Música para acompañar la lectura

Hey Joe Willy De Ville   Canned Heat, On the road again

25 abril 2024

Capítulo 186  Fuego cruzado (2) 


Tiempo aproximado de lectura: cuarenta y dos minutos.


Subí a la sala del crimen

le pregunté al presidente

que si es delito el quererte,

que me sentencien a muerte.


Pedro Infante



«No me llames si es lo que quieres, pero dime qué excusa has puesto para justificar mi ausencia»

Envié el sms y me tiré en la cama, el efecto de toda una noche de excesos cayó a plomo sobre mí. De camino había previsto cambiarme de ropa, maquillarme para ocultar los estragos y salir de inmediato hacia el gabinete. Nada de eso. Estaba anulada, sin fuerza ni ganas de moverme. Diez minutos, pensé, solo necesito diez minutos.

Media hora después, arrastré mi cuerpo hasta el borde de la cama y conseguí sentarme, otro empujón y estaba en pie dispuesta a ducharme, comer cualquier cosa y arreglarme para hacer acto de presencia.

Al salir de la ducha escuché el teléfono. Llegué a tiempo antes de que, quien fuera, colgase.

05 abril 2024

Capítulo 185  Fuego cruzado (1)


Tiempo aproximado de lectura: cuarenta y un minutos.


«El tiempo escapa como la arena entre los dedos.»

(Meine liebe Oma)



Llegué a la Sierra pasadas las doce del mediodía porque quise darles margen a la despedida. Carmen me recibió radiante, como suele estar después de una noche en la que ha habido buen sexo. Teníamos por delante todo el fin de semana, nos acercamos al pueblo, tomamos el aperitivo, comimos en el restaurante de su tocaya. Entre plato y plato me contó los recortes aprobados en la reunión del consejo; la economía se enfriaba, yo le expresé mis temores por el futuro de la fusión. ¿Qué hacíamos hablando de trabajo? Nos trajeron los postres y atacamos otros temas: la familia, Emilio. Paseando por el parque hacia casa preguntó por Elvira, por Candela, yo me mordí la lengua y evité mentar la soga en casa del ahorcado. Subiendo la última cuesta sucumbí a la curiosidad por saber qué tal le estaba yendo con Jacobo.

—¿Volverá?

Carmen se asomó a la cocina.

—Estoy segura, en cuanto arregle las cosas con Reyes.

07 marzo 2024

Capítulo 184 Fuego


Tiempo aproximado de lectura: treinta y cinco minutos.


Espera un poco, un poquito más

Para llevarte mi felicidad

Espera un poco, un poquito más

Me moriría si te vas


(La nave del olvido, 1970)



¿Qué hacía todo el mundo en el hall?

No sé cómo fui capaz de mantener el aplomo y mostrar solo una expresión de sorpresa. Tampoco me dedicaron demasiada atención, estaban ocupados en difundir la noticia. ¿Había oído bien? Ángel estaba vivo. Fingí escuchar cuando en realidad trataba de contener el aluvión de emociones. ¿Cómo debía afrontar el reencuentro?, ¿cuál sería su reacción al verme? No conseguía librarme de un lastre de culpabilidad acentuado por algunos gestos de mis compañeros y del propio Ángel, el cual había hablado con Andrés y con diversos jefes de departamento, sin embargo no había hecho intención de ponerse en contacto conmigo; era una señal indiscutible de lo que pensaba sobre mi cambio de decisión. Pasé el fin de semana buscando motivos para estar activa y no pensar, Mario estaba al tanto y con buen criterio dejó que la montaña rusa emocional siguiera su curso. El domingo a última hora había alcanzado la fase de aceptación, estaba dispuesta a afrontar el encuentro.

20 febrero 2024

Capítulo 183 Los ausentes


Tiempo aproximado de lectura: veintiséis minutos.


La reunión en la sombra 


—Gracias por atenderme. Supongo que, con lo sucedido, estarás muy ocupado.

—Descuida. Tú dirás.

Dedicó una mirada al cabestrillo bien sujeto al hombro y al brazo, entendió que no me apetecía hablar del accidente y fue directo al grano.

—Aquí estamos, el marido y el…

—El amigo, el amigo de la esposa. Vamos a empezar desde esa perspectiva y luego, ya veremos.

—Es la faceta más importante de nuestra relación, aunque te cueste creerlo.

—Me cuesta poner orden a todos los aspectos de vuestra relación. No dudo del valor de vuestra amistad, lo que no sé es qué lugar ocupa.

—El primero, amigos ante todo. 

—Quién lo diría.

02 febrero 2024

Capítulo 182  Los retos abiertos 


Tiempo aproximado de lectura: treinta y seis minutos.


Días del futuro pasado 

Acompañadme, demos un salto en el pasado hacia el futuro que ya está en el pasado.


Verano del dos mil tres, una noche cualquiera del mes de Agosto. 

Me hubiera gustado despertar entre sábanas de satén blanco, la noche lo había merecido, pero nos alojábamos en un complejo hotelero, hubiera sido mucho pedir. Nos despejamos con una larga ducha y bajamos a desayunar apurados de tiempo a punto de encontrar cerrado el comedor. Después, nos preparamos y salimos a pasar una mañana tranquila de playa.

—¿Qué quieres?

—Zumo de piña.

—Ahora vuelvo.

Esperé en la tumbona a resguardo del sol bajo un gran toldo. No le había querido decir nada a Mario, aquel hombre no me quitaba ojo desde que llegó. Da igual, estoy acostumbrada y más haciendo top less como la mayoría de las chicas a mi alrededor. Lo que nos diferenciaba eran los aros en mis pezones, unos aros idénticos al del ombligo y a los pendientes. Había ignorado los reiterados toques de atención de mi conciencia que exigía prescindir de la parte más llamativa de aquel precioso juego de seis piezas antes de bajar a la playa, un valioso regalo de… dejémoslo ahí. No había motivo, salvo librarme del insistente acoso de algún que otro mirón como este, pesado e impertinente. Nos habíamos cruzado. No exactamente: yo fui a refrescarme a la orilla, pasé cerca, al llegar esquivé unos niños y me entretuve con la marea empeñada en robarme la arena bajo los talones. Lo vi a pocos metros, ¿me había seguido?, miraba hacia mí con descaro, como si nos conociéramos. No le di mayor importancia, nadé un rato y volví al toldo, me sequé aún de pie y al levantar la vista lo encontré observándome. Sí, me conocía, sin embargo yo no recordaba haberle visto jamás. Esto sucedió diez o quince minutos antes de que Mario propusiera ir a por algo de beber y, durante ese tiempo, caí en la tentación de dar alguna ojeada. Siempre lo encontraba esperándome, declarando que él sí me conocía.

A poco de irse Mario, el desconocido se acercó, miró alrededor y se puso en cuclillas.