Capítulo 20 La prueba (2)
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Pasamos el fin de semana en casa, yo no podía evitar hacer alguna alusión a la prueba que me había planteado y de la que apenas tenía datos, quería saber más y Carmen parecía disfrutar frustrando mi curiosidad.
La semana transcurrió con cierta tensión flotando en el ambiente, yo no quería ceder a la presión que Carmen intentaba ejercer sobre mi y por eso evité preguntarle, aparentando un desinterés que en absoluto sentía. El viernes a media mañana sonó mi móvil en plena reunión; era Carmen y corté la llamada, ella sabía que si hacía eso la llamaría más tarde, a los pocos minutos recibí un sms que no abrí hasta media hora después, al acabar la reunión. Era de Carmen y decía así
"Como con Roberto, no me esperes para el gimnasio tq"
Roberto, uno de los socios del gabinete en el que trabajaba, el típico investigador transmutado en ejecutivo, desvinculado cada vez mas de la actividad profesional, ególatra, vanidoso, prepotente y machista, ¿qué pintaba Carmen almorzando con semejante ejemplar? Quizás algún asunto del gabinete que requería… no, no tenía sentido; Entonces caí en la cuenta: la prueba, ¿Acaso Carmen intentaba jugar la baza de los celos? No podía ser, no era tan ingenua como para pensar que caería en la trampa. Contesté escuetamente el sms.
"no cuela"
No hubo respuesta; a la una y media intenté hablar con ella pero me colgó. Esperé pero tampoco esta vez respondió; A las dos y media salí del despacho y me fui a casa.
No estaba allí, miré el contestador sin encontrar ningún mensaje; volví a leer su sms "no me esperes para el gimnasio" ¿Cuánto tiempo pensaba estar de sobremesa? Los viernes solemos ir al gimnasio sobre las seis.
Tuve que reconocer que si Carmen intentaba ponerme nervioso lo había conseguido estaba inquieto, pero intenté seguirle el juego; me dije a mi mismo que ella pretendía exactamente esto: ponerme nervioso, hacerme dudar de ella; Sonreí y me armé de toda la seguridad que encontré en mí, pero mi cuerpo denotaba tensión.
El sonido del móvil me sobresaltó, vi que era Carmen, descolgué y escogí mi tono de voz más neutro
• "Hola cariño" – respondí; escuché el sonido típico de un lugar concurrido, quizás un restaurante.
• "Hola cielo, recibiste mi mensaje verdad?"
• "Claro, y tu recibiste el mío, no disimules"
• "Llegaré un poco tarde, vete tú al gimnasio y luego te llamo" – hubo un silencio en el que intenté elegir la frase adecuada para demostrarle que no me tragaba su treta pero no tuve ocasión – "por cierto, Roberto me acaba de preguntar por el congreso de Enero, te lo paso y le cuentas, vale? Un beso" – Ni siquiera tuve tiempo de contestar aunque si lo hubiera tenido no habría sabido qué decir, enseguida escuché la voz ampulosa de Roberto, haciéndose el "amiguete", le escuché casi sin entenderle y le contesté brevemente prometiéndole más información – "se la das a tu chica, que como la tengo cerca todos los días ya me la pasará" - ¡imbécil! Este cretino pensaba que podía hablar de Carmen como "mi chica" y tratarme como si fuera un subordinado suyo solo porque ella trabajaba en su empresa.