Capítulo 104 La impúdica verdad
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He intentado subvertir su plan pero es implacable. Tiene un orden establecido y debemos mantenerlo, dice. No entiende mi interés en remontarme hacia atrás y tampoco puedo presionar demasiado. Debo encontrar el momento para mi confesión.
Encauza la sesión. Hace un quiebro que no esperaba. Claro, es muy hábil; cada vez la respeto más como profesional. Me cede la palabra, me deja al borde de otro abismo.
Cómo me enteré de que estaba en casa de Doménico.
Se está soltando la mampostería de la chimenea.
Hay tanto que arreglar en esta casa…
Que cómo me enteré.
No sé si necesito volver a pasar por esto.
—¿Cómo lo supiste?
Me ha concedido tiempo. Puede que haya seguido la deriva de mis ojos, que se haya fijado en cómo he acariciado la piel gastada del sillón, cómo he mirado al techo con ojos de Serrat. Sí, la verdad es que al techo le hace falta una mano de pintura. Y en cuanto al sillón, no lo pienso tirar, lleva tanto tiempo conmigo que es más que un viejo mueble, tiene mucha historia.
Que cómo me enteré.