17 octubre 2019

Capitulo 125 Vértigo

(Tiempo aproximado de lectura: 42 minutos)


Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra,

traspasado por un rayo de sol:

y enseguida atardece.

Salvatore Quasimodo



—Voy a meter una pizza en el horno, ¿te apetece?

Salió del cuarto de baño y se detuvo para preguntarme. ¿Qué podía decir? Me quedé absorto en la tupida mata de vello de su pubis que poco antes había mordisqueado. En los oscuros pezones, remate de unos breves pechos que apenas repuntaban cuando se plantaba así, erguida sobre las plantas de los pies como si fuera a remontar el vuelo. Me perdí siguiendo el trazo de la sinuosa forma de las caderas, un suave perfil que marca el camino desde el valle de su cintura hacia los muslos sin romper la armonía. 

—¿Me atiendes? —preguntó conteniendo una sonrisa de disimulado orgullo.

—¿Qué decías?

Se acercó a la cama despacio.

—Mírame a la cara cuando me hables. Eso no te ve ni te escucha, ni te va a responder. 

Para cuando terminó de regañarme estaba frente a mí. Clavó una rodilla en el colchón y… eso, quedó a la altura de mi cara. Un potente aroma de mujer me inundó el cerebro.