Capítulo 155 Reproches
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—Dime.
—Ya estoy fuera.
—Voy a por ti.
—No hace falta, dime dónde.
Llegué en veinte minutos a un local que ya conocía cerca de Plaza de España; me costó localizarlo, había demasiado humo y demasiada oscuridad. Rechacé el beso, estaba enfadada con él, con su mujer, con Sara y conmigo misma por haber accedido a todo; a montar la encerrona a Claudia y a interpretar el numerito de mi mamá está enferma.
—Cuéntame: quién es esa bollera.
—Si vas a empezar con esas me marcho.
—Tranquila, respira hondo, ya pasó.
—Ya pasó, qué. Te crees muy listo.
Me robó un beso en un descuido, retiré la cara y pronuncié un «déjame» tan débil que no resultó creíble; me rodeó los hombros y lo volvió a intentar, hice ademán de evitarle pero le dejé, claro que le dejé, necesitaba consuelo y el olor de su piel a crema de afeitar y tabaco era lo menos dañino que podía chutarme; me morreó todo lo que quiso y más, se apoderó de mi culo y dejamos que el camarero se fuera sin saber qué es lo que iba a tomar.