Capítulo 99 Juntando las piezas
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Mullido. Es la palabra que se le viene a la cabeza para definir las sensaciones que tiene en ese momento. Refugiada en el costado de Tomás apoya la mejilla en su pecho. Está recostada, descansa el brazo en su estómago y ha subido el muslo sobre el de él. De ese modo consigue un precario equilibrio que le evita caer de vuelta a la cama.
Tomás es más grueso de lo que aparenta vestido pero es mullido, blando, de tacto suave y agradable. Tiene una capa de vello corto, seguramente se lo arregla con regularidad. Sus axilas aparecen cuidadas, exentas de antiestéticas melenas. Huele bien, no identifica la colonia que usa pero más allá percibe el aroma masculino, olor a hombre, limpio, excitante.
Le sorprendió desde el primer instante. Los besos en el hall parecían no pedir nada más, solo caricias suaves, sensuales. Caricias expertas que buscaban agradar, excitar la piel sin buscar lo obvio, lo que la mayoría de los hombres pretenden en segundos. No, Tomás no tenía prisa, parecía estar más preocupado por dar placer, por conocer su silueta. No, definitivamente no tenía prisa por salir de aquel pequeño hall.