13 marzo 2018

Capítulo 106 Es mi momento

(Tiempo aproximado de lectura: 67 minutos)


Jueves


—¿Sabes?

Ese momento dulce que precede al sueño, ese instante en el que la conciencia se va diluyendo en la bruma de una manera difusa, placentera hasta que desapareces quedó interrumpido por la voz de Carmen que susurraba una breve pregunta. No moví un músculo; estaba tan bien pegado a su cuerpo que interrumpí la inminente caída a la profundidad y mi boca musitó algo parecido a una respuesta.

—Estabas dormido, perdona.

—No, dime —giré el cuello para buscar en la oscuridad su rostro que me rozó la mejilla.

—Anda duerme —insistió con un dulce beso.

Deslicé el brazo hasta alcanzar su cadera, seguí la curva hacia atrás y le propiné un suave cachete.

—Si me dejas con la duda ya no me voy a poder dormir.

Me apretó con el brazo que rodeaba mi cintura, noté su sonrisa pegada a mi cuello.

—Estaba pensando…

Me giré hasta quedar boca arriba, inmediatamente ella se refugió en mi pecho, a medio camino de abalanzarse sobre mí; un muslo encima de los míos, su brazo sobre mi estómago. Una de nuestras posturas favoritas tan habitual que la ejecutamos sin pensar.

—No sé si todo esto nos va a pasar factura Mario. 

—¿A qué te refieres?

—Pues que una cosa es verlo aquí, en terapia, de una manera aséptica, fría, casi impersonal. Pero quizá cuando estemos en casa, dentro de un mes, un año —Un corto suspiro me transmitió su desasosiego—. Algún día me mirarás y… no sé.

—¿Qué es lo que no sabes?

Sentí como se apretaba a mi cuerpo buscando cobijo; respondí a la llamada y la recogí entre mis brazos.

—Han sido tantas cosas, tantas. Un día puede que lo recuerdes y entonces..

Esperé, todavía tenía que mucho decir, no era el momento para interrumpirla.

—Puede que te preguntes ¿de dónde vendrá? ¿con quién habrá estado? ¿habrá vuelto a ver a…? Y es lógico, he hecho cosas para las que no hay justificación alguna.