23 noviembre 2014

Capítulo 87 Lejos, cada vez más lejos

(Tiempo aproximado de lectura: 28 minutos)


(Sábado)


 23nov14


Perversa. No se le ocurre otra palabra. Sin embargo, los recuerdos que la han llevado a calificarla de esa forma no le desagradan, quizás deberían provocarle rechazo. Lo intenta pero, muy al contrario, solo consiguen despertar un profundo murmullo de tortuoso placer.

Perversa, Claudia ha sido perversa, depravada, retorcidamente viciosa.

Empezó a ser perversa cuando la dejó sola en la alcoba cerrando tras de sí la puerta del cuarto de baño, envuelta en un mar de confusión. ¿Tenía que abrir la cama antes o después de prepararle la infusión? ¿Estaba allí para follar con ella o era una jodida criada?

No suele hablar mal pero se sentía tan utilizada, tan engañada que lo único que quería en aquel momento era aporrear la puerta del baño y, por primera vez en su vida pronunciar unas palabras que aborrecía: “¡Vete a tomar por culo!”. Luego cogería su bolso, llamaría a un taxi y saldría de allí.

Sin embargo, se quedó quieta, sintiendo como su pecho subía y bajaba atropelladamente, mientras su mente componía una escena en la que entraba en el baño y le cantaba las cuarenta a esa mujer, “¡pero tú quién te has creído que eres!”. Así una, dos, infinidad de veces, reelaborando la escena, haciéndola más compleja, consiguiendo encenderse más en lugar de calmar esa sensación de haber sido humillada sin ningún motivo.

07 noviembre 2014

Capítulo 86 Desesperadamente

(Tiempo aproximado de lectura: 41 minutos)


(Viernes noche)


Los mullidos sillones las recogen en una penumbra que no las oculta del todo. Besos cargados de deseo, caricias marcadas por los nervios de una urgencia a la que Carmen se rinde. El cuerpo de Claudia la cubre y la blusa abierta deja al descubierto sus pechos para que la nueva pupila los bese y los muerda con delicadeza, Claudia domina, dirige, la guía y ella se deja guiar. Lame, succiona, entierra su rostro entre las dos colosales mamas esculpidas a fuerza de gimnasio y cirugía. A Carmen le excitan los ojos curiosos de quienes las ven jugar, ya no se esconde, no rehúye las miradas; al contrario, provoca, incita con esos ojos profundos que una vez turbaron a tantos varones y hoy excitan a hembras que mueren por ocupar el lugar de quien la posee. Se sabe deseada, ¿por qué no dejarse querer y olvidar tanta pena?

Olvidar. Sumergirse entre los senos de Claudia, cerrar los ojos, nublar la mente, hacerse otra vez pequeña entre los pechos de una mujer madura y buscar cobijo donde ocultarse del mundo. Aunque solo sea por unos minutos necesita olvidar el agudo dolor que le ha provocado con su certero aguijón. “Estás enamorada de Carlos, quizás por eso has lanzado a tu marido a los brazos de otra mujer, para poder sentirte libre de amarle sin trabas, sin remordimientos”.