29 abril 2008

Capítulo 17 

(Tiempo aproximado de lectura: 8 minutos)


Pasaron los días, las semanas y yo no conseguía librarme de estas ideas, seguía mirando a Carmen como si de una mujer diferente se tratase, más libre, más audaz, incluso… menos mía. El hecho de que Carlos le hubiera tocado el coño era lo que más me impactaba; era un antes y un después para mí. Carmen era otra.

Por su parte Carmen también evolucionaba en su forma de recordar lo sucedido; si al principio parecía desbordada por los recuerdos, sumida a veces en un pudor que le hacía asombrarse de lo que había sido capaz de vivir, pasó luego a una fase en la que, a medida que el tiempo la alejaba de Carlos y de Sevilla se fue liberando de las censuras y prejuicios que al inicio limitaban de alguna manera el profundo placer que le provocaba compartir conmigo el recuerdo de Sevilla.

Al principio era yo quien iniciaba el tema durante los preliminares de nuestros momentos de sexo; Carmen se resistía a entrar en el juego pero siempre acababa jugando y disfrutando de los argumentos que yo creaba mezclando la realidad vivida con mis deseos de lo que hubiera podido suceder.

Le intrigaba conocer qué es lo que yo sentía al verla con Carlos, me interrogaba y mis respuestas le provocaban un intenso placer; Mi relación con Elena era el otro asunto sobre el que buscaba detalles, tuve que superar la sombra de inseguridad y remordimiento que me producía vivirlo como una mentira pero cada detalle que le contaba la sumía en un placer de una intensidad inusitada que a su vez disparaba mi propia excitación. Nos decíamos en esos momentos cosas que, fuera de la alcoba, éramos incapaces de reconocer.

Poco antes de salir de vacaciones, una tarde de viernes, quedamos con mis cuñados para salir a cenar, estábamos a finales de Julio, una noche especialmente calurosa; Dejé a Carmen arreglándose y bajé al perro a la calle, al volver la encontré en la habitación con un tanga burdeos que le había regalado días antes. Estaba descolgando el vestido que usó la última noche en Sevilla, no se lo había puesto desde entonces y aquello me provocó una excitación morbosa, sobre todo porque se disponía a ponérselo sin sujetador, algo poco habitual tratándose de una reunión con sus hermanas y sus cuñados. Cuando lo tuvo puesto, me acerqué por detrás y la rodeé con mis brazos besándola en el cuello ante el espejo del armario.

07 abril 2008

Capítulo 16

(Tiempo aproximado de lectura: 15 minutos)


Durante la comida ambos evitamos hablar de Carlos, intentábamos aparentar una naturalidad que no sentíamos; Ninguno de los dos afrontó la conversación.

Casi en los postres Carmen abordó de nuevo el tema

"Quizás tengas razón, lo mejor será no provocar situaciones ambiguas que le hagan hacerse ilusiones, ya ha sido bastante violento cuando comenzó a insistir"

"Es lo mejor, si le damos más oportunidades podemos vernos en una situación desagradable"

Volvimos al hotel dando un paseo, la tensión se había reducido, aún así me seguía preguntado qué era en realidad lo que yo deseaba, notaba una especie de desilusión por abortar la cita de la tarde, al mismo tiempo me sentía aliviado; En ese momento tuve claro que lo mejor era evitar el encuentro, ninguno de los dos estábamos preparados para mas, ninguno de los dos sabíamos lo que queríamos.

A las cuatro y media salimos del hotel rumbo a la autovía, nos esperaba un largo viaje hasta Madrid.

Carmen echó el respaldo del asiento hacia atrás y se amodorró durante una hora, quizás buscaba aislarse un poco y evitar el tema, yo por mi parte agradecí ese tiempo de silencio en el que mi cabeza intentó hacer balance de lo sucedido en esos días; La carretera estaba poco concurrida a pesar de ser viernes y conducía cómodamente.

El sonido de mi móvil rompió ese tiempo de silencio, ya antes de cogerlo supuse que sería Carlos, se había adelantado a la llamada que tenía previsto hacerle para excusarnos.

"Sí, Carlos"

"¿Qué tal? ¿habéis terminado ya, supongo" – me mantuve en silencio un instante componiendo la mejor frase.

"En realidad hemos salido ya, te iba a llamar en cuanto parásemos" – Carlos tardó en contestar.

"Joder Mario, ¿tanta prisa tenéis? Habíamos quedado en despedirnos" – su voz sonaba dolida.

"Lo sé, pero se complicaron las cosas…" – la miré pidiendo su aprobación al tiempo que improvisaba – "… Carmen recibió una llamada y decidimos interrumpir la sobremesa" – ella se encogió de hombros al escuchar mi excusa.

"¿Algo grave?"

"No, en absoluto, pero preferimos llegar pronto a Madrid"

"En fin, lo siento mucho, me hubiera gustado despedirme de Carmen, ¿me la puedes pasar?" – se lo hice saber mediante un gesto y ella negó con fuerza; Insistí, no había excusa razonable para no hablar con él – "¿Estás ahí?"

"Si, un segundo, había perdido cobertura, te la paso" – le ofrecí el móvil a Carmen que dudo en cogerlo de mi mano, al final con un gesto de fastidio lo tomó.