Capítulo 131 Sexo, mentiras y coñas marineras
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Miércoles, diecisiete de Mayo de dos mil
Todo fue por culpa de aquella maldita llamada. Me cambió el humor y alteró la perspectiva con la que enfoqué el resto del día. Estoy convencida de que las cosas hubiesen discurrido de otra manera de no haber sido por aquella maldita llamada. Por muchas vueltas que le di no le encontré ningún sentido. ¿A qué venía después de tanto tiempo?. Esa llamada me afectó más de lo que en un principio creí y varió el curso de los acontecimientos.
—Te ha llamado el doctor Huete, dos veces.
Ni buenos días. Paloma me recibió dándome el aviso; de pie a su lado la secretaría de Andrés y Josefina, de contabilidad, se mantenían con un café en la mano como si fueran espectadoras de un acontecimiento.
Roberto, la última persona a la que esperaba.
—¿Ha vuelto? —Qué tontería, me arrepentí nada más preguntarlo porque denotaba un interés que en absoluto sentía.
—¡Qué va!, lleva dos semanas en Nueva York y el domingo vuelve a Colorado.
Parece que habían estado de charla mientras esperaban mi llegada, seguro que le habían puesto al corriente de mi accidentada trayectoria. No hice ningún otro comentario y seguí hacia el despacho.
—¿Si vuelve a llamar te lo paso? —Me volví y la fulminé.
—A ver, piensa.
Ya dentro cerré la puerta y traté de rebajar la ansiedad, ¿qué podía querer Roberto a estas alturas?, lo aparté y me dediqué a inspirar y espirar con calma mientras miraba por la ventana. Poco después el teléfono desbarató ese amago de relajación.
—Te paso al doctor Köhler.
Atendí a mi colega de Berna con el que manteníamos un proyecto de colaboración muy estrecho. Nada más colgar tuve otra entrada de Paloma.
—Te ha vuelto a llamar el doctor Huete, dice que es muy urgente.
—Pásamelo en cuanto llame.
Debía de serlo para estar llamando a las…, hice un cálculo rápido, allí debían de ser las tres y media de la madrugada. ¿Qué estaba ocurriendo? No tuve tiempo de seguir con mis especulaciones.
—Te paso a Huete.
Me acodé en la mesa. Respiré, respiré.
—¿Qué quieres?
—Yo también me alegro de oírte. ¿Cuánto hace: cinco, seis meses?
—Dime, qué quieres.