recordaba lo bueno que es el condenado, haber si se me pega algo de calidad a mi escritura.
ResponderEliminarEste mes dos capítulos, el que nos debes y el otro por el gran cariño que nos tienes.
Pasad un buen fin de semana.
Ese "todo" suena muy bien.
ResponderEliminarDisfrutad del fin de semana.
Saludos a ambos.
Wiru