13 noviembre 2008

Capítulo 35  El regreso

(Tiempo aproximado de lectura: 27 minutos)


El blanco techo de la alcoba se convirtió en una pantalla sobre la que mi mente proyectaba las imágenes que había creado escuchando a Carmen; Eran las cuatro de la madrugada y ninguno de los dos podíamos conciliar el sueño, estábamos abrazados, con los cuerpos pegados como si la más mínima distancia entre nosotros nos estorbase. 


Me sentía… absolutamente superado por los acontecimientos, no podía acabar de creer lo que había escuchado de su boca, intentaba sin éxito salir de la conmoción que me había provocado su relato. En realidad había alcanzado mi objetivo, lo que llevaba deseando tanto tiempo y mi reacción mientras me lo contaba fue una desbordante excitación que me hizo llegar al orgasmo varias veces, tal había sido la intensidad de mis emociones.


Había imaginado cientos de veces esta escena: Yo esperando su regreso, con el corazón palpitando descontroladamente por la emoción de saberla con él y por la intriga de no poder predecir qué estaría ocurriendo; y luego, exactamente lo que había pasado: una explosión de amor y sexo mientras ella me contaba lo sucedido.


Pero no esperaba tanto, me había hecho a la idea de que Carmen sucumbiría a sus besos, a sus caricias; Aunque mis fantasías me llevaron a imaginar escenas como las que realmente habían sucedido me daba perfecta cuenta de que en realidad no estaba preparado para escuchar lo que mi esposa me acababa de contar. La realidad superaba con creces cualquiera de las hipótesis que había barajado mientras la esperaba.


Ahora, con su cuerpo pegado al mío, sintiendo su tranquila respiración en mi pecho, intentaba descubrir en mi interior cualquier rastro de dolor, celos, angustia o miedo.


Porque a pesar de la imparable excitación por la que había pasado, sentía un vacío en el pecho, un agujero profundo que me atravesaba, era algo irracional que no encajaba con mis emociones, me sentía pletórico, feliz, ilusionado por lo que estaba por venir ¿por qué entonces sentía casi físicamente ese hueco en mi?


- “Apaga la luz” – me dijo Carmen somnolienta, eché mi brazo hacia la mesilla y apagué la lámpara.

- “Buenas noches cielo, intenta descansar un poco”

- “Buenas noches, te quiero” - musitó.