12 junio 2021

Capitulo 148   Déjà vu

(Tiempo aproximado de lectura: 32 minutos)


Mi colega Torco, desde el café La Humedad, a cargo de los diálogos argentinos.



—Ahora voy, id pidiéndome una tónica. —les dije a las chicas que ya salían por el portal y me quedé rezagada.

—Ismael, ¿Se puede saber qué está pasando?

—No sé de qué me hablas.

—Las chicas están sorprendidas, dicen que últimamente ni te acercas a ellas, ¿qué coño haces?

—Bah, no pasa nada. De todas formas, ¿no es lo que querías, que me portara bien?

—No, joder, no; se van a dar cuenta de que hay algo; tienes que seguir actuando como siempre.

—¿Quieres que les siga metiendo mano?

—Quiero que seas el mismo, que no cambies, ¿me has entendido?

—Vale, doctora; la próxima vez les tocaré el culo, pero porque me lo has pedido tú.

—¡Vete a la mierda!

—Esa lengua, doctora. Espera, no tengas tanta prisa.

—¿Qué quieres?

—¿Cuándo vas a venir tú solita?, ya sabes que la viagra necesita un tiempo para hacer efecto.

No sabía si había habido rumores entre el vecindario por causa de la revista; por si acaso me estaba dando a entender que se había encargado de sofocarlos y ahora me exigía cumplir mi parte del trato. Mario me había anunciado que volvía por un asunto en magistratura y podría pasar el fin de semana en casa, la noticia me dio oxígeno pero ahora se me complicaban las cosas.


—No te puedo decir, tal vez el jueves. 

—Tal vez, tal vez, eso no me vale. —Miré alrededor, podía escucharnos cualquier vecino que bajase por la escalera.

—El jueves. —me aventuré, ya lo confirmaría con Emilio.

—¿Cuándo, a qué hora? Es que te tengo que sacar las palabras, mujer.

—Pasaré toda la tarde aquí.

—Toda la tarde es…

—Es toda la tarde. Llegaré sobre las cuatro y estaré hasta las siete más o menos.

—Eso es otra cosa, doctora, no me falles.


…..


Apenas comí, se me había quitado el apetito y tuve que hacer un esfuerzo para acompañar a Julia que se presentó sin avisar y me dejó sin margen para montar una excusa. Volvimos pronto y en vista de que no aguantaba los nervios me presenté en el picadero media hora antes de lo previsto. Ismael no estaba en su puesto y esperé el ascensor rogando que no apareciera.

¿Qué debía hacer, esperarlo vestida o prepararme como la última vez que me asaltó? Decidí cambiarme, cuantos menos prolegómenos mejor. Esta vez guardé la ropa en el armario y escogí una camiseta por medio muslo que me quedaba algo ajustada, lo ideal para excitarle y acabar pronto; me refresqué en la ducha sin entretenerme y al terminar de ponérmela sonó el timbre.

—Pasa.

—Cada día estás más buena.

Caminé delante, sabía cuánto le gustaba verme desde atrás; la camiseta se pegaba a mi piel todavía húmeda. Llegué al salón y me volví. Babeaba. 

—Acordamos una cosa, espero que cumplas. Nada más que lo que hicimos el otro día.

—No te preocupes, seré bueno. —dijo acercándose, se agarró a mis caderas resoplando el aliento en mi cara, un aroma a menta me sofocó y aparté el rostro. Empezó a subirme la camiseta con los dedos engarfiados y le detuve.

—Espera, ¿qué haces?

Pero ya era tarde, la tenía a la altura de la cintura y me sobaba el culo haciendo que quedáramos pegados. Empezó a besarme el cuello y de pronto sentí una mano en mi pecho por debajo de la tela, todo estaba yendo demasiado rápido.

—Para, para un momento.

Pero no escuchaba, seguía metiéndome mano por todas partes y me refregaba un bulto duro contra el pubis.

—Vamos, putita, no te hagas la estrecha, si esto te gusta.

Hizo una maniobra rápida que no pude esquivar y me encontré con dos dedos intentando meterse dentro.

—Me haces daño, espera, vamos al cuarto.

No escuchaba, había subido la camiseta hasta las axilas y forcejeaba, levanté los brazos porque no quería encontrarme con la cara tapada y le ayudé a quitármela. Estaba desnuda, tratando de no dejarme someter y cuidando de no enfadarlo porque no podía romper el acuerdo.

—Ven, vamos a la cama. —dije.

Palabras mágicas. Me siguió a la habitación y tomé la iniciativa, le solté el cinturón, no dejaba de tocarme y yo no le puse trabas, abrí las piernas para que me frotara y se puso como loco, así pude bajarle el pantalón. Me encontré con una erección tumefacta que me preocupó, comencé a masturbarlo en medio de un cruce de manos que no lo ponía fácil, me hacía daño pero no protesté, mi objetivo era terminar cuanto antes; esta vez no iba a ser tan sencillo, aquello era una barra candente y él estaba desquiciado, se volcó hacia mis pechos con tanto ímpetu que consiguió tirarme sobre la cama, se echó encima y me los mordió, se había colocado entre mis piernas, vi el peligro y traté de zafarme, me arrastré y él gateó para no perder la ventaja, temí que lograse penetrarme. Reuní todas mis fuerzas y logré girarme con él pegado como una lapa. Bajé y me la metí en la boca. Sin protección, joder, pero no podía hacer otra cosa; blasfemó, me sujetó por la nuca y me la clavó hasta el fondo de la garganta. Tosí, intenté liberarme de la garra pero me cogió del pelo y me la volvió a hundir. Si tenía que ser así, así sería. La empuñé para poner un tope y lamí el glande con todo mi empeño, le masturbé, le acaricié las pelotas, maldijo a mi puta madre y a todos los santos, chupé como una loca y se corrió, pero aquello no perdió ni un punto de su rigor.

—Eres un cabrón —dije después de limpiarme la boca—, esto no es lo que habíamos acordado.

—Es que eres la hostia, doctora, estás tan buena que no he podido aguantar, si es que mira cómo me tienes. Ven, déjame que…

—De eso nada, vístete y vete de aquí.

—No me puedo ir así, joder, hazme algo. —suplicó.

—¿Algo, todavía más? Vete al baño y menéatela. No, hazlo aquí, al baño voy yo.

Entré y me lavé los dientes, de vez en cuando le vigilaba; sentado en la cama se miraba la verga afligido. En el fondo me daba pena.

—No te preocupes, dentro de un rato se te pasará el efecto de la viagra.

—¿Estás segura?

—No la habías tomado nunca, ¿verdad? —Meneó la cabeza como un niño malo.

Me voy a vestir porque si me sigues viendo desnuda no va a bajar nunca.

—No, por favor, a lo mejor si me la… —insinuó haciendo un gesto vulgar.

—Esto es la monda, no creerás que encima te voy a hacer una paja. ¡Por Dios! 

Cuanto más enfadada me veía más asustado parecía. Ismael no podía bajar en ese estado, su mujer lo iba a notar y comenzarían las preguntas, él no iba a saber salir del interrogatorio y podía crearse una situación crítica para Tomás. Y para mí; ¿cómo iba a explicarle lo que había sucedido? Además, tampoco podíamos pasar toda la tarde encerrados.

—Está bien, túmbate.

Me senté en la cama y comencé a pajearle, pero la postura era incómoda. Bordeé la cama y me recosté a su lado, ahora estaba en la posición correcta y reanudé la masturbación, él me cogió una teta y no dije nada, cualquier cosa que ayudara la daba por buena, ahora no era el salvaje que me había atacado con tanta brutalidad, me tocaba el pecho con delicadeza y trabajaba el pezón con el pulgar de una forma que me estaba empezando a afectar; se removió para poder acariciarme la espalda; nos miramos sin decir ni una palabra. Reduje el ritmo, había empezado a hacerlo de una manera desquiciada y no era esa la forma con la que conseguiría mi objetivo; además, no había tenido ocasión de calibrar lo que tenía en la mano, la viagra había logrado dotarlo de una dureza considerable y el glande estaba tan hinchado que sobresalía remarcando el borde; me entretuve saltando con los dedos entre el glande y el tronco y le escuché gemir, me acariciaba la espalda bajando hasta el límite donde la cama le impedía seguir y me removí para darle más, le ofrecí todo el glúteo, tenía que lograr que volviera a eyacular. Parecía otra persona, por eso cuando me cogió el pecho no le había dicho nada, tal vez así acabaría antes, total, solo era una caricia, nada que ver con los apretones de antes, una caricia suave y constante que no dejaba de ser agradable. Me dio las gracias, no lo esperaba y le sonreí; qué sorpresas te da la gente, quién me hubiera dicho que aquel hombrecillo insignificante que miraba con expresión sucia y nos acorralaba en el ascensor buscando tocarnos iba a compartir cama conmigo mientras lo masturbaba. 

No, aquello no bajaba y en cambio a mí me estaba poniendo a cien, maldita sea; se arrimó y me besó en el brazo. —¿Qué haces?, le advertí, aunque no era como antes, no trataba de abusar; apartó la boca, pero no soltó mi pecho. —Esto no baja, le dije, no contestó, parecía estar en una nube, la solté y le acaricié las pelotas, cerró los ojos. —Te gusta, ¿eh?, sonrió sin llegar a abrirlos; pobre hombre, creo que jamás se había visto con una mujer como yo. Cambié de mano, le rodeé con el brazo y lo atraje para que se pudiera reclinar en mi costado, él cambió de pecho y siguió acariciándome de una manera que cada vez me gustaba más y se lo dije: —Lo haces muy bien. Cinco o seis minutos después me convencí de que no íbamos a acabar como no hiciera algo. Le dejé la verga en paz. —¿Qué te pasa, eh, qué te pasa?, traté de reconfortarlo; lo besé en la sien y comencé a acariciarlo por el vientre y el pecho, resopló y aumentó la intensidad con la que me manoseaba la teta. —No sé, no puedo, gimoteó. —Tranquilo, tranquilo. Seguí besándolo por la sien, llevando mis caricias por todas partes, los hombros, el pecho, el vientre y la verga cuando no se lo esperaba; trataba de romper la monotonía en la que habíamos incurrido, Ismael empezó a acariciarme los muslos y se concentró en el delta que formaban, yo sabía lo que quería aunque no hacía intención de forzar un hueco. Aquello se estaba alargando demasiado y no encontraba opciones. Flexioné la pierna y le dejé un resquicio, tal vez así todo se precipitaría, enseguida lo tuve tanteando la vulva, buscando la forma de ahondar; el aliento en mi cuello se aceleró y la urgencia de sus dedos me animaron a abrirme más, no imaginaba que estuviera tan mojada, se escurrió entre los labios. Gemí, no pude contenerme, y volví a gemir cuando penetró limpiamente con dos dedos, despacio, sin detenerse, hasta el fondo. Doblé la pierna y la dejé caer de lado, más no me podía entregar y comenzó a follarme con dos y luego con tres dedos, sin pausa, sin piedad, sin dejar de mordisquearme el cuello y luego la teta. No sé cómo lo hizo, había logrado tumbarme y se había tendido sobre mí; yo jadeaba, gemía, temblaba, si seguía con eso acabaría por correrme. Se me nubló la vista y, no recuerdo qué pasó, debió de ser un minuto, puede que menos. Cuando volví en mí lo primero que vi fue su rostro muy cerca, lo tenía encima, me llevaba en un vaivén y me golpeaba en la vulva. Estaba dentro, joder, dentro; se movía con energía chocando con mi punto más sensible y más inflamado. —¡No, no! era lo único que salía de mi boca, sin embargo mi cuerpo desdecía mis palabras; esa verga que se había resistido a cualquier intento de doblegarla me taladraba implacable y todo mi organismo jugaba a su favor. —¡No, por favor, no!, pero mis brazos se lanzaron a su cuello y mi cintura empezó a danzar al mismo ritmo que sus caderas. —¡Mierda! exclamé sabiéndome perdida, y me entregué al puto conserje. No la tenía grande, pero sí muy dura y me percutía sin piedad acertando con el hueso del pubis en el clítoris; me estaba matando, no había salido de un orgasmo y ya me tenia al borde de un precipicio por el que me iba a despeñar ya, ya, ya.


…..


—Eres la hostia.

—Y tú un capullo. ¿Qué haces? Quita de ahí.

—Es que me he lavado, me he fumado un pitillo, me iba a vestir y mira.

No pensaba moverme, estaba tumbada boca abajo; después del polvazo que habíamos echado no sé qué pasó, creo que se levantó, dijo algo y, no sé, me di la vuelta y debí de dormirme, estaba tan relajada que… sí, debí de quedarme adormilada. Anduvo un par de pasos y lo sentí a mi lado.

—Mira. —insistió.

Levanté la mirada. Joder, seguía empinada.

—Vete, vístete y vete.

El colchón se hundió a mis pies.

—¿Qué haces? Quita.

No, más no. Se puso sobre mi espalda y con una mano me levantó del vientre.

—No, Ismael, déjame.

—Es que estás muy buena; me hubiera vestido pero estaba fumando en la ventana y te veía tirada en la cama con ese culazo que tienes… ¿Sabes por qué me gustas tanto? Te pareces a Paquita, la sobrina de mi mujer, es tan puta como tú, tiene la misma cara de golfa, siempre calentando a todos los hombres de la familia, la muy zorra.

Empezó a hurgar con la polla, no tardó en encontrar el camino y se deslizó hasta dentro; gemí, protesté, no hizo caso, empezó a culear hablando de su sobrina, pero tumbada como estaba se le escapó un par de veces y a la tercera me abrió las nalgas y la sentí embocando el ano. —¡Por ahí no! —¡Estate quieta, coño! Estaba empeñado en hacerlo y tan empapado en mi flujo supe que lo haría de cualquier manera. Por primera vez tuve miedo. Aflojé y el glande empezó a forzar la entrada, hice fuerza y penetró como una bala. Se cagó en todos sus muertos, me escocía, le pedí calma y en contra de lo que esperaba se detuvo, tenía la punta metida y ninguna experiencia. Le fui guiando, busqué humedad con los dedos y empapé el tronco. Empujó despacio, haciéndome chillar bajito, avanzó poco a poco, hasta dentro y empezó a follarme como si su cintura tuviera vida propia. Me estaba follando el culo, joder, cómo habíamos llegado a esto. Aplastada en la cama, con esa barra que no se le bajaba de ninguna manera me estaba taladrando el culo, menos mal que no era ninguna maravilla pero me sentía tan humillada por el conserje que no dejaba de decirme al oído que yo era su sobrina la zorra que me corrí; hubiera querido evitarlo pero me corrí antes que él haciendo pucheros como una cría y escuchándole llamarme calientabraguetas.

—Bájate, me estás aplastando.

—Ha sido cojonudo.

Me levanté y fui al baño, que coño le podía decir, ¿que me había engañado? La culpa era mía y solo mía.


…..


Planté la mano en la puerta cuando estaba a punto de abrirla.

—De esto ni una palabra a nadie, ¿me has oído?

Me miró con esa socarronería con la que solía hacerlo.

—No te preocupes, doctora, no voy a matar a la gallina de los huevos de oro.

—No sé qué se te está pasando por la cabeza. Esto no va a volver a ocurrir.

Antes de que pudiera reaccionar me desató la bata, la cogió por las solapas y la arrastró hacia abajo; sin dejar de mirarme a los ojos me sujetó por la cintura y me sobó las tetas a conciencia. Y yo, yo, no fui capaz de detenerle; bajé la mirada y le dejé que lo hiciera.

—Lo que tú digas, sobrina. —dijo pellizcándome la mejilla—. Vamos a hacer una cosa; el martes mi mujer se va todo el día con su hermana al pueblo. Quiero ver estas tetitas en la puerta a las cuatro, ¿te has enterado?

El pueblo. De un lugar muy profundo de mi cerebro regresó un olor a matanza, una inmensa vergüenza y un miedo insoportable que me llamaba a obedecer. Dije que sí con la cabeza sin atreverme a mirarlo.

—Eso está mejor. —Me dio un par de cachetes en la cara, abrió la puerta de par en par y salió. Me quedé esperando hasta que llegó el ascensor, lo escuché descender, sus pasos en la planta baja y el siseo de las puertas correderas al cerrarse. Cuando el silencio dominaba toda la escalera reaccioné. Cualquier vecino podía verme con la bata colgando a la altura de los codos, ¿cómo no me daba cuenta?

Me duché, debería haberme protegido el pelo pero ya era tarde, el agua caía abundante sobre mi rostro empapando el cabello, así estuve no sabría decir cuánto tiempo, sumergida bajo el chorro potente. Salí del trance sin causa alguna, me enjaboné con el gel que yo misma había llevado a la casa. Después de secarme el pelo recogí el baño y volví al dormitorio. Abrí la ventana y me senté a los pies de la cama, debía de haber otra abierta porque entró una corriente de aire que me dio de lleno. Se había hecho de noche cuando bajé la persiana. Recogí las sábanas, la funda de la almohada, incluso la colcha, nada debía quedar, ni una huella; lo cargué en brazos y me dispuse a llevarlo a la cocina. 

No. Algo no cuadraba. 

Desde la puerta recorrí el dormitorio con la vista: la cama, la ventana, el sinfonier, el armario. Algo no encajaba.

Cerré los ojos. 

Tumbada. El peso de Ismael en la espalda, la mano en el vientre. No, déjame. Los glúteos abiertos, la tirantez en el ano, el miedo al desgarro, la colaboración, el sometimiento. Los rayos de sol hiriéndome los ojos a través de la persiana mientras me dejaba penetrar. La humillación, el sudor.

La ventana. 

Tiré la ropa al suelo y volví a entrar, me agaché cerca de la cama. No, algo no encajaba. Me tumbé boca abajo. Aplastada, las piernas abiertas, la respiración, la almohada en la mejilla, los ojos guiñados, y enfrente…

El armario. 

Me senté a los pies de la cama y cuando miré, la ventana seguía ahí.


G de Guido

No había vuelto al gimnasio desde el asunto de la revista, decidí dejar pasar un tiempo prudencial hasta que se olvidara, pero no contaba con que Guido se presentara en casa. Una noche, a punto de sentarme a cenar, sonó el telefonillo.

—Soy yo, abríme.

Abrí porque temí que si no lo hacía era capaz de montar un escándalo.

—¿Qué haces aquí? Vamos, pasa.

—A vos qué te ocurre, vos crees que podés jugar conmigo como si fuese un puto? Me calentás, me traés a tu casa, me amenazas y después  me dejas tirado como a un perro.

Me había ido avasallando haciéndome retroceder hasta el centro del salón.

—Espera, deja que te lo explique.

—Me explicas una mierda, acá la única puta que hay sos vos, a ver si te enteras. —dijo mientras se sacaba el polo, lo tiró hacia el sofá y comenzó a desabrocharse el cinturón—. Qué estás esperando? Ponéte en pelotas ya.

La inesperada visión de su tórax y sus potentes antebrazos me dejaron en shock; sin pensarlo me desprendí de la camiseta, no llevaba nada debajo y lo vi sonreír con los ojos clavados en mis pechos, bajé el short y las bragas de un tirón y los lancé lejos de un puntapié.

—Eso está mejor —dijo ya desnudo—, ahora comémela pero con calma, te quiero coger en la cama del cornudo.

Me senté en el sofá que tenía detrás y besé la verga pequeña y dura que apuntaba al techo. Agarrada a sus caderas comencé a mamar aunque mi atención estaba en acariciar los muslos imponentes, las nalgas duras como piedras sin olvidar las pelotas porque sabía cuánto le gustaba. Me sujetaba la cabeza y marcaba un ritmo lento y constante; estuvimos poco tiempo porque noté que se me venía.

—Vámonos a la cama.

Pero no, me tiró de espaldas en el asiento, se echó encima y empezó una carrera frenética en la que el sofá bailó chillando como un cochino hasta estrellarse contra la mesa esquinera; pensaba en los vecinos de abajo, en el cenicero de cristal que se estrelló contra el suelo, en el marco que siguió la misma suerte y se desguazó haciéndose añicos y en la lamparita que no aguantó los envites y desapareció entre la mesita y las cortinas. Se corrió entre tacos y rugidos y se dejó caer llevándome al límite de la asfixia hasta que se apoyó sobre los antebrazos y me hizo sentir diminuta, frágil y salvajemente dominada bajo su cuerpo inmenso de macho. «No te levantes, no te levantes», pensaba mientras saboreaba cada sensación de estar cubierta, abierta de piernas, incapaz de abarcar sus caderas, entregada. Era un torrente de pensamientos que confluían en un mismo concepto: No era otra cosa que una hembra montada por un poderoso semental. Y no quería que se acabase.

— Sos tremenda nena, que manera de coger. —dijo mientras se incorporaba, y yo gemí de pura pena, me hubiera quedado abrazada a su cuello, enganchada a sus caderas con las piernas ofreciéndole mi vulva toda la noche, no quería salir de debajo de su enorme cuerpo. ¿cómo hacérselo entender?

Entró en la cocina, el aroma de la mesa puesta le llamaba, ni siquiera se vistió, otro par de cojines a la lavadora. Había suficiente comida para los dos, solo tenía que calentar lo que aún estaba en la sartén. Me reprochó que no le hubiese contado el motivo de mi ausencia, claro que se había enterado, la revista había corrido por el gimnasio.

—No te calentés, esas cosas pasan igual que vienen, pronto se habrá olvidado.

—Pues yo no pienso volver en una temporada.

—No me jodas Carmen, no pareces una mujer que se acobarde, métele ovarios y volvé; si no lo haces ahora, el día que aparezcas será como si le echaras nafta al fuego.

—Puede que tengas razón pero no me veo capaz de lidiar con otro frente más, no sabes lo que estoy aguantando.

Mientras recogía la mesa me fui a lavar y me vestí; le ofrecí café y subimos al ático, no imaginaba lo que teníamos arriba y quedó sorprendido. Hacía una noche espléndida y nos sentamos fuera,  Guido no quiso nada de alcohol, me serví un ron y me puso al corriente de lo que se hablaba sobre mí; en general pensaban que tenía una aventura con el fotógrafo, algunas me tachaban de fresca cuando no abiertamente de puta, otras criticaban a la prensa rosa y me daban un voto de confianza; podía identificar a unas y otras y se sorprendió por mi buena puntería. Lo mismo ocurría con las que sentían lástima por Mario y las que lo consideraban un pusilánime que no se enteraba de nada.

Mientras hablábamos no dejaba de mirarme con el deseo pintado en los ojos; acabamos el café y nos asomamos a la balaustrada, las farolas del parque y las estrellas en un cielo limpio de nubes eran lo único que nos iluminaba, había apagado las luces del salón antes de salir, no había nadie en el edificio de enfrente; por eso, cuando amagó con besarme no lo rechacé, ¿quién iba a identificar a un par de sombras en la oscuridad que se funden en una sola? Es cierto, debería haber pensado que la complexión de Guido era bien diferente a la de mi marido, solo sus hombros eran el doble de ancho y su cráneo rasurado no se correspondía con la silueta del cabello de Mario, pero quién se iba a fijar en esos detalles. Me besó, nos besamos, me cubrió un pecho con su mano enorme y lo amasó con más delicadeza de lo que se podía esperar de un gigante acostumbrado a levantar pesas. ¿Y quién lo iba a ver en la oscuridad de la noche? —Cómo me pones, susurró en mi cara, y su aliento me embriagó. —Como sigas acariciándome la teta… —¿Qué? No respondí, bajé la mano derecha hasta alcanzar la bragueta y palpé la forma de su verga que ya estaba buscando hueco para enderezarse; la ayudé, entré por la cinturilla y la izé, me empapó toda, la mano y lo demás. —¿Crees que nos estará viendo alguien? Qué morboso se había vuelto mi gigante. Miré a las terrazas; alguna luz en los pisos inferiores, una en el octavo, justo enfrente, en un dormitorio con las cortinas echadas alguien se preparaba para dormir y bajó la persiana, no había problema. La terraza comunitaria desde donde me fotografiaron estaba a oscuras; no esperaba sorpresas, pero por si acaso…

—Vamos a las tumbonas.

Noche estrellada, luna nueva, silencio roto solo por algún ladrido lejano y el rumor de la autovía. Me sobrecoge tumbarme y mirar hacia el firmamento, se lo dije y me confesó que le sucedía lo mismo; es como si fueras a caer al cielo, dijimos al tiempo y nos echamos a reír. 

—Hoy me quedo a dormir con vos.

Al día siguiente había que madrugar, Mario regresaba, lo mismo quería darme la sorpresa y se presentaba a desayunar conmigo. No, qué locura. ¿A que hora tenían lo de magistratura? Debería habérselo preguntado.

—Estupendo, pero tengo que madrugar.

—Yo también, no hay problema.

Me deshice de la camiseta. Se incorporó y enganchó la cinturilla de mi pantalón, levanté el culo y me dejó desnuda. Me recorrió todo el cuerpo con las palmas abiertas.

—Casi no te veo, tengo que tocarte como lo hacen los ciegos.

—Hazlo, léeme, léeme todo lo que quieras, no pares.

De arriba abajo, me leyó desde las mejillas hasta los tobillos, planté los pies en el suelo a ambos lados de la tumbona y entendió el mensaje, me mordí la mano para ahogar el grito que hubiera lanzado al cielo; dos dedos atravesaron el lago que le ofrecía, dos dedos que recorrieron la playa estrecha y ovalada que mis piernas abiertas le regalaban, dos dedos escalaron el pico más alto en la cumbre del monte; me mordí más fuerte y sofoqué el sollozo, me quedé sin aire y respiré a espasmos por la nariz. 

Me arrastró como una muñeca rota al borde de la tumbona y me la clavó, grité como si me hubieran acuchillado y acudió rápido a taparme la boca. Empezó a follarme y no me liberó hasta que estuvo seguro de que los quejidos desgarrados se habían vuelto suspiros; se sujetó con ambas manos a mis caderas y se lanzó a un sprint en el que yo era un cuerpo muerto por fuera y una olla a presión por dentro a punto de estallar por enésima vez; me incorporó por la espalda y, empitonada en su verga, me levantó con él como si fuera una pluma, instintivamente lo abracé con brazos y piernas, me sujetó por el culo y volvió a bombear como si nos persiguieran los demonios. Caminando por el ático conmigo encima y con él dentro me mataba, aquella pequeña polla me estaba matando porque alcanzaba el punto exacto, tocaba donde tenía que tocar, ni un milímetro antes ni uno después, y percutía a un millón de revoluciones por minuto en el jodido punto que pollas más grandes olvidan y pasan de largo. La que dijo que el tamaño no importa tal vez hablaba de esto. 

Santo Dios, me follaba de pie en mitad del ático sin pensar en el escándalo que debíamos de estar montando, porque ¿quién le iba a pedir que controlase los estertores que se le escapaban para poder aguantar en vilo uno noventa de mujer en celo empalada, gimiendo al ritmo que me taladraba? Por Dios bendito, ¿estaba gritando? Sí, joder, chillaba como una perra herida de muerte.

Nos tiramos a una de las tumbonas, no podía separarme de él, tenía que terminar en sus brazos el resto de mi orgasmo, o lo que fuera que me seguía pasando, pegada a su pecho escuchando el latido desbocado de su corazón, oyéndole reír cada vez que me retorcía porque mi coño no dejaba de recordarme que continuaba ahí abajo y para él la fiesta aún no había acabado. 

Había encontrado al macho perfecto, la conjunción exacta entre potencia física y tamaño. Tenía la polla justa para alcanzar el punto J, J de «Jódeme y no pares», ese que todas las demás vergas pasan de largo. Con el tiempo he vuelto a tener amantes con pollas pequeñas pero les ha faltado la potencia para sostenerme en vilo y alcanzar mi punto J, y eso que fuimos creativos: al borde de la cama, en picado; unos no se han dejado manejar por una mujer, otros se desinflan con tanto preparativo. Nunca he vuelto a encontrar un hombre que sustituyese a Guido en esa tarea. Cuánto lo echo de menos.

—Vámonos dentro, tengo frío.

Bajamos, fuimos directos a la cama y me hizo entrar en calor abrigada en sus brazos; cómo me podía gustar tanto refugiarme en su cuerpo. No apagamos la luz, ninguno de los dos parecíamos querer que la noche terminara, no se creía que estuviera hablando en serio, que para mí su polla fuera perfecta, debía de estar acostumbrado a medirse con otras de dimensiones muy superiores; pero no le mentía, su polla…

—Mi pija.

—Vale, tu pija. Tu pija es perfecta, no todo es tamaño, eso es un mito de machos, ¿no has visto lo que has hecho conmigo? Ningún hombre ha logrado llevarme donde tú, nadie, nunca.

Sabía que no le estaba engañando, apenas nos conocíamos pero tenía mucho mundo y detectaba la mentira. Seguí antes de que me refutara:

—Tu pija llega al punto exacto donde otras pasan de largo. Ahí pocos hombres saben tocar, se cansan, son muy brutos; tú sin embargo lo alcanzas con el glande que es duro y suave a la vez, y me vuelves loca, me has estado golpeando como un martillo pilón hasta que me has matado.

—El punto G.

—G de Guido —le dije mimosa, se abalanzó y creí que me aplastaba, me comió a besos.

—Desde hoy tenés un punto dentro de tu concha dedicado a mí.

—Te lo has ganado.

—Nunca se me habría ocurrido…

—Tienes que explotarlo, vas a llevártelas de calle como se corra la voz, pero tienes que ser cuidadoso. 

—¿Por qué lo decís?

—Te conozco, en cuanto te montes a la chica vas a querer acelerar y así no funciona; conmigo ha ido bien pero lo más probable es que no aciertes siempre a la primera, tienes que… cómo te lo diría, tienes que tantear hasta encontrar el punto, lo notarás porque harás que la chica tiemble de otra forma, a mí me pasó, ¿no te diste cuenta? No, claro, pero lo notarás, no te preocupes; si no lo haces así, no funcionará.

—¿Probamos?

—Estás loco, ¿has visto qué hora es?

Pero me apetecía, claro que me apetecía volver a estar en sus brazos como si fuera una muñequita clavada a su pija y abrazada a sus caderas con mis piernas. Volví a sentir que me acuchillaba hasta encontrar el bendito punto J. Jódeme, cabrón, jódeme hasta que no pueda más, jódeme y hazme llorar de alegría.

Caímos rendidos bañados en sudor, riendo sin poder parar. Cuando nos calmamos comenzamos a charlar de cosas simples, de lo mucho que le había gustado el ático. No sé cómo empezó a hablar de su casa allá en la Argentina, de sus padres y de una hermana casi de su misma edad; se quedó pensando, tal vez recordando, y de pronto me preguntó por mi infancia, fue tan evidente que no quería seguir removiendo su pasado que no dije nada y le conté algunas cosas de mí; pero algo había sucedido, algo que permanecía enganchado en sus ojos, ahora tristes.

—¿Te tomarías un café? —Me miró sorprendido.

—Pero si son las tres.

—¿Y qué? —repliqué; de un salto estaba de rodillas frente a él y sus ojos volaron a mi coño—. Deja eso, te estoy hablando de café.

Tenía una sonrisa de chulo, pero me volvía loca, él lo sabía y abusaba del poder que le daba; estaba completamente entregada, me pidió que antes se la mamase. ¿Otra vez? Otra vez. Y lo hice, me volvía obediente como una niña; encogida a los pies del colchón me dediqué a darle el máximo placer que podía dilatándolo en el tiempo, dobló las rodillas y separó las piernas, una señal que reconocí aunque solo se lo había hecho una vez el primer día que estuvo en casa. Sin dejar de lamer busqué más allá de los testículos, le hice suspirar profundamente y comencé a trazar suaves círculos alrededor del centro que se abría y cerraba al contacto de mi dedo, fui a recoger humedad a mi vulva y volví a torturarlo; gemía, se quedaba sin aire, temblaba, y se le detuvo el tiempo cuando lo atravesé. Bufó varias veces, golpeó el cabecero y volvió a detenerse al sentir que lo follaba despacio, al ritmo que tragaba su falo; se agarró a la sabana a punto de desgarrarla, tembló, me inundó la garganta y le clavé hasta el nudillo.

—No sé si tu marido sabe que tiene una puta en casa.

—Lo sabe, no tengas cuidado.


Se quedó callado mirando al techo, ¿qué estaría pensando que no me dijo?

—¿Y ese café?


…..


Me desperté varias veces durante el resto de la noche, extrañaba la forma en que me tenía aprisionada y según me despertaba un tremendo gozo me invadía y entonces me apretaba contra el cuerpo del titán, él reaccionaba dormido, cerraba el abrazo y yo me volvía a dormir. Ya de madrugada me despertó culeando, tenía la verga dura como una piedra y me buscaba, le ofrecí el culo y me la metió de un golpe certero, estaba empapada como si llevásemos un rato preparándonos. Me folló desde atrás con golpes cortos y violentos a los que yo respondí de igual manera, descargó sin decir una palabra, solo el cabecero y nuestras quejas debieron de escucharse en la casa de abajo; poco me importó aunque debería: Alfredo, nuestro vecino, había hablado con Mario el mismo día de su partida.

A las seis sonó el despertador, habíamos dormido poco. Nos duchamos, trató de follarme bajo el agua pero no consiguió acabar, se la volví a mamar. Desayunamos. Le prometí que nunca más desaparecería sin contar con él. —Júramelo. Se lo juré. Intercambiamos teléfonos. Le comí la boca antes de salir de casa. Esperando el ascensor coincidimos con los vecinos de enfrente. Miradas, silencios; cada uno cogimos un ascensor. Nos despedimos en el portal, no había nadie y nos volvimos a besar. Me colgué de su cuello, me agarró del culo. Esperé a que saliera y cuando se alejó entré en el ascensor y bajé al garaje. Camino de Madrid recuperé la cordura. Los vecinos, los besos en el ático, el polvo a la luz de las estrellas, el polvo en el salón arrastrando el sofá, el polvo ruidoso de madrugada. Había olvidado limpiar la tapicería, ¿y los restos en la tumbona? Qué locura, qué maravillosa locura.




73 comentarios:

  1. Y hoy toca concurso. En este capítulo hay un pequeño homenaje a los escritores latinoamericanos de relatos cortos. Surgió de una manera no premeditada pero alguien, al revisar el texto me dijo «¿te has dado cuenta?»

    Para evitar que el primero que lo descubra impida que otros puedan seguir el juego, os pido que deis vuestra respuesta a través del correo del blog: diariodeunconsentidor @ gmail.com indicando la frase, el autor al que alude y, como el relato es realmente breve, podéis transcribirlo entero.

    Para los más creativos podéis añadir cuál es vuestra interpretación del microrelato original, lo cual podría dar pie a un estupendo debate cuando demos por cerrado el juego.

    Como siempre, el premio será un viaje a... ¡No! solo se trata de un extracto de alguno de los próximos capítulos del diario.

    Las respuestas de los acertantes se publicarán en un post y servirá para que a través de comentarios debatamos.

    Venga, a trabajar.

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  2. Que bien pillas el deje madrileño, “ Es que eres la hostia, si es que…”, el “es que” pronunciado como “ej que” según lo he leído le he puesto la voz de un compañero barrigón buen chaval pero que está siempre con el ej que en la boca.

    Ya he enviado mi apuesta para el concurso, creo que lo he clavado.

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  3. Carmen no aprende, podría salir en más fotos y eso hacer más daño a su familia.

    Espero equivocarme pero saldrá en otro reportaje fijo.

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  4. No entiendo a Carmen, acaba de ver lo que unas fotos en una revista a hecho en su familia y se expone a follar con el musculitos a la vista de todos.

    Después se deja manejar por un portero al que podría poner en su sitio con una llamada a Tomas.

    En el anterior capítulo lo dijo la destrucción de su vida y a eso se encamina.

    Vecinos, conocidos, la gente tiene muy mala leche y un comentario mal intencionado en el peor de los momentos y todo se acabó.

    La relación con tu familia y no nos olvidemos de Solis que aún pirula por ahí.

    Mario abrió la caja de Pandora pero Carmen se está encargando de dejarla bien habierto.

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  5. Para Papá Noel me pido un muñeco diabólico como Guido para mi punto J.

    Hay frases deliciosas, "me empapó toda, la mano y lo demás", ¿qué más puedo decir?

    Este capítulo, al menos la primera parte, nos acerca un poco más a la resolución del conflicto de Carmen, no lo tiene facil porque el terror la tiene atenazada y la lleva a escapar por la via de olvidar.

    Yo tambien he hecho los deberes, estoy convencida de que me he ganado la copa, el viaje y los diez mil euros. ¿no era eso?

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  6. Ej que lo del "ej que" es un mito, poca gente pronuncia en Madrid "es que" de esa forma, aunque si es una muletilla de la que se suele abusar.

    Lucia: No era eso pero buen intento. Respecto a lo demás que comentas, coincido contigo.

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  7. TORCO

    APASIONADO2 el fin que busca Carmen es correcto, no dar pie a qué Ismael se vuelva en contra de los intereses de Tomás.

    Falla en no buscar su apoyo cuando el portero comienza a extralimitarse, no previendo lo que ocurrió esa tarde.

    Sigo abusando de las pocas neuronas que me quedan. Gracias amigo, por lo menos me olvidó de lo "bien" que la estamos pasando acá.

    Eso sí, los que vinimos en barco, ya nos queremos ir en avión.

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  8. Vamos empezando y si se incorpora alguno, mejor. Bienvenidos y gracias a quien tuvo la idea de dar este paso. ¿Alguien tiene algo que decir?

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  9. Si, ¿por qué no montamos un grupo de wassap? Sería mucho más facil

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  10. Quería decir que no contéis conmigo para el concurso, a mi me gustan largas, que me vayan llevando poco a poco hasta el final. No seáis mal pensados, estoy hablando de las historias y esta va de historias cortas.

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  11. Chicos, diez minutos de pausa, por favor

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  12. TORCO

    Acá me prendo - léase me sumo- mientras cocino, la jefa me puso a cargo de este menester ella hoy descansa.

    Me gusta la idea del wasap por título sugiero Café La Humedad.

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  13. TORCO

    Estoy con LUCIA LEE, me gusta esa idea, todo sería un poco más sencillo y rápido.

    Bienvenida Diva y tus comentarios.

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  14. Ya veo que los Díez minutos duraron toda la tarde.

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  15. Lamento el plantón que les di. Se presentó sin previo aviso la familia y no me fue posible volver a conectar. Propondré otra fecha si han quedado ganas.

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  16. ya tuvimos un grupo de wassap y lo dejamos morir ¿no os acordais? Ta haremos pagar por lo que nos hiciste ayer Mario, fue imperdonable. Que no hombre, la familia es lo primero. cuando vi que no respirabas me pasé a netflix.

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  17. En este capítulo Carmen ha estado a puntito de enlazar las acciones y palabras de Ismael con su propio pasado (digo a puntito porque no aparece ni pensamiento ni diálogo de Carmen haciendo mención a ello).

    En cuanto a Carmen hay un tema que me choca y mucho. A pesar de llevar ya unos cuanto capítulos con Carmen como narradora, no he visto en ella una reflexión profunda acerca de en como se está desarrollando su vida últimamente en relación con los demás. La Carmen que yo veo es aquella que, a pesar de tener presentes ciertas barreras, limitaciones, etc, se deja llevar por los demás.

    Enumero: Ismael ha pasado de respetar una cierta distancia a darle por todos lados, y no sólo eso, si no que ya le exige y ella, que podría haber parado todo eso anteriormente y a poco coste, asiente y consiente. Idem con Guido, se deja avasallar dentro de su propia casa, y en vez de pararlo e irse a otro lado (ella es consciente que podría ser vista u oída por los vecinos) con él, se quedan en casa dando un escándalo que seguramente alguien destapará. Además se compromete con Guido ("júramelo") a tenerle informado de donde está, vamos que tenemos otro que aparte de contarlo en el gimnasio la va a tener localizada para lo que sea menester. Y aquí no ha salido Ángel, pero me imagino que cuando coincida con Carmen en el despacho la llamará a un aparte para "ponerse al día". Con Gabriel no hubo "forzamiento" de la situación, pero asimismo no creo que ella sea capaz de rehuirle cuando él la llame a su lado.

    Con todo esto, me resulta extraño el proceder de Carmen, que no se dé cuenta ella misma, psicóloga, de como es de sumisa ante, en general, los hombres. Lo de Ismael lo disculpa para no complicarle la vida a Tomás, lo de Guido..., lo de Guido por el cuerpo que tiene y lo bien que folla. Con Ángel, pues no lo tengo claro, será morbo, será lo que quieras, pero también se deja llevar cuando el otro lo decide, y más ahora que és gracias a él que ella está de socia en el despacho. A Claudia lo mismo, realmente no le debe nada, pero al final acaba haciéndose lo que ella decide. Y no se que excusa se pone a si misma para su proceder con Claudia.

    No he visto ningún análisis de su situación, y eso que cuando surgió lo de la revista estaba realmente desesperada por que aquello acabase. No le he visto interiorizar su situación y el plantearse cómo a llegado hasta ahí y el por qué sigue con esas relaciones tipo amo-sumisa que está desarrollando.

    Es posible que se deba a algún tipo de complejo desarrollado en su niñez, con un nombre que desconozco, y con el cual no estoy familiarizado que la hace someterse a otros que no arriesgan nada en esa relación mientras que ella si tiene que perder.

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  18. Ahora que ya no estoy en todorelatos y no pierdo el tiempo contestando las idioteces que siguen publicando dos o tres personas que no tienen otra cosa que hacer, me he dedicado a revisar a fondo el diario con el mismo método que sigo en mi trabajo.

    No entiendo mucho de psicología, lo suficiente para saber que aquí no estamos hablando de complejos sino de traumas. No soy psicólogo ni policía aunque a veces me manejo entre ellos y como dice el refrán más sabe el diablo por viejo que por diablo y a mi ya me están saliendo canas en el oficio por lo que creo que con los datos que nos ha dado Mario desde el principio del diario se puede intentar más o menos un análisis del caso.

    A los que leéis el diario con unas ideas de amor, decencia, fidelidad al marido y esas cosas os digo que no sigáis leyendo porque todo eso no entra en este tipo de estudios. Aquí no se valora la bondad o maldad de las personas sino los hechos. Yo no le digo a mi cliente, “su empleado es un cabrón, le está estafando cinco mil euros cada mes”, o “mire usted, su marido es un hijo de la gran puta, se está tirando a la secretaria”. Yo presento las pruebas que he conseguido y me abstengo de condenar a las personas porque no sé la historia que hay detrás de cada caso, ¿quién de los dos es el cabrón?, ni lo sé ni me importa. Tampoco me preocupa si el diario trata de personas reales o de personajes inventados, me he limitado a tratar el diario como si fuera un documento del que tengo que sacar unas conclusiones.

    Carmen cuenta en uno de los primeros capítulos un sueño de cuando era niña con escenas de violación y prostitución. No dice la edad pero debía tener trece o catorce años.

    Carmen es manipulada por Mario para que desee estar con otros hombres. Creo que la cosa comienza cuando Mario se da cuenta en un aniversario de boda que la están mirando porque ella sin darse cuenta deja ver más de lo que debe. Mario descubre que le gusta que la miren y ese es el punto en el que empieza todo.

    Camino de Sevilla, empieza a manipularla, le dice que jueguen a que son pareja, ni siquiera eso, han ido juntos, no les une nada, solo pasarlo bien, mas adelante la presenta como una amiga casada que está engañando a su marido con él. Carmen descubre otra vez lo que es sentirse libre y deseada como cuando estaba soltera, Mario le da ideas y la incita, la cosa se desmadra y descubre el deseo y el sexo con otro hombre. Lo para antes de que vaya a más pero Mario no se conforma, sigue insistiendo y después del verano provoca la reanudación del contacto entre Carmen y Carlos.

    El acoso del jefe de Carmen. Mario, en lugar de apoyarla la manipula para que lo utilice para conseguir un ascenso, no sé si es entonces cuando comienza a usar en la cama la palabra puta y las fantasías de verla como puta. Carmen se siente agobiada, acepta los argumentos de Mario para ascender pero se apoya en Carlos a través del teléfono para soportarlo, intiman cada vez más. Después de cada acoso de su jefe lo olvida.

    Mario consigue que acepte acostarse con Carlos delante de él. Carmen ya ha acepta que follar con otros hombres es algo bueno para la pareja. Ha olvidado el trauma que sufrió con su jefe con una terapia que le hace Mario de la que no nos cuenta nada.

    Se rompe la relación con Carlos de una forma violenta y Mario añade más violencia. Aparece Graciela, el ligue de Mario y Carmen lo lleva mal, se siente abandonada en un momento difícil. Mario sigue jugando, reta a Carmen a que sea capaz de ligarse a un hombre y ella recupera el encuentro con Doménico que si no hubiera sido por esa mala jugada de Mario probablemente no habría vuelto a aparecer, creo yo. (sigo)

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  19. Fin de semana con Doménico. Las drogas, la ruptura violenta entre Carmen y Mario, ella ha descubierto el juego de Mario y trata de encauzarlo, ya no es un juguete en manos de Mario, tiene autonomía y quiere volver a ver a Doménico. Mario se rebela y la insulta, ella pide tiempo para que no se sigan haciendo daño.

    Carmen se va a casa de Doménico, una decisión equivocada, posiblemente a causa del dolor de la separación y por todo lo que ha vivido en los últimos días.

    Conoce a Gonzalo Arnedo, mientras está con él tiene un recuerdo de una escena de la infancia en la que es forzada en el pueblo. Ese es el primer gran trauma que tiene olvidado. La escena tiene mucho parecido con el sueño que le contó a Mario al comienzo del diario y que tiene a veces. Después olvida haber estado con Gonzalo.

    Intento de reconciliación fallido con Mario, se dicen cosas tremendas, él la insulta, ella le dice aquello de “ya lo has conseguido, como me gusta meterme una polla en la boca”. Empieza una carrera de sexo absurda.

    Mahmud, el trauma del masoquismo que la marca de una manera muy fuerte. No hay nada escrito en el diario pero si fuera un caso real me atrevería a decir que hubo algo más de esto en el pasado, a lo mejor algo que no se ha contado y que sucedió durante el abuso infantil.

    Irene. Descubre el sexo lésbico.

    La escapada a la montaña, el autoanálisis. Utiliza los porros para poder aguantar la falta de sueño. Regresa y conoce a Tomás. Se apoya en él como confidente, es una figura mitad amante, mitad padre, puede que le recuerde la parte buena del tío que abusó de ella, pero no lo tengo claro.

    Nuevo encontronazo con Mario al volver a casa y encontrarlo con Graciela porque él se avergüenza y reacciona atacándola. Ella se va. Cuando vuelve le deja una carta.

    Vuelve al pub donde estuvo con Irene, conoce a Claudia, se confiesa con ella como hizo con Tomás y se va a su casa. Habla por teléfono con Mario. Nuevo encontronazo. La insulta. Ella le dice que no la vuelva a llamar, se ha acabado. Se hunde, Claudia la enseña a fumar, pasan la noche entre tabaco, alcohol, sexo y drogas.

    Ángel Luis la viola. Ella sueña que es Mario. Confusión sobre la violación que ha sufrido.

    Vuelve a la casa de la sierra, se reúnen, tratan de reconciliarse.

    Mario la incita a que traiga la coca para poder aguantar mas horas despiertos.

    La “terapia de puta” es el segundo gran trauma que sufre Carmen y que le provoca una quiebra mental que le hace interiorizar el concepto que le repite Mario mientras teatraliza una sesión de sexo como si fuera una puta, el concepto que le hace repetir es: soy una puta. Esta idea es inyectada por Mario y prende en su mente de tal forma que pasa a formar parte de su personalidad. “Soy puta cómo soy mujer, hija, psicóloga o europea”, llega decir. No sé si esto es una técnica de lavado de cerebro pero el efecto es el mismo. (sigo)

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  20. Este es mi análisis: Hay un plan de manipulación continuado y además existe un grupo de traumas. Y los efectos se pueden ver por ejemplo en la conducta que sigue con Ismael. Primero trata de resolver el acoso salvando la situación de Tomas en la casa usando lo que tiene: sus estrategias de puta. Y cuando Ismael sube el nivel de acoso y añade el componente de equipararla a su sobrina se dispara el recuerdo del trauma infantil que la deja indefensa, porque su tío también abusó de ella, así se da a entender en el capítulo de Gonzalo Arnedo. Y Carmen se somete a Ismael como se sometió a su tío, incluso confunde la estructura de la habitación del picadero con la del cuarto donde abusaron de ella cuando era una niña.

    El olvido que tiene después de estar con Gonzalo se repite en más ocasiones, me parece un mecanismo de defensa, ella olvida lo que le duele, no relaciona el sueño con ninguna violación, por eso está buscando y trata de saber por qué se siente arrastrada al sexo.

    Esta es mi teoría, ¿es suficiente para justificar que se haya lanzado a trabajar de prostituta? Ella lo explica muy bien en algún capítulo; está aplicando el mismo procedimiento que en su vida profesional, experimentar para encontrar soluciones. Siente (porque se lo ha inoculado Mario) que es una puta, ella no lo sabe pero eso enlaza con lo que vivió de pequeña con sus primos, sometimiento, sexo forzado, vergüenza, silencio para no delatar a nadie y olvido. Necesita entender por qué siente que es una puta y la única forma que conoce para resolverlo es ponerlo a prueba, experimentar. Es lo que está haciendo.

    No sé si esto es muy científico, espero el suspenso o el aprobado de Mario, pero es lo que he dicho antes, mas sabe el diablo por viejo que por diablo y los años de calle me dicen que no voy descaminado.

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  21. Buen trabajo, dosoctavas, nada que objetar. Me pediste una revisión y no toqué ni una coma. Felicidades.

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  22. He conocido el blog por casualidad, llevo leyendo el diario hace dos años y nunca he comentado porque el nivel apesta, aquí lo llevais de otra forma. El diario me gusta a pesar de que hay cosas con las que no puedo estar conforme. No me enrollo mas, quería presentarme y ya comentaré cosas sobre este capítulo.

    Marta.

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  23. Bienvenida Marta, me alegro de que esté por aquí dando tu opinión. Espero que lo disfrutes.

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  24. Hola Marta, bienvenida, somos pocas por aquí y una más se agradece.

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  25. Por cierto, ¿qué se sabe del concurso? ¿para cuándo se sabe el resultado? ¿A dónde nos vamos de viaje los ganadores? Ya lo sé, de ilusión tambien se vive.

    Otra cosa: lo que dice Carmen de pocos, tirando a ninguno, saben tocar ahí, en el punto J, es mas verdad que el teorema de pitágoras, No quiero herir sensibilidades pero he conocido alguno se creía que estaba tocando la botella de anís en la banda del pueblo durante las fiestas de la patrona, no digo más.

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  26. Amigo Torco tienes razón en lo que Carmen no quiere perjudicar a Tomas.

    A mi parecer el más perjudicado saldria el portero que podría perder su empleo y a su mujer por imbécil.

    Dos octavas muy buenos tus comentarios sobre el relato, el problema que veo en Carmen es que se expone demasiado, ya a podido comprobar que las fotos de la revista han hecho mucho daño sobre todo a sus padres.

    Creo que podría follarse al musculitos en un hotel sin que nadie se enterara, ella quedaría igual de satisfecha.

    Es mi opinión que seguro estaré equivocado.

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  27. Estoy contigo, Apasionado, yo sería más precavida, los cotilleos de comunidad son muy puñeteros, si lo sabré yo y no he hecho nada de eso. Pero no la voy a criticar porque cuando una se ciega, se ciega.
    Ya me voy que se me acabó el café, A trabajar.

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  28. ¿La botella de anis? No podía parar de reir. Eres la hostia. Me imaginaba la escena y no paraba de reirme. Digo que alguno habrá que maneje los dedos con arte y si no ya sabes...

    Bienvenida Felina, sientete com si estuvieras en tu casa.

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  29. Chicas, estais locas.

    Yo, al conserje se me acerca y le meto una patada en la entrepierna que lo dejo seco.

    Pero eso lo digo ahora porque con dieciocho, trabajando de promotora me tuve que tragar que el jefe me tocara el culo y callarme porque me hacía falta el dinero y aguantarme las lagrimas y el orgullo y volver al dia siguiente como si no hubiese pasado nada. Es la historia de todos los dias.

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  30. TORCO

    Te entiendo MIA esa gente abusa de que su puesto le permita ejercer un poder sabiendo de las necesidades de la otra persona. Son unos pusilánimes, que sin ese poder a gatas de les pararía.

    Con respecto a Ismael, es la clase de persona que con un buen "correctivo" se le mostraría cuál es su lugar en la escala zoologica de la comunidad.

    Para lograr eso Carmen debería confiarle a Tomás lo que ocurre. No pensar que él está muy ocupado con el tema de su hija. Es mi opinión.

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  31. Una amiga del grupo me recomendó este relato de TR: la pulsera de mamá, de chucho largo, un escritor que merece la pena leer sobre todo los dos primeros capítulos. Y la sorpresa es que en los comentarios me encontré con uno de los más encarnizados enemigos de Carmen aplaudiendo al autor y sin nada que objetar a una madre que se cepilla a su hijo y a un hijo que se folla a su madre, la viola, la sodomiza y además se acuesta con la novia de su padre. Sorpresas te da la vida. Carmen mala, mami y su nene buenos.

    Anécdotas aparte, repito: el autor merece la pena.

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  32. Por primera vez desde que comencé el diario, allá por 2007, he tenido que reportar a los administradores de Todorelatos un comentario por su contenido insultante. En menos de una hora ha sido estudiada mi queja y han decidido retirar dicho comentario.

    Lamento haber tenido que tomar esta desagradable decisión por primera vez, no lo hice en septiembre cuando el aluvión de ataques que me llevaron abandonar TR durante tres meses, sin embargo esta vez los insultos eran explícitos y afectaban no solo a mí sino a otras personas que suelen participar en el debate.

    No quisiera entrar en este ciclo, como le ha ocurrido a otro autor, zorro blanco, pero si persisten los insultos me veré obligado a tomar decisiones drásticas.

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  33. Lo de insultar a los autores se esta haciendo un acto demasiado normal y no debería ser así, no entienden las horas que metemos para escribir cada capitulo.

    Y eso que los míos no se pueden comparar con este grandísimo relato, se pueden decir las cosas sin insultar a nadie, Tenéis todo mi apoyo Mario, Carmen y todos lo que hayan sido insultados.

    Tenemos que aprender que aunque estemos en la red y de forma anónima, eso no justifica que se pueda insultar a nadie, tendríamos que ser mas responsables y respetuosos con las demás personas que no conocemos de nada y nuestras palabras podrían dañarlas de verdad.

    Tengo la esperanza que el razocinio impere y podamos debatir sin insultos y utilizando una herramienta que es muy útil en la vida EL RESPETO.

    Con esto me despido quedírisimos compañeros

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  34. TORCO

    No hay nada más bajo, ruin y perverso que un cobarde insultando desde el anonimato.

    Muchos de esos tilingos que insultan a Carmen si la hubieran en frente no se les pararía ni con carta documento.

    Mi total solidaridad para con vos y Carmen amigo del alma.

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  35. Lo leí y me alegré de haber seguido el consejo que me dio Diva cuando me dijo que igual que el mejor método para no jugar era no tener cuenta en el casino, lo mejor para no caer en la tentación de responder a las provocaciones era no tener cuenta en todorelatos, y cerré la cuenta. Porque si la hubiera tenido aún hubiera ardido Troya.

    Estuve apoyando a zorro blanco antes de darme de baja contra los ataques que está recibiendo por parte de gente que no tiene otra cosa que hacer que impartir SU justicia.

    Mario, no sé a qué te refieres cuando hablas de tomar decisiones drásticas si las cosas siguen así, pero tómatelo con calma y no te vayas a precipitar, tienes más apoyos de los que piensas, aunque te sigan en silencio.

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  36. Hola, he conocido este blog ahora mismo, me gustaría si Mario no tiene inconveniente, poder comentar algo que sea más o menos interesante sobre este relato tan bien escrito, un saludo

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  37. Bienvenido, o bienvenida. Siéntete libre para participar. El único límite que nos imponemos es el respeto, trata a los demás como desearías que te tratasen, plantea tus ideas y tus críticas, tanto positivas como negativas, dentro de las reglas de la educación, es lo único que pido.

    Y una cosa más: si te parece bien, ya que entras como anónimo/a, un nombre no vendría mal para identificarte a lo largo de tus intervenciones.

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  38. TORCO

    Genéticamente heredé de mis abuelos paternos cierto mal genio que, con el correr de mis 65 primaveras, se direcciona a contadas y determinadas cosas.

    El fanatismo, la misoginia y la cobardía son alguna de ellas. En mi último comentario, que bien vetado estuvo, aflojaron de una manera preocupante.

    Mi amada compañera, que gracias a Dios suple ese defecto mío, con su gran sentido de ubicación, me dijo algo que calo bien profundo en el a veces cavernícola cerebro mío.

    Ella dice que este sitio es como la casa de Mario, por lo tanto ese tipo de comentarios es como desubicarte en se propia casa.

    Por esa razón pedí las disculpas del caso que hago extensiva al resto de los compañeros de este foro, a pesar de que aún sin ver ese comentario es bueno que sepan lo ocurrido.

    Es inútil tratar de debatir con un fanático que se aferra a un dogma. Y pienso que al negar lo real de esta historia, negar la existencia de Carmen les permite insultar la sin ningún miramiento, como también lo hacen con Mario.

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  39. Hola Luigi, lo que puedes hacer es poner tu nombre encima del comentario como hace Torco.

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  40. Bien, ya que tengo el beneplácito de Mario, paso a presentarme al resto de los componentes del blog, me llamo Luis Mela, varón, 62 años y vivo en el norte de Madrid, ( la informática no es lo mío y no atinó a cambiar el nombre ), me gustaría lo primero de todo, deciros que trataré todos los temas y personas con el mayor respeto posible. Este relato desde un principio me atrajo por lo parecido a una relación mia (que no igual ) y que terminó también de forma parecida. Este relato es como el Titanic, conocemos el final, lo que no sabemos es el desarrollo, eso es lo interesante, prefiero el desarrollo antes que los hechos, porque los hechos, hechos son y no se pueden modificar, la vida me ha enseñado a no prejuzgar sin saber y lo único que se es que las cicatrices, esas no se borran. Me gustaría que en lo que podáis, me ayudeis a comprender ciertas dudas que tengo, lo primero. Realmente es mi querida Carmen la protagonista de este relato ? O por el contrario es Mario, que es el que pone voz a todos los intérpretes del relato. Segundo la relación ventana/armario gato/padre ? Y tercero Mario tiene que empezar a poner tierra de por medio para forzar que la situación de Carmen cambie ?
    Bueno está es mi pobre presentación, si vosotros creéis que soy lo suficientemente digno de poder interactuar en el blog me gustaría que me lo hicierais saber, y si es al contrario también
    Un saludo y buena suerte

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  41. Por mi parte claro que veres digno Lugo, en mi opinión los protagonistas son los dos.

    Yo espero que Mario vuelva y vuelvan a ser una pareja, empezando a ver esa nueva vida pero desde la mirada de los dos como un equipo.

    Un saludo a todos.

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  42. TORCO

    Bienvenido Luis al Café La Humedad. Así llamamos algunos a este foro. Un gesto de un gran amigo para con este argento.

    Con respecto a tus preguntas, te doy mi parecer. Carmen y Mario son los protagonistas del Diario como en la vida diaria. El Diario se escribe de a dos.

    Con respecto a la ventana, te proponga que viajes al capítulo Carmentxu u luego vuelvas a la ventana de este capítulo. Eso te puede dar una idea.

    Te mando un gran abrazo en la esperanza de que seas colchonero y no merengue.

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  43. LUIGI

    A TORCO y Apasionado, gracias por aceptarse en vuestro café, de hecho soy muy cafetero ( de 7 a 8 cafés diarios ).
    Lo primero y por encima de todo soy colchonero y abonado, estoy encantado de que alguien me apoye en los momentos que nuestro equipo nos hace sufrir ( me rio yo de las desdichas de nuestra querida pareja ), nosotros si entendemos esa sensación.
    En el tema del protagonista yo no digo que no sea el relato cosa de dos, lo que trató de esponer ( no soy escritor ), es como en Apocalypse Now, Martin Sheen, lleva todo el peso del desarrollo de la pelicula, pero ralmente el prota es Marlon Brando, todo sin tener que mostrase transcurre a su alrededor y espera pacientemente a Sheen, sabiendo que lo matara ( a Brando ), entonces ¿ Quién si quisiera mandaría el futuro de la relación?
    Comentó de nuevo que no se me da nada bien escribir y a veces, pienso mas rápido que escribo y se producen equívocos.
    TORCO, en cuanto a lo de la ventana te lo puedo ( en parte) comprar pero sigo diciendo que se oculta algo más. Y nos quedaría el Armario. Un Armario sirve principalmente para dos cosa guardar y ESCONDER, ( no me fío de su padre )
    Un saludo

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  44. Muy buenas tardes de Domingo a todos.

    Anuncio cierre del plazo para presentar propuestas al concurso. El próximo miércoles daré a conocer la respuesta al enigma y el nombre de los acertantes. Como ya os dije NO hay viaje a las Bahamas, ni premio en metálico como propuso alguien, tan solo un adelanto en pdf de uno de los próximos capítulos.

    Abrazados, besos y esas cosas,

    Mario

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  45. Mañana, resultado de concurso ¿no?

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  46. Ahí va el resultado del concurso.

    La frase que daba la clave era esta:

    Me senté a los pies de la cama y cuando miré, la ventana seguía ahí.

    Varios de vosotros habéis visto la similitud con el microcuento “El dinosaurio” del escritor hondureño Augusto Monterroso que publicó en 1.959

    Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

    Es una de las obras más breves de la literatura sobre el que se han hecho multitud de interpretaciones del mismo.

    Los acertantes han sido, por orden de participación, lucialee, dosoctavas, Rastor81, dosoctavas, torco y un participante que ha pedido expresamente que no se le mencione. Ha habido tres más que lamentablemente desviaron el tiro. Los que deseen hacer pública su interpretación del mismo tienen el blog a su disposición.

    A todos los acertantes les enviaré a lo largo del día de hoy un extracto del capítulo 139 titulado “Otra vuelta de tuerca, parte 1” para el que todavía no hay fecha de publicación.

    A todos, mi gratitud por participar.

    Mario


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  47. Para este capitulo creo que llego tarde para participar tanto en el debate como en el concurso, pero voy a hacer dos pequeños comentarios.

    El primero es sobre el desagradable incidente que Mario sufrió con un lector masoquista de todorelatos. Por lo que entendí, en los comentarios de esa pagina, como viene siendo bastante habitual, un masoquista al que le sobra el tiempo para leer un relato que le va a llevar más de media hora leerlo y sabe que no le va a gustar, pero que es una buena oportunidad para criticar e intentar que los valientes que se atreven a publicar sus relatos lo dejen de hacer. ¿No es mas fácil quedarse callado si no puedes aportar nada bueno? Por eso creo que son masoquistas, yo la ultima vez que leí algo que no me gustaba, quitando en el trabajo, fue en el instituto y lo leí porque era de lectura obligatoria. Pero bueno que se le va a hacer.

    La segunda apreciación es si a dosoctavas le enviaste los capítulos 139 y 140, ya que según las cuentas del concurso acertó dos veces.

    Un saludo a todos y muchas gracias a Mario no solo por escribir sino también por permitirnos participar y fomentar debates.

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  48. Sshhhhhh…. Que no se entere, que lo mismo me reclama doble premio.

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  49. ¡Lo he visto, quiero doble ración!
    En serio, es brutal, no quiero dar envidia a nadie, o sí, pero me he quedado con ganas de leer el capítulo completo. ¿Para cuándo?

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  50. Gracias Mario por el regalo. Preparaos porque el próximo capítulo viene fuerte.

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  51. Me habría gustado participar pero ni delejos habría acertado.

    Pedazo de capítulo. Odio a Ismael, me parece que va a hacer mucho daño a Carmen.

    Guido es un caramelito que hay que disfrutar hasta que se agote. Carmen tiene el comodín del amigo de Mario, si Guido se pasa un pelo sabe que lo puede poner de patitas en la calle.

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  52. TORCO

    Guido es un depredador, sin mucho cerebro pero depredador al fin. Sabe cómo llegarle a Carmen, para bien o para mal.

    Lo que pase entre ellos no llegará a oídos del amigo de Mario. Se juega en campo de Carmen y Guido.

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  53. Parece que Carmen provoca envidias entre las chicas. No me extraña; por lo que cuenta me temo que yo tambien caería en su red. Eso del punto J es como para pensárselo, compañeras.

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  54. Qué no habrás probado tú. Me da la impresión de que estás de vuelta de muchas cosas, ¿me equivoco?

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  55. ¡Pero bueno! tú qué sabrás. En fin, tampoco voy a andar disimulando a estas alturas, no me puedo quejar.

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  56. Más sabe la bruja por mujer que por bruja.

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  57. ¿te ha llamado bruja? ¡Todas, a por las escobas! Se va a enterar este.

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  58. TORCO

    Dado que en Argentina por ese patrón cultural misógino y arcaico, el término bruja se lo usa todavía como objeto de burla hacia la esposa, humildemente propongo llamar a DIVAGANTE hechicera.


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  59. Os recomiendo que leáis lo que ha publicado hoy en Todorelatos King Crinsom, se titula Navegando por el Cantábrico, no dura tanto como dice TR y aunque así fuera merece la pena. Describe con gran detalle la costa vasca, crea unos interesantes personajes a bordo de un barco que se enredan en un intercambio muy bien argumentado.

    Pero a mí me ha tocado mucho porque me trajo recuerdos de un exilio voluntario a Donosti, hace justamente dos años, para sanar una herida en compañía de Joseba, un buen amigo que me ofreció su casa, un hombro en el llorar y sus brazos. Fue un tiempo agridulce que la magnífica descripción que ha hecho el autor de Euskadi me ha devuelto las emociones tan vivas como si no hubiera pasado el tiempo. Tanto que la pandemia que me alejó de Joseba me ha hecho recuperar el contacto y prometer que el fin de semana próximo volveré a Donosti, se lo debía. Si como dice la copla, la mancha de una mora con otra verde se quita, Joseba lo logró con creces y me apetece devolverle el favor sin que medie motivo alguno.

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  60. En España se usa de varias formas, como insulto y de manera cariñosa; supongo que no tenéis duda de mi intención.

    Sobre la recomendación, te haré caso pero me interesa más el efecto que te ha causado, Diva. Tanto como para sorprender a todos y emprender viaje a Donosti. Vaya. Supongo que cayeron muchas moras hace dos años.

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  61. Lo último que me esperaba de ti, Mario, era un comentario tan vulgar. ¿Un mal día?

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  62. Un comentario lamentable, lo siento. Mis disculpas.

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  63. TORCO

    No me queda duda de tu intención querido amigo. Solo lo comenté para lo que respecta este lado del charco.

    No me han llamado como abogado defensor y tampoco conozco el expediente, pero confío en que la expresión de mi amigo y patrocinado no haya tenido ese fin.

    Creo DIVAGANTES que coincidir as conmigo en que a veces se Lee un mensaje que si lo escucharnos de boca del emisor tendría otro significado.

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  64. Divagante es de Donostia como yo, no lo sabia. el mensage a sonado fatal, y eso es lo malo de los mensajes que muchas veces hacen llegar un mensaje de forma distinta a lo que tu tenias pensado.

    Mario se a disculpado y eso le honra,

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  65. Diva venga, no es para tanto, lo del mal dia se te podría aplicar a ti tambien.

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  66. TORCO

    Tienes razón DIVAGANTES "Navegando por el Cantabrico" es un relato estupendo, lo que suscribe la jefa.

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