27 diciembre 2007

Capítulo 8

(Tiempo aproximado de lectura: 16 minutos)


Me quedé con el teléfono en la mano sin reaccionar. De Carlos me podía esperar algo así, lo que me dejaba fuera de juego era que Carmen hubiera aceptado salir con él, ¿Qué habría hecho Carlos? ¿Cómo se habría propasado?..

Carmen se estaba terminando de secar el pelo cuando sonó el teléfono de la habitación, salio del baño y lo cogió

- “¿Si?”
- “Buenos días” – enseguida reconoció la voz de Carlos, no pudo evitar que una sensación de desasosiego la invadiera; Era una tontería, pero estaba desnuda aún y el hecho de hablar con él la inquietó, como si pudiera adivinarlo.
- “Buenos días, ¿Cómo es que me llamas?”
- “Estoy abajo, en recepción, esperaba que quisieras desayunar conmigo” – Carmen sintió los nervios apoderarse de su estómago
- “¿Qué haces aquí?” – su tono era serio, como si hablase con un chiquillo encaprichado
- “Me apetecía volver a pasar un rato contigo, charlando, tomando un café y una tostada, luego me voy al curso y ya ves con que poca cosa me harías feliz” – ella miró la hora.
- “¿No deberías estar ya en el curso?”
- “Estoy haciendo pellas por ti” – una sonrisa brotó espontánea en su rostro, resultaba ingenuo, casi infantil
- “Solo un café y te vas ¿de acuerdo?” – se debatía entre negarse o permitirle cortejarla de nuevo, esa sensación le gustaba. Sabia sus deseos, sus intenciones y eso le concedía una carga de morbo extraordinaria a esa cita.
- “Prometido” – su voz sonó alegre.

16 diciembre 2007

Capítulo 7

(Tiempo aproximado de lectura: 14 minutos)


- “Mario, ¿te puedo preguntar una cosa, en confianza?” – un cosquilleo recorrió mi espalda
- “Carmen y tu… en fin, tengo la impresión de que lleváis una relación muy… digamos liberal”
- “Dentro de un orden, si; nos gusta experimentar cosas nuevas” – improvisaba sobre la marcha, aunque estos días había imaginado cien veces una escena como ésta, no estaba preparado del todo.
- “Os escuché hablar antes, cuando íbamos al restaurante” – sonreí dándole a entender que sabía a lo que se refería – “Parece que tu dejaste a Carmen con vuestros amigos y que ha pasado la noche fuera, con ellos… es decir…” – le interrumpí, ya tenia una frase preparada desde el día anterior, una frase que quería escucharme a mi mismo decir

12 diciembre 2007

Capítulo 6

(Tiempo aproximado de lectura: 14 minutos)


A las ocho y media de la mañana salí de la habitación intentando no despertarla, puse el cartel de “no molestar” en la puerta y desayuné algo rápido en el buffet del hotel; al llegar al curso encontré a Carlos saliendo del aula

- “¿Buenos días, iba a tomarme un café, ¿te vienes?” – por supuesto que iba, se me ofrecía la posibilidad de empezar el juego antes de lo previsto
- “Pues si” – dije fingiendo un bostezo – “un café doble no me vendrá mal”
- “¿Noche agotadora? – había entrado al trapo, la miré y sonreí con complicidad
- “No se ni a la hora que volví al hotel” – había empleado el singular intencionadamente pero pareció no captarlo
- “Se alargó la sobremesa, ¿mereció la pena?” - ¿Por dónde debía pillar ese comentario? No quería ir al grano inmediatamente

06 diciembre 2007

Capítulo 5

(Tiempo aproximado de lectura: 13 minutos)



La encontré sacando de las bolsas la ropa que se había comprado, me acerqué a ella y la rodeé con mis brazos, aspiré el olor de su pelo.

- “No me dio tiempo de advertirte cariño, lo siento”
- “Siempre tienes que salirte con la tuya, ¿no?” – no tenía excusa y pensé que empeoraría las cosas si trataba de inventar una.
- “Me dejé llevar, cuando quise reaccionar ya lo había dicho”
- “¡Ah vaya! Me vas a decir ahora que no pudiste controlarte” – no acababa de saber con exactitud si estaba enfadada, muy enfadada o solamente molesta, esa falta de seguridad me hacía ser cauto
- “No, es cierto, probablemente podría haberme callado pero reconocerás conmigo que tu personaje ha ganado mucho en mi versión” – esperé su reacción, me la había jugado en una mano, ahora podía suceder de todo, desde que me mandase a la mierda hasta que me siguiese el juego.

03 diciembre 2007

Capítulo 4

(Tiempo aproximado de lectura: 7 minutos)


La actitud de Carmen me comenzó a inquietar, temía que su despecho la llevase a comportarse de una forma que luego se arrepintiera, su carácter le hace tolerar mal los engaños y, aunque había intentado avisarla, estaba seguro de que consideraba mi conducta como una trampa premeditada.

Centrado en estos pensamientos, había perdido el hilo de la conversación, Carlos contaba anécdotas de su juventud y de los primeros años de carrera y Carmen me ignoraba ostensiblemente; me estaba castigando eso estaba claro, lo que no sabía era hasta donde iba a llevar su castigo. Carlos, consciente del interés que parecía provocar en Carmen, jugaba todas sus cartas sin ningún reparo hacia mí; En realidad era yo mismo quien le había dado pie para ello, poco me había faltado para obligarle a venir al almuerzo y mis argumentos en ese sentido habían sido mas que una insinuación, no me podía por tanto extrañar que lanzase toda su artillería contra mi mujer.

Y ella… ella derrochaba encanto, ese encanto natural tan alejado de la coquetería y de la vanidad que la hace irresistible como amiga, pero también como mujer. Si hubiera sido otra habría pensado que estaba coqueteando con él, pero en ella esa capacidad de seducción es tan natural, que es difícil sustraerse a su encanto.