Capítulo 199 Yo, Hetaira
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«Aspasia, una mujer de Mileto. Se decía que tenía a Pericles bajo su influencia, pues poseía una inteligencia extraordinaria y una gran habilidad para la conversación.»
(Plutarco, Vida de Pericles, XXIV).
Si bien Plutarco no la llama explícitamente hetaira en este pasaje, la naturaleza de su relación con Pericles y su origen extranjero (Mileto) la sitúan en una categoría cercana a las hetairas influyentes. Su inteligencia y capacidad de conversación eran características valoradas en ellas.
Prólogo
—Hola, nueve.
Así comenzó Mario la labor de zapa. Tenía que haberlo imaginado, se ilusionó con el tatuaje tanto como con todo lo que habíamos emprendido en nuestra nueva vida, no perdía ocasión para lanzarme una andanada, me llamaba nueve cada vez con más frecuencia, y no es que me molestase, acabé acostumbrándome, le seguí el juego. Tal vez no debí hacerlo.
—Qué pasa con Candela, ¿la llamas siete? —le pregunté una vez que en la cama me dijo, «Cómo me gustas, nueve».
—No, no es lo mismo. —contestó tras pensarlo detenidamente.
—Claro, porque a ella no intentas pervertirla. Cómo te conozco.
Llegó Agosto, en dos semanas comenzaríamos nuestras vacaciones de ensueño, supuse que cuando estuviéramos navegando a bordo del yate se olvidaría; mientras tanto el asedio continuaba y yo le dejaba hacer porque en el fondo me gustaba, sabía lo que estaba pasando y no le di demasiada importancia; él es así, me decía a mí misma, jugábamos un juego que a los dos nos reportaba momentos de intenso placer, me había acostumbrado a ser la nueve, participaba gustosa en los juegos secretos que se inventaba en las situaciones más insospechadas, con nuestros amigos, con la familia. Como cuando decía sin venir a cuento que habíamos venido oyendo la novena sinfonía, o proponía volver a ver la novena puerta de Polanski solo para sorprenderme y probar a sacarme una sonrisa cómplice. Sabía lo que estaba haciendo, le dejé hacer.
Pasó el verano, pasó Gerardo, pasó Santos. El mundo colapsó en Septiembre. Cuando mi vida empezaba a recobrar la normalidad, Mario viajó a Sevilla y regresó eufórico por el éxito del proyecto, por el reencuentro con Candela, por algo más que escondía y tardó en darme a conocer. Llegó Navidad y superamos el desencuentro a causa de la mentira desvelada por Roberto.
Así llegamos al día en que me lo propuso.