Capítulo 198 Vía Láctea (y 2)
Tiempo estimado de lectura: sesenta y seis minutos. (sin citas)
«Hoy, como ayer, como entonces, mi piel es un campo sembrado por otros que germina al contacto de la brisa que mueve tus manos.»
Ella, 2025
No logré dormir, estaba enfadada, triste, defraudada y sobre todo, preocupada, si le daba por aparecer me pondría en una situación muy difícil, ¿qué pensaría Andrés de mí si se enteraba de lo que había hecho para Diego? Yo, convertida en la puta de un vulgar barman venido a más por traficar con mujeres, qué vergüenza.
Andrés notó los efectos de haber pasado la noche en vela, lo achaqué a una mala digestión. La mañana transcurrió según lo planeado, pasé por el despacho del jefe de departamento encargado de los eventos, iba dispuesta a todo con tal de conseguir que el seminario volviera a estar incluido en la planificación de los actos del mes, mi sutil manera de ofrecer a la vista “mis encantos“ junto a una buena argumentación surtió efecto. A la salida, Andrés me esperaba, ambas reuniones habían dado sus frutos y decidimos celebrarlo a lo grande.
—Te voy a llevar a comer a Santillana, conozco un sitio que te va a encantar.
No llegué a preguntarle nada, desde lo alto de la ancha escalera de piedra, lo vi.
—Qué cara te vendes, chiquilla. —dijo cuando terminamos de descender, nos miró a ambos y le ofreció la mano a Andrés—. Diego, un amigo de Carmen.
—Andrés Arjona es el presidente del gabinete. ¿Qué haces aquí?
—Voy de camino a Bilbao —contestó soltando el apretón de manos—, me dijo tu marido que estabas aquí.
Hubo un incómodo silencio que Andrés resolvió.
—Os dejaré que os pongáis al día. Recuerda, a las cinco tenemos otra reunión.
—Te la devolveré a tiempo. ¿Nos vamos?
Me sacó del recinto cogida del brazo sin darme ocasión a reaccionar. Cuando estuve segura de que Andrés estaba lejos, le increpé.
—¿Se puede saber qué haces aquí?
—Reclamar lo que es mío, morena, no puedes torearme como si fuera un pringao de esos que te follas a diario.
—Haz el favor de bajar la voz.
Me dejé llevar con tal de alejarme de allí donde nos podían escuchar.
—¿Te contó Mario mi propuesta?
—No puedes presentarte así, de improviso y trastocar mis planes.
—Contesta, joder, ¿te lo contó?
«—Yo tengo algo que te interesa y tú tienes algo que me interesa. Hablemos claro: Tu mujer me contó al detalle vuestra historia: Lleva un año de rodaje con un empresario que le está enseñando el oficio. Se nota, está poco trabajada pero se maneja con soltura.
—¿A dónde quieres llegar?
—Tu mujer vale para esto, es la mejor hembra que ha pasado por el local, además de un cuerpo de escándalo, tiene clase, puede darle un vuelco al negocio; todavía me preguntan, ¿cuándo vuelve la madrileña? Carmen puede ser el buque insignia del Penta, en cuanto pase por aquí, que digo, dos o tres veces cada quince días para empezar y se corra la voz nos hacemos de oro. Los tres, no me olvido de ti, a la siete le podemos sacar mucho más jugo si se la educa. Trabájatela, haz una segunda Carmen, eres psicólogo, coño. Encima, estás colado por ella, reconócelo. Carta blanca, olvídate de pagar por sus servicios.
No podía creer lo que estaba escuchando. Y siguió, estaba embalado.
—Le advertí que todas mis chicas llevan mi marca, no había tiempo, lástima, por eso se la hicieron con henna, ¿la llegaste a ver?
—La vi.
—¿Seguro? ¿Sabes quién es tu mujer cuando entra por esa puerta?
—La nueve.
—Bien, nos vamos entendiendo, porque en tu casa será la señora Suárez.
—Rojas, utiliza su apellido de soltera.
—Me la suda, como si se quiere hacer llamar Cher o Halle Berry, en tu casa será la señora Rojas, en mi casa es la nueve. ¿estamos de acuerdo?
—Si ella lo está, no tengo nada que opinar.
—Haces bien en llevarla con la correa suelta, para tirar siempre hay tiempo. De lo otro me ocupo yo.
—¿De qué estás hablando?
—Del tatuaje, no te mosquees. El trato es este: dispones de la siete a tu antojo, barra libre. A cambio quiero a la nueve dispuesta a trabajar, encárgate, eso incluye la marca de la casa, esta vez sin pijotadas, ya me arreglo yo para quitarle la tontería.
—¿A base de hostias?
—Lo dices por las bofetadas; te lo he dicho, se puso farruca, tuve que bajarle los humos, tenías que haber visto la cara que puso, no se le cayeron las bragas de gusto porque las había perdido. Prueba alguna vez a cruzarle la cara, le va la marcha, pero con decisión, que no te vea titubear. Qué pasa, ¿te has quedado dándole vueltas? Hazme caso, a todas les gusta que les calienten la cara de vez en cuando.
—Hablas de ellas como si su opinión no contara.
—Porque no cuenta. La siete hace lo que yo diga, saca un buen jornal, la trato bien, no tiene queja. En cuanto a la nueve, voy a ser franco: se pondrá cachonda cuando se entere del trato. Va a ganar una pasta por follar, es lo que más le gusta después de mamar pollas como una campeona.
—Carmen no hace esto por dinero.
—En eso te equivocas, el precio por abrirse de piernas le importa tanto como su salario de doctora, por mucho que sea. El patrón oro se le queda chico, te lo digo yo que de putas entiendo un huevo. Las hay, como la siete, que follan por necesidad, para sacar adelante a su hija, puta mierda de vida. Luego están las otras, las viciosas como esa de ahí, la pelirroja, o tu mujer que lo hace porque le tiembla el coño de solo pensar que va a chupar una polla nueva y se la va a tirar un desconocido. Guapo, feo, gordo, flaco, le da igual con tal de ponerse a cuatro patas. No dices nada, ¿eh? A tu mujer le pone cobrar un dinero que no necesita por follar, ese dinero la calienta más que un cipote metido en el culo.
Cerré la boca, qué podía decir si no había argumento para rebatir la jodida realidad.
—Venga —apretó para terminar de convencerme—, es mi última oferta: los días que tu mujer trabaje en el Penta te pagaré un porcentaje de lo que saque con las dos, tengo que hacer números pero saldrás satisfecho y con ganas de repetir, fíate. Ya lo sé —dijo anticipándose—, a ti el dinero tampoco te importa. Verás lo que pasa cuando tengas en las manos los primeros billetes por vender a tu mujer. Lo he visto en otros, es tan adictivo como la heroína.
«Tu mujer, tu mujer», repetía machaconamente sabiendo el efecto que provocaba. Me levanté de la mesa, no podía soportar tanta presión.
—Tengo que pensarlo.
—Por supuesto, consúltalo con la almohada. Y cuéntaselo a tu mujer.» (1)
—Sí, me lo contó y la respuesta es esta: No voy a volver al Penta, olvídalo, estuvo bien, pero…
—¡Y unos cojones!, no te estoy pidiendo opinión, el trato está cerrado. No te hagas la digna, te mueres de ganas por volver a lucir palmito en la barra. (2) El ambiente del Penta te gusta, niégalo; Curro te echa de menos, ya sabes cómo las gasta, y tú tienes mucho que ofrecer a mis clientes, sola o con Candela, que juntas triunfáis.
Según iba hablando pasé de estar nerviosa a sentir otra vez el dichoso cosquilleo que me produce sacar a pasear a Carmela, es una sensación adictiva, superior a cualquier otra, me hace perder la cordura.
—No puedo ir a Sevilla, compréndelo, tengo compromisos en el gabinete. Más adelante…
—Dame una fecha.
—Tal vez…
—Tal vez no me vale.
—Cuando se clausure el evento programado aquí.
—Dame una fecha.
—En Marzo.
—No puedo esperar tanto, te necesito antes, un fin de semana.
—Lo intentaré. ¿Dónde vamos?
—A tu hotel, he pasado toda la puta noche conduciendo, necesito darme una ducha y comer algo. Tu chochito, para empezar.
Subimos en compañía de un matrimonio mayor, tuve tiempo de pensar lo que estaba a punto de hacer, le acompañaba sin haber sido coaccionada, sin atender las alarmas que mi parte sensata lanzaba. «Te estás complicando la vida, ¿qué pensará Andrés?».
Andrés. Le había dejado colgado, ¿acaso detectó algo en nuestra conducta?
Entramos en la habitación, enseguida tiró de mí. «Qué ganas te tenía», dijo con la voz enronquecida por la lujuria. Lamió mi boca, nos morreamos tanto tiempo que sería incapaz de calcularlo; mientras tanto, sus manos buscaban lo que un hombre en celo busca de una mujer, saciando su sed sin pensar en la mía.
—Desnúdate.
Se sentó a los pies de la cama a ver la actuación, conocía sus gustos y le ofrecí un espectáculo a medida. Trabajé el acto de despojarme de la ropa como una artista de peep show. Desnuda y en tacones se empachó de mi figura. «Acércate», susurró, me detuve a un palmo de su nariz, inspiró profundamente y consiguió encenderme como si hubiese besado mi sexo, simuló pinceladas a contrapelo con el dorso de los dedos, le acaricié el cabello, él insistía, de abajo arriba, llamando a la puerta del manantial sin dejar de observar el estrago en mi rostro. Aguanté, no quería rendirme tan pronto, pero un temblor terminó de quebrarme; roto mi aliento, fue el detonante para iniciar un largo viaje por mi cuerpo, se engolfó en los glúteos tensos, buscó desde atrás entre mis piernas, mi culo se contrajo como un animalillo asustado, comenzó y no paró de acariciarme la cintura, el vientre, los hombros, ¿solo yo oía el jadeo o él también lo podía escuchar? Recorría mi cuerpo con paciencia, descendió por los pechos, reposó en las nalgas, ascendió desde el pequeño prado hacia el páramo de mi vientre y volvió a visitar las colinas, acarició la tersura de mi cutis, la oquedad de la axila, los adornos perforados en la carne. Pensé en ti, cómo te lo contaré, lo que preguntarás, cómo lo celebraremos.
Hoy, como ayer, como entonces, mi piel es un campo sembrado por otros que germina al contacto de la brisa que mueve tus manos.
Emprendimos la vía al placer, vía blanca como la leche, luminosa como las estrellas, oscura como el universo profundo. Me arrastró, cerca, más cerca, subí una rodilla, apoyé los brazos, no pedí precaución, separó las nalgas, la humedad de su boca encontró la humedad de la mía, caliente, hinchada; labios, dedos, el ápice de la lengua en la grieta estrecha. Me arrancó un orgasmo imparable y bebió del constante latido, lo esperé, lo busqué, la gruesa cabeza del aspid resbaló en mi interior abriendo la vía a su paso. Llena, dilatada, adaptándome al intruso, completa. No tardó en estallar. El camino, anegado de leche, un camino recorrido por tantos en busca de salvación o de perdición, leche de vida, de sexo, bálsamo de deseo, pócima de engaño.
Me dejó a las puertas. ¿Suplicar?, jamás, me tragué la decepción soportando en mi lomo al jinete cansado.
—¿Quién eres? —preguntó y lo acompañó de un recio azote.
—La nueve.
El siguiente fue más fuerte.
—¡Qué haces!
—¿Quién eres?
—La nueve, soy la nueve.
Un brutal trallazo a mano abierta se estrelló en mi culo, ¿qué había hecho mal?
—¡Pues no lo veo! ¡Quien eres! ¡Di, quién eres!
—La nueve. —repetí empezando a asustarme. De nuevo el cruel castigo avivó el fogonazo abrasador.
—¡No lo veo! ¡quién eres!
—¡La nueve!
Otro azote salvaje, la misma pregunta, otra agresión.
—No. Lo. ¡Veo! —exigió con un despiadado manotazo que me arrancó un grito de dolor.
—¡Para!
—No sé quién eres, ¡dímelo! ¡Dilo!
—¡La nueve!, ¡soy la nueve!, ¡basta!
—No lo veo, ¿por qué tengo que creerte?
Estaba atrapada con una mano atenazando el cuello, con la cara aplastada en la cama, mis esfuerzos por liberarme eran inútiles, volvió a preguntar, respondí, supliqué, me debatí inútilmente.
—¡Soy la nueve!
—¡Por qué no lo veo, dime!
—¡Porque no tengo el tatuaje! —grité derrotada.
Un nuevo azote, la misma pregunta, «¡Por qué no sé quién eres!» y una vez más la misma respuesta, «porque no tengo el tatuaje». El tatuaje se reveló como una tabla salvadora. Soy la nueve, no lo ves porque no llevo el tatuaje. Otra vez y otra más y otra, agotada, implorando que acabase el suplicio, deseando llevar el tatuaje grabado en la piel para dejar de sufrir.
El dolor acabó con los últimos restos de orgullo. «Para, por favor, no puedo más», supliqué entre sollozos; detuvo el castigo y me recogió en sus brazos.
—Eres la nueve, lo tienen que saber, ¿entiendes ahora?
Asentí aunque no entendiese, asentí antes de que volviera a emprender la tortura.
—Atiende. ¡Mírame! Cuando te quedas en bolas deben saber quién eres: La nueve, tienen que grabárselo en la cabeza mientras te la meten para que, cuando vuelvan al Penta, pregunten por ti; es muy sencillo pero muy efectivo: Con tu culo bien agarrado en pleno mete saca y el nueve entrándoles por los ojos hasta que se corran. Así es como funciona: ¿ganas de follar?, la nueve, ¿dónde?, en el Penta. Follar, la nueve, en el Penta. Follar, la nueve, en el Penta. ¿Está claro?
—Sí.
—¿Estás segura?
Cabeceé temblando. Diego no tenía ni idea de psicología pero sabía perfectamente cómo establecer un condicionamiento. Yo era la nueve, lo tenían que aprender a golpe de estímulo. (3)
—Muy bien, lo haremos cuando vengas a casa.
Sumida en una profunda bruma producto del castigo, escuché entrechocar los frascos de las cremas en el baño.
—Esto te calmará.
El aroma de la leche corporal me llenó el olfato, sentí el frescor derramándose por la zona ardiente, sus manos masajearon las nalgas con una delicadeza desconocida en él, yo trataba de controlar los hipidos que me avergonzaban, poco a poco recuperé la calma, me invadió un sentimiento de paz y afecto hacia el hombre que acababa de castigarme.
—Si no fueras tan siesa podías haberte ahorrado esto, pero aprenderás aunque sea a base de hostias, ¿sabes cómo se ablanda el cuero para volverlo suave como la chaqueta que llevabas hoy?, a base de golpes. (4)
Mentira. De niña había visto curtir cuero en el pueblo, tenía el olor del tanino metido en el cerebro, la Carmen segura de sí misma se habría reído, le habría contado el proceso completo; la que había sido domada a golpes no se atrevía a rechistar.
—¿Han quedado marcas?
—Qué pasa, ¿le enseñas el culo a tu jefe?
Volví a cerrar los ojos y me sumergí en el suave masaje que aliviaba el dolor.
—Así es como has llegado a directora de… ¿cómo es? —me propinó un azote que me hizo botar en la cama.
—Directora de relaciones institucionales.
—Eso es, conque te has ganado el título a base de polvos, ¿eh?, qué zorra me has salido. ¿Lo sabe el maricón de tu marido?
—No es lo que piensas.
Soltó una carcajada.
—Qué poco original, es lo que decís todas cuando os pillan con las bragas bajadas: no es lo que parece. No me tomes por gilipollas, cuéntamelo, soy tu jefe, tengo derecho a saberlo todo.
Estaba tan cansada…
—Te digo la verdad, ha sido un descuido, tenemos habitaciones contiguas comunicadas —señalé la puerta—, nos reuníamos a trabajar por las noches, ayer entró sin llamar y me encontró a medio vestir, no le di importancia, luego volvió a hacerlo y…
—Se puso ciego y decidiste sacarle provecho. Seguro que no es el único jefazo al que le haces el juego, dime la verdad.
—Te lo juro.
—No mientas, acabaré por enterarme y te castigaré.
—Tengo una aventura con uno, solo uno, nadie más.
—Una aventura, qué educada, o sea que te lo follas. Por esta vez no tendré en cuenta que has intentando mentirme. ¿Tiene mucho nivel?
—Es un socio ejecutivo con mucho poder de decisión, es un catedrático muy prestigioso.
—¿Cómo se llama?
—Qué importa.
—¡Cómo se llama, hostias!
—Ángel Luis Alvarez Atienza.
—¿Está muy encoñado contigo?
—Mucho.
—¿Y éste tal Andrés?
—También.
—¿Te lo has tirado?
Andrés. Si había terminado de almorzar pronto, lo mismo había vuelto al hotel a descansar un rato antes de la reunión de la tarde. ¡Oh, Dios mío!
—¡Que si te lo follas!
—Baja la voz, podría estar en la habitación.
Se mantuvo un instante callado, luego dijo:
—Llámalo.
—¡Qué!
Dio unas zancadas hasta la puerta.
—Llámalo, si suena saldremos de dudas. Venga, coño, llama.
Tenía razón, no podía quedarme con la incertidumbre. Cogí el teléfono del bolso, llamé, no escuchamos nada al otro lado. Respiré aliviada. Andrés contestó enseguida.
—Dime, Carmen.
—Hola, ya he terminado.
—¿Dónde estás?
—En el hotel, he venido a cambiarme, me… he manchado.
—Iba a llamarte, ¿quedamos allí?
—A las cuatro y media.
Colgué, estaba mareada, Diego me miraba sentado en la cama.
—Qué hábil eres, cómo lo manejas. ¿Te lo has follado?
—Eso no ha pasado. —respondí malhumorada.
—Fóllatelo, cuanto antes, mejor.
—¿Por qué?
—No preguntes, ya sacaremos algo de provecho. —Me miró de arriba a abajo, volvía a estar empalmado—.Tengo sed. Vamos, muévete.
Preparé un par de copas, whisky solo sin hielo, prendí un cigarrillo y se lo puse en los labios, esperé sumisa mientras se entretenía con el vello de mi pubis y hurgaba entre los labios, el latido del culo me recordaba quien era: la nueve, descendía un peldaño en su carrera de puta; a una señal me senté en el suelo y se la meneé despacio arañando el escroto con las uñas, acariciando el frenillo con la yema del pulgar, esparciendo el constante goteo por el glande para hacer más suave el masaje de mis dedos. Descargó en la copa y me la ofreció, el esperma había quedado apelmazado por el alcohol adoptando formas irregulares, alargadas unas, redondeadas otras; no discutí, lo probé, me enseñó a degustar el semen coagulado deslizándolo lentamente por el vaso inclinado paladeando cada grumo antes de tragarlo.
—Está rico —reconocí sorprendida.
Seguí sus instrucciones, incliné el vaso; un grumo parecido a un diminuto caballo de mar descendió hasta el borde, lo recogí con la lengua y lo retuve, lo saboreé y se lo mostré en la punta de la lengua. Me premió con una caricia en la mejilla.
—Aprendes rápido. Gusta mucho a los clientes, ya lo verás.
Sabía cómo tratar a una mujer, si no fuera Cantabria, si esto fuera Sevilla y ordenase venir a Ramya no sería capaz de negarme como hice una vez, no podría. Llamó al servicio de habitaciones, subieron bebidas, trajeron comida, me exhibí con su propia camisa apenas cruzada sujeta por el brazo que sostenía el vaso, firmé la nota del pedido y les ofrecí una buena vista de las tetas y una jugosa propina. Le gustó tanta audacia y volvió a desfogarse consumando por fin mi propia agonía.
—Cuando acabes el seminario, te quiero allí, sin excusas. Hay un par de personas que quiero presentarte.
—¿Qué personas?
—Lo sabrás a su momento.
—¿Y tú, qué ganas?
—No te importa, está hablado con Mario.
Vendida como una yegua de pura raza. Esa era yo, la pieza valiosa con la que los hombres hacían negocios.
—¿No puedo opinar? —saltó la rebelde. La reacción no se hizo esperar.
—Nueve, tú no opinas, obedece y trabaja, para eso te ha dado Dios este cuerpazo.
—Escúchame, lo que hayas hablado con mi marido…
Me cogió la mandíbula haciendo pinza.
—Escúchame tú, porque lo voy a decir solo una vez. Si intentas joderme, tu amiguita lo va a pasar muy, muy mal, lo de menos es que se vaya a quedar en la puta calle porque no le va a dar trabajo ni Dios, de eso me encargo yo; lo jodido, lo verdaderamente jodido es que, si me sale de los cojones, la siete se queda sin la niña con levantar el teléfono y hacer una llamada, así de fácil, por eso está tan dócil. Conque ándate con cuidado. Ahora, dime, ¿vas a venir a Sevilla?
Asentí nerviosa, me estaba haciendo daño pero no me atreví a decir nada.
—Así me gusta, que uses la cabeza para algo más que poner ojitos y chupar pollas. Estás buena de cojones pero a veces pareces tonta, tantos estudios y tanto título para qué.—dio una vuelta alrededor tocándome aquí y allá—. Eres la mejor de todas y lo sabes, pero no te lo tengas tan creído, necesitas unos arreglos, te hacen falta unos kilos, hay que darle volumen al pelo, unos rizos, mechas… necesitas un poco de botox para que den ganas de follarte la boca, y te falta delantera, una talla o dos. Lo haremos cuando pases una temporada con nosotros en Marzo.
—Yo no he dicho eso.
—Hemos quedado en que vienes un fin de semana ahora y vuelves en Marzo, lo has dicho tú. No te vas a volver atrás ahora.
Me estaba envolviendo con sus artimañas, ya lo resolvería, me preocupaba más otra cosa.
—No pienso arreglarme el pecho.
—Harás lo que se te diga, tampoco quiero ponerte unas tetas de vaca lechera. ¿Te has dado cuenta a quién miran cuando estáis las dos?
—No sé.
—Yo sí lo sé, primero te miran a ti, luego le miran las tetas a Candela. ¿A que a tu marido le gustan más que las tuyas?
—Es verdad. —reconocí, lo sabía desde hace tiempo.
—Pues ya está, todos contentos. Tu marido disfrutará del tuneado, Candela tendrá donde agarrar cuando hagáis la tijera y yo, dando palmas por lo que voy a ganar contigo. Del dinero no te preocupes, lo pago yo.
Un pecho como Candela, nunca lo había pensado; unos pechos como los de Luca, o Claudia… No, tanto, no.
—No necesito que pagues nada. —respondí en un tardío arranque de dignidad con el que, sin pretenderlo, aceptaba operarme.
—Ya lo sé, el dinero te sale por las orejas, pero así no funcionan las cosas. Yo pago las intervenciones de estética y vosotras lo devolvéis con vuestro trabajo. Más intereses, ¿entendido?
—Entendido.
—Quiero oírtelo decir.
—Te lo devolveré con mi trabajo.
¿Tan atemorizada estaba como para firmar un acuerdo que me ataba al proxeneta?, no podría echarme atrás sin comprometer la seguridad de Candela y de su hija, incluso mi propia integridad. ¿Qué carta guardaba contra ella?
—A la ducha. ¡Vamos, no te quedes ahí parada!
—Voy a llegar tarde.
—Vete, me ducho y me voy.
Le cogí de la mano para conducirle al baño, de ninguna manera pensaba dejarle solo en la habitación repleta de documentos y objetos personales, con la puerta de acceso a la de Andrés sin bloquear. Diego notó mi desconfianza.
—Qué pasa, ¿no te fías? ¿Temes que me vaya a llevar algo?
—¡No, qué dices!
Tiré de él pero no se movió.
—Tranquila, ya sé todo de ti. ¿Qué pasa?
Era astuto, me soltó y avanzó hasta la puerta que comunicaba las dos habitaciones, me miró para observar mi reacción, traté de mantenerme serena, no sé si lo logré, accionó la manilla y la puerta cedió.
—Conque era esto.
—Diego, por favor.
La abrió de par en par y se perdió dentro, lo seguí antes de que hiciera alguna locura.
—Vámonos, no podemos estar aquí.
La habitación era similar a la mía, con una distribución parecida, Andrés la mantenía pulcramente ordenada.
—Diego…
—Dónde folláis, ¿en esta cama o en la tuya?
Miró cada objeto de la mesita de noche. Me estaba poniendo nerviosa. Levantó un porta fotos.
—¡Mira, la típica foto con la mujer! Seguro que la vuelve del revés mientras se tira a la compañera buenorra, ¿lo hace? Menudo santurrón nos ha salido este Andrés, debe de ser de misa los domingos.
—No toques nada.
Se movió por la estancia curioseando, disfrutaba llevándome la contraria, abrió el armario, movió las perchas, miró en los cajones.
—Estate quieto.
—Qué guapa la niña, ¿solo tienen una?
—No tienen hijos, es su sobrina.
—¿No será estéril? Lo que te faltaba, un marido maricón y un jefe estéril.
—Es ella la que no puede tener hijos.
Me arrepentí, los nervios estaban haciéndome hablar de más.
—Ojo, a ver si te va a hacer un bombo. No estaría mal, se divorcia de la vieja, mandas a tomar por culo al maricón y te lo montas a lo grande: La señora del presidente; cómo lo ves, bien ¿no? Y el tito Diego a chupar del bote. Menudo chollo, tú y yo viviendo a costa del beato y el maricón a dos velas, por gilipollas
—Haz el favor de no volver a llamarlo maricón.
—¿Con un pibón como tú y permite que folles con cualquiera? Maricón, te lo digo yo.
—Pon la foto en su sitio, a ver si…
—¿A ver si se me va a caer? —dijo haciéndola bailar en el aire.
—Vámonos, por favor.
—Vámonos, te va a dar un infarto.
Me tocó aliviarle bajo la ducha, la incursión a la habitación de Andrés y sobre todo tenerme desquiciada sometida a su capricho le había excitado. Llegué al pabellón apurando la hora, tuve que secarme el pelo, rehacer el maquillaje, la sombra de ojos, el color de los labios… y a última hora decidí enjoyarme un poquito, pendientes, pulseras y una gargantilla. Andrés no se dio cuenta cómo me estaba mirando
—Puntual, como siempre.
—Qué esperabas.
—¿Qué tal tu amigo?
—Es amigo de Mario. —corregí—. Bien, charlamos tomando un aperitivo…
« En realidad, fue un cóctel exótico»
—Os habréis puesto al día.
«Y follado, Andrés, hemos follado.»
—¿Qué te pasa?, estás nerviosa.
—Nada, creí que llegaba tarde.
—¿Has comido?
—Comimos algo de tapeo….
«Una polla estupenda, falta me hacía.
—… y tuve que volver al hotel a cambiarme, me manché.
«…las bragas, estaban echadas a perder.»
—Es un poco… raro, no os pega como amigo.
—Bah, el típico sevillano.
—Mucha guasa, demasiada.
—Incluso estando cabreado es capaz de soltar cuchilladas envueltas en guasa.
—¿Entramos?, nos están esperando. ¿Preparada?
«Ni te imaginas»
…..
La reunión fue breve, salimos contentos, el seminario no estaba perdido del todo. Andrés propuso visitar Santillana, donde había pensado llevarme a comer, pasaríamos la tarde haciendo turismo, antes quise ir al hotel a ponerme ropa cómoda.
—Se nos va a hacer tarde. —protestó.
—Si tuvieras que patear la ciudad con estos tacones, ya me dirías.
—De acuerdo, pero no te entretengas.
—Joder, Andrés, pareces mi marido.
Cierto, habíamos establecido una relación peculiar, las barreras impuestas por lo correcto entre jefe y subordinada, mentor y alumna, estaban cayendo, se veía el esbozo de una conexión más natural, más intuitiva. Se quedó esperando en el hall mientras yo subía a cambiarme de calzado; de paso, elegí algo informal: pantalón vaquero, jersey grueso de cuello alto, botines y una cazadora corta forrada, la temperatura estaba bajando. Salí apurada porque me había entretenido más de la cuenta.
—Conque ibas a tardar poco. —bromeó haciéndose el enfadado.
—Calla, cascarrabias.
Santillana del Mar, la ciudad de las tres mentiras —contó Andrés—, porque no es santa, no es llana y no tiene mar. La recorrimos sin rumbo concreto, admiré sus calles empedradas y sus edificios medievales, contaba con un buen guía, descubrí lugares que transportan al pasado. Me sorprendió cuánto sabía de la ciudad, tenia una vasta cultura y consiguió hacer de aquella visita una experiencia inolvidable.
Nos sentamos en una terraza, empezaba a refrescar, pedimos café y nos quedamos mirándonos en silencio, sobraban las palabras. El camarero vino a romper el hechizo, volvimos a enlazar una conversación tras otra, disfrutando del ambiente, olvidando las preocupaciones. Sin embargo, no podía pasar por alto ese instante de intimidad en silencio donde podría haber ocurrido cualquier cosa.
Volvimos de anochecida con pocas ganas de salir a cenar, estuvimos de acuerdo en quedarnos en el hotel, teníamos muestras de la calidad de su cocina.
El restaurante estaba casi vacío, no era de extrañar, fuera de temporada y a mitad de semana el ambiente mejoraba con la ausencia de murmullos, choques de cubiertos y paseos continuos de camareros. Una iluminación tenue y una música de fondo suave completaban el cuadro.
Pedimos algo ligero, durante la espera hicimos un breve resumen de la jornada. Acabando los entrantes valorábamos la incidencia del seminario en la promoción del gabinete, le dejé elucubrar, estaba cansada, no quería seguir hablando de trabajo. Pensaba en Diego, en lo que tramaría al saber que me acostaba con uno de mis jefes, en el cepo en el que había caído por proteger a Candela. ¿Qué amenaza se cernía sobre ella? Pensé en Ángel, en sus insinuaciones cuando supo de este viaje, ojalá no se hubiera ido de la lengua.
«—¿Te follas a Andrés y a mí me dejas con el calentón?
—No hemos follado, ¿te enteras? Anda, vete.
—Falta poco, me apuesto un huevo a que cae antes de que os vayáis de luna de miel a Santander.» (5)
A todo esto, había perdido el hilo.
—No estás escuchando.
—Perdona, estoy algo cansada, se me fue la cabeza a otros temas.
—Cuáles, sí puede saberse.
Sonreí, hace un mes no se habría aventurado a indagar.
—Pensaba en Ángel, no ha encajado muy bien este viaje tan repentino.
—¿Qué ha de encajar?, dependes de mí, no de él.
—Ya lo sé, está colaborando mucho en el arranque de la dirección, me está presentando a todos sus contactos y se siente un poco responsable, no me gusta, pero se lo tolero.
—No deberías, ¿te ayuda?, bien, forma parte de su cometido como socio. No alimentes ese tipo de cosas, la gente habla.
—No tiene por qué. Bueno, sí —rectifiqué, sabía por dónde iba y no quería darle pie a hablar de nuestra relación—, por eso mismo me preocupan sus insinuaciones.
—¿Qué tipo de insinuaciones?
Me había metido en un callejón sin salida, no podía decirle lo que Ángel decía de nosotros.
«—Será tu mentor y todo eso, pero se le van los ojos detrás de tu culo. Que sí, te lo digo yo, estás demasiado buena y no deja de ser un tío.
—No me lo creo.
— Haz la prueba: La próxima vez que lo veas, imagínatelo cascándosela en tu honor.
—Qué bobada.
—¿Tú crees? Esa expresión paternalista con que te mira cambiará de sentido si lo imaginas meneándosela delante de ti, haz la prueba.
—No lo voy a hacer, olvídate.
—Nena, tienes el mejor culo de todo el gabinete, Andrés no es el único que pierde los ojos detrás de tu trasero.» (6)
—Dice que estás demasiado pendiente de mí, ya sabes cómo es.
—Un cretino; inteligente y bien posicionado, pero un redomado cretino.
—No seas malo.
—Lo defiendes porque…
Gastó uno, dos, tres segundos intentando escoger una frase aceptable. Se acabó el tiempo, mi turno.
—Porque me acuesto con él, ¿es lo que ibas a decir?
—No es asunto mío, pero te afecta y me preocupa, los rumores terminaron por desaparecer, que yo sepa; ahora hay otros y no son nada buenos.
—Cuéntame, no estoy al tanto.
Se limpió con la servilleta sin prisa antes de beber un sorbo.
—Se habla de tu nuevo look, así lo llaman. No preguntes cómo me he enterado.
—Mi nuevo look, ¿Cuál es mi nuevo look?
—Te digo lo que se comenta, que cuando vas a hacer alguna visita con Ángel, te vistes… de forma provocativa.
Tenía que ocurrir, por más precaución que mantenía al volver de las reuniones de zorreo para no cruzarme con nadie de la otra planta, alguien debía de haber ido con el cuento, alguien de la planta de arriba, sin duda. ¿Ana? ¿Moreta? ¿quién?
—No es cierto, procuro acudir a las citas más arreglada de lo habitual, lo sugirió Ángel y, la verdad, no me pareció mal. Todo es según se cuenten las cosas y lo que se pretenda. ¿Qué más has oído?
—Nada, nada, son solo chismorreos.
—Si no fuera nada, no lo habrías sacado a colación.
—De acuerdo. Los comentarios son muy fuertes y no vienen precisamente de abajo; hablan de tus escotes, del largo de las faldas que llevas y solo cuando tienes una reunión, el resto de los días vistes normal.
—Ah, normal, los días de visita me visto de qué, ¿de zorra?
—Cálmate, solo son….
—Cotilleos, hay a quien le sobra el tiempo para inventariar mi vestuario. —respondí irritada porque, en el fondo, tenían razón. Nunca debí bajar la guardia, no tenía que haber abandonado la precaución de cambiarme después de las visitas. Qué ingenua había sido.
—Tus… adornos en los pechos, si me permites mencionarlo, son de dominio público, puede que antes no se hubiesen percatado, pero ahora, por lo que dicen, vas, y perdona mi franqueza, empitonada y anillada.
—¡Oh, Dios!
—Como comprenderás, no me gusta nada el cariz que están tomando las cosas.
—Procuraré tener más cuidado, no pensé que un simple piercing fuera motivo de tanta…
—No es el piercing, sino cómo lo exhibes. Sé más discreta.
—Creí que me ibas a pedir que me los quitara antes de entrar en el gabinete.
—Lo digo por tu bien.
Estaba indignada, no soporto a los fariseos que hacen una cosa y predican la contraria.
—¿Tan escandaloso es ver un relieve alrededor de un pezón? Si fuera desnuda lo entendería. En serio, ¿te parece desagradable?
—Al contrario.
—¿Cómo?
—Quiero decir que… es estético.
—¿Te lo parece?, has tenido ocasión de verlos. —dije en alusión a su impetuosa entrada cuando estaba desnuda para relajar la tensión.
—Lo lamento de veras; no miré, te lo prometo.
Mentiroso….
—No debía haber sido tan confiada, están a la que salta.
—No creo que se repita, de un tiempo a esta parte te has vuelto más cuidadosa.
—¿En qué sentido?
—Pues… hoy, por ejemplo, has procurado que no se noten tanto.
—A lo mejor porque no los llevo. Verás, a veces uso unas barritas —señalé con índice y pulgar el tamaño.
Enfocó la atención en mi pecho, debía parar aquello pero estaba tan indignada…
—¿Ves?, hoy llevo puestos los aros, pero con este jersey no se notan.
Andrés apartó los ojos.
—Perdona, no sé cómo hemos llegado a esto.
—¿A hablar de mis pezones?
—Me estoy metiendo donde no me llaman.
—Tranquilo, estoy de broma. ¿Qué más quieres saber?
—¿Yo?, nada, no es algo en lo que deba meterme.
No insistí, me había dejado llevar del coraje. Continuamos cenando en silencio. Qué difícil resultaba sacar un tema de conversación después de aquella pelotera.
—¿Te dolió?
Pobre Andrés, a pesar del intento por recuperar la compostura, se resistía a abandonar el tema.
—Te refieres a… Bueno, un pinchazo, poco más. Mereció la pena.
—Supongo que a Mario… Disculpa.
—Tranquilo. Le vuelven loco. Además, producen un efecto…, cómo diría, los pezones siempre están tiesos, duritos. —dije con cierta inocencia estudiada, después de la tormenta me divertía ponerlo en un aprieto. Fue a responder pero no lo consiguió.
—Siempre —recalqué—, aunque puede ser un problema con algún tipo de ropa.
—Me he fijado, quiero decir que una vez noté… Bueno, es la vez que más los he notado, y no me dedico a eso.
—No has terminado ni una frase: qué notaste y qué es a lo que no te dedicas, a ver.
Ponerlo en apuros estaba consiguiendo que pasara página de las críticas de mis compañeros.
—Una vez noté la forma de los aros, ya está. —dijo de corrido ruborizándose como un chaval.
—Olvidas cuando me pillaste desnuda. —Lo estaba abrumando.
—No me dediqué a mirarte, tú me conoces.
Terminamos pidiendo los postres con un sonrisa de indulgencia.
Después de la cena dimos una vuelta por el paseo marítimo, hacía una noche agradable, el frescor de la brisa y el rumor de las olas muriendo en la orilla acabaron por hacer desaparecer los rastros de mal humor. De vuelta al hotel, nos despedimos en la puerta de la habitación.
—Buenas noches, descansa.
—Buenas noches.
Metí la llave en la cerradura. Andrés permanecía inmóvil.
—Me alegro de la evolución que está teniendo nuestra relación. Antes te consideraba una especie de alumna, ¿me entiendes? Casi como una hija.
Solté el manillar de la puerta.
—¿Y ahora?
—Ahora, una muy buena amiga y mejor colega.
—Una amiga con derechos.
—No he querido decir eso.
—Amiga con derecho a… confidencias.
—Ah, eso sí.
—¿Qué creías?
—Te estás burlando.
A punto de entrar en la habitación, el fantasma de Diego, que había conseguido mantener apartado, irrumpió con fuerza como si estuviera esperándome dentro
—¿Tomamos la última? A ver si el mini bar nos sorprende.
Aceptó tras un titubeo, cerró la puerta y esperó en silencio alguna señal. Me deshice del bolso y la cazadora, los botines cayeron a un lado, qué placer andar descalza después de todo un día en tacones.
—Disculpa el desorden, creerás que soy una desaliñada; me metiste tanta prisa…
Otra vez la habitación era un batiburrillo de ropa dejada al descuido, la cama revuelta y en ella la falda y la blusa que cambié para ir a Santillana, quité unas bragas de la mesa, otras habían caído al suelo. Qué vergüenza, pensaría que en casa hago lo mismo.
—Tendrías que ver cómo dejo a veces todo por medio, Berta dice que desordeno más que un crío.
—¿Por qué no preparas unas copas mientras me cambio? Enseguida recojo este desastre.
Saqué unos leggings y una camiseta del armario. No se movió, su cara mostraba absoluta perplejidad.
—Lo haré en el baño, respira.
Cogí unas bragas del armario y cerré la puerta. Puse la ropa sobre la banqueta, me miré al espejo peinando el cabello con los dedos abiertos. «¿Qué estás haciendo?», me reprendí.
—¿Un hielo o dos?
Su voz sonó clara y fuerte: la puerta había quedado entreabierta, encajaba mal y había que empujarla al tiempo que se accionaba la manilla, vacilé un segundo y me deshice del jersey; mientras lo doblaba, escuché tratando de adivinar sus movimientos. Solté el enganche del sujetador y lo colgué del perchero. Pude ver en la pantalla del televisor el reflejo distorsionado de Andrés agachado buscando en el mini bar, me entretuve en desabrochar el cinturón de cuero y sacarlo de las trabillas, lo enrollaba cuando volví a mirar movida por la curiosidad: se acercó con sigilo a la cama, cogió las bragas usadas, las examinó meticulosamente, se las llevó al rostro y así permaneció unos segundos, luego las colocó donde yo las había dejado. Al final Ángel iba a tener razón. Solté el botón de la cinturilla y bajé la cremallera, a través del resquicio observé a Andrés: preparaba las bebidas sin saber que era espiado, si miraba hacia el frente me vería en la pantalla como yo lo veía a él, pero estaba tan concentrado…
—¿Puedes mirar a ver si ves por algún lado la pulsera que llevaba?, no sé si la he perdido.
—Ahora mismo.
—Creo que la puse al lado del televisor.
Echó una ojeada y quedó paralizado con la vista puesta en la pantalla, el reflejo de la luz del cuarto de baño sin duda estaba proyectando mi imagen. No tenía plan B, si se le ocurría asomarse por la rendija, yo no sabría qué hacer. Seguí actuando con naturalidad, deslicé el vaquero por las caderas, lo doblé ofreciéndole una vista del torso desnudo, contuve el impulso de colocarme las bragas, algo caídas después de que el pantalón las arrastró, daban una imagen vulgar, pensé. Andrés se mantenía en el ángulo de visión correcto, ¿cómo no pensó que podría sorprenderlo? Me arreglé el cabello frente al espejo para darle más espectáculo, movida por un impulso loco me quité las bragas y entretuve unos segundos haciendo nada con tal de exhibirme desnuda, viendo sin mirar al hombre que me miraba, qué despropósito. Recuperé el sentido común, me vestí y salí del baño.
Lo encontré al fondo de la habitación como si no se hubiera movido de allí. Me observó en silencio guardar la ropa, alisar la colcha…
—No la he visto.
—¿El qué?
—La pulsera.
—Ah, no importa, ya aparecerá.
Me ofreció la copa, aparentábamos una falsa normalidad, su expresión indicaba otra cosa, otra forma de ver a la amiga y colega, no quise darme por enterada. La camiseta se adaptaba a la forma de mis pechos dibujando el contorno de los pezones sensibles al tacto de la prenda. Nos sentamos, bebimos, hablamos de temas que nunca habíamos hablado: Berta, Mario, los años de los proyectos y las ilusiones, las que cumplimos y las que se quedaron por el camino, hablamos de los hijos que no llegaron y de los que no buscamos, bebimos, nos sinceramos. Llevaba una prenda ligera con tendencia a adaptarse a mi cuerpo señalando la desnudez que ocultaba: formas, curvas, relieves; sentada sobre una pierna, el volumen del pubis abultaba en exceso el fino tejido de la malla, cambié de postura, crucé los pies sobre la mesita baja y las uñas, recién pintadas el día antes de nuestro viaje, se convirtieron en el foco irresistible de su mirada; los ojos de Andrés, nublados por el alcohol, luchaban por escapar del canto de la sirena.
Pasada la medianoche dimos fin a la velada, le acompañé a nuestra puerta secreta, la abrió y nos miramos sin saber expresar lo que ambos sentíamos.
—Buenas noches. —susurré después de besarlo en la mejilla.
—Buenas noches, descansa.
…..
Ocho y media, iba tarde, me había entretenido en la ducha más de la cuenta. Estaba eligiendo ropa cuando Andrés llamó a la puerta, la entreabrió sin esperar permiso.
—¿Se puede? Perdona, no pretendía volver a encontrarte como ayer.
—Pasa, no verás nada que no hayas visto ya.
Andaba por la habitación en bragas escogiendo qué ponerme, una braga alta, de color blanco, tan delicada que mostraba sutilmente la sombra del vello púbico. La parte de atrás no era nada discreta, el culo quedaba desnudo como lo estaría con un tanga, ideal para usar con un pantalón ajustado. Lamenté no haber comprobado si el castigo de Diego dejó huellas. Habíamos cruzado una frontera la jornada anterior, no tenia sentido mostrar un pudor que no sentía. Andrés tampoco disimulaba, me miró los pechos anillados sin mostrar ningún recato.
—Es bonito.
Le miré de reojo. Cambié de idea, abrí el cajón de la cómoda, saqué mi pequeño joyero y, frente al espejo, escogí unos pendientes.
—¿El qué?
—El… conjunto, es muy bonito.
Recogí el sujetador de la cama y me lo sobrepuse.
—¿Te gusta?
Los ojos volaron del pecho al pubis varías veces.
—Mucho, te hace un tipazo.
Sonreí con agrado.
—Sí, parece que te gusta. —Confirmé divertida mirando con descaro el bulto de la bragueta.
—No me hagas esto. —suplicó abochornado.
—¿Qué?, eres un varón en pleno uso de tus facultades, es normal. — Doblé el sujetador y lo puse sobre la cómoda, volví a la tarea de elegir una cadena—. O no.
Lo fulminé desde el espejo.
—No sé qué quieres decir.
—Que estás en pleno uso de tus facultades, ¿verdad?
—Carmen…
—No te enfades, te estoy haciendo rabiar. Mira, estas son las barritas.
Me acerqué con ellas en la palma de la mano. Las miró, desvió los ojos a mi pechos imaginando cómo lucirían.
—Como sigas mirándome, voy a tener que cambiarme de bragas otra vez.
—Carmen, por favor.
—No seas bobo, estoy de broma. Qué, ¿te gustan? —le pregunté meneando la mano con las barritas para atraer su atención, me sentía tan poderosa—. Si quieres, me las pongo.
—Yo… no sé si….
—Es broooma.
Las devolví al joyero. «¡Dios, Carmen, para ya!». No hice caso, había perdido la cabeza, escogí una doble cadena de oro a juego con los pendientes y me la puse al cuello.
—¿Me la abrochas?
No entendí porqué me miraba como si hubiera visto una aparición hasta que vi nuestro reflejo en el ventanal: Ahí estaba yo, con las manos en la nuca sujetando el cierre, los brazos abiertos parecían ofrecerle mis pechos erguidos. Le di la espalda, el calor me abrasaba la cara. Pude observarlo en el espejo de la cómoda sin disimular porque no levantaba la vista, lo tenía confundido tratando de entender mi conducta. Abrochó con dificultad la cadena, volví a darme la vuelta, podía oler su aliento a mentol y él, mi aroma. «Reconocería tu olor a ciegas, es embriagador», suele decir Mario.
—Gracias.
—Si necesitas algo más…
Por primera vez insinuaba un tímido amago de ir más allá. Fingí no enterarme.
—Nada, hoy no hay cremallera.
La última reunión, la más decisiva discurrió como habíamos previsto, incluso mejor. El seminario no peligraba, se mantenían las fechas acordadas y nos garantizaban el apoyo institucional con la presentación a cargo del rector. Terminamos a tiempo de preparar el equipaje y dejar las habitaciones. Volvíamos a casa. Ni Andrés ni yo éramos los mismos que salimos de Madrid.
Los monstruos de la razón
—Cámbiate, estarás cansada. ¿Una copa?
—Un vino.
Demasiados kilómetros, había llovido con intensidad por el camino y Andrés redujo aún más la velocidad, esta vez declinó cederme el volante. Dormité, de vez en cuando me lanzaba largas miradas creyéndome dormida, ¿en qué estaría pensando?
¿Se pueden controlar los pensamientos? Sí, hasta el punto de no hacerlos realidad, hasta el punto de enterrarlos en lo más profundo de la mente. No podemos evitar escucharlos, a cambio podemos ocultarlos, fingir que nunca existieron. Jamás contaré a nadie lo que voy soñando mientras Andrés conduce y me mira. Sueño que la última noche me levanté de madrugada, abrí la puerta y lo sorprendí masturbándose; a la luz de la luna vi su rostro desencajado, levanté la colcha, abrió los ojos e intentó excusarse, aún la empuñaba, «Calla, tenía que pasar», me acosté a su lado y se la arrebaté. Nunca le diré a nadie que, en sueños, he cedido a las exigencias de Diego, ya estoy tatuada, no hay vuelta atrás, tampoco ha sido tan grave. El relleno de los labios ha quedado perfecto, sin excesos; tenía razón, la boca resulta más sensual. Me han operado el pecho, una talla más, lo que yo pedí, me sienta bien; estoy orgullosa porque le he dado lo que quería, porque a Mario le gusta cómo he quedado, porque me excita complacer a los hombres. El sueño va a más, consiento en anillarme el clítoris, aparece Piera, se lo enseño, le gusta, jugamos, hablamos de Doménico, de lo que dirá cuando lo vea. ¡Oh Dios!, si pudiera tocarme…
Nadie va a conocer jamás lo que pienso, ni yo misma tengo la intención de volver a pensarlo, no son deseos, es lo que el sueño de la razón produce. Dormité, me miraba. (7)
Sí, estaba cansada.
Mario irrumpió en la alcoba con dos copas de Albariño.
—Llévalas al salón, enseguida acabo.
—Quería verte mientras te cambias.
Como Andrés. Recordé su mirada de asombro al hallarme sin ropa, cuánto había cambiado desde la primera mirada tímida a la soltura con que se deleitó después cada vez que me sorprendió desnuda sin que hiciéramos nada por evitarlo.
—Me tienes muy vista.
—No te creas, sigues provocándome la misma emoción de la primera vez.
—Te quiero.
Dejó las copas en la coqueta, nos abrazamos, le sentí pegado a mi cuerpo, su aliento en el cuello, las manos palpando mi espalda.
—Luego.
—Claro, te espero en el salón.
Terminé de desnudarme. ¿Por qué estaba tensa? Lo sabía, aunque no quería pensarlo. Volver a casa me había devuelto a la realidad cotidiana, podía mirar con claridad los actos de los que había sido protagonista. Me embargaba una profunda vergüenza, ¿cómo iba a mirar a la cara a Andrés al día siguiente? ¿qué me había pasado? Sin duda las continuas insinuaciones de Ángel, día tras día habían calado más de lo imaginable, la violencia de Diego había causado efectos de los que traté de olvidarme adoptando una conducta de huida en la que Andrés fue la víctima inocente. No eran atenuantes para mi conducta, nada me justificaba. Estaba abochornada.
Aparecí en mallas y camiseta, como cuando Andrés… Un intenso sentimiento de vergüenza me hizo pronunciar «basta» en voz alta.
—¿Qué dices?
—Nada; mmm… qué bueno. —exclamé después de probar el vino.
—Cuenta, cómo te ha ido.
Apuré otro sorbo.
—Fenomenal, el seminario sigue adelante, y con la participación del rector.
—Me alegro, no pintaba bien.
—No, pero nos hemos empleado a fondo. Tuvo una buena idea Andrés provocando este encuentro.
—Y con él, ¿qué tal?
—Conduce como un abuelo. A la ida me dejó el coche un rato, pero a la vuelta no. Le debí de asustar.
—¿Y en el tiempo libre, qué habéis hecho?
—Fuimos a Santillana, qué ciudad más bonita, el resto, poca cosa, alguna vuelta por Santander. Cenamos fuera un día…
Bebí un buen trago, lo iba a necesitar.
—Estuvo Diego.
Dos palabras cargadas de significado. Sexo, sumisión, obediencia. Esperó, esperó a que pusiera en orden mis sentimientos.
—Te puedes imaginar…
—No puedo, mejor cuéntamelo.
—Apareció sin avisar, afortunadamente estábamos solos. Le presenté a Andrés, no le cayó
—Luego, la nueve entró en acción.
El vaso resonó estridente contra el cristal de la mesa.
—Nueve. Lo estás deseando desde que acordaste mi venta.
—No te he vendido.
—Te ha propuesto asociaros para ponerme a trabajar en la barra. Eso es venderme.
A esto, Ángel lo llamaba gancho de derecha y directo a la lona: contundente, sin respuesta posible. Decía que cuando me atacan, soy una hija de puta destrozando al contrario.
—¿Aceptaste?
—Me costó una mamada y un polvo hacérselo creer.
—No juegues con él.
—¿Te preocupa lo que le pueda hacer a Candela? Tranquilo, nos las arreglaremos nosotras.
—Me preocupo por ti, es mala gente.
—Lo tengo controlado, también Gerardo parecía un problema y es agua pasada.
—Eso ya se verá. ¿Cómo se lo tomó Andrés?
—Es muy discreto, no le gustó pero no se metió.
—¿Le has contado algo?
—¿Te crees que estoy loca?
—No es bueno que hayas cedido. Si se acostumbra a presentarse cuando le dé la gana…
—Haber mantenido la boca cerrada.
—Era una situación muy delicada.
—Sobre todo para Candela y Patri, ¿verdad?
—¡Sí, lo siento, lo siento!, las antepuse a ti, Diego no me dejaba pensar.
—Lo más que puede pasar es que se cumplan tus deseos.
—Te mueres por volver a la barra, niégalo.
—No tanto como tú por verme ejerciendo.
—Verte trabajar en el Penta ha sido una de las experiencias más potentes de los últimos tiempos y mira que hay para elegir
—Olvídate, no pienso hacerlo.
—Por qué, ¿por el puñetero tatuaje?
—Exacto, no voy a cambiar de opinión, ya me conoces.
—Si no fuera por eso, estarías dando saltos de alegría.
—Tal vez, fue muy fuerte, demasiado. Me atrae y al mismo tiempo, algo me detiene.
—¿Qué temes?
—No puedo explicarlo con palabras, tendrías que vivirlo para entenderme.
«—Me da a mí que tu vida de puta de lujo se te ha quedado corta y buscas algo más.
—¿Qué te ha contado de mi vida?
—Lo suficiente, sigo sin entender cómo habéis acabado haciendo esto cuando lo tenéis todo. Me da igual, si quieres ser puta no voy a juzgarte; Paco está esperando en el pub, si tienes tantos ovarios como parece, ve a por él, le dices que estoy ocupada, véndete, antes te echó el ojo, por veinte mil lo tienes, no más, ya me dijo Mario cuánto sacas por un polvo pero aquí, ni de coña; me da a mí que no estás en esto por dinero.
Cojo el bolso, no sé qué estoy haciendo.
—Ya le digo yo a Julián que vuelves. Paco protestará, tú ni caso, ya ha estado aquí alguna vez. —dice cuando salgo por la puerta.
Me tiembla todo, las pulsaciones se hacen notar en la garganta, recorro el camino de vuelta jadeando, pero al abrir la puerta estoy serena. Enseguida lo localizo sentado al fondo a la derecha. Me ve venir y se estira como un pollo.
—Me ha dicho Candela que te avise, se le ha complicado la noche, si te valgo yo…
Meto tripa, saco pecho, parpadeo, sonrío; el pack completo. Los ojos se le van a los pezones, deben de estar apuntando como piedras, los noto.
—¿Que si me vales? cómo no me vas a valer, pareces su hermana gemela. Pili y Mili, ¿te suenan Pili y Mili?
—No, pero seguro que me lo vas a contar. ¿Nos vamos?
Me lleva de la cintura. Es cierto, el aliento le apesta a alcohol, haré de tripas corazón. ¿Por qué estoy tan excitada? ¿He mirado si llevo condones en el bolso? Paco se queja un poco cuando ve a dónde vamos. Ni caso. Llegamos al hotel, Julián no está, espero impaciente y enseguida aparece, pregunto por la llave, se hace de rogar, le miro con dureza y me la da. Subimos, yo delante para alegrarle la vista, me da una palmada, protesto y le echo una mirada que lo desmiente. No estoy segura de que lo que sé hacer valga aquí. Tengo clara una cosa, lo primero el dinero. Trata de regatear, este no es el hotel al que lo suele llevar Candela, le digo que si no le gusta nos vamos y en paz; paga en cuanto me he plantado, veinte mil pesetas que saben a gloria bendita, son un chute que me deja más tocada que cualquier otro pago. ¿Qué es esto? ¿qué me pasa? Me desnudo despacio dándole un espectáculo para el que no está preparado, sigue mis movimientos embobado con la boca abierta. —Hostias; es todo lo que se le ocurre decir. Estoy desnuda con los ojos de Paco clavados en las barras que atraviesan mis pezones, supero su parálisis y le quito la ropa, no merece la pena que me esmere, no lo va a apreciar, le acaricio la verga, una corta herramienta escorada a la izquierda que lagrimea en mis dedos y entonces reacciona, me coge las tetas y ensaya el repertorio que Candela detalló: la barba raspa, el aliento le apesta, el sudor se pega a mi piel, sus dedos cortos como porras tocan por todas partes, la tripa me aplasta, resopla, me empuja hacia la cama. Es el momento de usar el condón, le pido paciencia y se muestra dócil, lo saco del bolso, Paco se ha sentado, hago que se tumbe y se lo pongo con la mano, me ahorro el numerito de la boca. Empiezo a mamar y tiembla, gimotea como un niño, no resulta difícil tragarla entera, pero temo que acabe antes de tiempo, él también y me aparta con brusquedad, me tumba y se pone encima, le ayudo a encontrar el camino, apenas lo noto dentro, culea deprisa, sin parar, suda, no deja de sudar, me está poniendo perdida, sigue follando con los ojos cerrados, jadeando, deseo que termine, se está haciendo eterno, por fin acelera, chilla y se desploma; me va a asfixiar, aguanto un poco y lo aparto, es un peso muerto.
Está feliz, quiere repetir la próxima semana, se viste sin asearse, tiene prisa, ni siquiera se pasa una toalla, empapa la camisa tanto que se le pega al cuerpo. No le digo que no volverá a verme jamás. En la puerta me da un cachete cariñoso en la cara y me llama bombón. Entro en el baño, necesito quitarme la capa de sudor que me ha dejado encima, el suelo de la ducha está amarillento, no hay jabón y el bote de gel escupe un moco blancuzco que prefiero no usar; dejo correr el agua y me froto con las manos, procuro no rozarme con la cortina ni las paredes. Soy una puta de barra de bar, la idea me conmociona, las manos van solas a mis pechos, un temblor me recorre la espalda, desciendo por el vientre, me hundo entre las piernas. Una puta de barra de bar. No lo evito, me hundo más adentro, me aprieto las tetas. Una puta de barra de bar. Me dejo caer contra la pared de baldosas escurridizas; qué más da, tal vez no sea la última vez que me duche aquí, no sé por qué lo pienso y al darme cuenta me excito más aún. ¿Podría ser? ¿Quiero hacerlo? ¿de verdad quiero hacerlo?
Termino en cuclillas. No me atrevo a sentarme. Ahogada, sin aliento, la vulva hinchada y abierta y el índice rozando cada rincón para sacar los últimos espasmos. Oh, joder, qué locura, una puta de barra de bar.
Al salir, veo corretear una cucaracha. Mierda.» (8)
—Qué piensas, te has quedado callada.
—Trabajar con Candela me cambió, nos ha unido como no puedes imaginar. ¿Qué temo? A las emociones que me devastaron cuando el cliente se marchó y me quedé sola en aquel hotel inmundo. Le temo a…
«…a entrar en barrena.»
—No sé a qué le temo, tampoco sé qué pesa más, el temor o el deseo.
—Tómate tu tiempo, piénsalo con calma y decide.
—No dispongo de tiempo, Diego quiere verme en Sevilla ya, me he comprometido a ir un fin de semana, luego, cuando pase el seminario me quiere allí más tiempo.
—No puede exigirte lo que le dé la gana.
—Puede, lo ha hecho. Tiene algo contra Candela.
—Es un farol, no va a despedirla, gana mucho con ella.
—Mario, no es eso. Tiene algo, puede hacer que le quiten a la niña.
—¡Qué estás diciendo!
—Va en serio, amenazó con hacerlo si no iba a Sevilla inmediatamente.
—¿Querrá denunciarla a servicios sociales? No se arriesgaría, pone en peligro su propio negocio; no, tiene que ser otra cosa. Me temo que sé lo que es.
«—Me quedé embarazada a los diecisiete; mi familia es muy tradicional, vivimos en un pueblo de Salamanca donde todos se conocen, que la hija del farmacéutico se quede preñada es un escándalo. Mi padre quiso enviarme a Barcelona, con su hermano, y solucionarlo allí pero mi madre se negó en redondo a matar a una criatura. Aborté de forma natural, por el estrés supongo; para todos fue un alivio e hicieron los preparativos para enviarme a un internado. Días antes cogí dinero de la farmacia y huí sin rumbo fijo; estuve en Madrid donde tenía a una amiga del liceo, fueron unos meses locos, empecé a fumar de todo, a vivir la noche, encontré un trabajo de camarera pero duró poco, me fui a vivir con un chico holandés del que me enamoré perdidamente e hicimos planes de marcharnos a Amsterdam pero se cruzó por medio una italiana que me lo arrebató. Se estaba acabando el dinero y busqué trabajo, me ofrecieron ser relaciones públicas de una discoteca, aquello no daba para mucho y una compañera me habló de un pub donde podía ganar mucho más, así fue como empecé. La primera vez te sientes sucia aunque tratas de pensar que es solo una etapa pasajera, luego te acostumbras, mientras no me lleve ningún susto serio no me plantearé otra cosa. He tenido suerte, no dependo de nadie que me saque el dinero.
—¿Y la niña? Perdona, no tienes por qué contarme nada.
—La niña… Hace tres años volví a encontrarme con Pedro, no fue casualidad, mantengo el contacto con mis amigas de Salamanca y a través de una de ellas me localizó, yo seguía enamorada y no le costó nada hacerse conmigo, poco le importó a lo que me dedicaba, al contrario, lo liberó de buscarse la vida. Durante un año vivimos un sueño, trabajaba de noche y follábamos todo el día, vivía para pagarle los caprichos, para tenerlo contento en lugar de ahorrar. Me volvió a preñar y desapareció después de que me negase a abortar. Trabajé mientras pude para poder sobrevivir, mi madre me ayudaba a espaldas de mi padre y más cuando supo de mi embarazo. Después no tuve otra opción, me las arreglé y sigo haciéndolo, tengo la suerte de contar con la ayuda de otras compañeras que pasan por lo mismo y entre nosotras nos apoyamos. Hubo momentos en que no creí que fuera posible y sin embargo aquí estoy, más fuerte que nunca, sacando adelante a Patri.» (9)
—¿Puede estar amenazándola con ponerse en contacto con él?
—Si no lo ha hecho ya; de ese cerdo espero cualquier cosa, sé que aparece de vez en cuando, le saca el dinero y desaparece, no me extrañaría que Diego lo utilice para coaccionarla.
—¡Es horrible! ¿Qué podemos hacer?
—Nada, eso es lo peor.
—He quedado en ir el próximo fin de semana, no sé qué voy a hacer.
—Tranquila, si quieres te acompaño, he de bajar a cerrar un asunto con la junta, puedo moverlo para coincidir contigo.
—¿Lo harías?, temo que pretenda…
—Tatuarte, y tú no quieres. No hay más que hablar, iremos juntos y lo hablaremos.
—No es tan fácil.
—Ya lo sé que no es facil, tendremos que negociar, a Diego le mueve el dinero. Habrá que pensar una cifra.
—No lo vas a parar con dinero, está obsesionado conmigo.
—Lo haremos entrar en razón, no le quedará otra. Recupera el dinero de Tomás, será suficiente y si no…
—¡Escúchame! Tiene un plan para mí, me he comprometido a arreglarme el pecho. ¡Calla, déjame hablar! No sé cómo lo voy a hacer para evitarlo. Se le ha metido en la cabeza ponerme botox en los labios, que me rice el pelo y coja unos kilos. Soy una de sus chicas, Mario, me quiere a su estilo, no lo vas a detener con dinero.
—¿Cómo has podido hacerlo?
—¡Cómo pudiste hacerlo tú!, esto es obra tuya.
—Te avisé, podías haberlo evitado.
—Me tenía aterrorizada, no imaginas…
—Qué hizo, dime, qué te hizo, ¿te pegó?
—En la cara no, me sometió a un… ¡Oh, Mario! Después de… follar, me preguntó quién era, supuse lo que quería oír, respondí «la nueve». Me azotó, no te puedes hacer una idea, me azotó de una forma brutal y siguió preguntándomelo, se lo repetía y me azotaba sin parar, «¿por qué no lo veo?», decía, no entendía qué quería de mí, seguía azotándome, preguntando quién era y por qué no lo veía, de pronto lo comprendí: «Porque no estoy tatuada», contesté, pareció satisfecho pero redobló los azotes, insistía en preguntarme quién era, por qué no lo veía, y yo respondía una y otra vez: soy la nueve, no lo ves porque no estoy tatuada.
—Qué sádico.
—Te parece un sádico, ¿verdad? «Eres una puta, repítelo, dilo de una vez, dilo, dilo», ¿te acuerdas?, no lo juzgues a la ligera.
«—Asúmelo, se valiente, si yo he podido cuando me has hecho afrontar mi condición de cornudo tú puedes hacerlo también: Ya eres una puta.
No sé de dónde salían las palabras, no había vuelta atrás; la tomé de la mano y con una seguridad que estaba lejos de sentir la arrastré hasta la habitación de mi hermano en la que aún conservaba un antiguo armario con las puertas revestidas de espejos.
—Mahmud te hizo declararte golfa ¿no es cierto? y dices que aquello te supuso una especie de liberación. Mírate —dije enfrentándola al espejo—, esa eres tú, una puta reconócelo; te va a venir bien decírtelo en voz alta a ti misma.
La solté, quedó frente al espejo incapaz de reaccionar; al principio parecía asustada, incluso frágil, luego comenzó a recuperarse; su mirada vagó por la figura que tenía enfrente y durante ese recorrido se serenó.
—Piénsalo, Mahmud no es tan claro como crees; te hizo reconocerte como golfa y si te negó la categoría de puta fue para dejarte frustrada ¿no lo ves? quiere que lo necesites, que ansíes el dolor, que busques la fusta, que le pidas que te enseñe a ser una buena puta.
A medida que fui pronunciando mis argumentos su respiración se fue agitando. No dejó en ningún momento de mirar su reflejo.
—Vamos, libérate. Ya eres una puta, no lo necesitas.
No conseguía sacarla del shock, intenté cogerla del brazo y me esquivó; entonces hice algo impensable: La agarré del cuello de la camiseta para acercarla al espejo y al hacerlo se desgarró; pareció asustarse. Vamos, mírate, dije zarandeándola por la prenda, no reaccionó, siguió con la vista clavada en su imagen. Y me volví loco, tiré de la tela que se abrió produciendo un crujido y quedó su hombro a la vista. A mi cabeza vinieron imágenes de escenas que me había contado y que por alguna extraña razón encajaban con el momento que estábamos viviendo: Roberto abusando de ella, Mahmud preparándola para la fusta. Agarré la cinturilla del pantalón y de una brusca sacudida lo bajé; las bragas quedaron descolocadas y no tardé en tirar de ellas hasta dejar el pubis desnudo. ¡No le debes nada!, le grité, ¡eres una puta, dilo!; ella permaneció inmóvil sin apartar los ojos del espejo lo cual no hizo sino aumentar mi locura, entonces agarré el escote con las dos manos y lo rasgué, uno de sus pechos quedó descubierto. Ahí estaba, tal cual había imaginado que debió de quedar cuando Roberto estuvo a punto de violarla.
—¡Mírate, no eres más que una puta, dilo de una vez!
—¡Soy una puta! —gritó desesperada y me sacó de mi enajenación—. Soy una puta —pronunció como si fuera un lamento mirando a la mujer del espejo—, soy una puta.
Se volvió. Hice intención de hablar, quería pedirle que se detuviera pero de mi garganta no salió ningún sonido.
—Soy una puta, una furcia.
No le hablaba a la mujer del espejo, tampoco a mí y me asusté por lo que había provocado.
—Carmen, no…
Miró hacia su reflejo.
—Soy una... Sí, soy una zorra, una…. ¡puta! —le lanzó a la imagen de sí misma con desprecio.
Se acercó a mi un par de pasos, yo retrocedí; no lo recordé hasta mucho después. Cogió los bordes de la camiseta y terminó de rasgarla de un fuerte tirón. La visión de sus pechos desnudos me provocó una sensación trágica que traté de ahuyentar.
—Me he convertido en una prostituta.
—No Carmen, para.
—Me está sanando. —dijo con tal seguridad que desistí—. No sé en qué sentido pero lo noto. Ahora lo sé, lo he sabido siempre pero solo ahora lo puedo reconocer sin resistirme, soy una prostituta, Mario, una puta. Me engañaba y te engañé cuando decía que rechacé la idea de venderme a Borja; no es cierto. Le dije que esa vez el servicio le iba a salir gratis; si no hubiera llamado Irene me habría marchado con él a follar a cualquier sitio. Se lo dije porque no sabía cuánto pedir pero ya era un trabajo de prostituta ¿no te das cuenta?
Me sobrecogió su franqueza, no podía calibrar las consecuencias de lo que acababa de hacer con ella.» (10)
—No es lo mismo.
—¿Por qué?, ¿qué os diferencia? Diego trata de convertirme en lo que necesita para sacar de mí el mayor beneficio posible, tú haces lo mismo. Me ha costado entenderlo, desde el principio de nuestra relación te empeñaste en convertirme en el modelo que tenías en la cabeza, no me veías a mí, veías la imagen con la que soñabas: puta, sin hijos que estropearan mi figura y eternamente joven.
—Fue decisión de lo dos no tener hijos.
—¡Era una cría, Mario, tenia veintiún años!, tú tenías treinta y cuatro, eras el profesor admirado por todos, tenías una labia arrolladora, seguí tu idea sin dudar, pero los años pasaron y nunca te lo volviste a plantear hasta que llega Candela y juegas a ser padre cada vez que vas a Sevilla, sin molestias ni responsabilidades, como todo lo que haces, dejas un juguete y coges otro que te ilusiona más, ahora es Patri para probar a ser padre a ratos, otras veces es Elvira, la pareja que siempre quisiste tener, y a mí me mantienes en la reserva, ya soy lo que querías, el juego no te apasiona como al principio.
—No digas eso.
—Estoy cansada de ser un juguete, quiero probar a ser yo misma.
—¿Cómo? ¿Con los labios rellenos de botox y el pecho inflado? Seamos serios, por favor.
—A lo mejor debo cambiar por fuera para alejarme de la mujer en la que me has convertido, ya lo intenté cuando me vestí con la ropa de Irene, me maquillé como ella y me corté la melena que había llevado desde que te conocí. Quiero ser yo por primera vez, lo necesito.
—No es la mejor manera de ser tú misma, transformando tu cuerpo al criterio de un putero.
—¿Te estás escuchando? Una parte de ti se horroriza de lo que pretende hacerme y otra lo está dando por hecho porque en el fondo lo deseas, reconócelo.
—Tenemos que calmarnos y pensar con tranquilidad. No vas a volver a Sevilla, ya me encargaré yo de hablar con Diego.
—Mario, es mi vida y soy yo quien debe solucionar lo que has puesto patas arriba. Estoy atrapada y si no lo arreglo van a sufrir dos personas inocentes.
—Como quieras, pero déjame acompañarte.
—Sí, será mejor.
Esther
Mi hermana me llamó, enseguida supe que no estaba bien. Quedamos en Winston’s, la cafetería enfrente de su oficina. Tenía mal aspecto, demacrada, ocultando la pena detrás de una actitud de desenfado. Conseguí hacerla hablar: Daniel seguía haciendo de las suyas, ignorándola cuando no atacándola con frases vejatorias. La dejé desahogarse buscando cualquier signo de agresión.
—Tiene una amiga, ni siquiera trata de ocultarlo; según él, le da lo que yo no le doy. He planteado un ultimátum, el típico «o ella o yo», ¿sabes qué hizo? Reírse en mi cara. «¿Dónde vas a ir, insensata?». Me sentí tan dolida, tan… poca cosa que no supe contestarle.
—Esta es la gota que colma el vaso, chiqui, termina con esto, si transiges esta vez, le estás dando carta blanca para que siga jugando contigo.
—Qué hago, ¿denunciarle? ¿Echarlo de casa? No me siento capaz.
—Dime una cosa y dime la verdad, ¿te ha vuelto a pegar?
—Daniel no es así, perdió los nervios una vez, una sola vez. Lo está pasando muy mal desde que lo echaron de la emisora.
—Y por eso te hace moratones y se lía con otra, a saber cómo será, conociéndole espero cualquier cosa.
—Es su prima.
—No fastidies, ¿Nuria?
—Esa. Nunca me ha gustado.
—Ni a mí.
—Tiene algo que me hace desconfiar.
—Se acuestan desde que eran unos críos, ¿te lo puedes creer? Incluso tienen una canción, la de Carlos Vives, la consentida.(11)
—Hijo de puta, ¿para qué te lo cuenta?
—Para hacerme daño, ¿para qué si no?
—Y todavía le compadeces, es un cerdo.
—No digas eso.
—Un degenerado, y ella, joder, ella…
—¡Lo dices tú, que te lo montas con el primero que llega y encima se lo pasas a tu marido por la cara! Perdona, estoy muy nerviosa.
Nos cogimos las manos, tenía razón, quién era yo para dar lecciones de moralidad.
—No me acuesto con cualquiera. Calla, déjame hablar. Nuestra vida ha dado un vuelco tremendo, podíamos haber acabado separados, pero luchamos por entendernos y aceptarnos, cada cual con sus traumas y sus fantasías.
—Por eso, chiqui, a lo mejor tengo que ser más… abierta y tratar de comprenderlo.
—No es lo mismo.
—¿Por qué no?
—Sécate los ojos. Te voy a contar una cosa, tal vez te ayude a entenderlo: este verano estuvimos veraneando en una villa invitados por un… amigo de un amigo, incluso nos cedió el uso de su deportivo, un Aston Martin precioso, y su yate.
—Joder, qué amigos gastáis.
—Me encapriché del patrón, sí, lo que oyes, el típico marino curtido en el mar, fuerte, autoritario, arrogante aunque educado, sabía que nos debía respeto pero a bordo mandaba él y nos lo hacía notar. En las travesías largas jugué con él, no lo voy a negar, yo era intocable, la invitada de su jefe, y me pasé de la raya: top less en cubierta, polvos salvajes con Mario a sabiendas de que dormía a unos metros…
—Tú no eras tan golfa, ¿o sí?
—He cambiado mucho, jugaba para Mario y para mí, ¿lo entiendes? El patrón… ¿cómo se llamaba?
—No me digas que has olvidado el nombre del tío que te follaste, porque te lo follaste, ¿no?
—Bien follado. Joder, ahora no me sale el nombre.
—No me lo puedo creer.
—Es igual. Parecía un semental detrás de mí, miraba a Mario como si fuera un…
—Un cornudo, ¡joder!
—Un consentidor, no te cabrees. Forma parte del juego,¿no lo ves? El patrón estaba encabronado por el deseo que yo le provocaba, incluso tomé el sol desnuda en proa y le llamé para pedirle que me trajese algo de beber.
—¿En serio? Qué putón estás hecha.
—Pero estaba amarrado por la lealtad a Gerardo, su jefe, yo era su querida, era intocable, y rabiaba. Hasta que jugué bien mis cartas y conseguí tirármelo.
—¿Y Mario, dónde queda?
—¿No lo ves? El patrón ya no está, Gerardo tampoco, Mario y yo lo disfrutamos cada uno a su manera y seguimos adelante. Habrá otros y otras con quien jugar.
—No sé, chiqui, lo tuyo está claro, te lo pasaste de puta madre, pero Mario…
—Estuvo en todo momento: preparándolo conmigo, viéndolo, haciéndose pasar por un pusilánime para engordar el ego del macho que quería empotrarme. Nos lo pasamos pipa, y luego, cuando pasaban cosas…
—¿Qué cosas?
—Me exhibía, me tocaba delante de sus amigos. Yo pensaba en el momento en que se lo contaría. ¿No ves que es un juego de dos? Cuando me lo follé, te aseguro que estaba tan presente como si hubiera participado. Luego, al volver al chalet, hicimos el amor como animales. Chiqui, lo nuestro no tiene nada que ver con lo que hace Daniel, no te tiene en cuenta, nosotros somos un equipo. Ni se te ocurra tratar de ponerte a su lado para salvar lo que queda porque lo único que hará es usarte y saldrás más herida de lo que ya estás.
En ese momento llegó Mario, los ojos hinchados de Esther bastaron para entender el cariz del problema y que el problema tenía nombre: Daniel.
—¿Te acuerdas cómo se llamaba el patrón del yate?
—Santos.
—¡Eso es, Santos!
—¿Estás poniendo al día a tu hermana de las aventuras que te corriste este verano?
—Ah, que hay más de una.
—No, pero valió por una docena.
—Qué golfa eres, hermanita.
—No lo sabes tú bien. —confirmó Mario.
—¿Os estáis metiendo conmigo?
Mario salió al rescate de su cuñada.
—Venga, os invito a cenar.
En el restaurante, durante la cena, tomé la decisión de hacer lo que fuera para atajar el problema antes de que ocurriera una desgracia.
Coacción, reacción
El sábado era el día de vermuts desde que lo instituimos formalmente, no recuerdo cuándo, y dictamos las normas de obligado cumplimiento: vermut, debate y cotilleos a celebrar cada semana.
Llevábamos algún tiempo sin aparecer, demasiado, Juanjo había llamado a Mario para interesarse por nosotros y animarnos a volver, Pablo también y siempre hacíamos promesas de dejarnos ver, Natalia llamó en Navidades para felicitar las fiestas y recordarme que existían.
—Hemos estado muy liados, el próximo sábado vamos, lo prometo.
El próximo sábado pasó, y el siguiente y el otro, aquel viernes tomé la firme decisión de no aplazarlo más.
Nos recibieron como esperábamos: unos, la mayoría, contentos de vernos; otros, los menos, sin dar muestra de nada. No me equivocaba con Sonia ni con Mayte, el resquemor por haberlas puesto en su sitio por el asunto de los condones seguía vivo. (12)
Enseguida volvimos a sentirnos entre amigos, las mismas conversaciones, idénticas bromas; lamenté sinceramente haber dejado pasar tanto tiempo.
Salía del aseo cuando me di de bruces con Román.
—¡Epa!, cuidado, vas como loca.
—Perdona, no te vi.
Me caía mal, intenté seguir mi camino y ambos nos cambiarnos de lado al mismo tiempo, lo volvimos a intentar y a la tercera salimos del embrollo.
—¿Qué es de tu vida?
Un arraigado sentido de la educación me forzó a detenerme.
—Lo de siempre, el gabinete, el gimnasio. Ando muy ocupada. —respondí con ganas de librarme de él, no lo soportaba y seguí mi camino.
—Ya lo sé, y con alguna otra cosa. Te he visto.
De nuevo me detuve, lo miré tratando de no mostrarme grosera:
—Me has visto, ¿y?
—Que tienes tiempo para, cómo decirlo, atender a la tercera edad.
—No sé de qué hablas, de todas formas mi vida no es de tu incumbencia. —Román se acercó.
—Hablo de lo cariñosa que estabas con dos vejestorios en el bar de un hotel. Qué poco discreta, Carmen, no lo esperaba de ti.
Repasé los últimos contactos y me centré en la cita del Hotel Villamagna para acelerar la toma decisión de un alto cargo de una importante constructora. Tomamos una copa, me dejé querer, si se puede llamar así a permitir que aquel cerdo me metiese a la fuerza sus rechonchos dedos entre los muslos sin que pudiese hacer otra cosa salvo sonreír y poner buena cara. Recordaba algún intento de beso, sentirme atrapada por un brazo empeñado en arrimarme a su oronda tripa, las miradas turbias al escote, el desagradable olor a habano.Todo esto en un lugar público y concurrido mientras Tomás mostraba su aprobación y me pedía paciencia con la mirada.
—Te montaste en el ascensor con ellos, parecías contenta. ¿Sabe Mario a lo que te dedicas?
—Te estás equivocando.
—De eso nada, conozco
—Qué pretendes, ¿montar un escándalo? Adelante.
—Seguro que no te apetece pasar por eso. Te voy a hacer un favor, en el fondo me caes bien, quedamos el lunes y lo aclaramos.
—Ni lo pienses, hazte un favor a ti mismo: olvídate de que esta conversación ha tenido lugar.
Me miró como un tahúr con las cartas ganadoras en la mano.
—El lunes. Y me lo cuentas todo o ahora mismo lo suelto.
No podía extender la conversación más tiempo.
—El miércoles, antes no puedo.
—De acuerdo, putita, el miércoles a las siete enfrente del Hotel Miguel Ángel; hay una cafetería, no tiene pérdida. —dijo soltándome el aliento a alcohol.
—
—No sabes las ganas que tenía de llamarte putita a la cara, zorra.
Pasó por mi lado empujándome el hombro, volví con el grupo mostrando mi mejor sonrisa.
No le conté a Mario el incidente a pesar de que sentí el peso de su mirada el resto de la reunión. Nos despedimos a eso de las tres de la tarde y, de camino al parking, bandeé los intentos de enterarse qué me pasaba.
—Volviste del aseo alterada.
—Qué va, estaba un poco cansada, tenía ganas de irme.
—No me cuentes cuentos, parecía que habías visto un fantasma.
—Imposible, los fantasmas no existen. —bromeé.
—Como quieras. —zanjó la cuestión malhumorado, no soy capaz de ocultarle mi estado de ánimo y mi silencio no hacía sino aumentar la preocupación.
El fin de semana transcurrió bajo un desagradable silencio, sin presiones por su parte. Procuré aparentar una normalidad que estaba lejos de sentir e hice como si no percibiera su frialdad. Esta situación, aunque incómoda, me ayudó a concentrarme en la búsqueda de una estrategia mientras él leía y yo simulaba ver la televisión tirada en el sofá con la cabeza apoyada en sus piernas.
El lunes había reunión en el picadero, al terminar le pedí a Tomás un minuto y le puse al corriente de lo sucedido.
—No creo que te afecte —le dije—, Román no sabe con quién estaba, pero he creído que debías estar al tanto.
—Te lo agradezco, a partir de ahora escogeré mejor dónde reunirnos. ¿Qué vas a hacer?
—Me he visto obligada a aceptar una cita pasado mañana, me enteraré de lo que quiere a cambio de su silencio.
—Imagínatelo. No pases por eso, si cedes una vez te tendrá en sus manos.
—¿Crees que no lo sé?, voy a escuchar, nada más.
—Vaya mierda de amigos.
Tomás no solía emplear tacos, salvo cuando estaba muy enfadado.
—Román no es amigo mío, llegó al grupo hace poco, es pariente de uno de los habituales. Nunca me ha caído bien, incluso tuvimos un choque una vez por un comentario fuera de tono, es un vanidoso engreído, se cree mejor y más listo que nadie. (13)
—¿Tan bien le va?
—Si te digo la verdad, tengo mis dudas. Es arquitecto, tuvo un estudio que no llegó a despuntar, aunque él lo cuenta de otra manera, dice que le ficharon en COMASA.
—La constructora, la conozco.
—La realidad es que anduvo de entrevista en entrevista hasta que le aceptaron ahí por mediación de un conocido al que estuvo presionando para que lo enchufara, lo sé porque es primo de mi cuñada.
—Y dices que el angelito… ¿cómo has dicho que se llama?
—Román, Román Alonso de Pablos.
—Dices que te ha forzado a reuniros. ¿No hay manera de evitarlo?
—No voy a arriesgarme, puede que vaya de farol y se conforme si me niego, pero no puedo vivir pensando que en cualquier momento se va a ir de la lengua.
—Intenta meterle miedo, no creo que le saliera gratis ponerte en evidencia ante tus amigos por conseguir echarte un polvo, perdona la crudeza.
—Ya te contaré.
El miércoles a media mañana, recibí una llamada de Tomás.
—Cómo estás.
—No te voy a mentir, preocupada. Además, no sé lo he contado a Mario y estamos un poco distanciados porque el sábado notó que pasaba algo y lo negué, pero me conoce bien, sabe que le estoy ocultando lo que sea.
—Tranquila, esta tarde se va a solucionar, ya lo verás.
—Ojalá tuviera tanta confianza como tú.
A las seis y media entré en el punto de encuentro, una pequeña cafetería en la calle Miguel Ángel, escogí una mesa retirada y me dispuse a esperar tomando un café. Poco después llamó Mario.
—Hola, dime a qué hora tienes pensado salir y te voy a buscar.
—Vaya, lo siento, no estoy en el gabinete.
—¿Dónde andas?
—En… estoy esperando a… Andrés, debe de estar al llegar.
—¿Cómo es que os reunís fuera, pasa algo?
Salí como pude del embuste y quedamos en vernos en casa. Casi de inmediato, el móvil avisó de un mensaje nuevo.
«Soy Román, lo siento mucho pero me va a ser imposible acudir, ha surgido un imprevisto. En fin, quería decirte que lamento mi comportamiento, debí de confundirte con otra persona, te pido perdón, no volverá a ocurrir.»
Estaba desconcertada, la excusa no se sostenía. Al mismo tiempo, me sentí aliviada.
—Mario, llámame, la reunión se ha suspendido.
Esperé tomando un segundo café pero no tuve respuesta. Quince minutos después, pagué y recogí el coche.
Camino de casa, seguía dándole vueltas a la excusa de Román, su tono de voz no encajaba con su carácter prepotente. De repente recordé la conducta de Solís el día que presentó la renuncia: acobardado, con la mirada huidiza y ofreciendo disculpas. Ambas voces compartían el mismo matiz de temor. Probablemente estaba exagerando, sin embargo, pocas veces me falla la intuición. Repasé la charla con Tomás, cómo no lo vi antes, estuvo sonsacándome datos de Román: su nombre, su trabajo… Decidí hablar con él al día siguiente y preguntárselo sin rodeos.
—¿Te parece mal?, COMASA pertenece a un grupo de empresas y el presidente es amigo mío. Solo tuve que llamarle y ponerle al tanto del problema.
—Qué le dijiste exactamente, ¿que han desenmascarado a una de tus putas?
—No empieces, nos hemos librado del problema, ¿qué más te da lo que haya hablado con mi amigo?
—Tienes razón, nos hemos librado del problema.
—Le conté que nos había sorprendido un conocido de mi….
—De tu puta. —insistí, no me pude contener, estaba dejándome llevar por un sentimiento de indignación fuera de lugar.
—De mi querida, ¿lo prefieres así de crudo? No suelo hablar de ti en esos términos, te tengo en más estima.
—Perdona, no sé lo que digo.
—Le expliqué el incidente: un conocido de mi amiga la está chantajeando, es una mujer casada y puede hacer mucho daño.
«Mi amiga» no mejoraba demasiado mi categoría, pero me abstuve de abrir la boca.
—¿Qué ha pasado, le han despedido?
—No ha hecho falta, le llamó al despacho uno de los directores. Después de hacer un resumen de su trayectoria en la empresa, le puso firme.
«—Ha llegado a mi conocimiento que está usted molestando a cierto empresario con el que mantenemos una estrecha relación, ha llamado directamente al presidente del holding, el presidente me ha llamado a mí y le he asegurado que voy a resolver el problema de una u otra forma.
—Disculpe, pero no sé a qué problema se refiere.
—Hotel Villamagna, el pasado dieciséis, haga memoria. Veo que ya sabe de lo que estoy hablando. Espero que no sea necesario repetir esta conversación porque, en ese caso, la conclusión no sería agradable para nadie, ¿lo ha entendido?»
—Tomás, yo… no sé cómo darte las gracias.
—No es nada.
—Eres increíble.
—No exageres. ¿Estás más tranquila?
—Sí, me haces sentir tan protegida.
—Mi niña, qué dices.
—Es lo que soy, la protegida de un hombre bueno. ¿Quieres…?
—No puedo, me esperan en casa.
Un ahogo, un vacío en el pecho, un rubor insultante.
Y emprendí una huida en silencio.
—Carmen, tenemos que hablar.
Me detuve llegando a la puerta.
—Sé lo que vas a decirme. Soy la primera interesada en resolverlo.
—No lo parece, tómatelo en serio o tendré que buscar otra forma de solucionarlo.
—Dijiste que no me precipitara.
—Has abandonado el asunto, estás en otras cosas.
—No es cierto.
—Dime qué has hecho, ¿has vuelto a verlo?
—Quiero esperar a que sea él quien dé el siguiente paso.
—No es suficiente.
—Te prometo…
—Tienes una semana; si para entonces no has conseguido nada, te aparto.
Citas
1 Capítulo 191 El futuro nos lo dirá. Octubre 2024
2 Lucir el palmito: Mostrar con gusto y orgullo la belleza física, normalmente yendo bien vestido, para provocar admiración y deseo en los demás.
3 El condicionamiento clásico, o condicionamiento pavloviano, es un tipo de aprendizaje asociativo demostrado por primera vez por Iván Pavlov. Este autor ideó unos experimentos con perros que son la base del condicionamiento clásico. Observó que al ponerle la comida al perro, éste salivaba. Cada vez que le ponía la comida, Pavlov hacía sonar una campana, cuando el perro la escuchaba, asociaba ese sonido con la comida y salivaba. El perro estaba dando una respuesta (la salivación) a un estímulo (la campana). La próxima vez que escuchara la campana, independientemente de si iba unida a la comida, empezaría a salivar. En el caso de Diego, asocia el placer del sexo a la visión del tatuaje, el nueve, con lo que, la próxima vez que el sujeto vuelva al Penta deseará repetir con Carmen de un modo irrefrenable.
4 Siesa: En Andalucía se dice de una persona arisca, desagradable.
5 Capítulo 195 Caballo de Troya. Febrero 2025
6 Capítulo 165 El retorno. Junio 2022
7 “Los sueños de la razón producen monstruos”, es el título de un aguafuerte de Francisco de Goya en el que se representa a un hombre sentado que apoya su cabeza sobre un cubo y oculta el rostro con los brazos aparentemente dormido, a su alrededor revolotean criaturas fantásticas.
Se han hecho multitud de interpretaciones que se pueden consultar en libros especializados y en internet.
Las teorías psicológicas sobre la asociación de ideas se centran en cómo nuestra mente conecta diferentes pensamientos, experiencias o estímulos. Esta conexión puede influir en cómo aprendemos, recordamos y percibimos el mundo. A lo largo de la historia de la psicología, varias teorías han intentado explicar este fenómeno, desde Aristóteles, pasando por Pavlov, la Gestalt o las teorías cognitivas. Dejo de lado las teorías psicoanalíticas porque, en mi criterio, son demasiado especulativas.
Las teorías cognitivas modernas amplían la noción de asociación, considerando no solo la contigüidad y la semejanza, sino también la significación y la red semántica. Las ideas se asocian en función de su significado compartido y de las complejas redes de conocimiento que hemos desarrollado con nuestra experiencia. Por ejemplo, la palabra "rojo" puede asociarse no solo con otros colores (semejanza) o con objetos rojos que hemos visto (contigüidad), sino también con conceptos como "peligro" o "amor" si existen esas conexiones en nuestra red semántica.
Las leyes fundamentales de la asociación de ideas (derivadas principalmente del asociacionismo clásico) son:
Ley de Contigüidad: Dos o más eventos que ocurren juntos en el tiempo o el espacio tienden a asociarse. Recordar uno puede llevar a recordar el otro.
Ley de Semejanza: Las ideas o eventos que son similares entre sí tienden a asociarse. Pensar en uno puede evocar el recuerdo del otro.
Ley de Contraste: Ideas o eventos opuestos también pueden asociarse, aunque esta ley es menos prominente que la semejanza y la contigüidad.
Ley de Frecuencia: Cuanto más frecuentemente dos ideas o eventos ocurren juntos, más fuerte será la asociación entre ellos.
Ley de Recencia: Cuanto más recientemente hayan ocurrido juntos dos ideas o eventos, más fuerte será la asociación entre ellos.
Carmen construye una red de pensamientos teóricos en base a su experiencia reciente ajena a cualquier filtro ético o moral, la lógica está fuera del rango de validez porque esta red de pensamientos no están destinados a ser llevados a cabo y, por lo tanto, no están sometidos a censura.
8 Capítulo 161 Puta de barra de bar (1) Marzo 2022
9 Capítulo 161 Puta de barra de bar 1. Marzo 2022
10 Capítulo 117 Walk on the wild side. Enero 2019
11 Fruta fresca. Carlos Vives 1999
12 «Era una hermosa tarde veraniega, Mayte, Sonia y yo salimos a fumar, al menos con ellas me encontraba libre de insinuaciones. El trabajo, el embarazo de Paula, temas intrascendentes, justo lo que necesitaba. Sentadas en la terraza, casi vacía, pedimos otro café.
—¿Ya le has aliviado la neura a mi marido?, porque vaya angustia que ha pasado con vosotros.
—No me lo recuerdes, me ha sometido a un tercer grado, si no hubiera sido él lo mando a la mierda.
—¿Por eso quería que nos marchásemos? Me ha dejado descolocada.
—¿Qué es lo que le has dicho para que diera la espantada? —preguntó Mayte.
—Nada, no había forma de que dejara de interrogarme, no sé qué idea se ha hecho, no creas que me lo ha dicho.
—Es que vosotros tampoco habéis sido muy claros; a ver, que no tenéis ninguna obligación, es vuestra vida, pero tenéis que entender que nos hagamos nuestras pajas mentales —dijo Sonia.
—¿Tienes tabaco? Me lo he dejado dentro.
—Cógelo —le dije a Mayte señalando el bolso que estaba en la silla justo entre las dos, lo abrió y sacó el paquete, tardó algo más en encontrar el mechero, no le di importancia, Sonia y yo seguimos hablando hasta que notamos algo extraño y nos volvimos a mirarla.
—¿Qué pasa?
—¿Desde cuándo usas esto? —preguntó agitando un preservativo.
—Deja eso, ¿estás loca? —se lo quité de las manos y lo guardé, eché un rápido vistazo alrededor —. ¿Qué coño haces?
—Joder Mayte, ya te vale.
—A ver, cuéntanos, porque si no recuerdo mal fuisteis vosotros los que nos recomendasteis la vasectomía cuando te dije lo fatal que lo pasaba con los anticonceptivos.
Sonia se volvió hacia mi, ahora era yo quien me veía obligada a dar explicaciones.
—Una cosa no tiene que ver con la otra.
—¿Tú crees?
—Por supuesto, lo que hagamos Mario y yo con nuestra vida sexual es algo privado, Mayte y espero que esto no salga de aquí —añadí mirándolas a las dos.
—Por supuesto, sois libres de hacer lo que…
—Exacto, muy libres de hacer lo que nos apetezca. No sé si lo entiendes pero no me voy a poner a contarte mi vida, solo te pido que lo respetes.
Ambas se miraron. No conseguimos recuperar la conversación, poco después Mayte se levantó a hablar por teléfono y Sonia y yo entramos dentro.»
Capítulo 130 Dueña de mis actos. Abril 2020
13 «Cuando la canción acabó ambas se quedaron un momento sonriendo mirándose a los ojos, luego estallaron en risas y abandonaron la pista cogidas por la cintura, algunos aplausos sonaron perdidos entre la gente, los comentarios las persiguieron en su camino hasta mí y me sorprendió lo bien que encajaba Carmen alguna frase patética, "Vaya, vaya, no sabía yo de tus aficiones" le dijo Román, un advenedizo al grupo con el que apenas teníamos confianza, Carmen se limitó a sonreír, subió las cejas y entornó los ojos dejándole en la duda.» Capítulo 48. Septiembre 2009
Mario te pido perdón, pero me hes imposible terminar de leer este capítulo, Diego me pone de demasiada mala ostia y por eso me disculpo porque siento que estoy faltando el respeto a tu esfuerzo.
ResponderEliminarTal vez más adelante lo vuelva a intentar.
Sobre Carmen diré que sin comentarios.
ResponderEliminarGracias Mario por subir la segunda parte de la vía lactea
ResponderEliminarlo leeré con calma y comento
ResponderEliminarNo me ha dado tiempo a leerlo entero durante la comida pero así de entrada me parece ACOJONANTE esta tarde lo leeré es especio en el despacho si me dejam
ResponderEliminarAl final he leído el capítulo, me a podido mas las ganas de saber que el cabreo que me a probocado Diego, Carmen me desconcierta, la Carmen que he leído con Diego me a decepcionado, sin embargo, la Carmen que a salido a cenar con Andrés es una Carmen distinta, me a gustado, creo que estos dos tienen que dar el paso, los dos lo desean.
ResponderEliminarPor último esta la Carmen que habla con su hermana, a sido la Carmen que más me a gustado, me a gustado mucho como a explicado el juego que se traen ella y Mario, la complicidad que tiene como Mario, pero también con Esther.
De todas maneras pienso que Carmen y Mario se dejan llevar demasiado por el cerebro equivocado.
Quitando la primera parte que me a subido la tensión arterial, a sido un gran capítulo eres el Brian May de los relatos.
A habido un momento que he pensado que entre Tomás y Diego podría haber un choque de trenes, pero sinceramente no me sorprendería que en algún momento del Diario Diegovñ desaparezca sin dejar rastro.
ResponderEliminarTomás solo tiene que hacer una llamada.
Román es una rata de la peor calaña, chantajear a alguien de tu círculo de amigos es caer muy bajo, el correctivo que le a caído se lo tiene bien merecido y demasiado bien parado a salido.
ResponderEliminarBruto.
ResponderEliminarMí querido Cayo, que sepas que tienes todo el crédito que quieras, te has superado vaya intensidad.
Y me ha encantado el sueño, de vez en cuando te superas con los guiños, como debiste disfrutar el pildorazo, no te pongo cabronazo que por aquí hay mucha sensibilidad y tienes un buen letrado.
A Diego lo debería haber parado Mario, no lo hizo y lo que ha conseguido es que se crea el dueño de Carmen, ya no lo van a poder parar a menos que Carmen acuda a Tomás. Me preocupa, cada vez depende más de él y menos de Mario aunque lo siga queriendo pero cuando está en apuros sabe a quién acudir. Soy feminista pero en términos de etología y supervivencia, la hembra siempre elige al macho dominante, suena mal pero es pura biología. (Negaré haberlo dicho, jajaja)
ResponderEliminarTienes toda la razón en que Mario le tuvo que parar los pies, pero le pudo ese morbo que lo invade y no lo deja ni pensar.
EliminarCada cual tiene sus destrezas, las de Mario no sirven con alguien como Diego, este solo entiende la fuerza, parará cuando delante de él se ponga alguien capaz de asustarlo hasta el punto de renunciar a Carmen.
En eso la destreza está del lado de Tomás.
Lucia cuando he leído el capítulo por segunda vez, he tenido la sensación que a los únicos dos hombres que Carmen respeta de verdad son Mario y Andrés, tal vez me equivoque, que opinas tu.
De todas maneras Mario, cuando escribí el relato como regalo para hacer tu estancia fuera más llevadera en Pluton, mi percepción de Diego no estaba tan errada, Diego no deja de ser un mafioso de barrio, pero mafioso al fin y al cabo.
ResponderEliminarNo se que opináis vosotros, pero a mi las escenas de Carmen con Diego no me ponen nada, me repelen, Diego es un Cromañon con un ego desmedido y unas infilulas de rey que echan para atrás.
ResponderEliminarCon Carmen me pasa lo mismo, se achica ante Diego, demasiado sumisa, teniendo en cuenta que en esta relación Diego es el que necesita más a Carmen y no al revés.
Estoy casi seguro que Diego ya a apalabrado a Carmen con esos dos tíos, de ahí vienen las prisas, pienso que si Carmen no aparecería sería el propio Diego quien estaría en problemas y no Candela.
Lucia a dado en el clavo, Mario no tuvo problemas en enfrentarse a Gerardo, un tío mucho más peligroso que Diego, pero con Diego también se achica.
ResponderEliminarMario tiene que empezar a abrir los ojos y darse cuenta que en una de esas que esta pensando más con el cerebro de abajo que con el de arriba, va a meter en un lío a Carmen del que no la va a poder sacar ni Tomás.
Carmen lo ha dicho, que Mario se hace pasar por pusilánime para agrandar los egos de los amantes, pues va a tener que aprender que ahí momentos para ser un pusilánime y otros momentos en los que no tiene que serlo y este de Diego era uno de esos momentos.
Yo me pregunto como pueden vivir Diego o el Marido de Esther con ellos mismos, chantajean y utilizan las debilidades de los demás para salirse con la suya.
ResponderEliminarYo no podría mirarme en el espejo.
Me parece un capítulo sublime! Muchas gracias!
ResponderEliminarCuando pusiste el fragmento de los cambios de Carmen lo primero que pensé era en un sueño! Me pegaba más! Pero me preocupa que Carmen al menos se lo ha planteado.
Tampoco me sorprende el magnetismo que tiene Carmen hacia Diego, es una Carmen diferente a la que habla con Esther y con Andrés. Solo podemos entender estas actitudes los que seguimos el diario y queda muy bien reflejado.
Me ha atrapado el capítulo! Aún quedan incógnitas: las cámaras que pasa con santa cruz (ojo que tiene actitud dominante tb y Carmen puede caer en sus redes) .
Y además qué pasará con Sevilla y cómo solucionarán las exigencias de Diego y amenaza a Candela.
Enhorabuena Mario. La espera ha merecido la pena. Sigo todos los comentarios mediante suscripción en el mail. Gracias por avisar de la publicación!
Bruto.
Eliminar¿Donde se pone aquí me gusta?
Buenas noches querido José, este capítulo también me ha atrapado,.
Por cierto, no se me olvida el detalle du cuando Carmen queda con Santacruz y en el portal cuando ve el perro del vecino aparecer le dice que la bese. No me cuadra nada que ese beso no haya tenido consecuencias y que santacruZ no le haya llamado como Carmen le dice en este capítulo a tomas
ResponderEliminarPues a mi si me sorprende que alguna persona de este mundo pueda tener magnetismo hacia una persona como Diego, todo en el es repulsivo.
ResponderEliminarUn capítulo impresionante. de Diego que puedo decir, es un hdpm, y Carmen se dejó intimidar. está preocupada por Candela y Patry,ya me imagino el momento en que Carmen vuelva al punta, haber como capotes el temporal, Mario tendrá un día muy difícil al estar con Daniel y Carmen tratando de negociar,el tatuaje.
ResponderEliminarCon Andrés me hubiera gustado que el se hubiera abierto y se dejará de estar reprimido con Carmen, que de seguro Carmen lo aceptará sin remordimiento. creo que Carmen no fuerza las cosas por el respeto y la amistad que hay entre los dos. lo de Román, se ganó a pulso el tener que están con el rabo entre las piernas, me párese deslizable el querer chantajear de esa manera. creo que sí hubiera actuado de diferente manera hubiera sacado algo más que irse apaleado lo hizo.
Aquí la Carmen ocultando le a Mario cosas, y Mario se dió cuenta, después Carmen anda de digna porque medio le oculta cosas. que conté que digo que lo oculta cosas no que le miente, pero Carmen le oculta a Mario y aparte le miente pues Mario le pregunta directamente que le pasa y ella dice que le dolía la cabeza y que quería retirarse. y al final lo de la hermana Esther, el impresentable del marido se va a ganar una bronca fenomenal, porque el cree que Esther no tiene como seguir adelante sin el, pero no cuenta con la complicidad de su familia. ose su familia la apoyaría sin miramientos y al impresentable lo dejarían a su suerte.
le daré otra leída, tiene demasiada información para asimilar a la ligera. gracias Mario por tan excelente capítulo.
Yo no sé lo tendría en cuenta a Carmen, lo problemas con los amigos es mejor arreglarlos sin involucrar a nadie más.
EliminarEn realidad si Román se hubiera ido de la lengua Carmen sería la que más perdería, mucho más que Mario.
Cuando viajen a Sevilla Mario tiene que ser la roca en la que se pueda apoyar Carmen, si Mario flaquea volverá a dejar vendida a Carmen.
ResponderEliminarEn este punto se acabó el morbo, si Mario y Carmen flaquean y Carmen termina accediendo a transformar su cuerpo tendrá muchos problemas con Tomás, para lo que el necesita Carmen es perfecta, una mujer culta, con un doctorado y que habla varios idiomas, además de tener un cuerpo de bandera y banda de música.
Carmen es única, si Diego la opera será una más, Carmen perderá ese cuerpo que todos los hombres y muchas mujeres se giran a admirar.
No puedo con Diego, representa la peor versión del género masculino, me cae muchísimo peor que Angel y Claudia juntos y eso es mucho decir.
He leído comentarios donde se pone en tela de juicio, y sé muy bien de buena leche, sobre las actitudes de Carmen y Mario con respecto al accionar de Diego.
ResponderEliminarCreo que el derecho puede venir en mi ayuda para poder analizar el comportamiento de ambos por el accionar de este matón.
La conducta humana es el comportamiento o acción voluntaria ya sea positiva (actividad) o negativa (inactividad) que un individuo realiza con cierto control sobre su desarrollo.
Ahora bien, Diego con los esposos, comete los delitos de coacción y amenazas. Por qué es delito, porque es una acción humana, típica (que está en el código penal) antijurídica (contraria a la ley) y culpable (su autor debe de ser declarado como tal por un juez competente).
Con la coacción Diego ejerce fuerza y violencia contra Carmen y Mario para obligarlos a que digan o ejecuten algo. Mario se vio obligado a decir dónde se hallaba Carmen, con la amenaza, que es el anuncio de un mal futuro, como despedir a Candela y no dejarla trabajar en Sevilla con el daño colateral a Patri.
En el caso de Carmen, la coacción se centró en el miedo de que todo se hundiera si su otra vida sale a la luz y la amenaza es también el destino de Candela y Patri.
Si el comportamiento es una acción voluntaria, el delito es un vicio de esa voluntad, dado que ambos respondieron por coacción y amenazas.
Pido disculpas por esta no deseada clase de derecho, pero no encontré otra manera de poder explicar sus conductas. Otra vez me manejé por el lema del Café La Humedad: entender, comprender, y acompañar. Un abrazo a todos y otra vez disculpas.
Entiendo lo que quieres explicar amigo Torco, pero Mario no tuvo miedo a plantar cara a Gerardo un tío que le dejó claro que de no ser por Carmen lo hubiera dejado inválido de por vida.
EliminarEso no fue una amenaza, fue una realidad, Mario en ningún momento dudo en enfrentarlo, ni tan siquiera horas después cuando discutieron porque Carmen no quería seguir viendo a la mujer de Gerardo.
Sin embargo con Diego se bloque, no es capaz de reaccionar, Diego no es más que el dueño de un bar, un oportunista que se enriquece con el esfuerzo de personas como Candela y Carmen.
Tengo la sensación que en cuanto llegue alguien contra el que las tretas de Diego no surtan efecto, este último se desara como un azucarillo.
Mario hizo un spoiler hace tiempo sobre un inspector que se presenta en el Penta y se lleva a Carmen presuntamente detenida resulta que la pone de camino a Madrid, os acordáis?
ResponderEliminarTengo ganas de leer esa parte, lastima de no poder verle el geto que se le va a quedar a Diego.
EliminarBuena memoria. Lo publiqué a finales de Marzo. Lo reproduzco para que no andéis buscándolo.
Eliminar« Al día siguiente, cuando el Penta está a punto de abrir, se presenta el inspector Ortega, conocido de Diego, cliente habitual siempre invitado.
—¡Inspector Ortega!, dichosos los ojos.
—Déjate de hostias, no estoy de humor.
—¿Algún marrón?
—Tú eres el marrón, gilipollas, le estás tocando los cojones a quien no debes.
—¿Qué coño estás diciendo, Manuel?
—¿Esa es la madrileña?
—¿Te gusta?, puedo dejarte el despacho.
—Señora Bauer, recoja sus cosas, se viene conmigo.
—¿Esto que es? No me jodas, Manuel.
—Para ti, inspector Ortega, y cierra la puta boca o te vienes tú también.
Carmen se asusta, se cambia de ropa y sale,
—Ya me enteraré de lo que está pasando
—Tu no vas a mover un dedo o me voy a convertir en tu peor pesadilla.
La saca del Penta ¿Dónde vamos? La introduce en el coche y arranca, recoge todo de casa de Candela, a Carmen no le gusta lo que está pasando, pide explicaciones.
—Tranquilícese , no está detenida.
—¿Entonces?
—Se marcha a Madrid.
Carmen ata cabos.»
Blanco y en botella Tomás.
EliminarCarmen de vuelta a casa como en plena resaca, abochornada dice, avergonzada, no sabe cómo va a mirar a ls cara a Su jefe al día siguiente. Espero esa escena en el próximo capítulo. La he comprendido, a todas nos ha pasado alguna vez, dejarnos llevar de la fiesta, el alcohol y al día siguiente no reconocernos.
ResponderEliminarQuerido Apasionado, si Mario enfrentó a Gerardo, pero cuando esté hizo la parábola de la emergencia, Mario tuvo la certeza de lo peligroso que puede ser este hombre.
ResponderEliminarGerardo te amenaza a ti directamente y Diego amenaza a la gente a la que quieres, yo creo que la diferencia puede radicarme ahí.
Eliminar“Hoy, como ayer como entonces”, me encantan esos quiebros de Carmen entre el presente y el pasado. Ojalá contase más del presente, tengo la sensación de que tiene ganas.
ResponderEliminarAquí queda claro que en realidad Diego no es nadie, a Candela la tiene pillado por lo de la hija, Diego vive de eso de explotar las debilidades y miedos de los demás.
ResponderEliminarSi nos ponemos a pensar en perspectiva, poniendo a Candela en la peor situación, podría terminar trabajando para Tomás, mucho mejores condiciones y mucho más dinero.
No creo que Tomás se negara, aunque pasar de un proxeneta a otro es una solución de mierda.
Lo del vodka con semen tiene nombre y no logro acordarme, lo he visto hacer.
ResponderEliminarLicor de lagarto, ha dicho mi chica. ¡No, licor de serpiente! Y se ha echado a reír, será….
EliminarNo entiendo de estas cosas, para eso está Mario, pero creo que Carmen lo pasa tan mal con Diego, pasa tanto míedo que después con Andrés se vuelca al otro extremo, trata de olvidarse, bromea, juega con él para curarse del daño que le ha causado Diego con el placer que le produce seducir a Andrés. Carmen es una víctima que en vez de echarse a llorar huye hacia delante refugiándose en un placer como podría ser una droga o el alcohol, algo para olvidar lo que le ha pasado y escoge a Andrés.
ResponderEliminarA lo mejor es absurdo, pero,me estoy poniendo en su lugar.
No es para nada absurdo y creo de verdad que ese pequeño instante en el que interactuaron Carnen y Andrés en la habitación de Carmen, a ella le dio vida.
EliminarNo se si Carmen o Andrés terminaran acostandose, pero ahora más que nunca Andrés está siendo un pilar muy importante oara Carmen.
“Hoy, como ayer como entonces”, me encantan esos quiebros de Carmen entre el presente y el pasado. Ojalá contase más del presente, tengo la sensación de que tiene ganas.
ResponderEliminarEste comentario que ha hecho Lucía es muy acertado y no me equivoco al afirmar que a todos nos gustaría que eso ocurriera.
Mario lo dejamos en tus manos, 🤣🤣🤣 tengo más cara que espalda.
Con respecto del idiota de Román, ha quedado demostrado el poder de fuego de Tomás. El viejo león mantiene sus garras y su ferocidad latente.
ResponderEliminarTomás es el Lex Luthor del Diario.
EliminarEn el Capítulo 182 Los retos abiertos Mario y Carmen nos hablan de unas vacaciones en la playa en el año 2003, en esas vacaciones Carmen lleva tatuado o dibujado el nueve en la espalda y un hombre reconoce el tatuaje, ostigando a Carmen hasta conseguir lo que quería, un servicio.
ResponderEliminarSegún ese extracto, Carmen trabaja para Diego cuando va a Sevilla, pero unos capítulos más arriba Mario a colgado un fragmento de un capítulo futuro donde un policía va al penta en busca de Carmen y pone las pilas a Diego, esta claro quien está detrás Tomás.
Mi pregunta es, ¿Mario nos está poniendo una cortina de humo?
Porque ya a quedado claro que Tomás no va a permitir que Carmen trabaje para Diego ni ningún otro y menos cuando va a trabajar para su empresa.
Por lo cual veo poco factible que en el 2003 Carmen pueda trabajar en el penta, a no ser que Tomás haya muerto para esas fechas.
Necesito una máquina del tiempo ya.
Muchas gracias por el capítulo.
ResponderEliminarDe Diego qué puedo decir que ya no hayan dicho.
Aprovecha las debilidades que encuentra en las personas para lograr su cometido, como lo ha explicado nuestro letrado del Café de la Humedad, la coacción que realiza es un delito pero nuestros protagonistas no pueden defenderse de eso.
Hay que esperar próximos capítulos Mario prometió que cerca del 200 llegaría la escena que nos adelantó de la visita de inspector Ortega en el penta.
Saludos
Con respecto a lo de Román solamente diré que el hombre que recurre a una artimaña como coaccionar por amenazas de divulgar algún secreto de una mujer no debe llamarse hombre.
ResponderEliminarHe sido tachado varias veces de machista, este va a ser el comentario más machista que voy a hacer en el diario ( les estoy advirtiendo).
Hace un tiempo ejercí como taxista, a varios de mis pasajeros los llevé a moteles de ocasión, como aclaración vivo en un pueblo pequeño somos 35,000, y casi todos nos conocemos o nos hemos visto en alguna ocasión. Eso no quiere decir que yo aprovecharía la situación para chantajear a la fémina aduciendo que si no cede a mis deseos carnales Yo estaría dispuesto a contarle a su esposo sus aventuras extramatrimoniales. Algo que luego me enteré que otros compañeros sí hacían.
Siempre he dicho que la relación de una pareja ya sea de esposos, de novios, de amantes fijos o de ocasión es la realización de factores que conllevan a que esas personas estén juntas.
Si a mí me gusta una persona tengo que hablar con esa persona y decir qué es lo que me gusta de ella y qué es lo que yo esperaría hay dos opciones, que me diga que sí lo cual no conlleva ningún problema o que me diga que no, en ese caso tampoco tendría ningún problema.
Ya Mario nos había dado el pantallazo de lo que le ocurrió a Román, no teníamos el contexto completo de la situación pero todos sabíamos que no se trataba de Diego.
Saludos
Apasionado, a Mario le gusta hacernos correr en círculos, en el relato del 2003 donde Carmen muestra en aquel verano el tatuaje en esa playa, después el mismo Mario pone en el relato que Carmen se quejó de sus ganas de verle el tatuaje y que se lo había hecho con un marcador. Hasta el momento Carmen no ha dicho que tiene intenciones de hacerse un tatuaje permanente y veo muy difícil que una persona que no quiere tener tinta en la piel se deje convencer tan fácilmente ni siquiera por una amenaza.
ResponderEliminarSaludos
Doy fe de eso, como ya dije mis amigos llevan años intentando que me tatuaje y no lo han conseguido ni lo conseguirán.
EliminarCarmen en el 2001 tenía 30 años y ya había vivido más situaciones que otra persona en toda una vida.
ResponderEliminarCarmen en algunos momentos me decepciona, en otros me emociona, pero hay algo que nunca cambia y es la admiración que siento por ella.
Un saludo desde Caracas. Mira, llevo cuatro años leyéndolos, ¡felicitaciones a Mario, se botó con ese trabajo! Y ese final da a entender que Tomás está viendo a Carmen con otros ojos, capaz que pronto la deja de alcahuetear.
ResponderEliminarEduardo
No me había dado cuenta, es la primera vez que Tomas cambia de registro con Carmen, se ha podido enfadar pero en esta conversación final se le nota defraudado. Yo nunca le he visto así, ¿se puede estar desilusionando o solo es una advertencia dura porque no le está prestando la atención debida al tema de SantaCruz?
EliminarLucía es una advertencia. Carmen no ha tomado certeza de todo lo que Tomás se está jugando. Es por eso que le dice hacé algo o me ocupo yo.
EliminarDémosle las gracias a nuestro compañeros Shubert que ha dado caza y captura a tres gazapos que andaban bien escondidos por el texto; agazapados diría si no fuera una redundancia.
ResponderEliminarOdio profundamente el corrector, creo que lo hecdicho alguna vez.
ResponderEliminarYa bueno, pero Tomás también se podria aclarar un poco, primero le dice a Carmen que se lo tome con calma y ahora de repente le echa en cara que está tardando mucho.
ResponderEliminarLo que tendría que hacer Carmen es manda a todos a tomar viento fresco (por no decir otra cosa) y hacer lo que le salga del coño.
Todos los tíos del Diario son, yo quiero esto, yo quiero lo otro, yo soy tu amo, tu harás lo que yo te diga.
No se como los aguanta, Carmen tiene más paciencia que el santo Job.
Quizás Tomás sabe algo nuevo y entonces le urge que Carmen acelere su "investigación" . Por qué no se lo dice? Estrategia. El libro de cabecera de. Los libros de cabecera de Tomás son El Príncipe y El Arte de la Guerra.
ResponderEliminarEl resto de los varones su comportamiento responde za cuestiones meramente hormonales.
Son épocas distintas, aquellos fueron días de machos dominantes y hembras sumisas.
ResponderEliminarEmpezaba a vislumbrarse un poco la lucha feminista. Pero aún así el comportamiento seguía siendo igual alguien dominaba y alguien se sometía.
En esta época desafortunadamente sigue igual alguien domina y alguien se deja someter.
Ahora los dejo tengo que ir a lavar los platos.
Saludos
Después de 47 años de matrimonio mi "evolución" ha sido notable, de no saber hacer un sándwich de jamón y queso, de cómo se agarra una escoba, mi compañera me ha cambiado la vida.
ResponderEliminarPero como dice Ismael Serrano, debajo de los adoquines no había arena de playa y las ostias siguen cayendo sobre las mujeres y nos iremos de este mundo con esa deuda luchando contra los molinos de viento.
Mi novia se sorprendió el primer fin de semana que pasó en casa al ver que sabía cocinar, poner la lavadora, planchar (aunque no sé me da nada bien), fregar, limpiar el baño, recoger la casa, hacer la cama ETC
ResponderEliminarY lo más importante fue que lo hacía sin que ella estuviera detrás mío, yo la mire como diciendo si esto es lo más normal del mundo.
Eso sí, gracias a mi querida novia he mejorado en la cocina, pudiendo hacer platos más elaborados.
Nunca entendrmere a los tíos que dicen, eso es cosa de mujeres y se sientan en el sofá a rascarse la barriga, sin importarles si se hace o no, nosotros hacemos las cosas entre los dos, de hecho hoy nos hemos levantado pronto hemos terminado las labores del hogar y nos a dado tiempo a ir a tomar algo con los amigos.
He allí la verdadera felicidad.
EliminarVolvieron las mariposas!!!. Con tanta construcción habían casi desaparecido. Dalila está maravillada las sigue por el jardín.
ResponderEliminarNe mi barrio pocas mariposas se ven, los nuevos parques que diseñan tiene mas hormigos que cesped.
EliminarAcá hay una planta, que vulgarmente se la conoce como la planta de las mariposas. Sin mucha fe la compramos y es creer o reventar. No creas que es la cantidad de cuando yo era joven, pero las suficientes para que mi Dalhia se maraville.
ResponderEliminarDemasiado control de pla-gas.
EliminarNo sé cuántos conocen la guanábana como fruta, es deliciosa, pero tiene un problema. Es polinizada principalmente por un tipo de escarabajo, por llamarlo de alguna manera. Qué es muy susceptible al uso de venenos e insecticidas, con lo cual la población de este pequeño insecto ha bajado mucho, lo cual desafortunadamente incide en la cantidad de frutas que se pueden recolectar ya que no se polinizan las flores.
Pasa con las mariposas, con las abejas, y con otros pequeños animalitos que nos ayudan.
Creo que ya me salió mi vena biológica.
Te dejo el comentario en respuesta hasta aquí.
Un abrazo y disfruten de las mariposas mientras se pueda.
Me alegro mucho por tu nieta o bisnieta, en mi ciudad para ver mariposa tienes que ir al monte, como dije ayer, demasiado hormigón.
EliminarApasionado, nosotros vivimos en una zona de transición entre la ciudad y el principio de la zona rural. Pero la ambición desmedida de empresarios y políticos hacen de mi ciudad cada vez más hormigón y menos verde.
EliminarPor eso nuestro refugio en la costa es hermoso. Hay un ave que se llama chimango. Hace dos años un pichón cayó de su nido y nuestros perros nos alertaron. Mi mujer lo levantó, lo puso en su nido y durante cuatro días lo alimentó bajo la atenta mirada de su madre.
Volvimos a la ciudad y seis mese después regresamos. En la ventana de la planta alta estaba él, esperándonos para decir que estaba bien. Eso es impagable.
Nuestro querido autor nos da muchas cosas para pensar.
ResponderEliminarAlgunas un poco subidas de tono. Otras completamente explícitas, pero nos ha dado un tema que está escondido a simple vista. La relación entre Esther y el innombrable. Aquí hay algo que ocurre con mucha frecuencia, demasiado diría yo para mi gusto. Y es que "tú" como parte de una pareja concedas de tu espacio y de tu libertad para que esa persona se quede contigo.
En este caso las mujeres llevan generalmente la de perder. Pueden decir cosas como; un hijo arreglará nuestro matrimonio, si le dejo hacer esto o aquello él va a estar contento y se va a quedar conmigo. Como vemos en este caso, que se plantea la opción de abrir el matrimonio para que él pueda disfrutar con su primita y de esta forma Esther vivirá un matrimonio más tranquilo.
La explicación que le da Carmen y la afirmación que da Mario de esta forma de vivir, Yo espero que le aclare la mente para que no esté pensando en arreglar algo que no se puede reparar.
No sé por qué Yo veo que esta pareja se separa y le veo posibles prospectos de pareja dentro de los personajes del diario.
Emilio sería buen candidato.
Saludos para todos
Es muy frecuente que la victima de agresión en la pareja se niegue a reconocerlo en una primera fase. “Él no es así, lo está pasando mal, no quiero que vaya a la cárcel, en el fondo me quiere”. Son las clásicas argumentaciones para esconder el problema y perpetuarlo. Cuesta mucho esfuerzo sacarlas de ahí.
EliminarChicos y chicas, por un momento hemos vuelto a la edad de piedra, a sido un apagón muy gordo.
ResponderEliminarLos de fuera de España supongo que os habréis enterado por las noticias. Hemos sufrido el mayor apagón de la historia, toda España se ha quedado sin suministro eléctrico desde las doce del mediodía y ha sido un caos. Nosotros hemos recuperado luz e internet a las nueve de la noche y la sensación de estar incomunicados y sin recursos te da la medida de la fragilidad humana. Si hubiera durado más tiempo habría las pasado a un escenario de vandalismo sin ninguna duda.
ResponderEliminarYo he recuperado la luz en una hora más o menos, en Donostia hemos tenido mucha suerte.
EliminarDe fragilidad humana nosotros tenemos un doctorado. Cada vez que ustedes tomen un tren, piensen que en la termina de Constitución - una especie de Atocha, pero mucho más humilde- había cuatro hombres que, se tomaban el trabajo de ir a cada cartelito en el inicio de los andenes y mediante unas rueditas te ponían el horario del tren por salir.
ResponderEliminarCuando yo tenía 5 años ya estaban esos cartelitos, que duraron hasta la muerte de 52 personas en otra terminal. Ahora tenemos coches y vagones chinos, carteles electrónicos etc. Claro salieron muy caros.
El sistema eléctrico cada verano está por colapsar. Claro en la Capital Federal y el conurbano la luz salía un 120% más barata que en el interior del país. Saben por qué? Sencillo en el distrito federal y el conurbano se concentra la mayor parte de la población, que por cierto vota. Esto va más allá de la ideología, tiene que ver con la avaricia, la ambición del poder. Qué lejos quedó la carrera de los honores de los romanos.
Nosotros nunca habíamos sufrido un cero, en 5 segundos se esfumó el 60% de la electricidad de todo el país, es un ito.
EliminarSiento el desmadre que se hizo a causa del apagón, espero no la hayan pasado mal y que solo haya sido un rato de tensión.
ResponderEliminarYo por mi parte quedará fuera de circulación durante uno o dos días por visita a el planeta Plutón. y ya que salga de ahí, espero salir con más ánimos para seguir caminando por la vida sin molestias en la rodilla, entiendo que no será de la mocha a la mañana, que tendremos que hacer rehabilitación, para que la nueva rodilla se a dapta a mi. o mejor dicho yo me adapte a la nueva rodilla.
Que tengan un excelente día
A un vecino le operaron hace un año, hizo rehabilitación, no es de un día para otro, pero hoy en dia esta encantado, puesto que puede caminar sin dolores.
EliminarEspero que tu operación también vaya bien y en unos meses puedas caminar sin dolor.
Divagante, tienes razón que las víctimas de la violencia en el hogar se nieguen a aceptarlo en primera instancia, y la principal excusa es por evitar el que dirán, disfrazado como lo menciona Dividir, y si la víctima es el hombre todavía es más difícil ya que se pone en juego su hombría. forma en que el innombrable a Esther, es de cobardes sabiéndose más fuerte, pero cuando Mario se interpuso entre los dos se le quito lo machito, y se fue con la cola entre las patas, esa actitud cobarde es la que mantiene a Esther angustiada, pero ya dió el primer paso que es el reconocer que es violentada. ahora el siguiente paso es saberse fuerte y que el innombrable no es tan indispensable como el se cree, en cuanto se sienta bien consigo misma lograra separarse de ese animal, se dará cuenta Esther que puede salir adelante por ella misma y con la ayuda de su familia lo será más fácil.
ResponderEliminarvoy camino a el planeta Pluton
Se llama Daniel si no recuerdo mal, es periodista deportivo y le han echado de la emisora, menuda pieza Ya tiene dos avisos, uno de Mario y otro de Carmen, Mario le puede dar dos hostias bien dadas pero de Carmen me temo lo peor.
ResponderEliminarFederico de Plutón se vuelve recuperado ya has visto a Mario. Suerte.
ResponderEliminarA Daniel no le auguro un buen futuro y se lo habrá buscado el sólito.
ResponderEliminarEstimado Federico, existe lo que se llama el ciclo de la violencia donde el violento implementa un plan sistemático que consiste en varias fases.
ResponderEliminarPrimero la abuela de familiares y amigos. Luego tienen hijos y de esta manera ella queda a cargo del hogar y de sus hijos. Él ejerce un control económico dejándole el dinero suficiente para hacer compras pequeñas, las grandes se encarga él.
Finalmente en algún momento el lobo se saca la piel de cordero y empieza la agresión y humillación.
Si ella decide irse tendrá cero acompañamiento del Estado. En lo judicial lo único que logra es una orden de restricción que el violento no respetará y si puede la obligará a volver porque no puede seguir adelante o la asesinará.
Le llamamos el innombrable por respeto a todos los que tengan el nombre Daniel y que no se comporten como él.
ResponderEliminarEs una joya según lo que se ha relatado de él en el diario.
Y es cierto lo que dice Diva, generalmente los que están sufriendo de algún tipo de acoso o maltrato son los últimos en pedir ayuda.
En este capítulo se hace referencia a dos tipos de violencia, los golpes que le da Diego a Carmen y que ella se siente intimidada pero luego quiere más no golpes sino sexo.
Y los que puede haber sufrido Esther y que la hacen sentirse miserable pero además trata de buscar la forma de mantenerse con la persona que comete la agresión.
En ambos casos el fin es el mismo.
Las situaciones son diferentes y quizás la fuerza que utilizó Diego fue un poco exagerada pero si hubiera sido en la medida correcta es posible que la interacción con Carmen sería muy placentera.
Aclaro no soy partidario de ningún tipo de conducta bdms,nada que tenga que ver con agujas, cuerdas o golpes.
Saludos
Que manía han cogido de levantarle la mano a Carmen, Diego y Tomás, Diego utiliza los golpes para salirse con la suya, veremos si es igual cuando sea el quien tenga que encajarlos.
ResponderEliminarMi máxima repulsa y extremo asco para los hombres que utilizan la violencia y la intimidación con la intención de someter a una mujer.
Acordaros que Gerardo le cruzó la cara Carmen porque ella le había abofeteado antes, lo que pasa es que lo dejó para el último minuto y lo hizo delante de Mario, la escena es fuerte porque Carmen detiene a Mario que iba como un toro a por él. Si alguien se acuerda del capítulo que me lo diga
ResponderEliminarCapítulo 176
Eliminar«—Casi lo olvido.
Le cruzó la cara, fue un golpe rápido y seco, tan contundente e inesperado que perdió el equilibrio, aún tuvo tiempo de agarrarse al respaldo del sillón más cercano. Salí disparado a por él.
—¡No, Mario, no! —me pidió a gritos—. Frené en seco. Se rehízo, cubrió la mejilla con la mano y comprobó si le había hecho caso
—Eso es, sujeta al perro. —Le miré cargado de odio. Sonrió, se creía inmune—. Ni se te ocurra volver a ponerme la mano encima, ¿está claro? —le advirtió sin perder la calma.
—Sí. —respondió con un hilo de voz
Le sujetó la barbilla y quedaron cara a cara. Carmen extendió el brazo para detenerme.
—Que si lo has entendido.
—Lo he entendido. —contestó en voz alta.
Agarró la blusa con las dos manos por el escote, la zarandeó y al segundo intento la rajó de un brusco tirón, ella volvió a hacer un gesto pidiéndome contención; una tercera sacudida dejó la prenda abierta por completo. Gerardo la cogió con firmeza por la cintura y le apretó uno de los pechos sin dejar de observarla.
—¿Vas a echarte a llorar?
Negó con la cabeza.
—No te escucho.
—No.
—¿Y qué haces mirando al suelo? ¡Levanta la cabeza, coño!
Clavó los ojos en él, ya no los apartó mientras la puso a prueba. La imagen era tremenda; Gerardo la tenía bien amarrada por los riñones, había ido estrechando el contacto hasta no dejar ni un resquicio entre ellos, Carmen tuvo que doblar la espalda hacia atrás para mantener el espacio que le permitía manosearla; por un instante abandonó sus pechos, le retiró el cabello del rostro y terminó con una caricia en la mejilla, ella se arrimó como un perrillo a la mano que poco antes la había castigado. Con los brazos colgando, sin ofrecer resistencia era la viva imagen de la entrega absoluta. Al cabo de un rato se detuvo con uno de los aros entre los dedos tirando del pezón.»
De nada, un placer resolver dudas.
Así es dos octavas, Gerardo agredió a Carmen frente a Mario para que Mario se diera cuenta de que con el no se jugaba, y si de por si la relación entre Mario y Gerardo estaba muy deteriorada con eso fue la gota que derramó el vaso de agua
ResponderEliminarEs algo lógico en la mente de un tipo como Gerardo. Con él no se discute, se acata, él es el que manda y nunca va a consentir que alguien lo desafíe.
ResponderEliminarRecordar cuando Mario lo enfrentó el último día y él le soltó lo que yo llamo la parábola de la emergencia, para demostrarle qué le pasó al último que hizo algo igual.
Conociendo el estilo de Mario, apostaría a que vuelve a aparecer cualquier día de estos.
ResponderEliminarYo también pienso que Gerardo aparecerá, quiere lo que tiene Tomás y tengo claro que va a ir a por Carmen el punto débil de Tomás.
ResponderEliminarMe juego por eso, si está detrás del liderazgo de Tomás
ResponderEliminarPor qué Gerardo odia a Mario. Por como es su relación con su esposa por tener una pareja abierta. En su cerebro misógino y cavernario no puede entender que un hombre permita que su esposa mantenga relaciones con hombres y mujeres, que ejerza la prostitución, pero lo que más lo altera es que lo disfrute.
ResponderEliminarPor eso trata de humillarlo teniendo sexo con Carmen en la casa que les ofreció. Así de simple es su razonamiento. Si habría una subasta de cerebros, no tengo dudas que el de Gerardo se llevaría el mejor precio. Por su poco uso.
Si no recuerdo mal la mujer de Gerardo también tenía relaciones extramaritales al igual que el.
EliminarNo entiendo tal inquina contra alguien que está haciendo lo mismo que tu.
En algo no estoy de acuerdo, no puedes subastar el cerebro de Gerardo, es demasiado pequeño.
No creo que Román se quede quieto, una persona soberbia y engreída y sabiendo la doble vida de Carmen, intentará de otra forma con más ahínco si cabe,, sin comprometer su trabajo, acercarse a Ella, someterla y poseerla que es lo que desea desde que la conoció
ResponderEliminarNo creo que lo intente, a parte de perder su trabajo sabe que alguien con mucho poder le a parado los pies y que posiblemente la próxima vez sea peor.
EliminarPara Tomás, Angel, Diego, Guido, Domenico, Santacruz, Claudia, Carmen es una herramienta un objeto que poder utilizar en su conveniencia.
ResponderEliminarNo se como Carmen puede soportarlo sin revelarse y Mandarlos... mejor no termino esta frase.
Mi pregunta es, ¿el placer que siente Carmen es suficiente para inclinar la varianza?
Creo que Carmen va a entregar a su hermana Ester a Mario para que vea que no todos los hombres son iguales y aumentarle su autoestima.
ResponderEliminarMotero
Cómo ha jugado Mario con nosotros con “Los monstruos de la razón”, bromas aparte es un párrafo que da qué pensar, si todo lo que pasa por nuestra cabeza saliera por nuestra boca como les pasa los enfermos de Tourete, el mundo seria inviable.
ResponderEliminarBruto.
EliminarQuerida Lucía buenas tardes, tienes mucha razón con "Los sueños de la razón crean monstruos" nos está explicando cosas y situaciones que quizá no entendíamos de está historia. Hay que echarle otro o varios vistazos.
Lucia tiene toda la razón, el ser humano ya se destruye mutuamente y eso que no conoce en profundidad lo que los demás piensan.
ResponderEliminarSolo de pensar lo que ocurriría si no tuviéramos filtros me pongo a temblar.
Discrepo con tu opinión, creo que el mundo sería más franco, menos artificial y con menos engaños.
ResponderEliminarPrefiero una verdad que duela a una mentira que me mantenga en las nubes para al descubrir la verdad caer en picado.
Saludos
¿Tú crees? Ya tenemos a Trump de ejemplo. Prefiero que las personas se lo piensen dos veces antes de soltar la primera barbaridad que se le venga a la cabeza.
EliminarNo, de ser así ya estaríamos extinguidos.
EliminarGerardo le comentó a Carmen sobre los encuentros extramatrimoniales de su esposa Magely, pero según recuerdo nunca mencionó que fuera con hombres. Más bien con mujeres .
ResponderEliminarConociendo a través de las descripción que hace el diario, su carácter posesivo, celoso y machista, nunca lo permitiría.
Además pide a Carmen que pase un tiempo con Magely, para tranquilizarla y ella le pide en la cena que se mantengan en contacto y posibles visitas a Madrid.
El le permite tener amantes si, pero que sean mujeres y es muy posible que éstas sean amantes de él también.
Saludos.
Hombre o mujer da igual es una relación extramarital, así que Mario no hace nada diferente a lo que hace Gerardo, tanto Magely como Carmen tienen relaciones con otras personas y Mario y Gerardo lo ven con buenos ojos.
EliminarFollar es follar, lo hagas con un hombre o con una mujer.
Si Mario es un cornudo Gerardo también lo es.
Gerardo es un hipócrita de cuidado.
ResponderEliminarTípico de un machirulo de manual. Que su mujer se tire a todas las mujeres que quiera, pero para machos solo está él. Y que tenga relaciones con sus amantes me parece que es para darle más morbo a la situación y como un tema de control.
ResponderEliminarLa que veo muy jodida es la relación de Mario con Elvira después de la espantada de Mario y él patinazo de Elvira hablando de lo que haría si se muriera Carmen no doy un duro por la pareja
ResponderEliminarLo de Elvira y Mario esta complicado, pero yo no lo veo imposible.
ResponderEliminarCreo que, a partir del movimiento que haga Diego, Mario tendrá cosas más importantes que pensar en su relación con Elvira. Ahora que lo pienso, no tendrá algo que ver Santiago en la reacción que tuvo ella con Mario.
ResponderEliminarNo lo pongo a su marido en la confabulación contra Tomás pero sí en algo más casero como presionar a su ex mujer para que rompa con Mario, con la amenaza de que si no lo hace, el marido de Carmen sufrirá las consecuencias.
Bruto.
ResponderEliminarBuenos días, si no me equivoco lo que se tira la mujer de Gerardo son tíos, a Gerardo lo que le pone es que tenga la primera relación con una mujer con Carmen, el no sabe que ya ha tenido una relación con una compañera del cole, que es un cornudo lo sabe.
Pues entonces no entiendo la inquina que demuestra a Mario.
EliminarA Gerardo le importa una mierda su mujer, lo que haga con su vida le da inmunidad para hacer lo que le salga de los huevos pero los hombres como Mario que permiten a sus mujeres Libertad no los soportan es incoherente
EliminarBruto.
EliminarHay un momento en que le dice a Carmen que su mujer es un señora y Carmen sólo un puta, con lo que demuestra que sí la valora, lo que hace es despreciar a Carmen y a Mario, a este más por no ser un macho alfa como él, tampoco creo que tenga muy claro que es ser un macho alfa y haya mucho también de joder, a Tomás principalmente y a Mario por añadidura y fundamentalmente miedo a no serlo, un macho alfa.
Yo a la conclusión a la que llego es que Gerardo tiene miedo en convertirse en Mario, pero lo que es incapaz de entender es que ya es un hombre como Mario.
EliminarSu mujer folla con otras, eso ya le convierte en un consentidor ya puede amenazar y gritar todo lo que quiera que eso nada lo va a cambiar.
Dos Octavas, un misógino no puede entender que, hombres como Mario tengan una pareja abierta y disfruten de ello.
ResponderEliminarPara él las mujeres son un cacho de carne. A él le interesa su placer y si ella también disfruta está bien pero no es su objetivo.
Gerardo tiene una vida miserable, mucho dinero mucho lujo, pero 0 de lo que importa de verdad.
ResponderEliminarTanto Mario como Carmen tienen libertad, Carmen la está utilizando, Mario prefiere quedarse en el banquillo, esa decisión es exclusiva de Mario.
ResponderEliminarAhora mismo a parte de Carmen con la única que tiene contacto es Candela, porque con Elvira la cosa está fría, y Graciela esta de gira.
Mario tiene la mala costumbre de terminar mal con sus amantes, empiezempiezo
Empiezo a pensar que la única que lo entiende y lo aguanta es Carmen, lo siento se me a cortado el comentario.
ResponderEliminarBuenos días de domingo.
ResponderEliminarCaito hizo un comentario sobre la valoración en que tiene Gerardo a su mujer, cree que la tiene en consideración porque una vez le dijo a Carmen que su mujer es una señora y ella sólo es una puta. No estoy muy de acuerdo, esas son las típicas frases que los hombres dicen cuando quieren herir, no cuando quieren poner en valor a una persona. Gerardo era un prepotente narcisista, ni su esposa ni Carmen tenían ningún valor para él más que el de un simple adorno o el beneficio social (su esposa) o sexual (Carmen) que pudiera obtener de una o de otra. Ese tipo de personas no tienen amigos ni amores.
Bruto.
EliminarBuenas tardes os remito al capítulo 173 "lo que ocurre en la playa" 3.
Yo creo que sí demuestra que valora a su mujer, independientemente de cómo yo haya escrito el comentario, otra cosa es decir lo que los hombres pensamos o decimos, muy desafortunadamente muchas veces, pienso que no es el caso, pero me puedo equivocar.
Capítulo 173 la mujer de Gerardo ha insultado a Carmen y éste viene a disculparse en su nombre.
Eliminar“—Mira, Gerardo, yo podré llevar una vida, digamos, irregular; pero es mi vida y no consiento lecciones de nadie.
—Lo lamenta, está abochornada.
—No parece una mujer que se abochorne con facilidad,
—Te lo aseguro. Anoche estuvimos hablando hasta las tantas y se arrepintió de haberte hablado como lo hizo, créeme.
—Quiero oírselo decir.
Mi exigencia le mudó la expresión.
—Escúchame, te estoy ofreciendo disculpas y dándote garantías; pero pongamos las cosas claras: aquí la única señora es mi mujer y no voy a consentir que se rebaje ante una…
Había ido elevando el nivel de crispación a medida que hablaba y se mordió la lengua en el último segundo. Me encaré con él:
—Una, qué, ¿una furcia? Dilo.
Soltó hasta el aliento con fuerza antes de continuar.
—Te ruego que aceptes mis disculpas y lo olvides, no volverá a ocurrir. —dijo en tono conciliador.”
Se mire como se mire, Gerardo pierde los papeles y termina por insultar a Carmen también, no por defender “el honor” de su esposa sino porque está harto de una discusión que le puede poner en una situación desagradable con Tomas por culpa de dos mujeres histéricas (razonamiento de hombre)
Por cierto, ese capítulo, el 173, comienza con una cita que viene como anillo al dedo a este capítulo, por lo de los monstruos de la razón:
Eliminar“ Lo que pensamos y nunca diríamos
Lo que nos permitimos decir en privado
Lo que decimos en público
Tres versiones de nosotros que solo la enfermedad, el alcohol o la ira conectan entre sí en ocasiones.”
Totalmente de acuerdo.
EliminarGerardo es la peor versión del género masculino, pero con ganas.
Lo de macho alfa no puede sonar más a cuñado, en los relatos se pinta a la mujer sin cerebro y sin sentido de la lealtad, puesto que aparece un hombre de estos y la mujer se olvida de sus hijos y de si ama a su marido.
ResponderEliminarEn la vida real las cosas no funcionan así, una mujer no deja a su familia por un tío de buenas a primeras, puede ocurrir, pero no es lo normal.
Las mujeres tienen un sentido de la lealtad muchísimo más desarrollado de lo que lo pintan en los relatos.
Tengo clarisimo de que si Mario esa noche no se hubiera dado cuenta de nada y hubieran seguido siendo el matrimonio que eran el los primeros capítulos, Carmen no hubiera engañado a Mario ni con Domenico y mucho menos con Gerardo.
Carmen no hubiera cambiado a Mario por ninguno de los dos, porque fuera del sexo Domenico podría aportar más bien poco, pero Gerardo nada de nada.
Ya tiene que follar bien Gerardo para que Carmen le pase todo! Yo creo que hay cierto magnetismo que la razón no entiende.
ResponderEliminarParafraseando a Pascal, el sexo tiene razones que la razón desconoce. En palabras de Dos Octavas,: A veces pensamos con la entrepierna. Todo un filósofo.
EliminarMe halagas Lucy pero no andas desencaminada ni tú ni Joss. Voy a hacer otro alarde de filosofía y voy a decir que tiran más dos tetas que dos carretas No sé si fue Pascal o Aristóteles el que lo dijo.
EliminarGerardo follará estupendo, pero Carmen tiene la cosas claras. Gerardo es un momento, su vida es Mario
ResponderEliminarEn el capítulo donde se comenta el primer polvo de Carmen con Gerardo. Cuando Mario despierta y no ve a Carmen a su lado, la busca y la encuentra hablando por celular con alguna de las chicas de Tomás, en eses momento Mario se pone a escuchar la conversación. y Carmen comenta que porque no le había dicho de que Gerardo folla como los dioses, que Gerardo estaba en otra liga, , puede ser esa la respuesta a lo que preguntas Jose, Debe de ser con ayuda ya sea de coca como Domenico, o Viagra o algo por el estilo, porque no se puede entender el aguante de otra manera
ResponderEliminarGerardo a demostrado ser bueno en el sexo, pero no tiene nada más que aportar, como bien a dicho nuestro querido Torco Gerardo es un momento, para Gerardo será un victoria, pero para mi es una derrota incontestable, porque llegará un día que el cuerpo de Gerardo envejece y no responda y entonces se convertirá en humo.
ResponderEliminarDos tetas tiran más que dos carretas, una frase del extenso refranero español.
Bruto.
EliminarBuenas noches, me gusta mucho más la versión marinera, "Más tira pelo coño que estacha de navío"
La estacha es la soga que sujeta el barco a tierra en el puerto.
Mira que eres bruto, Bruto
EliminarJoder Caito, ni en el taller tenemos una lija tan basta como tú, 🤣🤣🤣🤣🤣
EliminarHice el comentario pensando precisamente en esa conversación, cuando hablo de magnetismo no me refiero a sentimientos, es un instinto animal lo que sale a flote en ambos copulantes, a Carmen le moja y no puede evitarlo pero tiene claro cuál es su lugar y el del montador y no por ello se olvida de Mario!
ResponderEliminarMañana publico en TR
ResponderEliminarEl 7 de junio estaría sacando boleto para Venus. Es que tanta gente viaja a Plutón que me decidí por ese hermoso planeta. Claro que según mi compañera en la elección prevaleció mi lado oscuro y pervertido. Lindo concepto se tiene de mi luego de 47 años juntos.
ResponderEliminarGracias amigo por tus palabras, esas que vienen en botellas de aquel lado del charco. Para cuando tenga fecha de abordar hacía Venus, espero que la estadía sea corta y sin inconvenientes. Por suerte el Diario llegará sin problemas.
No es mala elección, Venus tiene su puntito. Espero que el viaje sea corto y fructifero. Estaremos pendientes desde aquí.
EliminarCuidate amigo Torco, volverás con energías renovadas.
EliminarEn ese capítulo, el 173, cuando están en el barco Carmen comenta que Gerardo va por vino y vuelve con signos de haberse metido algo. Eso puede dar una idea del "combustible" que usa para su desempeño amoroso. Espero que se haba un "service" cada 10 mil kilómetros porque no hay motor que aguante.
ResponderEliminarEsperemos que Gerardo no sea como Beetlejuice , con todas las veces que a aparecido su nombre en los comentarios aparece fijo.
ResponderEliminarDel que no se ha vuelto a saber nada es de Carlos después de la bronca con Mario. Esta muy tocado desde que dejó a Carmen no levanta cabeza No me extrañaría que un día de estos vuelva a aparecer. Lo mismo se tropieza con ella en el Penta.
ResponderEliminarNo se yo si sería bueno que Carlos y Carmen se volvieran a encontrar y más en el estado que está Carlos, ella no le puede dar lo que el desea y lo único que va a ocurrir es que Carlos volcará toda esa frustración en Carmen.
ResponderEliminarNo solo se vuelven a encontrar, en un capítulo Mario en un comentario hace referencia a Carlos, contando que él y Carmen vuelven a estar juntos y que el sevillano los "castiga" por su travesura en ese congreso.
ResponderEliminar¿Donde?, no recuerdo haberlo leído, se me habrá pasado.
EliminarQue sentido tiene que Carlos vuelva, Carmen no le puede dar lo que el quiere, exclusividad.
EliminarComo creéis que va a reaccionar Carlos cuando sepa a qué se dedica Carmen, que los castiga, que es un niño, vaya sicologo esta hecho Carlos, como va a ayudar a los demás, si no puede ayudarse a sí mismo.
Lo dijo Mario en un comentario del presente, que carlos los visitaba y eran padrinos de su hijo Carmen y ella, y que su mujer se lo olía y Gaia la vista gorda … echo de menos esos comentarios que hacen guiños al presente
ResponderEliminarHasta la actualidad el diario avanza y no se si somos concientes de ese gap de 20 años! Se esconden muchas incógnitas como qué pasa con el negocio de Tomas sin tomas, si sigue Domenico hoy, también nos descubrió que Carmen tiene un amigo especial Vasco ( creo recordar que va a visitarlo) …
ResponderEliminarNo me parece nada descabellado que encuentren a carlos en un viaje a sevilla y sea ahí donde retomen todo.
Qué Carlos y Carmen vuelven a estar juntos hay pistas, pero eso de que Carlos la castiga por su travesura en el congreso, no se a qué te refieres, Torco.
ResponderEliminarTenemos que hacernos a la idea que tal vez no lleguemos a leer ese reencuentro entre Carlos y Carmen, ni Mario ni ninguno de nosotros somos inmortales, yo prefiero centrarme en lo que viene en los siguientes capítulos.
ResponderEliminarAdemás ya tenemos bastantes patanes por centímetro cuadrado dentro del diario, no necesitamos sumar a Carlos en su estado actual.
Mario refiere que al recomenzar esa relación, se entiende en el comienzo, Carlos "castiga" en especial a Mario por lo vivido.
ResponderEliminarSi no me equivoco esta referencia está entre los capítulos del 69 al 80. Y creo que no está en el relato sino en los comentarios.
Por ese mismo motivo me gustan los guiños al presente porque no se si lo veremos!
ResponderEliminarYo no recuerdo lo del castigó tampoco, si alguno lo puede rescatar…
¿Mario cuanto tardaste en colocar el texto en su sitio al publicarlo en TR?
ResponderEliminarYo lo he hecho durante 2 días seguidos y si tuviera que subir otro hoy me lo pensaba 2 veces, en esa página actualizan las cosas para complicarnoslas más a los demás.
Poca cosa, copiar desde Word y pegar. Como ahora el editor de TR solo admite negritas y cursivas, corregí los títulos a negritas y las citas a cursivas y tardé unos diez o quince minutos. Es una lástima porque antes mantenía intacto el formato exacto.
EliminarQue suerte tienes, a mi me deja el texto hecho un mazacote y tengo que ir de párrafo en párrafo volviendo a darle forma.
EliminarEl domingo tarde más de una hora en volver a poner el texto como estaba, no entiendo porque me pasa, de hecho no me deja cortar y pegar, tengo que usar control C y después control V para pegar el texto.
Podría entender que Carlos se cabrera si llegan a calentarlo hasta el extremo y a la hora de la verdad Carlos se hubiera quedado a dos velas, pero el follo con Carmen, no pudo conseguirla como pareja, pero no salió con las manos vacías.
ResponderEliminarLo de castigar a Mario me parece una broma, en el futuro según parece Carlos está casado , tiene hijos pero folla con Carmen, ¿eso no está mal verdad Carlos?, menudo personaje nos a salido Carlos el sicologo.
He metido el bisturí en el minuto cuarenta y seis, el resto pasa al capítulo doscientos. La causa es que he visto la secuencia perfecta para cerrar capítulo y no podía desperdiciar ese momento cumbre. No os preocupéis, los 46’ se acabarán convirtiendo en quince más entre correcciones, cierre de escenas y momentazos del tipo: “no digo nada, pero deberías añadir lo que te dije ayer”. Cosas que pasan.
ResponderEliminarEn pocas palabras nos vas a dejar con los dientes largos.
EliminarApasionado, a Carlos le hicieron vivir una mentira. Se enamoró de una mujer liberal, casada con un marido que más que marido era un amigo, un compañero y que Mario sería un amigo con derechos.
ResponderEliminarDurante el abuso de Roberto y el desconocimiento de Mario, el sevillano fue su apoyo en esos momentos tan difíciles. Recordá que Mario la insta a decirle palabras cariñosas, cuando ella le cuenta la manera como Carlos la trataba.
Todo eso hizo que se enamorara perdidamente de esa mujer. Al final descubre que se enamoró de una mentira. Cuando él se le declara, ella queda shoqueada. Cómo explicarle que solo fue un juego, donde él fue un jugador involuntario.
Esto explicaría su comportamiento cuando se vuelvan a encontrar y quizás Carmen reúna el valor para hablar con él confesándole todo.
Lo que no he entendido es lo del castigo a Mario, de castigar tendría que ser a los dos, pero me sigue pareciendo una postura infantil, porque el no se fue con las manos vacías.
EliminarCarlos fue un juguete roto de un par de inconscientes que jugaron un juego para el que no estaban preparados. No supieron calcular las consecuencias y cuando a Carmen se le vino encima, no supo hacerle frente y terminó de romperlo. A lo largo del diario se puede leer el remordimiento que vive y estoy segura de que en algún momento asumió la responsabilidad ante Carlos. Lo leeremos.
EliminarSe me ha cortado.
EliminarLo leeremos. Tarde o temprano Mario nos lo contará, es una historia a medio cerrar y de la que no ha dejado de dar señales.
Bueno la verdad es que después de 198 capítulos Mario sigue sin saber medir las consecuencias y se a visto en su interacción con Diego, muchas veces el premio no vale el precio que hay que pagar por el, lo peor es que Mario no aprendió nada de aquella experiencia con Carlos.
EliminarCarmen es la que paga las consecuencias y con Carlos seguramente también las pagará ella, porque será Carmen quien de la cara.
No veo ningún castigo que pueda hacer Carlos que Mario no vaya a disfrutar.
Seguramente te habrá pasado alguna vez, Apasionado, estás escribiendo y te encuentras con una frase contundente con categoría para cerrar el relato. Es lo que me ha pasado. Como además rondaba los tres cuartos de hora y sabía que el pulido, la cera y demás retoques lo harian crecer, no había excusa para contenerme.
ResponderEliminarLuego viene lo de comentároslo, eso sí que tiene un puntito sádico, lo reconozco.
Si me parece bien, ño que quiero decir es que seguro lo cortan en el punto álgido 🤣🤣🤣🤣
EliminarAmigo Torco recuerdas como trato Carlos a Carnen cuando este se declaró y Carmen le dijo que no, más patán no se puede ser y entonces no tenía ni idea de lo del juego.
ResponderEliminarCarlos no me gusta nada.
Preparad la lupa.
ResponderEliminarVenus tiene dos satélites: Phobos y Deimos.
(Me temo que la lupa va a servir de poca ayuda)
Afrodita Mario, Venus es resultado de la vagancia de los romanos que cogieron a los dioses del Olimpo y les cambiaron los nombres en vez de crear los suyos propios.
ResponderEliminarHades en vez de Pluton, Ares en vez de Marte, Poseidon en vez de Neptuno, Júpiter en vez de Zeus, Roma tuvo cosas buena y otras muy malas y apropiarse de dioses ajenos es de las malas.
Venus, ande va a parar (que dijo Publio Cornelio Escipión)
Eliminarhttps://youtu.be/8LhkyyCvUHk?si=N5LW4S8AM1aO4Bg1
Escipión el Africano, el general Romano que consiguió doblegar a Aníbal Barca, uno de los mayores enemigos de Roma.
EliminarLa canción me a gustado, ya se que ne vas a matar, pero tampoco conocía este grupo, en mi defensa diré que me quedaba un poco lejos en el tiempo.
Bruto.
EliminarNo te equivoques que hicimos bien casi todo hasta apropiarnos de todo lo que nos hiciese falta o nos aburriese hacer, se le cambia el nombre y listo ¿de qué me suena a actual?
Y ojo en donde te estás metiendo, que Venus es de la familia de Cayo.
Una vez que los romanos se apoderaron del territorio griego, copiaron todo, desde su arte y arquitectura hasta su religión. ¿Pero por qué? Los dioses romanos son básicamente solo dioses griegos con nombres diferentes.
EliminarPues eso amigo, la diosa siempre será Afrodita, la diosa del amor la belleza y la sensualidad, Venus es la diosa del amor del Hacendado.
Me tomé la tarea de buscar el famoso comentario de Mario y esta en el capítulo 40 en TR, aclara muchas cosas que aún no llegamos a comprender con poca información.
ResponderEliminarSaludos
Como ¿por ejemplo?
EliminarLa relación de Mario y Carmen con Carlos y su familia.
EliminarAquí algo no cuadra, como siempre que Mario nos envía un mensaje para hacernos pensar. Phobos y Deimos son los satélites de Marte, ¿qué pinta Venus aquí? Yo descarto la mitología romana y la astronomía, Mario va por otro lado, estoy convencida, se trata de interpretar su retorcida mente de torturador de lectores. Tengo algunas ideas pero necesito trabajarlas un poco.
ResponderEliminarLo mínimo que podías hacer es dar algún premio a quien descubra el acertijo, digo yo.
Por prometer un regalo, puedo prometer un viaje a Venus, lo que sea, porque os aseguro que esta vez os vais a sorprender. Todavía no sé si para bien o para mal.
EliminarVoy por esta hipótesis: Fobos y Deimos eran hijos de Ares y Afrodita. La figura de Fobos aparecía antes de cada batalla, era el pánico y la huida donde algunos combatientes fingían su muerte. Deimos el pavor y el terror.
ResponderEliminarAmbos tenían como misión encomendada por Ares, la destrucción de la raza humana o las amenazas. Pero al final Fobos se plantea esas órdenes y decide no cumplirlas, se mantiene al margen y salva a la raza humana.
Venus es una canción de Shoking Blue, fue su único hit. Habla de una diosa en lo alto de una montaña que era la cúspide de la belleza y amor. Ella era el fuego al deseo y sus armas eran sus ojos de cristal, volviendo loco a cada hombre, tenía lo que nadie más tenía.
Ahora bien, Diego amenazó a Mario con provocarle un daño a Candela y a su hija si no le daba la dirección de donde se encontraba Carmen. Éste por temor a que el dueño del Penta cumpliera su amenaza le da ese dato, y se presenta en la convención ante Carmen, provocándole el mismo temor a ella que ve peligrar su carrera profesional y por lo que le puede ocurrir a la siete.
Para mi, Carmen es Venus, Mario al igual que Fobos no cumplirá las órdenes de Diego y Tomás salvará a su esposa.
A este nivel de locura o delirio he llegado. Espero que se me tenga en cuenta mi edad y mi buena voluntad de haber errado el camino .
Ya lo dice el refrán, más sabe el diablo por viejo que por diablo.
EliminarNo andas descaminado, amigo mío, afina un poquito el tiro, solo un poquito y tienes una parte del enredo.
Aunque solo es una parte del pastel, lo fundamental va por otro lado.
Marte era el dios de la guerra para los romanos, ne niego a decir mitología Romana ya que usurparon la Griega.
ResponderEliminarUno de los satélites es Tomás y el otro su contrincante que de momento actúa desde la sombras, se nos viene una guerra.
No me hagáis caso, esta mañana me estoy aburriendo mucho.
Un consejo: haced caso a Lucia, dejad mitos y astrónomos a un lado.
ResponderEliminarTengo claro que esto es como la guerra de Troya, pero en vez de luchar por Hekena, lucharán por Carmen.
ResponderEliminarCómo siempre, nuestro querido Mario nos llena de intrigas y misterios, y mientras más suponemos que ha gg o se avecina el nos da capotazos haciéndonos creer que vamos por buen camino, pero en el momento menos esperado nos cambia todo o nos da nuevas intrigas de dónde saldremos todos los que aquí comentamos a suponer nuevas cosas.
ResponderEliminarMe a gustado muchísimo la teoría de Toco y según Mario no va nada desencaminado, se nos viene la furia de Titanes, que ganas tengo de leer esa parte.
ResponderEliminarBruto.
ResponderEliminarBuenas tardes querido Cayo, miedo, terror, lo único que se me ocurre es que Carmen, obligada a ir el fin de semana siguiente a Sevilla para proteger a Candela se encuentre en una situación difícil que lleve al miedo a ella o a las dos, y ella o Mario tengan que llamar a Tomás para que lo solucione tirando de contactos. Esto siempre que haya una referencia a los dos satélites.
Quien dice una situación difícil dice de pánico.
Dejo por un momento el tema de Fobos, Demios y Venus, para que tomemos noción del poder de fuego de Tomás.
ResponderEliminarEl inspector Ortega cuando recauda el "diezmo" del Penta, toma su parte y el resto "viaja" a estamentos superiores.
Alguno de esos estamentos recibe el llamado de Tomás. Lo que demuestra que aunque pagues "protección" si sacas los pies del plato atente a las consecuencias.
Por eso Ortega le recuerda que él puede transformarse en su pesadilla, si no acata lo que viene "de arriba".
Por eso no creo que Gerardo no la tiene fácil. El viejo león va a empezar a rugir.
Llevo la cuenta de las tres pistas que nos ha dejado Mario para que resolvamos y estoy en un callejón sin salida.
ResponderEliminar1 El Bloody Mary y Carla Brunni == Lucía ha sugerido una teoría turbia de la que no ha dado detalles. Mario dijo que en el 200 se resolvería.
2 El inspector Ortega que pone firme a Diego y se lleva a Carmen del Penta porque Diego le está tocando los cojones a gente importante. Lo más lógico apunta a Tomas pero con Mario Lomas lógico no siempre es lo correcto.
3 Venus Fobos y Deimos Pocas pistas, nada que ver con satélites ni con dioses romanos seguro. Estoy en blanco.
Estamos a dos capitulos del 200 tenéis alguna idea de lo que trama Mario?
Yo si, entretenerse a nuestra costa, estoy escuchando su risa desde Donosti.
EliminarYo simplemente he decidido esperar a que se publiquen los capítulos y disfrutar de la lectura, solo dos capítulos y saldremos de dudas.
Bruto.
EliminarBuenas tardes, Mario en su momento comento que la historia es lineal con lo que en el capítulo 200 escribiría lo que correspondiera a ese momento concreto de la historia, si no fuese así que Mario me corrija.
Hacia años que no usaba el autocad, al final a sido como montar el bicicleta, el jefe me ha dicho que me deje llevar por mi instinto y que improvise, pues he improvisado de cojones, ya verá ya.
ResponderEliminarMañana se lo tengo que enseñar al capataz del barco, todos los cambios que he hecho han sido pensando en la tripulación del barco.
Por si tienen una avería en alta mar tengan todo lo más a mano posible para poder repararlo, respetando más o menos el presupuesto.
Mario sigue vigente ese viaje a Venus, me vendría francamente bien.
Estoy lejos de desentrañar los jeroglíficos que nos has soltado, los de los egipcios eran más sencillos que los tuyos. Imagino que el viaje a Venus que ofreces es en el sentido “mecánico” y no médico, lo digo porque no se entiende de otra manera una mente tan retorcida. Ahí lo dejo, yo también sé hablar entre líneas.
ResponderEliminarPor alusiones.
EliminarVoy a emplear una fórmula formal (valga la redundancia)
Prometo por mi conciencia y honor que en el momento de proponer los “jeroglíficos”, me encontraba en pleno uso de mis facultades mentales y no me hallaba bajo el efecto de ninguna sustancia tóxica, salvo una dosis moderada de café y Jack Daniels, eso no es ná.
Siguiendo la teoría que planteo Torco que va por buen camino, a mi me da que Diego no va a cumplir su palabra y va a ir a por Candela de todas maneras como una forma de castigar a Mario y Carmen y está vez va a ser Mario quien le pida ayuda a Tomas.
ResponderEliminarEl honor es el último tesoro que un hombre puede perder y usted Dr nos demuestra día a día que sabe protegerlo con sumo celo al igual que su prestigio.
ResponderEliminarMe apena profundamente leer las palabras hirientes " mente retorcida" , que produce un daño moral que afecta su honor y prestigio profesional.
Viniendo de Lucía, pura ironía. Vaya, me ha salido un pareado, será que estoy inspirado. Lo hice nuevo, es que me lo puse a huevo.
EliminarDespués de leer el chorro de pareados dudo del consumo moderado de Jack Daniels lo del café lo admito
EliminarOtra cosa que me planteo es como se tonara todo esto Tomás, Carmen aunque sea su amiga también es su empleada.
ResponderEliminarCarmen cuando vaya a Sevilla trabajará para la competencia, esos dos clientes especiales de los que habla Diego es posible que estén en Sevilla para cerrar un negocio, para el que van a utilizar a Carmen para asegurarse de que todo queda bien atado.
La parte empresaria de Tomás no creo que tolere estas acciones y más viviendo de su empleada, puesto que lo deja mal a ojos de su competencia y encima les hace ganar dinero sin pretenderlo.
Creo que todo esto va hacer que la relación que Carmen tiene con Tomás se resquebraje hasta casi el punto de ruptura.
no recuerdo que capitulo es donde Mario nos cuenta como es la relación de trabajo de Carmen y Tomas, dónde nos comenta que está muy bien comentado. que ella tiene su propia oficina y que en muchas ocasiones Carmen está totalmente desnuda en la oficina de Tomás. sin importar que entren sus más cercanos colaboradores.
ResponderEliminarEsto me hace suponer que está bache en la relacion entre Carmen y Tomas. generado por Diego, se soluciona satisfactoriamente. o encuentra un equilibrio, pues en el capítulo donde Carmen y Mario están en la playa, y un cliente del penta reconoce el tatuaje de la 9, se ve que sigue habiendo esa relación, y se supone que esto ocurrió dos o tres años después de lo que estamos leyendo en la actualidad, o sea lo que Mario nos narra el los dos capítulos de la vía láctea, sucede dos o tres años antes de lo que nos comenta en el capítulo de la playa, y también antes de lo que nos narra cuando Carmen está trabajando con Tomás y en muchas ocasiones está desnuda en el despacho de Tomás.
estoy tratando de poner orden cronológico a los acontecimientos que nos narra Mario, para sacar conclusiones respecto a lo que puede suceder en la relación conn Tomas y el penta,
Espero no haberle dado muchas vueltas al asunto y se entienda lo que aquí escribí, porque a veces ni yo me entiendo
Yo cada día tengo más claro que Mario está haciendo pinitos como mentalista y nos enseña una mano mientras lo trascendente esta ocurriendo en la otra que no vemos.
EliminarEl Tomás que nos ha mostrado hasta ahora no permitiría que nadie interfiriera en sus negocios, Si Carmen tiene que ir a Sevilla no puede estar en Madrid y no puede atender a ninguno de los clientes de Tomás.
De esa manera Tomás pierde dinero y ahí le están tocando una fibra muy sensible.
No se en el futuro, pero hoy por hoy no veo a Tomás cediendo y menos ante una nediania como Diego.
En Estados Unidos tenían una serie que se llamaba el mentalista y el protagonista se llamaba Patrick Jane y en españa tenemos el diario y el protagonista se llama Mario.
Hace unos días, Shubert localizó un mensaje mío en TR en que relataba un suceso del dos mil cinco. Eso me recordó que alguien había dicho que le gustan las escenas que se desarrollan en el futuro, como el capítulo “Niebla” o “Estado de Alarma”. No han sido los únicos casos en los que he viajado al futuro —que ya es pasado— y os he dado alguna pincelada por adelantado de lo que aún no toca contar.
ResponderEliminarHe pensado —a ver qué os parece—, escribir un capítulo dedicado a recopilar esos viajes al futuro que he hecho a lo largo de estos doscientos capítulos, tanto en los relatos como en los comentarios.
Contadme vuestra opinión y si os apetece, me meto con ello, aunque si lo hacemos, y digo “hacemos”, voy a necesitar vuestra colaboración para localizar comentarios y escenas que a mí se me puedan pasar.
Ya me diréis.
Me parece una idea estupenda Mario! Fui yo el que dijo que me gustaban esos viajes! Muchas gracias
EliminarEsto además nos ayudaría a tener en mente una línea línea temporal del diario.
Ocurren muchas cosas en poco tiempo y el gap con el presente que pronto es pasado es de 20 años!
Si tenemos en cuenta que el diario nunca va a tener caducidad y no va a alcanzar el presente ni de lejos... Nos pueden dar muchas pistas y puedes seguir jugando con nosotros a las incógnitas jaja
Muy buena idea habrá que ponerse a revisar los comentarios. Trabajo investigación como me gusta.
EliminarBruto.
ResponderEliminarBuenas tardes querido Cayo, yo y creo que alguien más te lo agradeceríamos, como sabes empecé con el diario en flechas muy posteriores a que publicases en TR, con lo que los capítulos nos los hemos leído, pero los comentarios no, con lo que cualquier referencia que hayas hecho en los comentarios no la hemos leído, tener una referencia a lo que hayas escrito sobre el futuro nos ayudaría a entender la historia.
Por mi adelante.
ResponderEliminarDe todas maneras este capítulo necesita la paciencia por parte de todos son 198 capítulos más los comentarios, mucho texto que revisar.
ResponderEliminarPoco a poco y trabajando juntos podemos conseguirlo.